14 de Octubre
 

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Salmos 81

 

Jeremías 23:21-40

21»Yo no envié a estos profetas,
sin embargo, van de un lado a otro afirmando hablar en mi nombre.
No les he dado ningún mensaje,
pero aun así siguen profetizando.
22Si hubieran estado en mi presencia y me hubieran escuchado,
habrían hablado mis palabras
y habrían hecho que mi pueblo se apartara
de sus malos caminos y sus malas acciones.
23¿Soy acaso Dios solo de cerca? —dice el Señor—,
no, al mismo tiempo estoy lejos.
24¿Puede alguien esconderse de mí en algún lugar secreto?
¿Acaso no estoy en todas partes en los cielos y en la tierra?
—dice el Señor.
25»He oído a estos profetas decir: “Escuchen el sueño que Dios me dio anoche”. Y después pasan a decir mentiras en mi nombre. 26¿Hasta cuándo seguirá esto? Si son profetas, son profetas del engaño, pues inventan todo lo que dicen. 27Con decir estos sueños falsos, pretenden hacer que mi pueblo me olvide, tal como lo hicieron sus antepasados, al rendir culto a los ídolos de Baal.
28»Que estos falsos profetas cuenten sus sueños,
pero que mis verdaderos mensajeros proclamen todas mis palabras con fidelidad.
¡Hay diferencia entre la paja y el grano!
29¿No quema mi palabra como el fuego?
—dice el Señor—.
¿No es como un martillo poderoso
que hace pedazos una roca?
30»Por lo tanto —dice el Señor—, estoy en contra de estos profetas que se roban mensajes el uno al otro y alegan que provienen de mí.31Estoy en contra de estos profetas que con mucha labia dicen: “¡Esta profecía es del Señor!”. 32Yo estoy contra estos falsos profetas. Sus sueños imaginarios son mentiras descaradas que llevan a mi pueblo a pecar. Yo no los envié ni los nombré, y no tienen ningún mensaje para mi pueblo. ¡Yo, el Señor, he hablado!
Falsas profecías y falsos profetas
33»Supongamos que alguien del pueblo o uno de los profetas o sacerdotes te pregunta: “Y ahora, ¿qué profecía te ha encargado el Señor?”. Debes responder: “¡Ustedes son la carga! ¡El Señor dice que los abandonará!”.
34»Si algún profeta, sacerdote o alguien más dice: “Tengo una profecía del Señor”, castigaré a tal persona junto con toda su familia. 35Ustedes deberán preguntarse el uno al otro: “¿Cuál es la respuesta del Señor?” o “¿Qué dice el Señor?”. 36Ya dejen de usar esta frase: “Una profecía del Señor”. La gente la usa para darle importancia a sus propias ideas, tergiversando las palabras de nuestro Dios, el Dios viviente, el Señor de los Ejércitos Celestiales.
37»Esto deberás decir a los profetas: “¿Cuál es la respuesta del Señor?” o “¿Qué dice el Señor?”. 38Pero supongamos que responden: “¡Esta es una profecía del Señor!”. Entonces deberás decir: “Esto dice el Señor: ‘Debido a que han usado la frase “una profecía del Señor”, aun cuando les advertí que no la usaran, 39me olvidaré de ustedes por completo. Los expulsaré de mi presencia, junto con esta ciudad que les di a ustedes y a sus antepasados. 40Los haré objeto de burla y su nombre será infame a lo largo de los siglos’”».

 

Jeremías 24

Higos buenos y malos
1Después de que Nabucodonosor, rey de Babilonia, desterró a Babilonia a Joaquín, hijo de Joacim, rey de Judá, junto con las autoridades de Judá y todos los artífices y los artesanos, el Señor me dio la siguiente visión. Vi dos canastas de higos colocadas frente al templo del Señor en Jerusalén. 2Una canasta estaba llena de higos frescos y maduros, mientras que la otra tenía higos malos, tan podridos que no podían comerse.
3Entonces el Señor me preguntó:
—¿Qué ves, Jeremías?
—Higos —contesté—, algunos muy buenos y otros muy malos, tan podridos que no pueden comerse.
4Entonces el Señor me dio este mensaje: 5«Esto dice el Señor, Dios de Israel: los higos buenos representan a los desterrados que yo envié de Judá a la tierra de los babilonios. 6Velaré por ellos, los cuidaré y los traeré de regreso a este lugar. Los edificaré y no los derribaré. Los plantaré y no los desarraigaré. 7Les daré un corazón que me reconozca como el Señor. Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios, porque se volverán a mí de todo corazón.
8»Sin embargo, los higos malos —dice el Señor—, representan al rey Sedequías de Judá, a sus funcionarios, a todo el pueblo que quedó en Jerusalén y a los que viven en Egipto. Los trataré como a higos malos, tan podridos que no pueden comerse.9Los haré objeto de horror y un símbolo de maldad para todas las naciones de la tierra. En todos los lugares donde yo los disperse, serán objetos de desprecio y de burla. Los maldecirán y se mofarán de ellos. 10Les enviaré guerra, hambre y enfermedad hasta que desaparezcan de la tierra de Israel, tierra que les di a ellos y a sus antepasados».

 

Jeremías 25

Setenta años de cautiverio
1Este mensaje del Señor, para todo el pueblo de Judá, le vino a Jeremías durante el cuarto año del reinado de Joacim sobre Judá. Este fue el año en que el rey Nabucodonosor de Babilonia comenzó a reinar.
2Jeremías el profeta le dijo a todo el pueblo de Judá y de Jerusalén: 3«Durante los últimos veintitrés años —desde el año trece del reinado de Josías, hijo de Amón, rey de Judá, hasta ahora— el Señorme ha estado dando sus mensajes. Yo se los he comunicado con toda fidelidad, pero ustedes no han querido escuchar.
4»Una y otra vez, el Señor les ha enviado a sus siervos, los profetas, pero ustedes no escucharon ni prestaron atención. 5Todas las veces el mensaje fue: “Apártense de su mal camino y de sus malas acciones. Solo entonces los dejaré vivir en esta tierra que el Señor les dio a ustedes y a sus antepasados para siempre. 6No provoquen mi enojo al rendir culto a ídolos que ustedes hicieron con sus propias manos. Entonces no les haré ningún daño”.
7»Pero ustedes no querían escucharme —dice el Señor—. Me pusieron furioso al rendir culto a ídolos hechos con sus propias manos y trajeron sobre ustedes todos los desastres que ahora sufren. 8Ahora el Señor de los Ejércitos Celestiales dice: “Como ustedes no me han escuchado, 9reuniré a todos los ejércitos del norte bajo el mando de Nabucodonosor, rey de Babilonia, a quien nombré mi representante. Los traeré contra esta tierra, contra su gente y contra las naciones vecinas. A ustedes los destruiré por completo y los convertiré en objeto de horror, desprecio y ruina para siempre. 10Quitaré de ustedes la risa y las canciones alegres. No se oirán más las voces felices de los novios ni de las novias. Las piedras de molino se acallarán y las luces de las casas se apagarán. 11Toda la tierra se convertirá en una desolada tierra baldía. Israel y las naciones vecinas servirán al rey de Babilonia por setenta años.
12»”Entonces, después que hayan pasado los setenta años de cautiverio, castigaré al rey de Babilonia y a su pueblo por sus pecados —dice el Señor—. Haré del país de los babilonios una tierra baldía para siempre.13Traeré sobre ellos todos los terrores que prometí en este libro, todos los castigos contra las naciones anunciados por Jeremías.14Muchas naciones y grandes reyes esclavizarán a los babilonios, así como ellos esclavizaron a mi pueblo. Los castigaré en proporción al sufrimiento que le ocasionaron a mi pueblo”».
La copa del enojo del Señor
15Esto me dijo el Señor, Dios de Israel: «Toma de mi mano la copa de mi enojo, que está llena hasta el borde, y haz que todas las naciones a las que te envíe beban de ella. 16Cuando la beban se tambalearán, enloquecidos por la guerra que enviaré contra ellos».
17Así que tomé la copa del enojo del Señor e hice que todas las naciones bebieran de ella, cada nación a la que el Señor me envió. 18Fui a Jerusalén y a las otras ciudades de Judá, y sus reyes y funcionarios bebieron de la copa. Desde ese día hasta ahora ellos han sido una ruina desolada, un objeto de horror, desprecio y maldición. 19Le di la copa al faraón, rey de Egipto, a sus asistentes, a sus funcionarios y a todo su pueblo, 20junto con todos los extranjeros que vivían en esa tierra. También se la di a todos los reyes de la tierra de Uz, a los reyes de las ciudades filisteas de Ascalón, Gaza y Ecrón, y a lo que queda de Asdod. 21Después les di la copa a las naciones de Edom, Moab y Amón,22a los reyes de Tiro y Sidón, y a los reyes de las regiones al otro lado del mar. 23Se la di a Dedán, a Tema, a Buz y a la gente que vive en lugares remotos. 24Se la di a los reyes de Arabia, a los reyes de las tribus nómadas del desierto 25y a los reyes de Zimri, Elam y Media.26Se la di a los reyes de los países del norte, lejanos y cercanos, uno tras otro, es decir a todos los reinos del mundo. Finalmente, el mismo rey de Babilonia bebió de la copa del enojo del Señor.
27Entonces el Señor me dijo: «Ahora diles: “Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel: ‘Beban de la copa de mi enojo. Emborráchense y vomiten; caigan para nunca más levantarse, porque envío guerras terribles contra ustedes’”. 28Ahora bien, si se niegan a aceptar la copa, diles: “El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: ‘No les queda más que beberla. 29He comenzado a castigar a Jerusalén, la ciudad que lleva mi nombre. ¿Acaso los dejaría a ustedes sin castigo? No, no escaparán del desastre. Enviaré guerra contra todas las naciones de la tierra. ¡Yo, el Señor de los Ejércitos Celestiales, he hablado!’”.
30»Ahora, profetiza todas estas cosas y diles:
»“El Señor rugirá contra su propia tierra
desde su santa morada en el cielo.
Él gritará como los que pisan las uvas;
gritará contra todos los habitantes de la tierra.
31Su grito de juicio llegará hasta los confines de la tierra,
porque el Señor presentará su caso contra todas las naciones.
Él juzgará a todos los habitantes de la tierra,
y matará con la espada a los perversos.
¡Yo, el Señor, he hablado!”».
32Esto dice el Señor de los Ejércitos Celestiales:
«¡Miren! ¡Nación tras nación sufrirá calamidades!
¡Se está levantando un gran torbellino de furia
desde los rincones más distantes de la tierra!».
33En aquel día, los que el Señor haya masacrado llenarán la tierra de un extremo a otro. Nadie llorará por ellos ni juntará sus cuerpos para enterrarlos. Estarán esparcidos sobre el suelo como estiércol.
34¡Lloren y giman, pastores malvados!
¡Revuélquense en el polvo, líderes del rebaño!
Ha llegado el momento de su matanza;
ustedes caerán y se harán añicos como vaso frágil.
35No encontrarán lugar donde esconderse;
no habrá forma de escapar.
36Escuchen los gritos desesperados de los pastores.
Los líderes del rebaño gimen en su desesperación
porque el Señor está arruinando sus pastos.
37Debido al gran enojo del Señor
los prados tranquilos se convertirán en tierra baldía.
38Él salió de su guarida como un león fuerte en busca de su presa,
y la tierra quedará desolada
por la espada del enemigo
y por la ira feroz del Señor.

 

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2ª Tesalonicenses 2

Acontecimientos previos a la segunda venida del Señor
1Ahora, amados hermanos, aclaremos algunos aspectos sobre la venida de nuestro Señor Jesucristo y cómo seremos reunidos para encontrarnos con él. 2No se dejen perturbar ni se alarmen tan fácilmente por los que dicen que el día del Señor ya ha comenzado. No les crean, ni siquiera si afirman haber tenido una visión espiritual, una revelación o haber recibido una carta supuestamente de nosotros. 3No se dejen engañar por lo que dicen. Pues aquel día no vendrá hasta que haya una gran rebelión contra Dios y se dé a conocer el hombre de anarquía,aquel que trae destrucción. 4Se exaltará a sí mismo y se opondrá a todo lo que la gente llame «dios» y a cada objeto de culto. Incluso se sentará en el templo de Dios y afirmará que él mismo es Dios.
5¿No se acuerdan de que les mencioné todo esto cuando estuve con ustedes?6Y ustedes saben qué es lo que lo detiene, porque solo puede darse a conocer cuando le llegue su momento. 7Pues esa anarquía ya está en marcha en forma secreta, y permanecerá secreta hasta que el que la detiene se quite de en medio. 8Entonces el hombre de anarquía será dado a conocer, pero el Señor Jesús lo matará con el soplo de su boca y lo destruirá con el esplendor de su venida.
9Ese hombre vendrá a hacer la obra de Satanás con poder, señales y milagros falsos. 10Se valdrá de toda clase de mentiras malignas para engañar a los que van rumbo a la destrucción, porque se niegan a amar y a aceptar la verdad que los salvaría. 11Por lo tanto, Dios hará que ellos sean engañados en gran manera y creerán esas mentiras. 12Entonces serán condenados por deleitarse en la maldad en lugar de creer en la verdad.
Los creyentes deben permanecer firmes
13En cuanto a nosotros, no podemos más que agradecerle a Dios por ustedes, queridos hermanos, amados por el Señor. Siempre estamos agradecidos de que Dios los eligió para que estén entre los primeros en experimentar la salvación, una salvación que vino mediante el Espíritu —quien los hace santos— y por creer en la verdad. 14Él los llamó a la salvación cuando les anunciamos la Buena Noticia; ahora pueden participar de la gloria de nuestro Señor Jesucristo.
15Con todo esto en mente, amados hermanos, permanezcan firmes y sigan bien aferrados a las enseñanzas que les transmitimos tanto en persona como por carta.
16Que nuestro Señor Jesucristo mismo y Dios nuestro Padre, quien nos amó y por su gracia nos dio consuelo eterno y una esperanza maravillosa, 17los conforten y fortalezcan en todo lo bueno que ustedes hagan y digan.

 

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Salmos 81:1-16

Para el director del coro: salmo de Asaf; acompáñese con instrumento de cuerda.

1Entonen alabanzas a Dios, nuestra fuerza;

canten al Dios de Jacob.

2¡Canten! Toquen la pandereta.

Hagan sonar la dulce lira y el arpa.

3¡Toquen el cuerno de carnero en la luna nueva

y otra vez en la luna llena, para convocar a un festival!

4Pues los decretos de Israel así lo exigen;

es una ordenanza del Dios de Jacob.

5Él lo hizo ley para Israel

cuando atacó a Egipto para ponernos en libertad.

Oí una voz desconocida que decía:

6«Ahora quitaré la carga de tus hombros;

liberaré tus manos de las tareas pesadas.

7Clamaste a mí cuando estabas en apuros, y yo te salvé;

respondí desde el nubarrón

y puse a prueba tu fe cuando no había agua en Meriba.

Interludio

8»Escúchame, pueblo mío, en tanto te doy severas advertencias.

¡Oh Israel, si tan solo me escucharas!

9Jamás debes tener un dios extranjero;

nunca debes inclinarte frente a un dios falso.

10Pues fui yo, el Señor tu Dios,

quien te rescató de la tierra de Egipto.

Abre bien tu boca, y la llenaré de cosas buenas.

11»Pero no, mi pueblo no quiso escuchar;

Israel no quiso que estuviera cerca.

12Así que dejé que siguiera sus tercos deseos,

y que viviera según sus propias ideas.

13¡Oh, si mi pueblo me escuchara!

¡Oh, si Israel me siguiera y caminara por mis senderos!

14¡Qué rápido sometería a sus adversarios!

¡Qué pronto pondría mis manos sobre sus enemigos!

15Los que odian al Señor se arrastrarían delante de él;

quedarían condenados para siempre.

16Pero a ustedes los alimentaría con el mejor trigo;

los saciaría con miel silvestre de la roca».

 

 

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