14 de Diciembre
 

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Salmo 133

 

Jonás 1

Jonás huye del Señor
1El Señor le dio el siguiente mensaje a Jonás, hijo de Amitai: 2«Levántate y ve a la gran ciudad de Nínive. Pronuncia mi juicio contra ella, porque he visto lo perversa que es su gente».
3Entonces Jonás se levantó y se fue en dirección contraria para huir del Señor. Descendió al puerto de Jope donde encontró un barco que partía para Tarsis. Compró un boleto, subió a bordo y se embarcó rumbo a Tarsis con la esperanza de escapar del Señor.
4Ahora bien, el Señor mandó un poderoso viento sobre el mar, el cual desató una violenta tempestad que amenazaba con despedazar el barco. 5Temiendo por sus vidas, los desesperados marineros pedían ayuda a sus dioses y lanzaban la carga por la borda para aligerar el barco.
Todo esto sucedía mientras Jonás dormía profundamente en la bodega del barco, 6así que el capitán bajó a buscarlo. «¿Cómo puedes dormir en medio de esta situación? —le gritó—. ¡Levántate y ora a tu dios! Quizá nos preste atención y nos perdone la vida».
7Entonces la tripulación echó suertes para ver quién había ofendido a los dioses y causado tan terrible tempestad. Cuando lo hicieron, la suerte señaló a Jonás como el culpable. 8Así que los marineros le reclamaron:
—¿Por qué nos ha venido esta espantosa tormenta? ¿Quién eres? ¿En qué trabajas? ¿De qué país eres? ¿Cuál es tu nacionalidad?
9—Soy hebreo —contestó Jonás— y temo al Señor, Dios del cielo, quien hizo el mar y la tierra.
10Los marineros se aterraron al escuchar esto, porque Jonás ya les había contado que huía del Señor.
—¿Ay, por qué lo hiciste? —gimieron.
11Como la tormenta seguía empeorando, le preguntaron:
—¿Qué debemos hacer contigo para detener esta tempestad?
12—Échenme al mar —contestó Jonás— y volverá la calma. Yo sé que soy el único culpable de esta terrible tormenta.
13Sin embargo, los marineros remaron con más fuerza para llevar el barco a tierra, pero la tempestad era tan violenta que no lo lograron. 14Entonces clamaron al Señor, Dios de Jonás: «Oh Señor —le rogaron—, no nos dejes morir por el pecado de este hombre y no nos hagas responsables de su muerte. Oh Señor, has enviado esta tormenta sobre él y solo tú sabes por qué».
15Entonces los marineros tomaron a Jonás y lo lanzaron al mar embravecido, ¡y al instante se detuvo la tempestad!16Los marineros quedaron asombrados por el gran poder del Señor, le ofrecieron un sacrificio y prometieron servirle.
17Entre tanto, el Señor había provisto que un gran pez se tragara a Jonás; y Jonás estuvo dentro del pez durante tres días y tres noches.

 

Jonás 2

 

Oración de Jonás
1Entonces Jonás oró al Señor su Dios desde el interior del pez 2y dijo:
«En mi gran aflicción clamé al Señor
y él me respondió.
Desde la tierra de los muertos te llamé,
¡y tú, Señor, me escuchaste!
3Me arrojaste a las profundidades del mar
y me hundí en el corazón del océano.
Las poderosas aguas me envolvieron;
tus salvajes y tempestuosas olas me cubrieron.
4Entonces dije: “Oh Señor, me has expulsado de tu presencia;
aun así volveré a mirar hacia tu santo templo”.
5»Me hundí bajo las olas
y las aguas se cerraron sobre mí;
las algas se enredaban en mi cabeza.
6Me hundí hasta las raíces de las montañas.
Me quedé preso en la tierra,
cuyas puertas se cierran para siempre.
Pero tú, oh Señor mi Dios,
¡me arrebataste de las garras de la muerte!
7Cuando la vida se me escapaba,
recordé al Señor.
Elevé mi oración sincera hacia ti
en tu santo templo.
8Los que rinden culto a dioses falsos
le dan la espalda a todas las misericordias de Dios.
9Pero yo te ofreceré sacrificios con cantos de alabanza,
y cumpliré todas mis promesas.
Pues mi salvación viene solo del Señor».
10Entonces el Señor ordenó al pez escupir a Jonás sobre la playa.

 

Jonás 3

 

Jonás va a Nínive
1El Señor habló por segunda vez a Jonás: 2«Levántate y ve a la gran ciudad de Nínive y entrega el mensaje que te he dado».
3Esta vez Jonás obedeció el mandato del Señor y fue a Nínive, una ciudad tan grande que tomaba tres días recorrerla toda. 4El día que Jonás entró en la ciudad, proclamó a la multitud: «Dentro de cuarenta días Nínive será destruida». 5Entonces la gente de Nínive creyó el mensaje de Dios y desde el más importante hasta el menos importante declararon ayuno y se vistieron de tela áspera en señal de remordimiento.
6Cuando el rey de Nínive oyó lo que Jonás decía, bajó de su trono y se quitó sus vestiduras reales. Se vistió de tela áspera y se sentó sobre un montón de cenizas.7Entonces el rey y sus nobles enviaron el siguiente decreto por toda la ciudad:
«Nadie puede comer ni beber nada, ni siquiera los animales de las manadas o de los rebaños. 8Tanto el pueblo como los animales tienen que vestirse de luto y toda persona debe orar intensamente a Dios, apartarse de sus malos caminos y abandonar toda su violencia. 9¡Quién sabe!, puede ser que todavía Dios cambie de parecer, contenga su ira feroz y no nos destruya».
10Cuando Dios vio lo que habían hecho y cómo habían abandonado sus malos caminos, cambió de parecer y no llevó a cabo la destrucción que les había amenazado.

 

Jonás 4

 

Enojo de Jonás por la misericordia del Señor
1Este cambio de planes molestó mucho a Jonás y se enfureció. 2Entonces le reclamó al Señor:
—Señor, ¿no te dije antes de salir de casa que tú harías precisamente esto? ¡Por eso huí a Tarsis! Sabía que tú eres un Dios misericordioso y compasivo, lento para enojarte y lleno de amor inagotable. Estás dispuesto a perdonar y no destruir a la gente. 3¡Quítame la vida ahora, Señor! Prefiero estar muerto y no vivo si lo que yo predije no sucederá.
4El Señor le respondió:
—¿Te parece bien enojarte por esto?
5Entonces Jonás se fue al oriente de la ciudad e hizo una enramada. Luego se sentó bajo la sombra de la enramada mientras esperaba ver lo que le acontecería a la ciudad. 6Ahora bien, el Señor Dios proveyó que una planta frondosa creciera allí y pronto extendió sus anchas hojas sobre la cabeza de Jonás y lo protegió del sol. Esto le trajo alivio y Jonás estuvo muy agradecido por la planta.
7¡Pero Dios también proveyó un gusano! Al amanecer del día siguiente, el gusano se comió el tallo de la planta, de modo que se marchitó. 8Así que cuando el sol se intensificó, Dios proveyó un viento abrasador del oriente para que soplara sobre Jonás. El sol pegó sobre su cabeza hasta que se sintió tan débil que deseaba morirse y exclamó: «¡Es mejor morir que vivir así!».
9Entonces Dios dijo a Jonás:
—¿Te parece bien enojarte porque la planta murió?
—¡Sí —replicó Jonás—, estoy tan enojado que quisiera morirme!
10Entonces el Señor le respondió:
—Sientes lástima por una planta, aunque tú no hiciste nada para que creciera. Creció rápido y murió rápido.11Pero Nínive tiene más de ciento veinte mil habitantes que viven en oscuridad espiritual, sin mencionar todos los animales. ¿No debería yo sentir lástima por esta gran ciudad?

 

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Apocalipsis 5

El Cordero abre el rollo
1Luego vi un rollo en la mano derecha de aquel que estaba sentado en el trono. El rollo estaba escrito por dentro y por fuera, y sellado con siete sellos. 2Vi a un ángel poderoso, que proclamaba con fuerte voz: «¿Quién es digno de romper los sellos de este rollo y abrirlo?». 3Pero nadie en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra podía abrir el rollo y leerlo.
4Entonces comencé a llorar amargamente porque no se encontraba a nadie digno de abrir el rollo y leerlo; 5pero uno de los veinticuatro ancianos me dijo: «¡Deja de llorar! Mira, el León de la tribu de Judá, el heredero del trono de David, ha ganado la victoria. Él es digno de abrir el rollo y sus siete sellos».
6Entonces vi a un Cordero que parecía que había sido sacrificado, pero que ahora estaba de pie entre el trono y los cuatro seres vivientes y en medio de los veinticuatro ancianos. Tenía siete cuernos y siete ojos que representan los siete aspectos del Espíritu de Dios, el cual es enviado a todas las partes de la tierra. 7Él pasó adelante y tomó el rollo de la mano derecha del que estaba sentado en el trono. 8Y cuando tomó el rollo, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero. Cada uno tenía un arpa y llevaba copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones del pueblo de Dios. 9Y cantaban un nuevo canto con las siguientes palabras:
«Tú eres digno de tomar el rollo
y de romper los sellos y abrirlo.
Pues tú fuiste sacrificado y tu sangre pagó el rescate para Dios
de gente de todo pueblo, tribu, lengua y nación.
10Y la has transformado
en un reino de sacerdotes para nuestro Dios.
Y reinarán sobre la tierra».
11Entonces volví a mirar y oí las voces de miles de millones de ángeles alrededor del trono y de los seres vivientes y de los ancianos. 12Ellos cantaban en un potente coro:
«Digno es el Cordero que fue sacrificado,
de recibir el poder y las riquezas
y la sabiduría y la fuerza
y el honor y la gloria y la bendición».
13Y entonces oí a toda criatura en el cielo, en la tierra, debajo de la tierra y en el mar que cantaban:
«Bendición y honor y gloria y poder
le pertenecen a aquel que está sentado en el trono
y al Cordero por siempre y para siempre».
14Y los cuatro seres vivientes decían: «¡Amén!». Y los veinticuatro ancianos se postraron y adoraron al Cordero.

 

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Salmo 133

Cántico para los peregrinos que suben a Jerusalén. Salmo de David.
1¡Qué maravilloso y agradable es
cuando los hermanos conviven en armonía!
2Pues la armonía es tan preciosa como el aceite de la unción
que se derramó sobre la cabeza de Aarón,
que corrió por su barba
hasta llegar al borde de su túnica.
3La armonía es tan refrescante como el rocío del monte Hermón
que cae sobre las montañas de Sión.
Y allí el Señor ha pronunciado su bendición,
incluso la vida eterna.

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