2 Samuel
20:14-26
14Mientras
tanto, Seba recorría todas las tribus de Israel y finalmente
llegó a la ciudad de Abel-bet-maaca. Todos los miembros de
su propio clan, los bicritas, se
reunieron para la batalla y lo siguieron a la ciudad. 15Cuando
llegaron las fuerzas de Joab, atacaron Abel-bet-maaca.
Construyeron una rampa de asalto contra las fortificaciones
de la ciudad y comenzaron a derribar la muralla. 16Pero
una mujer sabia de la ciudad llamó a Joab y le dijo:
—Escúcheme, Joab. Venga aquí para que pueda hablar con
usted.
17Cuando
Joab se acercó, la mujer le preguntó:
—¿Es usted Joab?
—Sí, soy yo —le respondió.
Entonces ella dijo:
—Escuche atentamente a su sierva.
—Estoy atento —le dijo.
18Así
que ella continuó:
—Había un dicho que decía: “Si quieres resolver una disputa,
pide consejo en la ciudad de Abel”. 19Soy
alguien que ama la paz y que es fiel en Israel, pero usted
está por destruir una ciudad importante de Israel. ¿Por
qué quiere devorar lo que le pertenece al Señor?
20Joab
contestó:
—¡Créame, no quiero devorar ni destruir su ciudad! 21Ese
no es mi propósito. Lo único que quiero es capturar a un
hombre llamado Seba, hijo de Bicri, de la zona montañosa de
Efraín, quien se rebeló contra el rey David. Si ustedes me
entregan a ese hombre, dejaré a la ciudad en paz.
—Muy bien —respondió la mujer—, arrojaremos su cabeza sobre
la muralla.
22Enseguida
la mujer se dirigió a todo el pueblo con su sabio consejo, y
le cortaron la cabeza a Seba y se la arrojaron a Joab. Así
que Joab tocó el cuerno de carnero, llamó a sus tropas y se
retiraron del ataque. Todos volvieron a sus casas y Joab
regresó a Jerusalén para encontrarse con el rey.
23Ahora
bien, Joab era el comandante del ejército de Israel; Benaía,
hijo de Joiada, era el capitán de la escolta del rey. 24Adoniram estaba
a cargo de los trabajadores; Josafat, hijo de Ahilud, era el
historiador real. 25Seva
era el secretario de la corte; Sadoc y Abiatar eran los
sacerdotes,26e Ira,
un descendiente de Jair, era el sacerdote personal de David.
2 Samuel 21
David cobra venganza por los gabaonitas
1Durante
el reinado de David hubo un hambre que duró tres años.
Entonces David consultó al Señor,
y el Señor dijo:
«El hambre se debe a que Saúl y su familia son culpables de
la muerte de los gabaonitas».
2Entonces
el rey mandó llamar a los gabaonitas. No formaban parte de
Israel, pero eran todo lo que quedaba de la nación de los
amorreos. El pueblo de Israel había jurado no matarlos, pero
Saúl, en su celo por Israel y Judá, trató de exterminarlos.3David
les preguntó:
—¿Qué puedo hacer por ustedes? ¿Cómo puedo compensarlos para
que ustedes vuelvan a bendecir al pueblo del Señor?
4—Bueno,
el dinero no puede resolver este asunto entre nosotros y la
familia de Saúl —le contestaron los gabaonitas—. Tampoco
podemos exigir la vida de cualquier persona de Israel.
—¿Qué puedo hacer entonces? —preguntó David—. Solo díganme,
y lo haré por ustedes.
5Ellos
respondieron:
—Fue Saúl quien planeó destruirnos, para impedir que
tengamos un lugar en el territorio de Israel.6Así
que entréguennos siete hijos de Saúl, y los ejecutaremos
delante del Señor en
Gabaón en el monte del Señor.
—Muy bien —dijo el rey— lo haré.
7Debido
al juramento que David y Jonatán habían hecho delante del Señor,
el rey le perdonó la vida a Mefiboset, el
hijo de Jonatán, nieto de Saúl. 8Sin
embargo, les entregó a los dos hijos de Saúl, Armoni y
Mefiboset, cuya madre fue Rizpa la hija de Aja. También les
entregó a los cinco hijos de la hija de Saúl, Merab, la
esposa de Adriel, hijo de Barzilai de Mehola. 9Los
hombres de Gabaón los ejecutaron en el monte delante del Señor.
Los siete murieron juntos al comienzo de la cosecha de la
cebada.
10Después
Rizpa, la hija de Aja y madre de dos de los hombres,
extendió una tela áspera sobra una roca y permaneció allí
toda la temporada de la cosecha. Ella evitó que las aves
carroñeras despedazaran los cuerpos durante el día e impidió
que los animales salvajes se los comieran durante la noche. 11Cuando
David supo lo que había hecho Rizpa, la concubina de Saúl, 12fue
a ver a la gente de Jabes de Galaad para recuperar los
huesos de Saúl y de su hijo Jonatán. (Cuando los filisteos
mataron a Saúl y a Jonatán en el monte Gilboa, la gente de
Jabes de Galaad robó sus cuerpos de la plaza pública de Bet-sán
donde los filisteos los habían colgado). 13De
esa manera David obtuvo los huesos de Saúl y Jonatán, al
igual que los huesos de los hombres que los gabaonitas
habían ejecutado.
14Luego
el rey ordenó que enterraran los huesos en la tumba de Cis,
padre de Saúl, en la ciudad de Zela, en la tierra de
Benjamín. Después Dios hizo que terminara el hambre en la
tierra.
Batallas contra los gigantes filisteos
15Una
vez más los filisteos estaban en guerra con Israel. Y cuando
David y sus hombres estaban en lo más reñido de la pelea, a
David se le acabaron las fuerzas y quedó exhausto.16Isbi-benob
era un descendiente de los gigantes; la
punta de bronce de su lanza pesaba más de tres kilos, y
estaba armado con una espada nueva. Había acorralado a David
y estaba a punto de matarlo. 17Pero
Abisai, hijo de Sarvia, llegó al rescate de David y mató al
filisteo. Entonces los hombres de David declararon: «¡No
volverás a salir con nosotros a la batalla! ¿Por qué
arriesgarnos a que se apague la luz de Israel?».
18Después
hubo otra batalla contra los filisteos en Gob. Mientras
peleaban, Sibecai de Husa, mató a Saf, otro descendiente de
los gigantes.
19Durante
otra batalla en Gob, Elhanán, hijo de Jair, de
Belén, mató al hermano de Goliat de Gat. ¡El
asta de su lanza era tan gruesa como un rodillo de telar!
20En
otra batalla contra los filisteos en Gat, se enfrentaron con
un hombre enorme que tenía seis dedos en cada mano y seis en
cada pie, veinticuatro dedos en total, que era también
descendiente de los gigantes. 21Pero
cuando desafió a los israelitas y se mofó de ellos, lo mató
Jonatán, hijo de Simea, hermano
de David.
22Estos
cuatro filisteos eran descendientes de los gigantes de Gat,
pero David y sus guerreros los mataron.
.
HECHOS 1
La promesa del Espíritu Santo
1Teófilo,
en mi primer libro te
relaté todo lo que Jesús comenzó a hacer y a enseñar2hasta
el día que fue llevado al cielo, después de haberles dado a sus
apóstoles escogidos instrucciones adicionales por medio del
Espíritu Santo. 3Durante
los cuarenta días posteriores a su crucifixión, Cristo se
apareció varias veces a los apóstoles y les demostró con muchas
pruebas convincentes que él realmente estaba vivo. Y les habló
del reino de Dios.
4Una
vez, mientras comía con ellos, les ordenó: «No
se vayan de Jerusalén hasta que el Padre les envíe el regalo que
les prometió, tal como les dije antes. 5Juan
bautizaba con agua,
pero en unos cuantos días ustedes serán bautizados con el
Espíritu Santo».
La ascensión de Jesús
6Así
que mientras los apóstoles estaban con Jesús, le preguntaron con
insistencia:
—Señor, ¿ha llegado ya el tiempo de que liberes a Israel y
restaures nuestro reino?
7Él
les contestó:
—Solo el Padre tiene la autoridad para fijar esas fechas y
tiempos, y a ustedes no les corresponde saberlo; 8pero
recibirán poder cuando el Espíritu Santo descienda sobre
ustedes; y serán mis testigos, y le hablarán a la gente acerca
de mí en todas partes: en Jerusalén, por toda Judea, en Samaria
y hasta los lugares más lejanos de la tierra.
9Después
de decir esto, Jesús fue levantado en una nube mientras ellos
observaban, hasta que ya no pudieron verlo. 10Mientras
se esforzaban por verlo ascender al cielo, dos hombres vestidos
con túnicas blancas de repente se pusieron en medio de ellos. 11«Hombres
de Galilea —les dijeron—, ¿por qué están aquí parados, mirando
al cielo? Jesús fue tomado de entre ustedes y llevado al cielo,
¡pero un día volverá del cielo de la misma manera en que lo
vieron irse!».
Matías toma el lugar de Judas
12Después
los apóstoles regresaron del monte de los Olivos a Jerusalén, a
un kilómetrode
distancia. 13Cuando
llegaron, subieron a la habitación de la planta alta de la casa
donde se hospedaban.
Estos son los nombres de los que estaban presentes: Pedro, Juan,
Santiago, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago
(hijo de Alfeo), Simón (el zelote) y Judas (hijo de Santiago). 14Todos
se reunían y estaban constantemente unidos en oración junto con
María la madre de Jesús, varias mujeres más y los hermanos de
Jesús.
15Durante
aquellos días, cuando aproximadamente ciento veinte creyentes estaban
juntos en un mismo lugar, Pedro se puso de pie y se dirigió a
ellos:16«Hermanos
—les dijo—, las Escrituras tenían que cumplirse con respecto a
Judas, quien guió a los que arrestaron a Jesús. Esto lo predijo
hace mucho tiempo el Espíritu Santo cuando habló por medio del
rey David.17Judas
era uno de nosotros y participó con nosotros en el ministerio».
18(Judas
había comprado un campo con el dinero que recibió por su
traición. Allí cayó de cabeza, se le reventó el cuerpo y se le
derramaron los intestinos. 19La
noticia de su muerte llegó a todos los habitantes de Jerusalén,
y ellos le pusieron a ese lugar el nombre arameoAcéldama, que
significa «Campo de Sangre»).
20«Esto
estaba escrito en el libro de los Salmos —continuó Pedro—, donde
dice: “Que su casa quede desolada y que nadie viva en ella”.
También dice: “Que otro tome su lugar”.
21»Entonces
ahora tenemos que elegir a alguien que tome el lugar de Judas
entre los hombres que estaban con nosotros todo el tiempo
mientras viajábamos con el Señor Jesús, 22desde
el día en que Juan lo bautizó hasta el día en que fue tomado de
entre nosotros. El que salga elegido se unirá a nosotros como
testigo de la resurrección de Jesús».
23Así
que propusieron a dos hombres: a José —a quien llamaban Barsabás
(también conocido como Justo)— y a Matías.24Después
todos ellos oraron: «Oh Señor, tú conoces cada corazón.
Muéstranos a cuál de estos hombres has elegido 25como
apóstol para que tome el lugar de Judas en este ministerio,
porque él nos ha abandonado y se ha ido al lugar que le
corresponde». 26Entonces
echaron suertes, y Matías fue elegido para ser apóstol con los
otros once.

Salmo
121:1-8
Cántico para los peregrinos que suben a Jerusalén.
1Levanto la vista hacia las montañas,
¿viene de allí mi ayuda?
2¡Mi ayuda viene del Señor,
quien hizo el cielo y la tierra!
3Él no permitirá que tropieces;
el que te cuida no se dormirá.
4En efecto, el que cuida a Israel
nunca duerme ni se adormece.
5¡El Señor mismo te cuida!
El Señor está a tu lado como tu sombra protectora.
6El sol no te hará daño durante el día,
ni la luna durante la noche.
7El Señor te libra de todo mal
y cuida tu vida.
8El Señor te protege al entrar y al salir,
ahora y para siempre.

|