15 de Octubre
 

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Salmos 82:1-8

 

Jeremías 26

Jeremías escapa de la muerte
1Jeremías recibió el siguiente mensaje del Señor a principios del reinado de Joacim, hijo de Josías, rey de Judá. 2«Esto dice el Señor: “Ponte de pie en el atrio que está delante del templo del Señor y haz un anuncio a la gente que ha venido de toda Judá a adorar. Dales mi mensaje completo sin que falte una sola palabra.3Quizá te escuchen y se aparten de sus malos caminos. Entonces cambiaré de parecer acerca del desastre que estoy por derramar sobre ellos a causa de sus pecados”.
4»Diles: “Esto dice el Señor: ‘Si ustedes no me escuchan ni obedecen la palabra que les he dado 5ni tampoco escuchan a mis siervos, los profetas —porque los envié una y otra vez para advertirles, pero ustedes rehusaron escucharlos—, 6entonces destruiré este templo así como destruí a Silo, el lugar donde estaba el tabernáculo. Y haré que Jerusalén se convierta en objeto de maldición en cada nación de la tierra’”».
7Los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo escucharon a Jeremías mientras hablaba frente al templo del Señor;8pero cuando Jeremías terminó su mensaje, habiendo dicho todo lo que el Señor le ordenó que dijera, los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo que estaba junto al templo lo atacaron en masa. «¡Mátenlo! —gritaban—. 9¿Qué derecho tienes de profetizar en el nombre del Señor que este templo será destruido como lo fue Silo? ¿Qué quieres decir cuando afirmas que Jerusalén será destruida y dejada sin habitantes?». Así que todo el pueblo lo amenazaba mientras él estaba frente al templo.
10Cuando los funcionarios de Judá oyeron lo que pasaba, corrieron del palacio a sentarse a juzgar junto a la puerta Nueva del templo. 11Los sacerdotes y los profetas presentaron sus acusaciones a los funcionarios y al pueblo. «¡Este hombre debe morir! —dijeron—. Ustedes han escuchado con sus propios oídos lo traidor que es, porque ha profetizado contra esta ciudad».
12Entonces Jeremías habló en su propia defensa a los funcionarios y al pueblo. «El Señor me envió para profetizar contra este templo y contra esta ciudad —dijo—. El Señor me dio cada una de las palabras que he hablado; 13pero si ustedes dejan de pecar y comienzan a obedecer al Señor su Dios, él cambiará de parecer acerca del desastre que anunció contra ustedes. 14En cuanto a mí, estoy en sus manos, hagan conmigo lo que mejor les parezca. 15¡Pero si me matan, tengan por seguro que estarán matando a un inocente! La responsabilidad por semejante acción caerá sobre ustedes, sobre esta ciudad y sobre cada persona que vive en ella. Pues es totalmente cierto que el Señor me envió a decir cada palabra que ustedes han oído ».
16Así que los funcionarios y el pueblo les dijeron a los sacerdotes y a los profetas: «Este hombre no merece la pena de muerte porque nos ha hablado en el nombre del Señor nuestro Dios» .
17Entonces algunos de los sabios ancianos se pusieron de pie y hablaron a todo el pueblo reunido en ese lugar. 18Dijeron: «Recuerden cuando Miqueas de Moréset profetizaba durante el reinado de Ezequías de Judá. Él le dijo al pueblo de Judá:
“Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales:
‘El monte Sión quedará arado como un campo abierto;
¡Jerusalén será reducida a escombros!
Un matorral crecerá en las cumbres,
donde ahora se encuentra el templo’”.
19»¿Acaso el rey Ezequías y el pueblo lo mataron por lo que dijo? No, se apartaron de sus pecados y adoraron al Señor. Le suplicaron misericordia. Entonces el Señor cambió de parecer acerca del terrible desastre que había declarado contra ellos. Así que estamos a punto de perjudicarnos a nosotros mismos».
20En ese tiempo, Urías hijo de Semaías, de Quiriat-jearim, también profetizaba en nombre del Señor; y predijo el mismo terrible desastre contra la ciudad y la nación igual que Jeremías.21Cuando el rey Joacim junto con los oficiales militares y los demás funcionarios escucharon lo que dijo, el rey envió a alguien para matarlo. Sin embargo, Urías se enteró del plan y escapó a Egipto atemorizado. 22Entonces el rey Joacim envió a Elnatan, hijo de Acbor, a Egipto junto con algunos otros hombres para que capturaran a Urías. 23Lo tomaron prisionero y lo trajeron de regreso al rey Joacim. Así que el rey mató a Urías a espada y mandó que lo enterraran en una fosa común.
24No obstante, Ahicam, hijo de Safán, respaldó a Jeremías y persuadió al tribunal de no entregarlo a la multitud para que lo matara.

 

Jeremías 27

Jeremías se coloca un yugo para bueyes
1Jeremías recibió el siguiente mensaje del Señor a principios del reinado de Sedequías,hijo de Josías, rey de Judá.
2Esto me dijo el Señor: «Hazte un yugo y átatelo al cuello con correas de cuero. 3Luego envía un mensaje a los reyes de Edom, Moab, Amón, Tiro y Sidón a través de sus embajadores que han llegado a visitar al rey Sedequías en Jerusalén. 4Dales este mensaje para sus amos: “Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: 5‘Yo hice la tierra, la gente y cada animal con mi gran fuerza y brazo poderoso. Estas cosas me pertenecen y puedo dárselas a quien yo quiera. 6Ahora entregaré estos países al rey Nabucodonosor de Babilonia, quien es mi siervo. He puesto todo bajo su control, aun los animales salvajes. 7Todas las naciones le servirán a él, a su hijo y a su nieto hasta que se acabe el tiempo de ellos. Entonces muchas naciones y grandes reyes conquistarán y dominarán a Babilonia.8Así que ustedes deben someterse al rey de Babilonia y servirle; ¡pongan su cuello bajo el yugo de Babilonia! Castigaré a toda nación que rehúse ser su esclava, dice el Señor. Enviaré guerra, hambre y enfermedad sobre esa nación hasta que Babilonia la conquiste.
9»’No les hagan caso a sus falsos profetas, adivinos, intérpretes de sueños, los médiums y hechiceros que dicen: “El rey de Babilonia no los conquistará”. 10Todos son mentirosos y sus mentiras solo servirán para que ustedes sean expulsados de su propia tierra. Yo los expulsaré y los enviaré a morir lejos; 11pero al pueblo de toda nación que se someta al rey de Babilonia se le permitirá permanecer en su propio país para cultivar la tierra como siempre. ¡Yo, el Señor, he hablado!’”».
12Después repetí el mismo mensaje al rey Sedequías de Judá: «Si deseas vivir, sométete al yugo del rey de Babilonia y a su pueblo. 13¿Por qué insistes en morir, tú y tu pueblo? ¿Por qué habrán de escoger la guerra, el hambre y la enfermedad que Dios traerá contra toda nación que se niegue a someterse al rey de Babilonia? 14No les hagan caso a los falsos profetas que les siguen diciendo: “El rey de Babilonia no los conquistará”. Son mentirosos. 15Esto dice el Señor: “¡Yo no envié a estos profetas! Les dicen mentiras en mi nombre, así que yo los expulsaré de esta tierra. Todos ustedes morirán, junto con todos estos profetas”».
16Entonces me dirigí a los sacerdotes y al pueblo y les dije: «Esto dice el Señor: “No escuchen a sus profetas que les aseguran que los artículos de oro que fueron sacados de mi templo pronto serán devueltos de Babilonia. ¡Es pura mentira! 17No los escuchen. Ríndanse al rey de Babilonia y vivirán. ¿Por qué ha de ser destruida toda esta ciudad? 18Si realmente son profetas y proclaman los mensajes del Señor, que oren al Señor de los Ejércitos Celestiales. ¡Que supliquen que los objetos que aún quedan en el templo del Señor, en el palacio real y en los palacios de Jerusalén no sean llevados a Babilonia!”.
19»Pues el Señor de los Ejércitos Celestiales ha hablado acerca de las columnas que están al frente del templo, del enorme tazón de bronce llamado «el Mar», de las carretas para llevar agua y de los demás objetos ceremoniales. 20El rey Nabucodonosor de Babilonia los dejó aquí cuando desterró a Babilonia a Joaquín, hijo de Joacim, rey de Judá, junto con los demás nobles de Judá y de Jerusalén. 21Sí, esto dice el Señorde los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel, acerca de los objetos preciosos que todavía permanecen en el templo y en el palacio del rey de Judá: 22“Todos serán llevados a Babilonia y permanecerán allí hasta que yo envíe por ellos —dice el Señor—. Entonces los traeré de regreso a Jerusalén”».

 

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2ª Tesalonicenses 3

Pablo pide oración
1Finalmente, amados hermanos, les pedimos que oren por nosotros. Oren para que el mensaje del Señor se difunda rápidamente y sea honrado en todo lugar adonde llegue, así como cuando les llegó a ustedes. 2Oren, también, para que seamos rescatados de gente perversa y mala, porque no todos son creyentes. 3Pero el Señor es fiel; él los fortalecerá y los protegerá del maligno. 4Además, confiamos en el Señor que ustedes hacen y seguirán haciendo lo que les ordenamos. 5Que el Señor les guíe el corazón a un entendimiento total y a una expresión plena del amor de Dios, y a la perseverancia con paciencia que proviene de Cristo.
Exhortación a vivir correctamente
6Y ahora, amados hermanos, les damos el siguiente mandato en el nombre de nuestro Señor Jesucristo: aléjense de todos los creyentes que llevan vidas ociosas y que no siguen la tradición que recibieron de nosotros.7Pues ustedes saben que deben imitarnos. No estuvimos sin hacer nada cuando los visitamos a ustedes. 8En ningún momento aceptamos comida de nadie sin pagarla. Trabajamos mucho de día y de noche a fin de no ser una carga para ninguno de ustedes. 9Por cierto, teníamos el derecho de pedirles que nos alimentaran, pero quisimos dejarles un ejemplo que seguir.10Incluso mientras estábamos con ustedes les dimos la siguiente orden: «Los que no están dispuestos a trabajar que tampoco coman».
11Sin embargo, oímos que algunos de ustedes llevan vidas de ocio, se niegan a trabajar y se entrometen en los asuntos de los demás. 12Les ordenamos a tales personas y les rogamos en el nombre del Señor Jesucristo que se tranquilicen y que trabajen para ganarse la vida. 13En cuanto al resto de ustedes, amados hermanos, nunca se cansen de hacer el bien.
14Tomen nota de quienes rehúsan obedecer lo que decimos en esta carta. Aléjense de ellos, para que se avergüencen. 15No los vean como enemigos, sino que llámenles la atención como lo harían con un hermano.
Saludos finales de Pablo
16Ahora, que el mismo Señor de paz les dé su paz en todo momento y en cada situación. El Señor sea con todos ustedes.
17Aquí está mi saludo de mi propio puño y letra: Pablo.
Hago esto en todas mis cartas para probar que son mías.
18Que la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos ustedes.

 

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Salmo 82

Salmo de Asaf.

1Dios preside la corte de los cielos;

pronuncia juicio en medio de los seres celestiales:

2«¿Hasta cuándo dictarán decisiones injustas

que favorecen a los malvados?

Interludio

3»Hagan justicia al pobre y al huérfano;

defiendan los derechos de los oprimidos y de los desposeídos.

4Rescaten al pobre y al indefenso;

líbrenlos de las garras de los malvados.

5Pero esos opresores no saben nada;

¡son tan ignorantes!

Andan errantes en la oscuridad

mientras el mundo entero se estremece hasta los cimientos.

6Yo digo: “Ustedes son dioses;

son todos hijos del Altísimo.

7Pero morirán como simples mortales

y caerán como cualquier otro gobernante”».

8Levántate, oh Dios, y juzga a la tierra,

porque todas las naciones te pertenecen.

 

 

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