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Devocional 03/06
Lectura del día
 

 

Debemos tener cuidado de los asuntos pendientes. Dios es un Dios de justicia y no puede pasar por alto la horrible realidad del pecado. Saúl mató a personas con las que Israel había concretado un pacto en los días de Josué. Aunque Saúl vio los asesinatos como justificables, la sangre inocente de las víctimas clamó delante de Dios, exigiendo justicia. Los cielos se mantuvieron como bronce para David e Israel hasta que ellos enmendaron las acciones de Saúl. (2 Samuel 21:4)

Hay muchas cosas que ocurren en las sociedades porque Dios es vengador de acciones pasadas y atrocidades que fueron dirigidas contra personas inocentes. ¿Qué maldiciones generacionales han caído sobre nuestras ciudades y naciones a causa de los últimos pecados de nuestros padres?

En 2 Samuel 24, vemos a Dios muy serio acerca de la justicia que setenta mil personas que murieron deberían recibir para apaciguar su ira (v. 15). Debemos tomar muy seriamente los pecados contra otros clamando en arrepentimiento, acercándonos a los afectados, y expiar esos pecados. Estas acciones, tan simples como parecen, liberarán la bendición de Dios. Como lo hizo David, debemos ayudar a restaurar y sanar las violaciones del pasado, porque después de haber hecho la restitución, "...el Señor contestó la oración..., y se detuvo la plaga que azotaba a Israel." (v. 25).

 

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