1 Samuel 18:5-30
5Todo
lo que Saúl le pedía a David que hiciera, él lo hacía con
éxito. Como resultado, Saúl lo hizo comandante sobre los
hombres de guerra, un nombramiento que fue bien recibido
tanto por el pueblo como por los oficiales de Saúl.
6Cuando
el ejército de Israel regresaba triunfante después que David
mató al filisteo, mujeres de todas las ciudades de Israel
salieron para recibir al rey Saúl. Cantaron y danzaron de
alegría con panderetas y címbalos. 7Este
era su canto:
«Saúl mató a sus miles,
¡y David, a sus diez miles!».
8Esto
hizo que Saúl se enojara mucho. «¿Qué es esto? —dijo—. Le
dan crédito a David por diez miles y a mí sólo por miles.
¡Solo falta que lo hagan su rey!». 9Desde
ese momento Saúl miró con recelo a David.
10Al
día siguiente, un espíritu atormentador de
parte de Dios abrumó a Saúl, y comenzó a desvariar como un
loco en su casa. David tocaba el arpa, tal como lo hacía
cada día. Pero Saúl tenía una lanza en la mano, 11y
de repente se la arrojó a David, tratando de clavarlo en la
pared, pero David lo esquivó dos veces.
12Después
Saúl tenía miedo de David porque el Señor estaba
con David pero se había apartado de él.13Finalmente
lo echó de su presencia y lo nombró comandante sobre mil
hombres, y David dirigía fielmente a las tropas en batalla.
14David
siguió teniendo éxito en todo lo que hacía porque el Señor estaba
con él. 15Cuando
Saúl reconoció esto, le tuvo aún más miedo. 16Pero
todos en Israel y en Judá amaban a David porque tenía tanto
éxito al dirigir a sus tropas en batalla.
David se casa con la hija de Saúl
17Cierto
día, Saúl le dijo a David:
—Estoy listo para darte a mi hija mayor, Merab, por esposa.
Pero antes deberás demostrar que eres un guerrero de verdad
al pelear las batallas del Señor.
Pues Saúl pensó: «Voy a enviar a David contra los filisteos
y dejar que ellos lo maten, en vez de hacerlo yo mismo».
18—¿Quién
soy yo, y quién es mi familia en Israel para que yo sea el
yerno del rey? —exclamó David—. ¡La familia de mi padre no
es nadie!
19Así
que, cuando
llegó el momento para que Saúl le diera su hija Merab en
matrimonio a David, Saúl se la dio a Adriel, un hombre de
Mehola.
20Mientras
tanto, Mical, otra hija de Saúl, se había enamorado de
David, y cuando Saúl se enteró se puso contento. 21«¡Me
da otra oportunidad para que los filisteos lo maten!», se
dijo Saúl a sí mismo; pero a David le dijo:
—Hoy tienes una segunda oportunidad para llegar a ser mi
yerno.
22Después
Saúl instruyó a sus siervos para que le dijeran a David: «El
rey te aprecia mucho, al igual que nosotros. ¿Por qué no
aceptas lo que el rey te ofrece y te conviertes en su
yerno?».
23Cuando
los hombres de Saúl le dijeron estas cosas a David, él
respondió: «¿Cómo puede un hombre pobre y de familia humilde
reunir la dote por la hija de un rey?».
24Cuando
los hombres de Saúl le informaron al rey, 25él
les dijo: «Díganle a David que lo único que quiero por dote
son los prepucios de cien filisteos. Vengarme de mis
enemigos es todo lo que realmente quiero». Pero lo que Saúl
tenía en mente era que mataran a David en la pelea.
26David
estuvo encantado de aceptar la oferta. Antes de que se
cumpliera la fecha límite, 27él
y sus hombres salieron y mataron a doscientos filisteos. Así
que David cumplió con el requisito del rey entregándole los
prepucios de ellos. Entonces Saúl le entregó a su hija Mical
por esposa.
28Cuando
Saúl se dio cuenta de que el Señor estaba
con David, y cuánto su hija Mical lo amaba, 29le
tuvo aún más miedo y quedó como enemigo de David por el
resto de su vida.
30Cada
vez que los comandantes filisteos atacaban, David tenía más
éxito en contra de ellos que todos los demás oficiales de
Saúl; por eso el nombre de David llegó a ser muy famoso.
1 Samuel 19:1-24
Saúl intenta matar a David
1Saúl
les dijo a sus siervos y a su hijo Jonatán que asesinaran a
David; pero Jonatán, debido a su profundo cariño por David, 2le
contó acerca de los planes de su padre. «Mañana por la
mañana —lo previno—, deberás encontrar un lugar donde
esconderte en el campo. 3Yo
le pediré a mi padre que vaya allí conmigo y le hablaré de
ti. Luego te informaré todo lo que pueda averiguar».
4A
la mañana siguiente, Jonatán habló con su padre acerca de
David, diciéndole muchas cosas buenas de él.
—El rey no debe pecar contra su siervo David —le dijo
Jonatán—. Él nunca ha hecho nada para dañarte. Siempre te ha
ayudado en todo lo que ha podido. 5¿Te
has olvidado de aquella vez cuando arriesgó su vida para
matar al gigante filisteo y de cómo el Señor le
dio, como resultado, una gran victoria a Israel? Ciertamente
estabas muy contento en aquel entonces. ¿Por qué habrías de
matar a un hombre inocente como David? ¡No hay ningún motivo
en absoluto!
6Así
que Saúl escuchó a Jonatán y juró:
—Tan cierto como que el Señor vive,
David no será muerto.
7Después
Jonatán llamó a David y le contó lo que había sucedido.
Luego lo llevó ante Saúl, y David sirvió en la corte igual
que antes.
8Entonces
la guerra se desató nuevamente, y David dirigió a sus tropas
contra los filisteos. Los atacó con tanta furia que todos
huyeron.
9Pero
cierto día, cuando Saúl estaba sentado en su casa con una
lanza en la mano, de repente el espíritu atormentador de
parte del Señor vino
sobre él como antes. Mientras David tocaba el arpa,10Saúl
le arrojó su lanza, pero David la esquivó y, dejando la
lanza clavada en la pared, huyó y escapó en medio de la
noche.
Mical salva la vida de David
11Entonces
Saúl mandó tropas para que vigilaran la casa de David. Se
les dio la orden de que mataran a David cuando saliera a la
mañana siguiente, pero Mical, la esposa de David, le
advirtió: «Si no te escapas esta noche, te matarán por la
mañana». 12Así
que ella lo ayudó a salir por una ventana, y él huyó y
escapó. 13Luego
ella tomó un ídolo y
lo puso en la cama de su esposo, lo cubrió con mantas y puso
un cojín de pelo de cabra sobre la cabeza.
14Cuando
las tropas llegaron para arrestar a David, ella les dijo que
estaba enfermo y que no podía levantarse de la cama.
15Pero
Saúl envió a las tropas de nuevo para prender a David y les
ordenó: «¡Tráiganmelo con cama y todo para que lo mate!». 16Pero
cuando llegaron para llevarse a David, descubrieron que lo
que estaba en la cama era solo un ídolo con un cojín de pelo
de cabra en la cabeza.
17—¿Por
qué me traicionaste así y dejaste escapar a mi enemigo? —le
reprochó Saúl a Mical.
—Tuve que hacerlo —contestó ella—. Me amenazó con matarme si
no lo ayudaba.
18Así
que David escapó y fue a Ramá para ver a Samuel, y le contó
todo lo que Saúl le había hecho. Entonces Samuel llevó a
David a vivir con él en Naiot. 19Cuando
Saúl se enteró de que David estaba en Naiot de Ramá, 20envió
tropas para capturarlo. Pero cuando llegaron y vieron que
Samuel dirigía a un grupo de profetas que estaban
profetizando, el Espíritu de Dios vino sobre los hombres de
Saúl y ellos también comenzaron a profetizar. 21Cuando
Saúl se enteró de lo que había pasado, envió a otras tropas,
¡pero ellos también profetizaron! Lo mismo sucedió por
tercera vez.22Finalmente,
Saúl mismo fue a Ramá y llegó al gran pozo en Secú.
—¿Dónde están Samuel y David? —preguntó.
—Están en Naiot de Ramá —le informó alguien.
23Pero
camino a Naiot de Ramá, el Espíritu de Dios vino incluso
sobre Saúl, ¡y él también comenzó a profetizar por todo el
camino hasta Naiot! 24Se
quitó la ropa a tirones y quedó desnudo acostado sobre el
suelo todo el día y toda la noche, profetizando en presencia
de Samuel. La gente que lo vio exclamó: «¿Qué? ¿Hasta Saúl
es profeta?».
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Juan 8:31-59
Jesús y Abraham
31Jesús
les dijo a los que creyeron en él:
—Ustedes son verdaderamente mis discípulos si se mantienen
fieles a mis enseñanzas; 32y
conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.
33—Nosotros
somos descendientes de Abraham —le respondieron—, nunca hemos
sido esclavos de nadie. ¿Qué quieres decir con “los hará
libres”?
34Jesús
contestó:
—Les digo la verdad, todo el que comete pecado es esclavo del
pecado. 35Un
esclavo no es un miembro permanente de la familia, pero un hijo
sí forma parte de la familia para siempre. 36Así
que, si el Hijo los hace libres, ustedes son verdaderamente
libres. 37Claro
que me doy cuenta de que son descendientes de Abraham. Aun así,
algunos de ustedes procuran matarme porque no tienen lugar para
mi mensaje en su corazón. 38Yo
les cuento lo que vi cuando estaba con mi Padre, pero ustedes
siguen el consejo de su padre.
39—¡Nuestro
padre es Abraham! —declararon.
—No —respondió
Jesús— pues,
si realmente fueran hijos de Abraham, seguirían su ejemplo. 40En
cambio, procuran matarme porque les dije la verdad, la cual oí
de Dios. Abraham nunca hizo algo así. 41No,
ustedes imitan a su verdadero padre.
—¡Nosotros no somos hijos ilegítimos! —respondieron—, Dios mismo
es nuestro verdadero Padre.
42Jesús
les dijo:
—Si Dios fuera su Padre, ustedes me amarían, porque he venido a
ustedes de parte de Dios. No estoy aquí por mi propia cuenta,
sino que él me envió. 43¿Por
qué no pueden entender lo que les digo? ¡Es porque ni siquiera
toleran oírme! 44Pues
ustedes son hijos de su padre, el diablo, y les encanta hacer
las cosas malvadas que él hace. Él ha sido asesino desde el
principio y siempre ha odiado la verdad, porque en él no hay
verdad. Cuando miente, actúa de acuerdo con su naturaleza porque
es mentiroso y el padre de la mentira.45Por
eso, es natural que no me crean cuando les digo la verdad. 46¿Quién
de ustedes puede, con toda sinceridad, acusarme de pecado? Y si
les digo la verdad, ¿por qué, entonces, no me creen? 47Los
que pertenecen a Dios escuchan con gusto las palabras de Dios,
pero ustedes no las escuchan porque no pertenecen a Dios.
48—¡Samaritano
endemoniado! —replicaron—. ¿No veníamos diciendo que estabas
poseído por un demonio?
49—No —dijo
Jesús—, no
tengo ningún demonio. Pues yo honro a mi Padre; en cambio,
ustedes me deshonran a mí. 50Y,
aunque no tengo ninguna intención de glorificarme a mí mismo,
Dios va a glorificarme y él es el verdadero juez.51Les
digo la verdad, ¡todo el que obedezca mi enseñanza jamás morirá!
52—Ahora
estamos convencidos de que estás poseído por un demonio
—dijeron—. Hasta Abraham y los profetas murieron, pero tú dices:
“¡El que obedezca mi enseñanza nunca morirá!”. 53¿Acaso
eres más importante que nuestro padre Abraham? Él murió, igual
que los profetas. ¿Tú quién te crees que eres?
54Jesús
contestó:
—Si yo buscara mi propia gloria, esa gloria no tendría ningún
valor, pero es mi Padre quien me glorificará. Ustedes dicen: “Él
es nuestro Dios”, 55pero
ni siquiera lo conocen. Yo sí lo conozco; y si dijera lo
contrario, ¡sería tan mentiroso como ustedes! Pero lo conozco y
lo obedezco.56Abraham,
el padre de ustedes, se alegró mientras esperaba con ansias mi
venida; la vio y se llenó de alegría.
57Entonces
la gente le dijo:
—Ni siquiera tienes cincuenta años. ¿Cómo puedes decir que has
visto a Abraham?
58Jesús
contestó:
—Les digo la verdad, ¡aun antes de que Abraham naciera, Yo Soy!
59En
ese momento, tomaron piedras para arrojárselas, pero Jesús
desapareció de la vista de ellos y salió del templo.

Salmo
112
1¡Alabado sea el Señor!
¡Qué felices son los que temen al Señor
y se deleitan en obedecer sus mandatos!
2Sus hijos tendrán éxito en todas partes;
toda una generación de justos será bendecida.
3Ellos mismos serán ricos,
y sus buenas acciones durarán para siempre.
4La luz brilla en la oscuridad para los justos;
son generosos, compasivos y rectos.
5Les va bien a los que prestan dinero con generosidad
y manejan sus negocios equitativamente.
6A estas personas no las vencerá el mal;
a los rectos se los recordará por mucho tiempo.
7Ellos no tienen miedo de malas noticias;
confían plenamente en que el Señor los cuidará.
8Tienen confianza y viven sin temor,
y pueden enfrentar triunfantes a sus enemigos.
9Comparten con libertad y dan con generosidad a los necesitados;
sus buenas acciones serán recordadas para siempre.
Ellos tendrán influencia y recibirán honor.
10Los perversos lo verán y se pondrán furiosos.
Rechinarán los dientes de enojo;
se escabullirán avergonzados con sus esperanzas frustradas.

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