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La armonía es un estado que muchos tratan de lograr, pero pocos
pueden mantener. Un hombre sin Dios se encontrará continuamente en
desacuerdo, luchando y empujando por su posición. El salmista, sin
embargo, muy bien expresó el asombro de las personas que trabajan y
caminan juntas y de acuerdo.
La armonía no es uniformidad, ya que todos poseemos diferentes
perspectivas, trasfondos, y dones. La armonía es una opción para
sacrificar nuestra propia agenda personal por el bien del "equipo",
ya sea la familia, ministerio o una organización. La armonía genera
la misma preciosa fragancia que el aceite que iba desde la cabeza de
Aarón sobre su túnica. "La armonía es tan refrescante como el rocío
del monte Hermón que cae sobre las montañas de Sión." (Salmo 133:3).
Cada vez que los líderes están en armonía, o en unidad, sus
seguidores o discípulos también lo estarán. Aceptemos el gran reto
de la oración de Cristo en Juan 17 y dejemos a un lado la
edificación de nuestro reino personal con el fin de que podamos
promover y ayudar a todo el Cuerpo. Un día nos uniremos a los
cientos de millones de personas alrededor del trono, y todos
cantaremos en armonía, "El Cordero es digno" (Apocalipsis 5:12).
347 días pasaron. ¡Quedan solo 18!
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