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16 de Octubre
 

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Salmos 83

 

Jeremías 28

Jeremías condena a Hananías
1Un día a fines del verano del mismo año —el cuarto año del reinado de Sedequías, rey de Judá— Hananías, hijo de Azur, un profeta de Gabaón, se dirigió a mí públicamente en el templo mientras los sacerdotes y el pueblo escuchaban. Dijo: 2«Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: “Quitaré del cuello de ustedes el yugo del rey de Babilonia.3Dentro de dos años traeré de regreso todos los tesoros del templo que el rey Nabucodonosor llevó a Babilonia. 4También traeré de regreso a Joacim, hijo de Joaquín, rey de Judá y a todos los demás cautivos que fueron llevados a Babilonia. Tengan por seguro que romperé el yugo que el rey de Babilonia ha puesto sobre sus cuellos. ¡Yo, el Señor, he hablado!”».
5Jeremías le respondió a Hananías mientras estaban delante de los sacerdotes y de la gente presente en el templo. 6Le dijo: «¡Amén! ¡Que tus profecías se vuelvan realidad! Espero que el Señor haga todo lo que tú dices. Espero que traiga de regreso los tesoros de este templo y a todos los cautivos; 7pero ahora presta atención a las palabras solemnes que te hablo en presencia de todas estas personas.8Los profetas antiguos que nos precedieron hablaron en contra de muchas naciones y advirtieron siempre la llegada de guerra, desastre y enfermedad. 9Así que el profeta que predice paz debe demostrar que está en lo correcto. Solamente cuando sus predicciones se cumplan podremos saber que el Señor lo ha enviado».
10Entonces el profeta Hananías quitó el yugo del cuello de Jeremías y lo hizo pedazos. 11Y Hananías dijo nuevamente a la multitud que se había reunido: «Esto dice el Señor: “Así como este yugo ha sido roto, dentro de dos años romperé el yugo de opresión de todas las naciones ahora sometidas al rey Nabucodonosor de Babilonia”». Después de eso, Jeremías se fue de la zona del templo.
12Poco tiempo después de la confrontación con Hananías, el Señor le dio a Jeremías este mensaje: 13«Ve y dile a Hananías: “Esto dice el Señor: ‘Tú has quebrado un yugo de madera, pero lo has reemplazado con un yugo de hierro. 14El Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel, dice: he puesto un yugo de hierro en el cuello de todas estas naciones, y las he sometido a la esclavitud del rey Nabucodonosor de Babilonia. He puesto todo bajo su control, incluso los animales salvajes’”».
15Entonces el profeta Jeremías le dijo a Hananías: «¡Escucha, Hananías! El Señorno te ha enviado, pero el pueblo cree tus mentiras. 16Por lo tanto, esto dice el Señor: “Debes morir. Tu vida terminará este mismo año porque te rebelaste contra el Señor”».
17Dos meses después murió el profeta Hananías.

 

Jeremías 29

Carta a los desterrados
1Jeremías escribió desde Jerusalén una carta a los ancianos, a los sacerdotes, a los profetas y a todos los que el rey Nabucodonosor había desterrado a Babilonia. 2Esto sucedió luego de que el rey Joaquín, la reina madre, los funcionarios de la corte, los demás funcionarios de Judá y todos los artífices y los artesanos fueran deportados de Jerusalén. 3Envió la carta con Elasa, hijo de Safán, y Gemarías, hijo de Hilcías, cuando fueron a Babilonia como embajadores del rey Sedequías ante Nabucodonosor. Esto decía la carta de Jeremías:
4«Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel, a los cautivos que él desterró de Jerusalén a Babilonia: 5“Edifiquen casas y hagan planes para quedarse. Planten huertos y coman del fruto que produzcan.6Cásense y tengan hijos. Luego encuentren esposos y esposas para ellos para que tengan muchos nietos. ¡Multiplíquense! ¡No disminuyan!7Y trabajen por la paz y prosperidad de la ciudad donde los envié al destierro. Pidan al Señor por la ciudad, porque del bienestar de la ciudad dependerá el bienestar de ustedes”.
8»Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: “No permitan que los engañen los profetas y los adivinos que están entre ustedes en la tierra de Babilonia. No presten atención a sus sueños, 9porque les dicen mentiras en mi nombre. Yo no los envié”, dice el Señor.
10»Esto dice el Señor: “Ustedes permanecerán en Babilonia durante setenta años; pero luego vendré y cumpliré todas las cosas buenas que les prometí, y los llevaré de regreso a casa. 11Pues yo sé los planes que tengo para ustedes —dice el Señor—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza. 12En esos días, cuando oren, los escucharé. 13Si me buscan de todo corazón, podrán encontrarme.14Sí, me encontrarán —dice el Señor—. Pondré fin a su cautiverio y restableceré su bienestar. Los reuniré de las naciones adonde los envié y los llevaré a casa, de regreso a su propia tierra”.
15»Ustedes afirman que el Señor les ha levantado profetas en Babilonia; 16pero esto dice el Señor acerca del rey que se sienta en el trono de David y acerca de todos los que todavía viven aquí en Jerusalén, sus parientes que no fueron desterrados a Babilonia. 17Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales: “Enviaré sobre ellos guerra, hambre y enfermedad, y haré que sean como higos podridos, tan podridos que no pueden comerse. 18Sí, los perseguiré con guerra, hambre y enfermedad, y los esparciré por todo el mundo. En cada nación por donde los envíe los convertiré en objeto de condenación, horror, desprecio y burla. 19Pues ellos rehusaron escucharme, a pesar de que les hablé repetidas veces por medio de los profetas que les envié. Y ustedes, que están en el destierro, tampoco han escuchado”, dice el Señor.
20»Por lo tanto, todos los cautivos en Babilonia, escuchen el mensaje del Señor.21Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel, acerca de los profetas que tienen —Acab, hijo de Colaías y Sedequías, hijo de Maaseías— que les dicen mentiras en mi nombre: “Yo los entregaré a Nabucodonosor para que los ejecute delante de sus ojos. 22Su horrible final será conocido por todos, entonces cuando los desterrados judíos quieran maldecir a alguien, dirán: ‘¡Que el Señorte haga como a Sedequías y a Acab, a quienes el rey de Babilonia quemó vivos!’. 23Pues estos hombres han hecho cosas terribles entre mi pueblo. Han cometido adulterio con las esposas de sus vecinos y han mentido en mi nombre diciendo cosas que no les mandé decir. De esto soy testigo. Yo, el Señor, he hablado”».
Mensaje a Semaías
24El Señor envió este mensaje a Semaías el nehelamita que estaba en Babilonia. 25«Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: escribiste una carta por tu propia cuenta a Sofonías, hijo de Maaseías, el sacerdote, y enviaste copias a los demás sacerdotes y al pueblo en Jerusalén. Le escribiste a Sofonías:
26»“El Señor te ha designado para que reemplaces a Joiada como sacerdote a cargo de la casa del Señor. Eres responsable de poner en cepos y grilletes a cualquier loco que afirme ser profeta. 27Así que, ¿por qué no has hecho nada para detener a Jeremías de Anatot, que se hace pasar por profeta entre ustedes? 28Jeremías envió aquí, a Babilonia, una carta prediciendo que nuestro cautiverio será por largo tiempo. Dijo: ‘Edifiquen casas y hagan planes para quedarse. Planten huertos y coman del fruto que produzcan’”».
29Ahora bien, cuando el sacerdote Sofonías recibió la carta de Semaías, la llevó a Jeremías y se la leyó. 30Entonces el Señor le dio a Jeremías este mensaje:31«Envía una carta abierta a todos los desterrados en Babilonia. Diles: “Esto dice el Señor con relación a Semaías el nehelamita: ‘Como les ha profetizado a pesar de que yo no lo envié, y los ha engañado, haciéndolos creer sus mentiras, 32lo castigaré a él y a su familia. Ninguno de sus descendientes verá las buenas cosas que haré para mi pueblo, porque él los ha incitado a rebelarse contra mí. ¡Yo, el Señor, he hablado!’”».

 

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1ª Timoteo 1

Saludos de Pablo
1Yo, Pablo, apóstol de Cristo Jesús, nombrado por mandato de Dios nuestro Salvador y de Cristo Jesús, quien nos da esperanza, 2le escribo esta carta a Timoteo, mi verdadero hijo en la fe.
Que Dios Padre y Cristo Jesús nuestro Señor te den gracia, misericordia y paz.
Advertencia contra las falsas enseñanzas
3Cuando partí hacia Macedonia, te rogué que te quedaras ahí en Éfeso y que frenaras a esas personas cuyas enseñanzas son contrarias a la verdad. 4No dejes que pierdan el tiempo en debates interminables sobre mitos y linajes espirituales. Esto sólo conduce a especulaciones sin sentido alguno, que no ayudan a que la gente lleve una vida de fe en Dios.
5El propósito de mi instrucción es que todos los creyentes sean llenos del amor que brota de un corazón puro, de una conciencia limpia y de una fe sincera; 6pero algunos no lo entendieron. Se desviaron de estas cosas y pasan el tiempo en debates sin sentido.7Quieren ser reconocidos como maestros de la ley de Moisés, pero no tienen ni idea de lo que están diciendo a pesar de que hablan con mucha seguridad.
8Nosotros sabemos que la ley es buena cuando se usa correctamente.9Pues la ley no fue diseñada para la gente que hace lo correcto. Es para los transgresores y rebeldes, para los desobedientes a Dios y los pecadores, para quienes no consideran nada sagrado y que profanan lo que es santo, para quienes matan a su padre o a su madre, o cometen otros homicidios. 10La ley es para los que cometen inmoralidades sexuales o los que practican la homosexualidad o los traficantes de esclavos, los mentirosos, los que no cumplen sus promesas o los que hacen cualquier otra cosa que contradiga la sana enseñanza 11que proviene de la gloriosa Buena Noticia, que me confió nuestro bendito Dios.
Gratitud de Pablo por la misericordia de Dios
12Le doy gracias a Cristo Jesús nuestro Señor, quien me ha dado fuerzas para llevar a cabo su obra. Él me consideró digno de confianza y me designó para servirlo, 13a pesar de que yo antes blasfemaba el nombre de Cristo. En mi insolencia, yo perseguía a su pueblo; pero Dios tuvo misericordia de mí, porque lo hacía por ignorancia y porque era un incrédulo. 14¡Oh, qué tan generoso y lleno de gracia fue el Señor! Me llenó de la fe y del amor que provienen de Cristo Jesús.
15La siguiente declaración es digna de confianza, y todos deberían aceptarla: «Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores», de los cuales yo soy el peor de todos. 16Pero Dios tuvo misericordia de mí, para que Cristo Jesús me usara como principal ejemplo de su gran paciencia con aun los peores pecadores. De esa manera, otros se darán cuenta de que también pueden creer en él y recibir la vida eterna. 17¡Que todo el honor y toda la gloria sean para Dios por siempre y para siempre! Él es el Rey eterno, el invisible que nunca muere; solamente él es Dios. Amén.
La responsabilidad de Timoteo
18Timoteo, hijo mío, te doy estas instrucciones, basadas en las palabras proféticas que se dijeron tiempo atrás acerca de ti. Espero que te ayuden a pelear bien en las batallas del Señor.19Aférrate a tu fe en Cristo y mantén limpia tu conciencia. Pues algunas personas desobedecieron a propósito lo que les dictaba su conciencia y, como resultado, su fe naufragó.20Himeneo y Alejandro son dos ejemplos. Yo los expulsé y se los entregué a Satanás, para que aprendieran a no blasfemar contra Dios.

 

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Salmo 83

Un cántico. Salmo de Asaf.

1¡Oh Dios, no guardes silencio!

No cierres tus oídos;

no te quedes callado, oh Dios.

2¿No oyes el alboroto que hacen tus enemigos?

¿No ves que tus arrogantes adversarios se levantan?

3Inventan intrigas astutas contra tu pueblo;

conspiran en contra de tus seres preciados.

4«Vengan —dicen—, exterminemos a Israel como nación;

destruiremos hasta el más mínimo recuerdo de su existencia».

5Efectivamente, esta fue su decisión unánime.

Firmaron un tratado de alianza en tu contra:

6los edomitas y los ismaelitas;

los moabitas y los agarenos;

7los giblitas, los amonitas y los amalecitas;

y los habitantes de Filistea y de Tiro.

8Asiria también se unió a ellos

y se alió con los descendientes de Lot.

Interludio

9Haz con ellos lo mismo que hiciste con los madianitas

y como hiciste también con Sísara y con Jabín en el río Cisón.

10Fueron destruidos en Endor,

y sus cadáveres en descomposición fertilizaron la tierra.

11Que sus poderosos nobles mueran como murieron Oreb y Zeb;

que todos sus príncipes mueran como Zeba y Zalmuna,

12porque dijeron: «¡Vamos a apoderarnos de estos pastizales de Dios

y a usarlos para nuestro beneficio!»

13¡Oh mi Dios, espárcelos como a arbustos que ruedan,

como a paja que se lleva el viento!

14Así como el fuego quema un bosque

y una llama incendia las montañas,

15persíguelos con tu tormenta feroz,

atérralos con tu tempestad.

16Desacredítalos por completo

hasta que se sometan a tu nombre, oh Señor.

17Que sean avergonzados y aterrorizados para siempre;

que mueran en deshonra.

18Entonces aprenderán que solo tú te llamas el Señor,

que solo tú eres el Altísimo,

supremo sobre toda la tierra.

 

 

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