17 de Mayo

 

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1 Samuel 20 y 21
Juan 9
Salmo 113 y 114
Proverbios 17

 

1 Samuel 20

Jonatán ayuda a David
1En ese momento David huyó de Naiot de Ramá y encontró a Jonatán.
—¿Qué he hecho? —exclamó—. ¿Cuál es mi delito? ¿Cómo ofendí a tu padre para que esté tan decidido a matarme?
2—¡No es cierto! —contestó Jonatán—. No vas a morir. Mi padre siempre me cuenta todo lo que piensa hacer, aun las cosas más pequeñas. Sé que mi padre no me ocultaría algo como esto. ¡Sencillamente no es cierto!
3Entonces David hizo un juramento delante de Jonatán y le dijo:
—Tu padre sabe perfectamente bien acerca de nuestra amistad, por lo tanto, se dijo a sí mismo: “No le diré nada a Jonatán, ¿para qué lastimarlo?”. ¡Pero te juro que estoy a solo un paso de la muerte! ¡Te lo juro por el Señor y por tu propia alma!
4—Dime cómo puedo ayudarte —exclamó Jonatán.
5—Mañana celebraremos el festival de luna nueva —respondió David—. Siempre he comido con el rey en esa ocasión, pero mañana me esconderé en el campo y me quedaré allí hasta la tarde del tercer día. 6Si tu padre pregunta dónde estoy, dile que pedí permiso para ir a mi casa en Belén para un sacrificio anual que celebra mi familia. 7Si él dice: «¡Está bien!», sabrás que todo realmente está bien; pero si se enoja y pierde los estribos, sabrás que está decidido a matarme. 8Muéstrame la lealtad de quien juró ser mi amigo —porque hicimos un pacto solemne delante del Señor— o mátame tú mismo si he pecado contra tu padre. ¡Pero te ruego que no me traiciones entregándome a él!
9—¡Jamás! —exclamó Jonatán—. Tú sabes que si tuviera la menor idea de que mi padre pensara matarte, te lo diría de inmediato.
10Entonces David le preguntó:
—¿Cómo podré saber si tu padre está enojado o no?
11—Ven al campo conmigo —le respondió Jonatán.
Entonces salieron juntos al campo12y Jonatán le dijo a David:
—Te prometo por el Señor, Dios de Israel, que para mañana a esta hora, o a más tardar, pasado mañana, hablaré con mi padre e inmediatamente te haré saber qué piensa acerca de ti. Si él habla bien de ti, te lo haré saber. 13Pero si está enojado y quiere matarte, que el Señor me castigue y aun me mate si no te advierto para que puedas escapar y vivir. Que el Señor esté contigo como antes estaba con mi padre. 14Y que tú me trates con el fiel amor del Señor mientras que yo viva. Pero si muero, 15trata a mi familia con este fiel amor, aun cuando el Señor elimine a todos tus enemigos de la faz de la tierra.
16Entonces Jonatán hizo un pacto solemne con David diciendo:
—¡Que el Señordestruya a todos tus enemigos!
17Y Jonatán hizo que David reafirmara su voto de amistad, porque amaba a David tanto como a sí mismo.
18Después Jonatán dijo:
—Mañana celebramos el festival de luna nueva. Te extrañarán cuando vean que tu lugar a la mesa está desocupado. 19Pasado mañana, al atardecer, ve al lugar donde antes te escondiste y espera allí junto al montón de piedras. 20Yo saldré y dispararé tres flechas hacia un lado del montón de piedras, como si estuviera disparándole a un blanco. 21Enseguida enviaré a un niño para que me traiga las flechas. Si oyes que le digo: “Están de este lado”, entonces sabrás, tan cierto como que el Señor vive, que todo está bien y que no hay ningún problema.22Pero si le digo: “Ve más lejos, las flechas están más adelante”, significará que tendrás que irte de inmediato, porque es el Señor quien desea que te vayas. 23Y que el Señor nos haga cumplir las promesas que nos hicimos el uno al otro, porque él fue testigo de ellas.
24Entonces David se escondió en el campo. Cuando comenzó el festival de luna nueva, el rey se sentó a comer 25en su lugar de siempre, contra la pared, con Jonatán sentado enfrente y Abner a su lado. Pero el lugar de David estaba desocupado. 26Ese día Saúl no dijo nada acerca de ello, pero pensó: «Algo debe haber hecho que David quedara ceremonialmente impuro». 27Pero cuando el lugar de David siguió desocupado al día siguiente, Saúl le preguntó a Jonatán:
—¿Por qué el hijo de Isaí no vino a comer ni ayer ni hoy?
28Jonatán le contestó:
—David me rogó que lo dejara ir a Belén. 29Me dijo: “Por favor, déjame ir, porque mi familia celebrará un sacrificio. Mi hermano me exigió que estuviera presente. Así que te ruego que me dejes ir a ver a mis hermanos”. Por eso no está a la mesa del rey.
30Entonces Saúl se puso muy furioso con Jonatán.
—¡Tú, estúpido hijo de prostituta!—lo maldijo—. ¿Acaso piensas que no sé que tú quieres que él sea rey en lugar de ti, para vergüenza tuya y de tu madre? 31Mientras ese hijo de Isaí esté vivo, jamás serás rey. ¡Ahora ve y búscalo para que lo mate!
32—¿Pero por qué tiene que morir? —le preguntó Jonatán a su padre—. ¿Qué ha hecho?
33Entonces Saúl le arrojó su lanza a Jonatán con la intención de matarlo. Por fin Jonatán se dio cuenta de que su padre realmente había decidido matar a David.
34Así que Jonatán dejó la mesa enfurecido y se negó a comer durante ese segundo día del festival, porque estaba destrozado por la vergonzosa conducta de su padre hacia David.
35A la mañana siguiente, como habían acordado, Jonatán salió al campo acompañado por un muchachito para que le recogiera las flechas. 36«Comienza a correr —le dijo al niño— para que puedas encontrar las flechas mientras las voy disparando». Entonces el niño corrió y Jonatán disparó una flecha más allá de donde estaba el muchacho. 37Cuando el niño casi llegaba a donde estaba la flecha, Jonatán gritó: «La flecha está más adelante.38Rápido, apresúrate, no te detengas». Así que con prisa el niño recogió las flechas y regresó corriendo a su amo. 39El muchacho, por supuesto, no sospechaba nada; solo Jonatán y David entendieron la señal.40Después Jonatán le dio su arco y sus flechas al niño y le dijo que los regresara a la ciudad.
41En cuanto se fue el niño, David salió de su escondite cerca del montón de piedras y se inclinó ante Jonatán tres veces, rostro en tierra. Mientras se abrazaban y se despedían, los dos lloraban, especialmente David.
42Finalmente, Jonatán le dijo a David: «Ve en paz, porque nos hemos jurado lealtad el uno al otro en el nombre del Señor. Él es testigo del vínculo que hay entre nosotros y nuestros hijos para siempre». Después David se fue, y Jonatán regresó a la ciudad.

 

1 Samuel 21

David huye de Saúl
1David fue a la ciudad de Nob para ver al sacerdote Ahimelec. Cuando Ahimelec lo vio, se puso a temblar.
—¿Por qué estás solo? —le preguntó—. ¿Por qué nadie te acompaña?
2—El rey me envió en un asunto privado —dijo David—. Me pidió que no le contara a nadie por qué estoy aquí. Les dije a mis hombres dónde buscarme después. 3Ahora bien, ¿qué hay de comer? Dame cinco panes o cualquier otra cosa que tengas.
4—No tenemos nada de pan común —respondió el sacerdote—. Pero aquí está el pan sagrado, el cual pueden comer si tus jóvenes no se han acostado con alguna mujer recientemente.
5—No te preocupes —le aseguró David—. Nunca permito que mis hombres estén con mujeres cuando están en plena campaña. Y ya que se mantienen limpios, aun durante misiones normales, ¡cuánto más en esta!
6Como no había otro alimento disponible, el sacerdote le dio el pan sagrado: el pan de la Presencia que se ponía delante del Señor en el tabernáculo. Justo en ese día había sido reemplazado por pan recién horneado.
7Aquel día estaba allí Doeg el edomita, jefe de los pastores de Saúl, que había sido detenido delante del Señor.
8David le preguntó a Ahimelec:
—¿Tienes una lanza o una espada? El asunto del rey era tan urgente que ¡ni siquiera me dio tiempo de tomar un arma!
9—Solo tengo la espada de Goliat el filisteo, a quien tú mataste en el valle de Ela —le contestó el sacerdote—. Está envuelta en una tela detrás del efod. Tómala si quieres, porque es la única que tengo.
—¡Esta espada es sin igual —respondió David—, dámela!
10Entonces David escapó de Saúl y fue donde el rey Aquis de Gat. 11Pero a los oficiales de Aquis no les agradaba que David estuviera allí. «¿No es éste David, el rey de la tierra? —preguntaron—. ¿No es este a quien el pueblo honra con danzas, y canta:
“Saúl mató a sus miles,
y David, a sus diez miles”?».
12David oyó esos comentarios y tuvo mucho miedo de lo que el rey Aquis de Gat pudiera hacer con él. 13Así que se hizo pasar por loco, arañando las puertas y dejando que la saliva escurriera por su barba.
14Finalmente, el rey Aquis le dijo a sus hombres:
—¿Tienen que traerme a un loco? 15¡Ya tenemos suficientes de ellos aquí! ¿Por qué habría de permitir que alguien como él sea huésped en mi casa?

 

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Juan 9

Jesús sana a un hombre ciego de nacimiento
1Mientras caminaba, Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento.
2—Rabí, ¿por qué nació ciego este hombre? —le preguntaron sus discípulos—. ¿Fue por sus propios pecados o por los de sus padres?
3—No fue por sus pecados ni tampoco por los de sus padres —contestó Jesús—, nació ciego para que todos vieran el poder de Dios en él.4Debemos llevar a cabo cuanto antes las tareas que nos encargó el que nos envió.Pronto viene la noche cuando nadie puede trabajar; 5pero mientras estoy aquí en el mundo, yo soy la luz del mundo.
6Luego escupió en el suelo, hizo lodo con la saliva y lo untó en los ojos del ciego. 7Le dijo: «Ve a lavarte en el estanque de Siloé», (Siloé significa «enviado»). Entonces el hombre fue, se lavó, ¡y regresó viendo!
8Sus vecinos y otros que lo conocían como un pordiosero ciego se preguntaban: «¿No es ese el hombre que solía sentarse a mendigar?». 9Algunos decían que sí, y otros decían: «No, solo se le parece».
Pero el mendigo seguía diciendo: «¡Sí, soy yo!».
10Le preguntaron:
—¿Quién te sanó? ¿Cómo sucedió?
11Él les dijo:
—El hombre al que llaman Jesús hizo lodo, me lo untó en los ojos y me dijo: “Ve al estanque de Siloé y lávate”. Entonces fui, me lavé, ¡y ahora puedo ver!
12—¿Dónde está él ahora? —le preguntaron.
—No lo sé —contestó.
13Entonces llevaron ante los fariseos al hombre que había sido ciego, 14porque era día de descanso cuando Jesús hizo el lodo y lo sanó. 15Los fariseos interrogaron al hombre sobre todo lo que había sucedido y les respondió: «Él puso el lodo sobre mis ojos y, cuando me lavé, ¡pude ver!».
16Algunos de los fariseos decían: «Ese tal Jesús no viene de Dios porque trabaja en el día de descanso». Otros decían: «¿Pero cómo puede un simple pecador hacer semejantes señales milagrosas?». Así que había una profunda diferencia de opiniones entre ellos.
17Luego los fariseos volvieron a interrogar al hombre que había sido ciego:
—¿Qué opinas del hombre que te sanó?
—Creo que debe de ser un profeta —contestó el hombre.
18Aun así los líderes judíos se negaban a creer que el hombre había sido ciego y ahora podía ver, así que llamaron a sus padres.
19—¿Es este su hijo? —les preguntaron—. ¿Es verdad que nació ciego? Si es cierto, ¿cómo es que ahora ve?
20Sus padres contestaron:
—Sabemos que él es nuestro hijo y que nació ciego,21pero no sabemos cómo es que ahora puede ver ni quién lo sanó. Pregúntenselo a él; ya tiene edad para hablar por sí mismo.
22Los padres dijeron eso por miedo a los líderes judíos, quienes habían anunciado que cualquiera que dijera que Jesús era el Mesías sería expulsado de la sinagoga. 23Por eso dijeron: «Ya tiene edad suficiente, entonces pregúntenle a él».
24Por segunda vez llamaron al hombre que había sido ciego y le dijeron:
—Es Dios quien debería recibir la gloria por lo que ha pasado,porque sabemos que ese hombre, Jesús, es un pecador.
25—Yo no sé si es un pecador —respondió el hombre—, pero lo que sé es que yo antes era ciego, ¡y ahora puedo ver!
26—¿Pero qué fue lo que hizo? —le preguntaron—. ¿Cómo te sanó?
27—¡Miren! —exclamó el hombre—. Ya les dije una vez. ¿Acaso no me escucharon? ¿Para qué quieren oírlo de nuevo? ¿Ustedes también quieren ser sus discípulos?
28Entonces ellos lo insultaron y dijeron:
—Tú eres su discípulo, ¡pero nosotros somos discípulos de Moisés! 29Sabemos que Dios le habló a Moisés, pero no sabemos ni siquiera de dónde proviene este hombre.
30—¡Qué cosa tan extraña! —respondió el hombre—. A mí me sanó los ojos, ¿y ustedes ni siquiera saben de dónde proviene? 31Sabemos que Dios no escucha a los pecadores pero está dispuesto a escuchar a los que lo adoran y hacen su voluntad. 32Desde el principio del mundo, nadie ha podido abrir los ojos de un ciego de nacimiento. 33Si este hombre no viniera de parte de Dios, no habría podido hacerlo.
34—¡Tú naciste pecador hasta la médula! —le respondieron—. ¿Acaso tratas de enseñarnos a nosotros?
Y lo echaron de la sinagoga.
Ceguera espiritual
35Cuando Jesús supo lo que había pasado, encontró al hombre y le preguntó:
—¿Crees en el Hijo del Hombre?
36—¿Quién es, señor? —contestó el hombre—. Quiero creer en él.
37—Ya lo has visto —le dijo Jesús—, ¡y está hablando contigo!
38—¡Sí, Señor, creo! —dijo el hombre. Y adoró a Jesús.
39Entonces Jesús le dijo:
—Yo entré en este mundo para hacer juicio, para dar vista a los ciegos y para demostrarles a los que creen que ven, que, en realidad, son ciegos.
40Algunos fariseos que estaban cerca lo oyeron y le preguntaron:
—¿Estás diciendo que nosotros somos ciegos?
41—Si fueran ciegos, no serían culpables —contestó Jesús—, pero siguen siendo culpables porque afirman que pueden ver.

 

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Salmo 113

1¡Alabado sea el Señor!
Sí, alábenle, oh siervos del Señor,
¡alaben el nombre del Señor!
2Bendito sea el nombre del Señor
ahora y para siempre.
3En todas partes —del oriente al occidente—,
alaben el nombre del Señor.
4Él está por encima de las naciones;
su gloria es más alta que los cielos.
5¿Quién puede compararse con el Señor nuestro Dios,
quien está entronizado en las alturas?
6Él se inclina para mirar
el cielo y la tierra.
7Levanta del polvo a los pobres,
y a los necesitados, del basurero.
8Los pone entre príncipes,
¡incluso entre los príncipes de su propio pueblo!
9A la mujer sin hijos le da una familia
y la transforma en una madre feliz.
¡Alabado sea el Señor!

 

Salmo 114

1Cuando los israelitas escaparon de Egipto
—cuando la familia de Jacob dejó esa tierra extranjera—,
2la tierra de Judá se convirtió en el santuario de Dios,
e Israel llegó a ser su reino.
3El mar Rojo los vio venir y se apuró a quitarse del camino;
el agua del río Jordán se hizo a un lado.
4¡Las montañas saltaron como carneros,
las colinas brincaron como corderos!
5¿Qué te pasa, mar Rojo, qué te llevó a quitarte del camino?
¿Qué sucedió, río Jordán, que te hiciste a un lado?
6Montañas, ¿por qué saltaron como carneros?
Colinas, ¿por qué brincaron como corderos?
7Tiembla, oh tierra, ante la presencia del Señor,
ante el Dios de Jacob.
8Él convirtió la roca en una laguna de agua;
sí, de la roca sólida fluyó un manantial.

 

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