28 de Octubre
 

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Salmo 95 y 96

 

Jeremías 51:54-64

Destrucción completa de Babilonia
54»¡Escuchen! Oigan el llanto de Babilonia,
el sonido de la gran destrucción que surge de la tierra de los babilonios.
55Pues el Señor destruye a Babilonia;
silenciará su vozarrón.
Oleadas de enemigos golpean contra ella;
resuenan en la ciudad los ruidos de batalla.
56Vienen contra Babilonia ejércitos destructores.
Apresan a sus hombres valientes
y sus armas se quiebran en sus manos.
Pues el Señor es Dios que da justo castigo;
él siempre le da a cada cual su merecido.
57Haré que sus autoridades y hombres sabios se emborrachen,
junto con sus capitanes, oficiales y guerreros.
¡Caerán dormidos
y nunca más se despertarán!»,
dice el Rey, cuyo nombre es
el Señor de los Ejércitos Celestiales.
58Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales:
«Las gruesas murallas de Babilonia serán arrasadas
y sus inmensas puertas serán quemadas.
¡Los constructores de muchos países han trabajado en vano
porque su obra será destruida por fuego!».
Mensaje de Jeremías enviado a Babilonia
59El profeta Jeremías le dio el siguiente mensaje a Seraías, hijo de Nerías y nieto de Maaseías, un oficial del Estado Mayor, cuando Seraías fue a Babilonia junto con el rey Sedequías de Judá. Esto sucedió durante el cuarto año del reinado de Sedequías.60Jeremías registró en un rollo todos los terribles desastres que pronto vendrían sobre Babilonia: todas las palabras escritas aquí.61Le dijo a Seraías: «Cuando llegues a Babilonia, lee en voz alta todo lo que está en este rollo. 62Luego di: “Señor, tú has dicho que destruirás a Babilonia de manera que no quedarán personas ni animales. Ella permanecerá vacía y abandonada para siempre”. 63Cuando hayas terminado de leer el rollo, átalo a una piedra y arrójalo al río Éufrates.64Luego di: “De la misma manera Babilonia y su pueblo se hundirán para no levantarse jamás a causa de los desastres que traeré sobre ella”».
Aquí terminan los mensajes de Jeremías.

 

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Tito 3

Hagan lo que es bueno
1Recuérdales a los creyentes que se sometan al gobierno y a sus funcionarios. Tienen que ser obedientes, siempre dispuestos a hacer lo que es bueno. 2No deben calumniar a nadie y tienen que evitar pleitos. En cambio, deben ser amables y mostrar verdadera humildad en el trato con todos.
3En otro tiempo nosotros también éramos necios y desobedientes. Fuimos engañados y nos convertimos en esclavos de toda clase de pasiones y placeres. Nuestra vida estaba llena de maldad y envidia, y nos odiábamos unos a otros.
4Pero: «Cuando Dios nuestro Salvador dio a conocer su bondad y amor, 5él nos salvó, no por las acciones justas que nosotros habíamos hecho, sino por su misericordia. Nos lavó, quitando nuestros pecados, y nos dio un nuevo nacimiento y vida nueva por medio del Espíritu Santo. 6Él derramó su Espíritu sobre nosotros en abundancia por medio de Jesucristo nuestro Salvador. 7Por su gracia él nos declaró justos y nos dio la seguridad de que vamos a heredar la vida eterna». 8Esta declaración es digna de confianza, y quiero que insistas en estas enseñanzas, para que todos los que confían en Dios se dediquen a hacer el bien. Estas enseñanzas son buenas y de beneficio para todos.
9No te metas en discusiones necias sobre listas de linajes espirituales o en riñas y peleas acerca de la obediencia a las leyes judías. Todo esto es inútil y una pérdida de tiempo. 10Si entre ustedes hay individuos que causan divisiones, dales una primera y una segunda advertencia. Después de eso, no tengas nada más que ver con ellos. 11Pues personas como esas se han apartado de la verdad y sus propios pecados las condenan.
Comentarios y saludos finales de Pablo
12Tengo pensado enviarte a Artemas o a Tíquico. Tan pronto como uno de ellos llegue, haz todo lo posible para encontrarte conmigo en Nicópolis, porque he decidido pasar allí el invierno. 13Haz todo lo que puedas para ayudar al abogado Zenas y a Apolos en su viaje. Asegúrate de que se les dé todo lo que necesiten. 14Los nuestros tienen que aprender a hacer el bien al satisfacer las necesidades urgentes de otros; entonces no serán personas improductivas.
15Todos aquí te envían saludos. Por favor, da mis saludos a los creyentes, a todos los que nos aman.
Que la gracia de Dios sea con todos ustedes.
 

 

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Salmo 95...

1¡Vengan, cantemos al Señor!
Aclamemos con alegría a la Roca de nuestra salvación.
2Acerquémonos a él con acción de gracias.
Cantémosle salmos de alabanza,
3porque el Señor es Dios grande,
un gran Rey sobre todos los dioses.
4En sus manos sostiene las profundidades de la tierra
y las montañas más imponentes.
5El mar le pertenece, pues él lo creó;
sus manos también formaron la tierra firme.
6Vengan, adoremos e inclinémonos.
Arrodillémonos delante del Señor, nuestro creador,
7porque él es nuestro Dios.
Somos el pueblo que él vigila,
el rebaño a su cuidado.
¡Si tan solo escucharan hoy su voz!
8El Señor dice: «No endurezcan el corazón como Israel en Meriba,
como lo hizo el pueblo en el desierto de Masá.
9Allí sus antepasados me tentaron y pusieron a prueba mi paciencia,
a pesar de haber visto todo lo que hice.
10Durante cuarenta años estuve enojado con ellos y dije:
“Son un pueblo cuyo corazón se aleja de mí;
rehúsan hacer lo que les digo”.
11Así que en mi enojo juré:
“Ellos nunca entrarán a mi lugar de descanso”».

 

Salmo 96

1¡Canten al Señor una nueva canción!
¡Que toda la tierra cante al Señor!
2Canten al Señor, alaben su nombre;
cada día anuncien las buenas noticias de que él salva.
3Anuncien sus gloriosas obras entre las naciones;
cuéntenles a todos las cosas asombrosas que él hace.
4¡Grande es el Señor! ¡Es el más digno de alabanza!
A él hay que temer por sobre todos los dioses.
5Los dioses de las otras naciones no son más que ídolos,
¡pero el Señor hizo los cielos!
6Honor y majestad lo rodean;
fuerza y belleza llenan su santuario.
7Oh naciones del mundo, reconozcan al Señor;
reconozcan que el Señor es fuerte y glorioso.
8¡Den al Señor la gloria que merece!
Lleven ofrendas y entren en sus atrios.
9Adoren al Señor en todo su santo esplendor;
que toda la tierra tiemble delante de él.
10Digan a todas las naciones: «¡El Señor reina!».
El mundo permanece firme y no puede ser sacudido.
Él juzgará a todos los pueblos con imparcialidad.
11¡Que los cielos se alegren, y la tierra se goce!
¡Que el mar y todo lo que contiene exclamen sus alabanzas!
12¡Que los campos y sus cultivos estallen de alegría!
Que los árboles del bosque susurren con alabanza
13delante del Señor, ¡porque él viene!
Viene a juzgar la tierra.
Juzgará al mundo con justicia
y a las naciones con su verdad.

 

 

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