5 de Junio

 

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2 Samuel 23:24 a 24:25
Hechos 3
Salmo 123
Proverbios 5

 

2 Samuel 23:24-39

24Los demás miembros de los Treinta incluían a:
Asael, hermano de Joab;
Elhanán, hijo de Dodo, de Belén;
25Sama de Harod;
Elica, hijo de Harod;
26Heles de Pelón;
Ira, hijo de Iques, de Tecoa;
27Abiezer de Anatot;
Sibecai de Husa;
28Salmón de Ahoh;
Maharai de Netofa;
29Heled, hijo de Baana, de Netofa;
Itai, hijo de Ribai, de Guibeá (de la tierra de Benjamín);
30Benaía de Piratón;
Hurai de Nahale-gaas;
31Abi-albón de Arabá;
Azmavet de Bahurim;
32Eliaba de Saalbón;
los hijos de Jasén;
Jonatán, 33hijo de Sage, de Arar;
Ahíam, hijo de Sarar, de Arar;
34Elifelet, hijo de Ahasbai, de Maaca;
Eliam, hijo de Ahitofel, de Gilo;
35Hezro de Carmelo;
Paarai de Arba;
36Igal, hijo de Natán, de Soba;
Bani de Gad;
37Selec de Amón;
Naharai de Beerot, escudero de Joab;
38Ira de Jatir;
Gareb de Jatir;
39Urías el hitita.
En total eran treinta y siete.

 

2 Samuel 24:1-25

David levanta un censo
1Una vez más el enojo del Señor ardió contra Israel, y provocó que David les hiciera daño al levantar un censo. «Ve y cuenta a las personas de Israel y Judá», le dijo el Señor.
2Entonces el rey les dijo a Joab y a los comandantes del ejército:
—Hagan un censo de todas las tribus de Israel, desde Dan en el norte hasta Beerseba en el sur, para que yo sepa cuánta gente hay.
3Pero Joab le respondió al rey:
—¡Que el Señor su Dios le dé vida para ver cien veces más personas de las que hay ahora! ¿Pero por qué, mi señor el rey, quiere usted hacer tal cosa?
4Sin embargo, el rey insistió en que levantaran el censo, así que Joab y los comandantes del ejército salieron y contaron al pueblo de Israel. 5Primero cruzaron el Jordán y acamparon en Aroer, al sur de la ciudad en el valle, en dirección a Gad. Luego fueron a Jazer,6después a Galaad en la tierra de Tahtim-hodsiy a Danjaán y hasta Sidón. 7Luego llegaron a la fortaleza de Tiro y a todas las ciudades de los heveos y los cananeos. Finalmente, fueron al sur de Judá, aun hasta Beerseba.
8Habiendo recorrido toda la tierra durante nueve meses y veinte días, regresaron a Jerusalén. 9Joab informó el número de personas al rey. Había en Israel ochocientos mil guerreros competentes que podían manejar una espada, y además quinientos mil en Judá.
Juicio por el pecado de David
10Pero después de haber levantado el censo, a David le comenzó a remorder la conciencia, y le dijo al Señor: «He pecado grandemente al haber cometido el censo. Señor, te ruego que perdones mi culpa por haber cometido esta tontería».
 11A la mañana siguiente, la palabra del Señor vino al profeta Gad, quien era el vidente de David, y le dio este mensaje: 12«Ve y dile a David: “Esto dice el Señor: te doy tres opciones; escoge uno de estos castigos, y yo te lo impondré”».
13De modo que Gad fue a ver a David y le preguntó:
—¿Vas a elegir tresaños de hambre en toda la tierra, o tres meses de huir de tus enemigos, o tres días de una terrible plaga por todo el país? Piénsalo bien y decide qué respuesta debo darle al Señor, quien me envió.
14—¡Estoy en una situación desesperada! —le respondió David a Gad—. Mejor que caigamos nosotros en las manos del Señor, porque su misericordia es grande, y que no caiga yo en manos humanas.
15Por lo tanto, el Señor mandó una plaga sobre Israel esa mañana que duró tres días. Un total de setenta mil personas murieron en toda la nación, desde Dan en el norte hasta Beerseba en el sur.16Sin embargo, cuando el ángel se disponía a destruir Jerusalén, el Señor desistió y le dijo al ángel de la muerte: «¡Detente! ¡Ya es suficiente!». En ese momento el ángel del Señor estaba junto al campo de trillar de Arauna el jebuseo.
17Cuando David vio al ángel, le dijo al Señor: «¡Soy yo el que pecó e hizo el mal! Pero estas personas son tan inocentes como ovejas, ¿qué han hecho? Que tu enojo caiga sobre mí y mi familia».
David edifica un altar
18Ese día, Gad fue a ver a David y le dijo: «Sube y edifica un altar al Señor en el campo de trillar de Arauna el jebuseo».
19Así que David subió para hacer lo que el Señor le había ordenado. 20Cuando Arauna vio al rey y a sus hombres acercándose, salió y se inclinó ante el rey rostro en tierra.
21—¿Por qué ha venido, mi señor el rey? —preguntó Arauna.
David le contestó:
—Vine a comprar tu campo de trillar y a edificar allí un altar al Señor, para que él detenga la plaga.
22—Tómela, mi señor el rey, y úsela como usted quiera —le respondió Arauna a David—. Aquí hay bueyes para la ofrenda quemada, y puede usar los tablones de trillar y los yugos de los bueyes como leña para hacer un fuego sobre el altar. 23Le daré todo a usted, su majestad, y que el Señor su Dios acepte su sacrificio.
24Pero el rey le respondió a Arauna:
—No, sino que insisto en comprarla; no le presentaré ofrendas quemadas al Señormi Dios que no me hayan costado nada.
De modo que David le pagó cincuenta piezas de plata por el campo de trillar y por los bueyes.
25Allí David edificó un altar al Señor y sacrificó ofrendas quemadas y ofrendas de paz. Y el Señor contestó la oración que hizo por la tierra, y se detuvo la plaga que azotaba a Israel.

 

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Hechos 3

Pedro sana a un mendigo inválido
1Cierta tarde, Pedro y Juan fueron al templo para participar en el servicio de oración de las tres de la tarde. 2Mientras se acercaban al templo, llevaban cargando a un hombre cojo de nacimiento. Todos los días lo ponían junto a la puerta del templo, la que se llama Hermosa, para que pidiera limosna a la gente que entraba.3Cuando el hombre vio que Pedro y Juan estaban por entrar, les pidió dinero.
4Pedro y Juan lo miraron fijamente, y Pedro le dijo: «¡Míranos!». 5El hombre lisiado los miró ansiosamente, esperando recibir un poco de dinero, 6pero Pedro le dijo: «Yo no tengo plata ni oro para ti, pero te daré lo que tengo. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate ycamina!».
7Entonces Pedro tomó al hombre lisiado de la mano derecha y lo ayudó a levantarse. Y, mientras lo hacía, al instante los pies y los tobillos del hombre fueron sanados y fortalecidos. 8¡Se levantó de un salto, se puso de pie y comenzó a caminar! Luego entró en el templo con ellos caminando, saltando y alabando a Dios.
9Toda la gente lo vio caminar y lo oyó adorar a Dios. 10Cuando se dieron cuenta de que él era el mendigo cojo que muchas veces habían visto junto a la puerta Hermosa, ¡quedaron totalmente sorprendidos!11Llenos de asombro, salieron todos corriendo hacia el pórtico de Salomón, donde estaba el hombre sujetando fuertemente a Pedro y a Juan.
Pedro predica en el templo
12Pedro vio esto como una oportunidad y se dirigió a la multitud: «Pueblo de Israel —dijo—, ¿qué hay de sorprendente en esto? ¿Y por qué nos quedan viendo como si hubiéramos hecho caminar a este hombre con nuestro propio poder o nuestra propia rectitud? 13Pues es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob —el Dios de todos nuestros antepasados— quien dio gloria a su siervo Jesús al hacer este milagro. Es el mismo Jesús a quien ustedes rechazaron y entregaron a Pilato, a pesar de que Pilato había decidido ponerlo en libertad.14Ustedes rechazaron a ese santo y justo y, en su lugar, exigieron que soltaran a un asesino.15Ustedes mataron al autor de la vida, pero Dios lo levantó de los muertos. ¡Y nosotros somos testigos de ese hecho!
16»Por la fe en el nombre de Jesús, este hombre fue sanado, y ustedes saben que él antes era un inválido. La fe en el nombre de Jesús lo ha sanado delante de sus propios ojos.
17»Amigos, yo entiendo que lo que ustedes y sus líderes le hicieron a Jesús fue hecho en ignorancia; 18pero Dios estaba cumpliendo lo que los profetas predijeron acerca del Mesías, que él tenía que sufrir estas cosas. 19Ahora pues, arrepiéntanse de sus pecados y vuelvan a Dios para que sus pecados sean borrados.20Entonces, de la presencia del Señor vendrán tiempos de refrigerio y él les enviará nuevamente a Jesús, el Mesías designado para ustedes. 21Pues él debe permanecer en el cielo hasta el tiempo de la restauración final de todas las cosas, así como Dios lo prometió desde hace mucho mediante sus santos profetas. 22Moisés dijo: “El Señor, Dios de ustedes, les levantará un Profeta como yo de entre su propio pueblo. Escuchen con atención todo lo que él les diga”. 23Luego Moisés dijo: “Cualquiera que no escuche a ese Profeta será totalmente excluido del pueblo de Dios”.
24»Comenzando con Samuel, cada profeta habló acerca de lo que sucede hoy en día. 25Ustedes son los hijos de esos profetas y están incluidos en el pacto que Dios les prometió a sus antepasados. Pues Dios le dijo a Abraham: “Todas las familias de la tierra serán bendecidas por medio de tus descendientes”.26Cuando Dios resucitó a su siervo, Jesús, lo envió primero a ustedes, pueblo de Israel, para bendecirlos al hacer que cada uno se aparte de sus caminos pecaminosos».

 

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Salmo 123

Cántico para los peregrinos que suben a Jerusalén.

1Levanto mis ojos a ti,
oh Dios, entronizado en el cielo.
2Seguimos buscando la misericordia del Señor nuestro Dios,
así como los sirvientes fijan los ojos en su amo
y la esclava observa a su ama, atenta al más mínimo gesto.
3Ten misericordia de nosotros, Señor, ten misericordia
porque ya estamos hartos de tanto desprecio.
4Ya estamos más que hartos de las burlas de los orgullosos
y del desprecio de los arrogantes.

 

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