23 de Octubre
 

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Salmo 89:14-37

 

Jeremías 42

Advertencia a quedarse en Judá
1Entonces los líderes guerrilleros, incluidos Johanán, hijo de Carea, y Jezanías, hijo de Osaías, junto con todo el pueblo, desde el menos importante hasta el más importante, se acercaron a 2Jeremías el profeta y le dijeron:
—Por favor, ora al Señor tu Dios por nosotros. Como puedes ver, somos un pequeño remanente comparado con lo que éramos antes.3Ora que el Señor tu Dios nos muestre qué hacer y adónde ir.
4—Está bien —contestó Jeremías—, oraré al Señor su Dios, como me lo han pedido, y les diré todo lo que él diga. No les ocultaré nada.
5Ellos dijeron a Jeremías:
—¡Que el Señor tu Dios sea fiel testigo contra nosotros si rehusamos obedecer todo lo que él nos diga que hagamos! 6Nos guste o no, obedeceremos al Señor nuestro Dios a quien te enviamos con nuestro ruego. Pues si le obedecemos, todo nos irá bien.
7Diez días más tarde, el Señor le dio a Jeremías la respuesta.8Así que él mandó a buscar a Johanán, hijo de Carea, a los demás líderes guerrilleros y a todo el pueblo, desde el menos importante hasta el más importante. 9Les dijo: «Ustedes me enviaron al Señor, Dios de Israel, con su petición y esta es la respuesta: 10“Permanezcan aquí en esta tierra. Si lo hacen, los edificaré y no los derribaré; los plantaré y no los desarraigaré. Pues lamento todo el castigo que tuve que traer sobre ustedes. 11No teman más al rey de Babilonia —dice el Señor—. Pues yo estoy con ustedes, los salvaré y los libraré de su poder.12Seré misericordioso con ustedes al hacer que él sea amable para que les permita quedarse en su propia tierra”.
13»Sin embargo, si se niegan a obedecer al Señor su Dios, y dicen: “No nos quedaremos aquí; 14sino que iremos a Egipto donde estaremos libres de guerra, de llamados a las armas y de hambre”, 15entonces escuchen el mensaje del Señor al remanente de Judá. Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: “Si están decididos a irse a Egipto y vivir allí, 16la misma guerra y el mismo hambre que temen los alcanzarán, y allí morirán.17Este es el destino que le espera a quien insista en irse a vivir a Egipto. Efectivamente, morirán por guerra, enfermedad y hambre. Ninguno escapará del desastre que traeré sobre ustedes allí”.
18»Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: “Así como se derramó mi enojo y mi furia sobre la gente de Jerusalén, así se derramará sobre ustedes cuando entren a Egipto. Serán objeto de condenación, de horror, de maldición y de burla; y nunca más volverán a ver su tierra natal”.
19»Escuchen, ustedes que forman el remanente de Judá. El Señor les ha dicho: “¡No se vayan a Egipto!”. No olviden la advertencia que hoy les di. 20Pues no fueron sinceros cuando me enviaron a orar al Señor su Dios por ustedes. Dijeron: “Solo dinos lo que el Señornuestro Dios dice ¡y lo haremos!”. 21Hoy les he transmitido exactamente lo que él dijo, pero ahora ustedes no obedecerán al Señor su Dios más que en el pasado. 22Así que tengan por seguro que morirán por guerra, enfermedad y hambre en Egipto, donde ustedes insisten en ir».

 

Jeremías 43

Jeremías llevado a Egipto
1Cuando Jeremías terminó de dar este mensaje del Señor su Dios a todo el pueblo,2Azarías, hijo de Osaías, y Johanán, hijo de Carea, y los demás hombres arrogantes le dijeron a Jeremías: «¡Mentira! ¡El Señor nuestro Dios no nos ha prohibido ir a Egipto! 3Baruc, hijo de Nerías, te ha convencido para que digas esto, porque él quiere que nos quedemos aquí para que los babilonios nos maten o nos lleven al destierro».
4Entonces Johanán, los demás líderes guerrilleros y todo el pueblo se negaron a obedecer la orden del Señor de permanecer en Judá. 5Johanán y los otros líderes se llevaron con ellos a toda la gente que había regresado de los países vecinos adonde habían huido. 6En la multitud había hombres, mujeres y niños, las hijas del rey y todos los que Nabuzaradán, capitán de la guardia, había dejado con Gedalías. El profeta Jeremías y Baruc también fueron incluidos. 7El pueblo rehusó obedecer la voz del Señor y se fue a Egipto hasta la ciudad de Tafnes.
8En Tafnes, el Señor le dio otro mensaje a Jeremías. Le dijo: 9«A la vista de toda la gente de Judá, toma unas piedras grandes y entiérralas debajo de las piedras del pavimento a la entrada del palacio del faraón aquí en Tafnes. 10Luego dile al pueblo de Judá: “Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: ‘Les aseguro que traeré a mi siervo Nabucodonosor, rey de Babilonia, aquí a Egipto. Estableceré su trono sobre estas piedras que he escondido. Sobre ellas extenderá su dosel real 11y cuando venga, destruirá la tierra de Egipto. Traerá muerte a los destinados a la muerte, cautiverio a los destinados al cautiverio y guerra a los destinados a la guerra.12Prenderá fuego a los templos de los dioses egipcios; quemará los templos y se llevará los ídolos como botín. Limpiará la tierra de Egipto como un pastor que limpia su manto de pulgas, pero él saldrá ileso. 13Derribará las columnas sagradas que están en el templo al sol en Egipto, y reducirá a cenizas los templos de los dioses de Egipto’”».

 

Jeremías 44:1-23

 

Castigo por idolatría
1Este es el mensaje que recibió Jeremías con relación a los judíos que vivían en el norte de Egipto, en las ciudades de Migdol, Tafnes y Menfis y también en el sur de Egipto. 2«Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: ustedes vieron las calamidades que traje sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá. Ahora están abandonadas y en ruinas.3Ellos provocaron mi enojo con toda su perversidad. Quemaban incienso y rendían culto a otros dioses, dioses que ni ellos ni ustedes ni ninguno de sus antepasados conocieron.
4»Una y otra vez envié a mis siervos, los profetas, para rogarles: “No hagan estas cosas horribles que tanto detesto”, 5pero mi pueblo no quiso escucharme ni apartarse de su conducta perversa. Siguieron quemando incienso a esos dioses. 6Por eso mi furia se desbordó y cayó como fuego sobre las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén, que hasta hoy son unas ruinas desoladas.
7»Ahora, el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel, les pregunta: ¿por qué se destruyen ustedes mismos? Pues ninguno de ustedes sobrevivirá: ningún hombre, mujer o niño de entre ustedes que haya venido aquí desde Judá, ni siquiera los bebés que llevan en brazos. 8¿Por qué provocan mi enojo quemando incienso a ídolos que ustedes han hecho aquí en Egipto? Lo único que lograrán es destruirse y hacerse a sí mismos objeto de maldición y burla para todas las naciones de la tierra. 9¿Acaso han olvidado los pecados de sus antepasados, los pecados de los reyes y las reinas de Judá, y los pecados que ustedes y sus esposas cometieron en Judá y en Jerusalén? 10Hasta este mismo instante no han mostrado remordimiento ni reverencia. Ninguno ha elegido obedecer mi palabra ni los decretos que les di a ustedes y a sus antepasados.
11»Por lo tanto, esto dice el Señorde los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: ¡estoy decidido a destruir a cada uno de ustedes! 12Tomaré a este remanente de Judá —los que estaban resueltos a venir y vivir en Egipto— y los consumiré. Caerán aquí en Egipto, muertos por guerra y hambre. Todos morirán, desde el menos importante hasta el más importante. Serán objeto de condenación, de horror, de maldición y de burla. 13Los castigaré en Egipto así como lo hice en Jerusalén, con guerra, hambre y enfermedad.14Del remanente que huyó a Egipto, con la esperanza de regresar algún día a Judá, no quedarán sobrevivientes. A pesar de que anhelan volver a su tierra solo un puñado lo hará».
15Entonces todas las mujeres presentes y todos los hombres que sabían que sus esposas habían quemado incienso a los ídolos —una gran multitud de todos los judíos que vivían en el norte y en el sur de Egipto— le contestaron a Jeremías:
16—¡No escucharemos tus mensajes del Señor! 17Haremos lo que se nos antoje. Quemaremos incienso y derramaremos ofrendas líquidas a la reina del cielo tanto como nos guste, tal como nosotros, nuestros antepasados, nuestros reyes y funcionarios han hecho siempre en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén. ¡Pues en aquellos días teníamos comida en abundancia, estábamos bien económicamente y no teníamos problemas! 18Pero desde que dejamos de quemar incienso a la reina del cielo y dejamos de rendirle culto con ofrendas líquidas, nos hemos visto en tremendos problemas y hemos muerto por guerra y hambre.
19»Además —agregaron las mujeres—, ¿acaso crees que quemábamos incienso y derramábamos las ofrendas líquidas a la reina del cielo y hacíamos pasteles con su imagen sin el conocimiento y la ayuda de nuestros esposos? ¡Por supuesto que no!
20Entonces Jeremías les dijo a todos, tanto hombres como mujeres que le habían dado esa respuesta:
21—¿Acaso piensan que el Señor no sabía que ustedes y sus antepasados, sus reyes y funcionarios y todo el pueblo quemaban incienso a los ídolos en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén? 22Fue porque el Señor no podía soportar más todas las cosas repugnantes que él convirtió su tierra en objeto de maldición —una ruina desolada sin habitantes— como sucede hoy. 23A ustedes les ocurrieron todas estas cosas horribles porque quemaron incienso a los ídolos y pecaron contra el Señor. Se negaron a obedecerlo y no han seguido sus instrucciones, sus decretos ni sus leyes.

 

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2ª Timoteo 2:1-21

Un buen soldado de Cristo Jesús
1Timoteo, mi querido hijo, sé fuerte por medio de la gracia que Dios te da en Cristo Jesús.2Me has oído enseñar verdades, que han sido confirmadas por muchos testigos confiables. Ahora enseña estas verdades a otras personas dignas de confianza que estén capacitadas para transmitirlas a otros.
3Soporta el sufrimiento junto conmigo como un buen soldado de Cristo Jesús. 4Ningún soldado se enreda en los asuntos de la vida civil, porque de ser así, no podría agradar al oficial que lo reclutó.5Asimismo ningún atleta puede obtener el premio a menos que siga las reglas. 6Y el agricultor que se esfuerza en su trabajo debería ser el primero en gozar del fruto de su labor.7Piensa en lo que te digo. El Señor te ayudará a entender todas estas cosas.
8Siempre recuerda que Jesucristo, descendiente del rey David, fue levantado de los muertos; esta es la Buena Noticia que yo predico. 9Debido a que predico esta Buena Noticia, sufro y estoy encadenado como un criminal; pero la palabra de Dios no puede ser encadenada. 10Por eso estoy dispuesto a soportar cualquier cosa si esta traerá salvación y gloria eterna en Cristo Jesús a los que Dios ha elegido.
11La siguiente declaración es digna de confianza:
Si morimos con él,
también viviremos con él.
12Si soportamos privaciones,
reinaremos con él.
Si lo negamos,
él nos negará.
13Si somos infieles,
él permanece fiel,
pues él no puede negar quién es.
14Recuérdales estas cosas a todos y ordénales en presencia de Dios que dejen de pelearse por palabras. Esos altercados son inútiles y pueden destruir a los que los oyen.
Un obrero aprobado
15Esfuérzate para poder presentarte delante de Dios y recibir su aprobación. Sé un buen obrero, alguien que no tiene de qué avergonzarse y que explica correctamente la palabra de verdad.16Evita las conversaciones inútiles y necias, que solo llevan a una conducta cada vez más mundana. 17Este tipo de conversaciones se extienden como el cáncer, así como en el caso de Himeneo y Fileto. 18Ellos han abandonado el camino de la verdad al afirmar que la resurrección de los muertos ya ocurrió; de esa manera, desviaron de la fe a algunas personas.
19Sin embargo, la verdad de Dios se mantiene firme como una piedra de cimiento con la siguiente inscripción: «El Señor conoce a los que son suyos», y «Todos los que pertenecen al Señor deben apartarse de la maldad».
20En una casa de ricos, algunos utensilios son de oro y plata, y otros son de madera y barro. Los utensilios costosos se usan en ocasiones especiales, mientras que los baratos son para el uso diario. 21Si te mantienes puro, serás un utensilio especial para uso honorable. Tu vida será limpia, y estarás listo para que el Maestro te use en toda buena obra.

 

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Salmo 89:14-37

14La rectitud y la justicia son el cimiento de tu trono;

el amor inagotable y la verdad van como séquito delante de ti.

15Felices son los que oyen el alegre llamado a la adoración,

porque caminarán a la luz de tu presencia, Señor.

16Todo el día se alegran de tu maravillosa fama;

se regocijan por tu justicia.

17Tú eres la fuerza gloriosa de ellos.

A ti te agrada hacernos fuertes.

18Así es, nuestra protección viene del Señor,

y él, el Santo de Israel, nos ha dado nuestro rey.

19Hace mucho tiempo hablaste a tu pueblo fiel en una visión.

Dijiste: «He levantado a un guerrero;

lo seleccioné de la gente común para que fuera rey.

20Encontré a mi siervo David;

lo ungí con mi aceite santo.

21Con mi mano lo mantendré firme,

con mi brazo poderoso, lo haré fuerte.

22Sus enemigos no lo vencerán

ni lo dominarán los malvados.

23Aplastaré a sus adversarios frente a él

y destruiré a los que lo odian.

24Mi fidelidad y mi amor inagotable lo acompañarán,

y con mi autoridad crecerá en poder.

25Extenderé su gobierno sobre el mar,

su dominio sobre los ríos.

26Y él clamará a mí: “Tú eres mi Padre,

mi Dios y la Roca de mi salvación”.

27Lo convertiré en mi primer hijo varón,

el rey más poderoso de la tierra.

28Lo amaré y le daré mi bondad para siempre;

mi pacto con él nunca tendrá fin.

29Me aseguraré de que tenga heredero;

su trono será interminable, como los días del cielo.

30Pero, si sus descendientes abandonan mis enseñanzas

y dejan de obedecer mis ordenanzas,

31si desobedecen mis decretos

y dejan de cumplir mis mandatos,

32entonces castigaré su pecado con vara

y su desobediencia con azotes.

33Pero jamás dejaré de amarlo

ni de cumplir la promesa que le hice.

34Por nada romperé mi pacto;

no retiraré ni una sola palabra que he dicho.

35Le hice un juramento a David

y por mi santidad no puedo mentir:

36su dinastía seguirá por siempre;

su reino perdurará como el sol.

37Será tan eterno como la luna,

¡la cual es mi fiel testigo en el cielo!»

Interludio

 

 

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