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La fuente de nuestra paz es nuestra posición correcta con Dios.
Cuando salimos fuera del propósito y la voluntad de Dios, la paz se
aleja.
El salmista, entendiendo esta relación entre la justicia y la paz,
declaró: "El amor inagotable y la verdad se encontraron; ¡la
justicia y la paz se besaron!" (Salmo 85:10).
Pablo oró para que "el mismo Señor de paz les dé su paz en todo
momento y en cada situación." (2 Tesalonicenses 3:16).
Nuestras acciones determinan nuestra paz. Debemos pasar nuestras
vidas, por lo tanto, enfocados en una tarea productiva.
La Biblia dice claramente que "Los que no están dispuestos a
trabajar que tampoco coman" (2 Tes 3:10).
Estar "ocupado", pero no "entrometidos", significa que todos los
días estamos trabajando duro para llevar a cabo nuestros empleos,
vocaciones, y llamados. Muchas personas persiguen sueños ociosos y
necedades, pero nunca producen nada. En consecuencia, crecen
frustrados y pierden su paz.
Si vamos a trabajar duro y "nunca [nos cansamos] de hacer el bien"
(2 Tesalonicenses 3:13), entonces, el Señor de la paz nos dará paz.
¿Has perdido tu paz? Encontrá una ocupación, y encontrarás paz.
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