9 de Mayo

 

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1 Samuel 5 a 7
Juan 6:1-21
Salmo 106:13-31
Proverbios 9

 

1 Samuel 5

El arca en territorio filisteo
1Después de que los filisteos capturaran el arca de Dios, la llevaron del campo de batalla en Ebenezer hasta la ciudad de Asdod. 2Llevaron el arca de Dios al templo del dios Dagón y la pusieron junto a una estatua de Dagón.3Pero cuando los ciudadanos de Asdod fueron a verla a la mañana siguiente, ¡la estatua de Dagón había caído boca abajo delante del arca del Señor! Así que levantaron a Dagón y nuevamente lo colocaron en su lugar. 4Pero temprano al día siguiente sucedió lo mismo: de nuevo Dagón había caído boca abajo frente al arca del Señor. Esta vez su cabeza y sus manos se habían quebrado y estaban a la entrada; solo el tronco de su cuerpo quedó intacto. 5Por eso, hasta el día de hoy, ni los sacerdotes de Dagón ni nadie más que entra al templo de Dagón, en Asdod, pisan el umbral.
6Entonces la mano dura del Señorhirió a la gente de Asdod y de las aldeas cercanas con una plaga de tumores. 7Cuando el pueblo se dio cuenta de lo que sucedía, exclamó: «¡No podemos quedarnos con el arca del Dios de Israel ni un minuto más! ¡Él está en contra de nosotros! Todos seremos destruidos junto con Dagón, nuestro dios». 8De modo que convocaron a los gobernantes de las ciudades filisteas y les preguntaron:
—¿Qué debemos hacer con el arca del Dios de Israel?
Los gobernantes deliberaron y contestaron:
—Trasládenla a la ciudad de Gat.
Así que trasladaron el arca del Dios de Israel a Gat. 9Pero cuando el arca llegó a Gat, la mano dura del Señor cayó sobre sus hombres, jóvenes y mayores; los hirió con una plaga de tumores, y hubo gran pánico.
10Entonces enviaron el arca de Dios a la ciudad de Ecrón, pero cuando los habitantes de Ecrón vieron que se acercaba, clamaron: «¡Traen el arca del Dios de Israel a nuestra ciudad para matarnos a nosotros también!».11Entonces el pueblo volvió a llamar a los gobernantes filisteos y les suplicó: «¡Por favor, regresen el arca del Dios de Israel a su propio país, o nos matará a todos!». Pues ya había comenzado la plaga mortal enviada por Dios, y un gran temor se apoderaba del pueblo. 12Los que no morían, sufrían de tumores; y el clamor del pueblo ascendió al cielo.

 

1º Samuel 6

Los filisteos devuelven el arca
1Así que el arca del Señor permaneció en territorio filisteo por un total de siete meses. 2Entonces los filisteos mandaron llamar a sus sacerdotes y adivinos, y les preguntaron:
—¿Qué debemos hacer con el arca del Señor? Dígannos cómo devolverla a su propio país.
3—Devuelvan el arca del Dios de Israel junto con un regalo —les dijeron—. Envíen una ofrenda por la culpa, para que la plaga se detenga. Entonces, si se sanan, sabrán que fue la mano de Dios la que causó esta plaga.
4—¿Qué clase de ofrenda por la culpa debemos enviar? —preguntaron.
Entonces les respondieron:
—Ya que la plaga los hirió a ustedes y a sus cinco gobernantes, elaboren cinco tumores de oro y cinco ratas de oro como los que asolaron la tierra. 5Hagan estas cosas para demostrar su respeto al Dios de Israel. Tal vez entonces él deje de afligirlos a ustedes, a sus dioses y a su tierra. 6No sean tercos y rebeldes como lo fueron faraón y los egipcios. Cuando Dios terminó con ellos, estaban deseosos de dejar ir a Israel.
7»Así que construyan una carreta nueva y busquen dos vacas que acaben de tener cría. Asegúrense de que las vacas nunca hayan llevado yugo. Engánchenlas a la carreta, pero encierren sus becerros en un corral.8Pongan el arca del Señor en la carreta, y junto a ella coloquen un cofre con las ratas de oro y los tumores de oro que estarán enviando como ofrenda por la culpa. Después dejen que las vacas vayan por donde quieran. 9Si cruzan la frontera de nuestra tierra y van hacia Bet-semes, sabremos que fue el Señor quien trajo este terrible desastre sobre nosotros. Si no la cruzan, sabremos que no fue la mano de Dios que causó esta plaga; más bien sucedió por pura casualidad.
10Así que llevaron a cabo las instrucciones. Engancharon dos vacas a la carreta y encerraron sus crías en un corral. 11Luego pusieron el arca del Señor en la carreta junto con el cofre que contenía los tumores y las ratas de oro. 12Y efectivamente, las vacas, sin desviarse a ningún lado, siguieron directo por el camino hacia Bet-semes, mugiendo por todo el camino. Los gobernantes filisteos las siguieron hasta los límites de Bet-semes.
13Ahora bien, los habitantes de Bet-semes estaban cosechando trigo en el valle y, cuando vieron el arca, ¡se llenaron de alegría! 14La carreta entró en el campo de un hombre llamado Josué y se detuvo junto a una roca grande. Entonces la gente hizo pedazos la madera de la carreta para leña, mató a las dos vacas y las sacrificó al Señor como ofrenda quemada. 15Varios hombres de la tribu de Leví levantaron de la carreta el arca del Señor y el cofre —que contenía las ratas y los tumores de oro— y los pusieron sobre la roca grande. En ese día el pueblo de Bet-semes ofreció muchos sacrificios y ofrendas quemadas al Señor. 16Los cinco gobernantes filisteos observaron todo esto y luego regresaron a Ecrón ese mismo día.
17Los cinco tumores de oro enviados por los filisteos al Señor, como ofrenda por la culpa, eran regalos de los gobernantes de Asdod, Gaza, Ascalón, Gat y Ecrón. 18Las cinco ratas de oro representaban las cinco ciudades filisteas junto con sus aldeas vecinas, que eran controladas por los cinco gobernantes. La gran roca de Bet-semes, donde colocaron el arca del Señor, todavía está en el campo de Josué como un testimonio de lo que sucedió allí.
Trasladan el arca a Quiriat-jearim
19Pero el Señor mató a setenta hombres de Bet-semes porque miraron dentro del arca del Señor. Y el pueblo hizo gran duelo por lo que el Señor había hecho. 20«¿Quién puede estar en la presencia del Señor, este Dios santo? —clamaron—. ¿Adónde podremos enviar el arca desde aquí?».
21Así que enviaron mensajeros a la gente de Quiriat-jearim y le dijeron: «Los filisteos han devuelto el arca del Señor. ¡Vengan y llévensela!».

1º Samuel 7:1-17

1Entonces los hombres de Quiriat-jearim fueron por el arca del Señor. La llevaron a la casa de Abinadab que estaba en las laderas y comisionaron a su hijo Eleazar para que se encargara de ella. 2El arca permaneció en Quiriat-jearim mucho tiempo: veinte años en total. Durante ese tiempo todos los israelitas se lamentaron porque parecía que el Señor los había abandonado.
Samuel lleva a Israel a la victoria
3Entonces Samuel le dijo a todo el pueblo de Israel: «Si en realidad desean volver al Señor, desháganse de sus dioses ajenos y de las imágenes de Astoret. Tomen la determinación de obedecer solo al Señor; entonces él los rescatará de los filisteos». 4Así que los israelitas se deshicieron de todas sus imágenes de Baal y de Astoret y adoraron únicamente al Señor.
5Después Samuel les dijo: «Reúnan a todo Israel en Mizpa, y yo oraré al Señor por ustedes». 6De manera que se reunieron en Mizpa y, en una gran ceremonia, sacaron agua de un pozo y la derramaron delante del Señor. Asimismo no comieron durante todo el día y confesaron que habían pecado contra el Señor. (Fue en Mizpa donde Samuel se convirtió en juez de Israel).
7Cuando los gobernantes filisteos se enteraron de que Israel se había reunido en Mizpa, movilizaron a su ejército y avanzaron. El miedo invadió a los israelitas cuando supieron que los filisteos se acercaban. 8«¡No dejes de rogarle al Señor nuestro Dios que nos salve de los filisteos!», le suplicaron a Samuel. 9Entonces Samuel tomó un cordero y lo ofreció al Señor como ofrenda quemada entera. Rogó al Señor que ayudara a Israel, y el Señor le contestó.
10Entonces, justo en el momento en que Samuel sacrificaba la ofrenda quemada, llegaron los filisteos para atacar a Israel. Pero ese día el Señor habló con una poderosa voz de trueno desde el cielo y causó tal confusión entre los filisteos, que los israelitas los derrotaron. 11Los hombres de Israel los persiguieron desde Mizpa hasta un lugar abajo de Bet-car, matándolos a lo largo del camino.
12Luego Samuel tomó una piedra grande y la colocó entre las ciudades de Mizpa y Jesana. La llamó Ebenezer (que significa «la piedra de ayuda») porque dijo: «¡Hasta aquí el Señor nos ha ayudado!».
13De modo que los filisteos fueron sometidos y no volvieron a invadir a Israel por algún tiempo. Y durante toda la vida de Samuel la mano poderosa del Señor se levantó contra los filisteos.14Entonces fueron restituidas a Israel las aldeas cercanas a Ecrón y Gat que los filisteos habían tomado, junto con el resto del territorio que habían tomado de Israel. Y en esos días hubo paz entre los israelitas y los amorreos.
15Samuel continuó como juez de Israel por el resto de su vida. 16Cada año hacía un recorrido y estableció su tribunal, primero en Betel, luego en Gilgal y después en Mizpa. Juzgaba al pueblo de Israel en cada uno de estos lugares. 17Luego regresaba a su hogar en Ramá, donde también atendía otros casos. En Ramá, Samuel construyó un altar al Señor.

 

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Juan 6:1-21

Jesús alimenta a cinco mil
1Después Jesús cruzó al otro lado del mar de Galilea, conocido también como el mar de Tiberias. 2Una gran multitud siempre lo seguía a todas partes porque veía las señales milagrosas que hacía cuando sanaba a los enfermos. 3Entonces Jesús subió a una colina y se sentó allí rodeado de sus discípulos. 4(Ya era casi el tiempo de la celebración de la Pascua judía). 5Enseguida Jesús vio que una gran multitud venía a su encuentro. Dirigiéndose a Felipe, le preguntó:
—¿Dónde podemos comprar pan para alimentar a toda esta gente?
6Lo estaba poniendo a prueba, porque Jesús ya sabía lo que iba a hacer.
7Felipe contestó:
—¡Aunque trabajáramos meses enteros, no tendríamos el dinero suficiente para alimentar a toda esta gente!
8Entonces habló Andrés, el hermano de Simón Pedro: 9«Aquí hay un muchachito que tiene cinco panes de cebada y dos pescados. ¿Pero de qué sirven ante esta enorme multitud?».
10Jesús dijo: «Díganles a todos que se sienten». Así que todos se sentaron sobre la hierba, en las laderas. (Solo contando a los hombres sumaban alrededor de cinco mil). 11Luego Jesús tomó los panes, dio gracias a Dios y los distribuyó entre la gente. Después hizo lo mismo con los pescados. Y todos comieron cuanto quisieron. 12Una vez que quedaron satisfechos, Jesús les dijo a sus discípulos: «Ahora junten lo que sobró, para que no se desperdicie nada». 13Entonces ellos juntaron las sobras y llenaron doce canastos con los restos que la multitud había dejado después de comer de los cinco panes de cebada.
14La gente, al ver la señal milagrosa que Jesús había hecho, exclamó: «¡No hay duda de que es el Profeta que esperábamos!». 15Cuando Jesús vio que estaban dispuestos a hacerlo rey a la fuerza, se escabulló hacia las colinas él solo.
Jesús camina sobre el agua
16Al atardecer, los discípulos de Jesús bajaron a la orilla del lago para esperarlo; 17pero al ver que caía la noche y que Jesús aún no había vuelto, subieron a la barca y comenzaron a cruzar el lago rumbo a Capernaúm. 18Poco después, se levantó un viento fuerte sobre ellos y el mar se agitó mucho. 19Habían remado unos cinco o seis kilómetros cuando de pronto vieron a Jesús caminando sobre el agua en dirección a la barca. Estaban aterrados,20pero él exclamó: «No tengan miedo, ¡yo estoy aquí!».21Entonces lo recibieron con entusiasmo en la barca, ¡y enseguida llegaron a su destino!

 

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Salmo 106:13-31

13Sin embargo, ¡qué pronto olvidaron lo que él había hecho!
¡No quisieron esperar su consejo!
14En el desierto dieron rienda suelta a sus deseos,
pusieron a prueba la paciencia de Dios en esa tierra árida y baldía.
15Entonces les dio lo que pedían,
pero al mismo tiempo les envió una plaga.
16La gente del campamento se puso celosa de Moisés
y tuvo envidia de Aarón, el santo sacerdote del Señor.
17Por esa causa la tierra se abrió,
se tragó a Datán
y enterró a Abiram junto con los otros rebeldes.
18Sobre sus seguidores cayó fuego;
una llama consumió a los perversos.
19Los israelitas hicieron un becerro en el monte Sinaí;
se inclinaron ante una imagen hecha de oro.
20Cambiaron a su glorioso Dios
por la estatua de un toro que come hierba.
21Se olvidaron de Dios, su salvador,
quien había realizado tantas grandezas en Egipto:
22obras tan maravillosas en la tierra de Cam,
hechos tan asombrosos en el mar Rojo.
23Por lo tanto, él declaró que los destruiría.
Pero Moisés, su escogido, intervino entre el Señor y los israelitas;
le suplicó que apartara su ira y que no los destruyera.
24El pueblo se negó a entrar en la agradable tierra,
porque no creían la promesa de que Dios los iba a cuidar.
25En cambio, rezongaron en sus carpas
y se negaron a obedecer al Señor.
26Por lo tanto, él juró solemnemente
que los mataría en el desierto,
27que dispersaría a sus descendientes entre las naciones,
y los enviaría a tierras distantes.
28Después nuestros antepasados se unieron para rendir culto a Baal en Peor;
¡hasta comieron sacrificios ofrecidos a los muertos!
29Con todo eso provocaron el enojo del Señor,
entonces se desató una plaga en medio de ellos.
30Pero Finees tuvo el valor de intervenir
y la plaga se detuvo.
31Por eso, desde entonces,
se le considera un hombre justo.

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