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Incluso antes de convertirnos en cristianos, muchos de nosotros
pensábamos que éramos "buenos". La Palabra de Dios, sin embargo,
establece claramente lo contrario. En un momento, todos nosotros
"...también éramos necios y desobedientes. Fuimos engañados y nos
convertimos en esclavos de toda clase de pasiones y placeres.
Nuestra vida estaba llena de maldad y envidia, y nos odiábamos unos
a otros." (Tito 3:3).
En su bondad y amor, Dios nos salvó, nos lavó en su sangre, y nos
renovó en el Espíritu Santo. Su bondad para con nosotros nos hizo
bien. Ahora, debido a la bondad que vive en nosotros, dedicamos
nuestra vida a hacer lo que es bueno (v. 8).
Hacer el bien incluye la sujeción a las autoridades, y vivir una
vida obediente, mansa, humilde y pacífica (v. 2). Al seguir estas
pautas, viviremos una vida productiva, dedicándonos a proveer para
las necesidades diarias y las necesidades de los demás. (v. 14)
El tema central de los Salmos es la bondad del Señor. El Salmo 100:5
lo pone de esta manera: "Pues el Señor es bueno. Su amor inagotable
permanece para siempre, y su fidelidad continúa de generación en
generación."
Disfrutemos de su bondad hoy y regocijémonos de que Él nos ha
convertido en una persona "buena". Dios es bueno todo el tiempo, y
por eso, ¡nosotros debemos serlo también!
¡300 días pasaron! Apenas quedan 65.
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