4 de Junio

 

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2 Samuel 22:1 a 23:23
Hechos 2
Salmo 122
Proverbios 4

 

2 Samuel 22

Cántico de alabanza de David
1David entonó este cántico al Señor el día que el Señor lo rescató de todos sus enemigos y de Saúl. 2Cantó así:
«El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi salvador;
3mi Dios, mi roca, en quien encuentro protección.
Él es mi escudo, el poder que me salva
y mi lugar seguro.
Él es mi refugio, mi salvador,
el que me libra de la violencia.
4Clamé al Señor, quien es digno de alabanza,
y me salvó de mis enemigos.
5»Las olas de la muerte me envolvieron;
me arrasó una inundación devastadora.
6La tumba me envolvió con sus cuerdas;
la muerte me tendió una trampa en el camino.
7Pero en mi angustia, clamé al Señor;
sí, clamé a Dios por ayuda.
Él me oyó desde su santuario;
mi clamor llegó a sus oídos.
8»Entonces la tierra se estremeció y tembló;
se sacudieron los cimientos de los cielos;
temblaron a causa de su enojo.
9De su nariz salía humo a raudales,
de su boca saltaban violentas llamas de fuego;
carbones encendidos se disparaban de él.
10Abrió los cielos y descendió;
había oscuras nubes de tormenta debajo de sus pies.
11Voló montado sobre un poderoso ser angelical,
remontándose sobre las alas del viento.
12Se envolvió con un manto de oscuridad
y ocultó su llegada con densas nubes de lluvia.
13Un gran resplandor brilló alrededor de él,
y carbones encendidos se dispararon.
14El Señor retumbó desde el cielo;
la voz del Altísimo resonó.
15Disparó flechas y dispersó a sus enemigos;
destelló su relámpago, y ellos quedaron confundidos.
16Luego, a la orden del Señor,
a la ráfaga de su aliento,
pudo verse el fondo del mar,
y los cimientos de la tierra quedaron al descubierto.
17»Él extendió la mano desde el cielo y me rescató;
me sacó de aguas profundas.
18Me rescató de mis enemigos poderosos,
de los que me odiaban y eran demasiado fuertes para mí.
19Me atacaron en un momento de angustia,
pero el Señor me sostuvo.
20Me condujo a un lugar seguro;
me rescató porque en mí se deleita.
21El Señor me recompensó por hacer lo correcto;
me restauró debido a mi inocencia.
22Pues he permanecido en los caminos del Señor;
no me he apartado de mi Dios para seguir el mal.
23He seguido todas sus ordenanzas,
nunca he abandonado sus decretos.
24Soy intachable delante de Dios;
me he abstenido del pecado.
25El Señor me recompensó por hacer lo correcto;
ha visto mi inocencia.
26»Con los fieles te muestras fiel;
a los íntegros les muestras integridad.
27Con los puros te muestras puro,
pero te muestras hostil con los perversos.
28Rescatas al humilde,
pero tus ojos observan al orgulloso y lo humillas.
29Oh Señor, tú eres mi lámpara;
el Señor ilumina mi oscuridad.
30Con tu fuerza puedo aplastar a un ejército;
con mi Dios puedo escalar cualquier muro.
31»El camino de Dios es perfecto.
Todas las promesas del Señordemuestran ser verdaderas.
Él es escudo para todos los que buscan su protección.
32Pues, ¿quién es Dios aparte del Señor?
¿Quién más que nuestro Dios es una roca sólida?
33Dios es mi fortaleza firme,
y hace perfecto mi camino.
34Me hace andar tan seguro como un ciervo,
para que pueda pararme en las alturas de las montañas.
35Entrena mis manos para la batalla;
fortalece mi brazo para tensar un arco de bronce.
36Me has dado tu escudo de victoria;
tu ayuda me ha engrandecido.
37Has trazado un camino ancho para mis pies
a fin de evitar que resbalen.
38»Perseguí a mis enemigos y los destruí;
no paré hasta verlos derrotados.
39Los consumí;
los herí de muerte para que no pudieran levantarse;
cayeron debajo de mis pies.
40Me has armado de fuerza para la batalla;
has sometido a mis enemigos debajo de mis pies.
41Pusiste mi pie sobre su cuello;
destruí a todos los que me odiaban.
42Buscaron ayuda, pero nadie fue a rescatarlos.
Hasta clamaron al Señor, pero él se negó a responder.
43Los molí tan fino como el polvo de la tierra;
los pisoteé dentro de la zanja como si fueran mugre.
44»Me diste la victoria sobre los que me acusaban.
Me preservaste como gobernante de naciones;
ahora me sirve gente que ni siquiera conozco.
45Naciones extranjeras se arrastran ante mí;
en cuanto oyen hablar de mí, se rinden.
46Todas pierden el valor
y salen temblando desde sus fortalezas.
47»¡El Señor vive! ¡Alabanzas a mi Roca!
¡Exaltado sea Dios, la Roca de mi salvación!
48Él es el Dios que da su merecido a los que me dañan;
él derriba a las naciones y las pone bajo mi control,
49y me libra de mis enemigos.
Tú me mantienes seguro, lejos del alcance de mis enemigos;
me salvas de violentos oponentes.
50Por eso, oh Señor, te alabaré entre las naciones;
cantaré alabanzas a tu nombre.
51Le das grandes victorias a tu rey;
le muestras inagotable amor a tu ungido,
a David y a todos sus descendientes para siempre».

 

2 Samuel 23:1-23

Últimas palabras de David
1Estas son las últimas palabras de David:
«David, hijo de Isaí;
David, el hombre que fue elevado tan alto;
David, el hombre ungido por el Dios de Jacob;
David, el dulce salmista de Israel,declara:
2»El Espíritu del Señor habla por medio de mí;
sus palabras están en mi lengua.
3El Dios de Israel habló,
la Roca de Israel me dijo:
“El que gobierna con justicia
y gobierna en el temor de Dios,
4es como la luz de la mañana al amanecer,
como una mañana sin nubes,
como el brillar del sol
sobre la hierba nueva después de la lluvia”.
5»¿Acaso no es a mi familia que Dios ha elegido?
Sí, ha hecho un pacto eterno conmigo.
Su pacto está arreglado y asegurado hasta el último detalle;
él garantizará mi seguridad y mi éxito.
6Pero los que no conocen a Dios son como espinos que se desechan,
porque desgarran la mano que los toca.
7Se deben usar herramientas de hierro para cortarlos;
serán completamente consumidos por fuego».
Los guerreros más valientes de David
8Estos son los nombres de los guerreros más valientes de David. El primero era Jasobeam el hacmonita, quien era el líder de los Tres, los tres guerreros más valientes entre los hombres de David. Una vez utilizó su lanza para matar a ochocientos guerreros enemigos en una sola batalla.
9El siguiente en rango entre los Tres era Eleazar, hijo de Dodai, un descendiente de Ahoa. Una vez Eleazar y David juntos les hicieron frente a los filisteos cuando todo el ejército israelita había huido. 10Siguió matando a filisteos hasta que se le cansó la mano para levantar su espada, y ese día el Señor le dio una gran victoria. ¡El resto del ejército regresó recién a la hora de recoger el botín!
11El siguiente en rango era Sama, hijo de Age, de Arar. Cierta vez los filisteos se reunieron en Lehi y atacaron a los israelitas en un campo lleno de lentejas. El ejército israelita huyó, 12pero Samano cedió terreno en medio del campo e hizo retroceder a los filisteos. Así que el Señor le dio una gran victoria.
13Cierta vez durante la cosecha, cuando David estaba en la cueva de Adulam, el ejército filisteo estaba acampado en el valle de Refaim. Los Tres (que formaban parte de los Treinta, un grupo selecto entre los hombres de guerra de David) descendieron a la cueva para encontrarse con él. 14En aquel tiempo, David se alojaba en la fortaleza, y un destacamento filisteo había ocupado la ciudad de Belén.
15David les comentó a sus hombres un vivo deseo: «¡Ah, cómo me gustaría tomar un poco de esa buena agua del pozo que está junto a la puerta de Belén!». 16Entonces los Tres atravesaron las líneas filisteas, sacaron agua del pozo junto a la puerta de Belén y se la llevaron a David. Pero David rehusó tomarla, en cambio la derramó como ofrenda al Señor.17«¡No permita el Señor que la beba! —exclamó—. Esta agua es tan preciosa como la sangre de estos hombres que arriesgaron la vida para traérmela». De manera que David no la tomó. Estos son ejemplos de las hazañas de los Tres.
Los Treinta valientes de David
18Abisai, hijo de Sarvia, hermano de Joab, era el líder de los Treinta. En una ocasión usó su lanza para matar a trescientos guerreros enemigos en una sola batalla. Fue por hazañas como esta que se hizo tan famoso como los Tres. 19Abisai era el comandante y el más famoso de los Treinta aunque no era uno de los Tres.
20Estaba también Benaía, hijo de Joiada, un valiente guerrero de Cabseel, quien hizo muchas proezas heroicas, entre ellas mató a dos campeones de Moab. En otra ocasión, en un día de mucha nieve, Benaía persiguió a un león hasta un hoyo y lo mató. 21Otra vez, armado solamente con un palo, mató a un gran guerrero egipcio que estaba armado con una lanza. Benaía arrancó la lanza de la mano del egipcio y lo mató con ella. 22Hazañas como estas hicieron a Benaía tan famoso como los Tres, los guerreros más valientes. 23Recibió más honores que los demás miembros de los Treinta, aunque no era uno de los Tres. Además David lo nombró capitán de su escolta.

 

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Hechos 2

La llegada del Espíritu Santo
1El día de Pentecostés, todos los creyentes estaban reunidos en un mismo lugar. 2De repente, se oyó un ruido desde el cielo parecido al estruendo de un viento fuerte e impetuoso que llenó la casa donde estaban sentados.3Luego, algo parecido a unas llamas o lenguas de fuego aparecieron y se posaron sobre cada uno de ellos. 4Y todos los presentes fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otros idiomas, conforme el Espíritu Santo les daba esa capacidad.
5En esa ocasión, había judíos devotos de todas las naciones, que vivían en Jerusalén. 6Cuando oyeron el fuerte ruido, todos llegaron corriendo y quedaron desconcertados al escuchar sus propios idiomas hablados por los creyentes.
7Estaban totalmente asombrados. «¿Cómo puede ser? —exclamaban—. Todas estas personas son de Galilea, 8¡y aun así las oímos hablar en nuestra lengua materna! 9Aquí estamos nosotros: partos, medos, elamitas, gente de Mesopotamia, Judea, Capadocia, Ponto, de la provincia de Asia, 10de Frigia, Panfilia, Egipto y de las áreas de Libia alrededor de Cirene, visitantes de Roma 11(tanto judíos como convertidos al judaísmo), cretenses y árabes. ¡Y todos oímos a esta gente hablar en nuestro propio idioma acerca de las cosas maravillosas que Dios ha hecho!». 12Quedaron allí, maravillados y perplejos. «¿Qué querrá decir esto?», se preguntaban unos a otros.
13Pero otros entre la multitud se burlaban de ellos diciendo: «Solo están borrachos, eso es todo».
Pedro predica a la multitud
14Entonces Pedro dio un paso adelante junto con los otros once apóstoles y gritó a la multitud: «¡Escuchen con atención, todos ustedes, compatriotas judíos y residentes de Jerusalén! No se equivoquen. 15Estas personas no están borrachas, como algunos de ustedes suponen. Las nueve de la mañana es demasiado temprano para emborracharse.16No, lo que ustedes ven es lo que el profeta Joel predijo hace mucho tiempo:
17“En los últimos días —dice Dios—,
derramaré mi Espíritu sobre toda la gente.
Sus hijos e hijas profetizarán.
Sus jóvenes tendrán visiones,
y sus ancianos tendrán sueños.
18En esos días derramaré mi Espíritu
sobre mis siervos —hombres y mujeres por igual—
y profetizarán.
19Y haré maravillas arriba en los cielos
y señales abajo en la tierra:
sangre, fuego y nubes de humo.
20El sol se oscurecerá,
y la luna se pondrá roja como la sangre
antes de que llegue el grande y glorioso día del Señor.
21Pero todo el que invoque el nombre del Señor
será salvo”.
22»Pueblo de Israel, ¡escucha! Dios públicamente aprobó a Jesús de Nazaret al hacer milagros poderosos, maravillas y señales por medio de él, como ustedes bien saben;23pero Dios sabía lo que iba a suceder y su plan predeterminado se llevó a cabo cuando Jesús fue traicionado. Con la ayuda de gentilessin ley, ustedes lo clavaron en la cruz y lo mataron; 24pero Dios lo liberó de los terrores de la muerte y lo volvió a la vida, pues la muerte no pudo retenerlo bajo su dominio. 25El rey David dijo lo siguiente acerca de él:
“Veo que el Señor siempre está conmigo.
No seré sacudido, porque él está aquí a mi lado.
26¡Con razón mi corazón está contento,
y mi lengua grita sus alabanzas!
Mi cuerpo descansa en esperanza.
27Pues tú no dejarás mi alma entre los muertos
ni permitirás que tu Santo se pudra en la tumba.
28Me has mostrado el camino de la vida
y me llenarás con la alegría de tu presencia”.
29»Queridos hermanos, ¡piensen en esto! Pueden estar seguros de que el patriarca David no se refería a sí mismo, porque él murió, fue enterrado y su tumba está todavía aquí entre nosotros; 30pero él era un profeta y sabía que Dios había prometido mediante un juramento que uno de los propios descendientes de David se sentaría en su trono. 31David estaba mirando hacia el futuro y hablaba de la resurrección del Mesías. Él decía que Dios no lo dejaría entre los muertos ni permitiría que su cuerpo se pudriera en la tumba.
32»Dios levantó a Jesús de los muertos y de esto todos nosotros somos testigos. 33Ahora él ha sido exaltado al lugar de más alto honor en el cielo, a la derecha de Dios. Y el Padre, según lo había prometido, le dio el Espíritu Santo para que lo derramara sobre nosotros, tal como ustedes lo ven y lo oyen hoy. 34Pues David nunca ascendió al cielo; sin embargo, dijo:
“El Señor dijo a mi Señor:
‘Siéntate en el lugar de honor a mi derecha,
35hasta que humille a tus enemigos
y los ponga por debajo de tus pies’”.
36»Por lo tanto, que todos en Israel sepan sin lugar a dudas, que a este Jesús, a quien ustedes crucificaron, ¡Dios lo ha hecho tanto Señor como Mesías!».
37Las palabras de Pedro traspasaron el corazón de ellos, quienes le dijeron a él y a los demás apóstoles:
—Hermanos, ¿qué debemos hacer?
38Pedro contestó:
—Cada uno de ustedes debe arrepentirse de sus pecados y volver a Dios, y ser bautizado en el nombre de Jesucristo para el perdón de sus pecados. Entonces recibirán el regalo del Espíritu Santo. 39Esta promesa es para ustedes, para sus hijos e incluso para los gentiles, es decir, para todos los que han sido llamados por el Señor nuestro Dios.
40Entonces Pedro siguió predicando por largo rato, y les rogaba con insistencia a todos sus oyentes: «¡Sálvense de esta generación perversa!».
41Los que creyeron lo que Pedro dijo fueron bautizados y sumados a la iglesia en ese mismo día, como tres mil en total.
Los creyentes forman una comunidad
42Todos los creyentes se dedicaban a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión fraternal, a participar juntos en las comidas (entre ellas la Cena del Señor), y a la oración.
43Un profundo temor reverente vino sobre todos ellos, y los apóstoles realizaban muchas señales milagrosas y maravillas.44Todos los creyentes se reunían en un mismo lugar y compartían todo lo que tenían.45Vendían sus propiedades y posesiones y compartían el dinero con aquellos en necesidad. 46Adoraban juntos en el templo cada día, se reunían en casas para la Cena del Señor y compartían sus comidas con gran gozo y generosidad, 47todo el tiempo alabando a Dios y disfrutando de la buena voluntad de toda la gente. Y cada día el Señor agregaba a esa comunidad cristiana los que iban siendo salvos.

 

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Salmo 122

Cántico para los peregrinos que suben a Jerusalén.
Salmo de David.

1Me alegré cuando me dijeron:
«Vayamos a la casa del Señor».
2Y ahora, aquí estamos,
de pie dentro de tus puertas, oh Jerusalén.
3Jerusalén es una ciudad bien construida;
sus murallas compactas son impenetrables.
4Todas las tribus de Israel —que son el pueblo del Señor—
peregrinan hasta aquí.
Vienen a dar gracias al nombre del Señor,
como la ley requiere de Israel.
5Aquí están los tronos donde se emiten los juicios,
los tronos de la dinastía de David.
6Oren por la paz de Jerusalén;
que todos los que aman a esta ciudad prosperen.
7Oh Jerusalén, que haya paz dentro de tus murallas
y prosperidad en tus palacios.
8Por amor a mi familia y a mis amigos, diré:
«Que tengas paz».
9Por amor a la casa del Señor nuestro Dios,
buscaré lo mejor para ti, oh Jerusalén.

 

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