26 de Octubre
 

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Salmo 92 y 93

 

Jeremías 49:23-39

Mensaje acerca de Damasco
23Este es el mensaje que se dio acerca de Damasco. Esto dice el Señor:
«El temor se apoderó de las ciudades de Hamat y Arfad
porque oyeron los anuncios de su propia destrucción.
El corazón de ellos está agitado
como el mar cuando hay una tormenta furiosa.
24Damasco se volvió débil,
y toda la gente trató de huir.
El miedo, la angustia y el dolor se han apoderado de ella
como a una mujer en trabajo de parto.
25¡Esa ciudad famosa, ciudad de alegría,
será abandonada!
26Sus jóvenes caerán en las calles y morirán.
Todos sus soldados serán matados
—dice el Señor de los Ejércitos Celestiales—,
27y prenderé fuego a las murallas de Damasco
que consumirá los palacios de Ben-adad».
Mensaje acerca de Cedar y Hazor
28Este es el mensaje que se dio acerca de Cedar y los reinos de Hazor, que fueron atacados por Nabucodonosor, rey de Babilonia. Esto dice el Señor:
«¡Avancen contra Cedar!
¡Destruyan a los guerreros del oriente!
29Tomarán sus rebaños y carpas,
y sus pertenencias y camellos les serán quitados.
Se escucharán voces de pánico en todas partes:
“¡Somos atemorizados a cada paso!”.
30¡Corran y salven sus vidas! —dice el Señor—.
Gente de Hazor, escóndanse en cuevas profundas,
porque Nabucodonosor, rey de Babilonia, ha conspirado contra ustedes
y se prepara para destruirlos.
31»Levántense y ataquen a esta nación tan confiada
—dice el Señor—.
Su gente vive aislada en el desierto
sin murallas ni puertas.
32Todos sus camellos y demás animales serán de ustedes.
A este pueblo que vive en lugares remotos
lo esparciré a los cuatro vientos.
Traeré sobre ellos calamidad
de todas partes —dice el Señor—.
33Hazor será habitada por chacales
y quedará desolada para siempre.
Nadie vivirá allí;
nadie la habitará».
Mensaje acerca de Elam
34El profeta Jeremías recibió del Señor este mensaje acerca de Elam al comienzo del reinado de Sedequías, rey de Judá. 35Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales:
«Destruiré a los arqueros de Elam,
lo mejor de su ejército.
36Traeré enemigos de todas partes
y esparciré a la gente de Elam a los cuatro vientos.
Serán desterrados a países de todo el mundo.
37Yo mismo iré con los enemigos de Elam para destrozarla.
En mi ira feroz traeré gran desastre
sobre el pueblo de Elam —dice el Señor—.
Sus enemigos lo perseguirán con espada
hasta que yo lo destruya por completo.
38Estableceré mi trono en Elam —dice el Señor—,
y destruiré a su rey y a sus oficiales.
39Sin embargo, en los días que vienen
restableceré el bienestar de Elam.
¡Yo, el Señor, he hablado!».

 

Jeremías 50

Mensaje acerca de Babilonia
1Jeremías recibió el siguiente mensaje del Señor con relación a Babilonia y a la tierra de los babilonios. 2Esto dice el Señor:
«Anúncienlo a todo el mundo
y no se callen nada.
¡Levanten una bandera de señales
para decirles a todos que caerá Babilonia!
Sus imágenes e ídolos serán hechos pedazos.
Sus dioses Bel y Merodac serán completamente deshonrados.
3Pues una nación la atacará desde el norte
y traerá tal destrucción que nadie volverá a vivir allí.
Desaparecerá todo;
huirán tanto las personas como los animales.
Esperanza para Israel y Judá
4»En los días venideros
—dice el Señor—,
el pueblo de Israel volverá a su hogar
junto con el pueblo de Judá.
Llegarán llorando
en busca del Señor su Dios.
5Preguntarán por el camino a Jerusalén
y emprenderán el regreso a su hogar.
Se aferrarán al Señor
con un pacto eterno que nunca se olvidará.
6»Mi pueblo ha sido como ovejas perdidas.
Sus pastores los llevaron por mal camino
y los dejaron sueltos en las montañas.
Perdieron su rumbo
y no recuerdan cómo regresar al redil.
7Todos los que los encontraban los devoraban.
Sus enemigos decían:
“No hicimos nada malo al atacarlos
porque ellos pecaron contra el Señor,
quien es su verdadero lugar de descanso
y la esperanza de sus antepasados”.
8»Pero ahora, ¡huyan de Babilonia!
Abandonen la tierra de los babilonios.
Guíen a mi pueblo de regreso al hogar
como hace el macho cabrío que va a la cabeza de la manada.
9Pues estoy levantando un ejército
de grandes naciones del norte.
Unirán fuerzas para atacar a Babilonia
y esta será conquistada.
Las flechas de los enemigos irán directamente al blanco,
¡no errarán!
10Babilonia será saqueada
hasta que los agresores se sacien con el botín.
¡Yo, el Señor, he hablado!
Inevitable caída de Babilonia
11»Se alegran y regocijan,
ustedes que despojaron a mi pueblo elegido.
Retozan como becerros en el prado
y relinchan como sementales.
12Pero su tierra natal será llena
de vergüenza y deshonra.
Ustedes serán la última de las naciones,
un desierto, tierra seca y desolada.
13A causa del enojo del Señor,
Babilonia se convertirá en una tierra baldía y desierta.
Todo el que pase por ese lugar quedará horrorizado
y dará un grito por la destrucción que verá allí.
14»Sí, prepárense para atacar Babilonia,
todas ustedes, naciones vecinas.
Que sus arqueros disparen contra ella, que no escatimen flechas;
pues pecó contra el Señor.
15Lancen gritos de guerra contra Babilonia desde todas partes.
¡Miren! ¡Se rinde!
Sus murallas han caído.
Es la venganza del Señor,
así que vénguense también ustedes.
¡Háganle lo mismo que ella les hizo a otros!
16Saquen de Babilonia a todos los sembradores;
despidan a todos los segadores.
Debido a la espada del enemigo
todos huirán a sus propias tierras.
Esperanza para el pueblo de Dios
17»Los israelitas son como ovejas
que han sido esparcidas por los leones.
Primero los devoró el rey de Asiria.
Después Nabucodonosor, rey de Babilonia, les quebró los huesos».
18Por lo tanto, esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales,
Dios de Israel:
«Ahora, castigaré al rey de Babilonia y a su tierra
de la misma manera que castigué al rey de Asiria.
19Traeré a Israel de regreso a su hogar, a su propia tierra,
para comer en los campos de Carmelo y Basán,
y para quedar saciado una vez más
en la zona montañosa de Efraín y Galaad.
20En esos días —dice el Señor—,
no se encontrará pecado en Israel ni en Judá,
porque perdonaré al remanente que yo guarde.
Juicio de Dios sobre Babilonia
21»Mis guerreros, suban contra la tierra de Merataim
y contra la gente de Pecod.
Persíganlos, mátenlos y destrúyanlos por completo
como les he ordenado —dice el Señor—.
22Que en la tierra se escuche el grito de guerra,
un clamor de gran destrucción.
23Babilonia, el martillo más poderoso de toda la tierra
queda roto y hecho pedazos.
¡Babilonia queda desolada entre las naciones!
24Escucha, Babilonia, porque te tendí una trampa.
Estás atrapada porque luchaste contra el Señor.
25El Señor abrió su arsenal
y sacó armas para desahogar su furor.
El terror que caiga sobre los babilonios
será la obra del Señor Soberano de los Ejércitos Celestiales.
26Sí, vengan contra ella desde tierras lejanas
y abran sus graneros.
Aplasten sus muros y sus casas, y conviértanlos en montones de escombros.
¡Destrúyanla por completo y no dejen nada!
27Maten incluso a sus becerros,
¡para ellos también será terrible!
¡Masácrenlos a todos!
Pues ha llegado el día del juicio a Babilonia.
28Escuchen a la gente que escapó de Babilonia
mientras cuentan en Jerusalén
cómo el Señor nuestro Dios se vengó
de los que destruyeron su templo.
29»Manden llamar a los arqueros para que vengan a Babilonia.
Rodeen la ciudad para que nadie escape.
Háganle lo mismo que ella les hizo a otros,
porque desafió al Señor, el Santo de Israel.
30Sus jóvenes caerán en las calles y morirán.
Todos sus soldados serán matados»,
dice el Señor.
31«Mira, pueblo arrogante, yo soy tu enemigo
—dice el Señor, el Señor de los Ejércitos Celestiales—.
Ha llegado el día de tu juicio,
el día en que te castigaré.
32Oh tierra de arrogancia, tropezarás y caerás,
y nadie te levantará.
Pues encenderé un fuego en las ciudades de Babilonia
que consumirá todo a su alrededor».
33Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales:
«Los pueblos de Israel y de Judá han sido agraviados.
Sus captores los retienen y se niegan a soltarlos.
34Pero el que los redime es fuerte.
Su nombre es el Señor de los Ejércitos Celestiales.
Él los defenderá
y nuevamente les dará descanso en Israel.
¡Pero para la gente de Babilonia
no habrá descanso!
35»La espada destructora golpeará a los babilonios
—dice el Señor—.
Golpeará al pueblo de Babilonia,
también a sus funcionarios y a sus hombres sabios.
36La espada golpeará a sus sabios consejeros
y se volverán necios.
La espada golpeará a sus guerreros más poderosos
y el pánico se apoderará de ellos.
37La espada golpeará sus caballos, sus carros de guerra
y a sus aliados de otras tierras,
y todos se volverán como mujeres.
La espada golpeará sus tesoros
y todos serán saqueados.
38La espada golpeará aun el suministro de agua
y hará que se seque.
¿Y por qué? Porque toda la tierra está llena de ídolos
y la gente está locamente enamorada de ellos.
39»Pronto Babilonia será habitada por hienas y animales del desierto.
Será un hogar de búhos.
Nunca más vivirá gente allí;
quedará desolada para siempre.
40La destruiré tal como yo destruí a Sodoma, a Gomorra
y a sus ciudades vecinas —dice el Señor—.
Nadie vivirá allí;
nadie la habitará.
41»¡Miren! Un gran ejército viene del norte.
Desde tierras lejanas se están levantando contra ti
una gran nación y muchos reyes.
42Están armados con arcos y lanzas.
Son crueles y no tienen compasión de nadie.
Cuando avanzan sobre sus caballos
se oyen como el rugido del mar.
Vienen en formación de batalla
con planes de destruirte, Babilonia.
43El rey de Babilonia ha oído informes acerca del enemigo
y tiembla de miedo.
Se apoderaron de él punzadas de angustia
como a una mujer en trabajo de parto.
44»Vendré como un león que sale de los matorrales del Jordán
y atacaré las ovejas en los pastos.
Expulsaré a Babilonia de su tierra
y nombraré al líder que yo escoja.
Pues, ¿quién es como yo y quién puede desafiarme?
¿Qué gobernante puede oponerse a mi voluntad?».
45Escuchen los planes que tiene el Señor contra Babilonia
y contra la tierra de los babilonios.
Aun sus hijos pequeños serán arrastrados como ovejas
y sus casas serán destruidas.
46La tierra temblará con el grito: «¡Babilonia ha sido tomada!».
Su grito de desesperación se oirá en todo el mundo.

 

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Tito 1

Saludos de Pablo
1Yo, Pablo, esclavo de Dios y apóstol de Jesucristo, escribo esta carta. Fui enviado para proclamar fe a los que Dios ha elegido y para enseñarles a conocer la verdad que les muestra cómo vivir una vida dedicada a Dios. 2Esta verdad les da la confianza de que tienen la vida eterna, la cual Dios —quien no miente— les prometió antes de que comenzara el mundo. 3Y ahora, en el momento preciso, él dio a conocer este mensaje, que nosotros anunciamos a todos. Es por mandato de Dios nuestro Salvador que se me ha confiado esta tarea para él.
4Le escribo a Tito, mi verdadero hijo en la fe que compartimos.
Que Dios Padre y Cristo Jesús nuestro Salvador te den gracia y paz.
Tarea de Tito en Creta
5Te dejé en la isla de Creta para que pudieras terminar nuestro trabajo ahí y nombrar ancianos en cada ciudad, tal como te lo indiqué. 6El anciano debe llevar una vida intachable. Tiene que serle fiel a su esposa, y sus hijos deben ser creyentes que no tengan una reputación de ser desenfrenados ni rebeldes. 7Pues un ancianoes un administrador de la casa de Dios, y debe vivir de manera intachable. No debe ser arrogante, ni iracundo, ni emborracharse, ni ser violento, ni deshonesto con el dinero.
8Al contrario, debe recibir huéspedes en su casa con agrado y amar lo que es bueno. Debe vivir sabiamente y ser justo. Tiene que llevar una vida de devoción y disciplina. 9Debe tener una fuerte creencia en el mensaje fiel que se le enseñó; entonces podrá animar a otros con la sana enseñanza y demostrar a los que se oponen en qué están equivocados.
10Pues hay muchos rebeldes que participan en conversaciones inútiles y engañan a otros. Me refiero especialmente a los que insisten en que es necesario circuncidarse para ser salvo. 11Hay que callarlos, porque, con su falsa enseñanza, alejan a familias enteras de la verdad, y solo lo hacen por dinero. 12Incluso uno de sus propios hombres, un profeta de Creta, dijo acerca de ellos: «Todos los cretenses son mentirosos, animales crueles y glotones perezosos». 13Es la verdad. Así que repréndelos con severidad para fortalecerlos en la fe. 14Tienen que dejar de prestar atención a mitos judíos y a los mandatos de aquellos que se han apartado de la verdad.
15Todo es puro para los de corazón puro. En cambio, para los corruptos e incrédulos nada es puro, porque tienen la mente y la conciencia corrompidas. 16Tales personas afirman que conocen a Dios, pero lo niegan con su manera de vivir. Son detestables y desobedientes, no sirven para hacer nada bueno.
 

 

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Salmo 92

Salmo. Cántico para entonar el día de descanso.
1Es bueno dar gracias al Señor,
cantar alabanzas al Altísimo.
2Es bueno proclamar por la mañana tu amor inagotable
y por la noche tu fidelidad,
3al son del arpa de diez cuerdas
y de la melodía de la lira.
4Todo lo que has hecho por mí, Señor, ¡me emociona!
Canto de alegría por todo lo que has hecho.
5¡Oh Señor, qué grandes son tus obras!
Y qué profundos son tus pensamientos.
6Sólo un simplón no sabría
y un necio no entendería que
7aunque los malvados broten como maleza
y los malhechores florezcan,
serán destruidos para siempre.
8Tú, oh Señor, para siempre serás exaltado.
9Tus enemigos, Señor, sin duda perecerán;
todos los malhechores quedarán esparcidos.
10Pero tú me has hecho fuerte como un buey salvaje;
me has ungido con el mejor aceite.
11Mis ojos vieron la caída de mis enemigos;
mis oídos escucharon la derrota de mis perversos oponentes.
12Pero los justos florecerán como palmeras
y se harán fuertes como los cedros del Líbano;
13trasplantados a la casa del Señor,
florecen en los atrios de nuestro Dios.
14Incluso en la vejez aún producirán fruto,
seguirán verdes y llenos de vitalidad.
15Declararán: «¡El Señor es justo!
¡Es mi roca!
¡No existe maldad en él!».

 

Salmo 93

1¡El Señor es rey! Se viste de majestad.
Ciertamente el Señor se viste de majestad y está armado con fuerza.
El mundo permanece firme
y no puede ser sacudido.
2Tu trono, oh Señor, permanece desde tiempos inmemoriales;
tú mismo existes desde el pasado eterno.
3Las aguas crecieron, oh Señor.
Los diluvios han rugido como truenos;
las inundaciones elevaron sus impetuosas olas.
4Pero más poderoso que el estruendo de los mares enfurecidos,
más potente que las rompientes olas en la orilla;
el Señor, quien está en lo alto, es más poderoso que estos.
5Tus leyes soberanas no pueden ser modificadas;
tu reino, oh Señor, es santo por siempre y para siempre.

 

 

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