10 de Mayo

 

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1 Samuel 8 y 9
Juan 6:22-42
Salmo 106:32-48
Proverbios 10

 

1 Samuel 8

Israel pide un rey
1Cuando Samuel envejeció, nombró a sus hijos como jueces de Israel. 2Joel y Abías, sus hijos mayores, establecieron su corte en Beerseba. 3Pero ellos no eran como su padre, porque codiciaban el dinero; aceptaban sobornos y pervertían la justicia.
4Finalmente, todos los ancianos de Israel se reunieron en Ramá para hablar del asunto con Samuel. 5«Mira, Samuel —le dijeron—, ya eres anciano y tus hijos no son como tú. Danos un rey para que nos juzgue así como lo tienen las demás naciones».
6Samuel se disgustó con esta petición y fue al Señor en busca de orientación.7«Haz todo lo que te digan —le respondió el Señor—, porque es a mí a quien rechazan y no a ti; ya no quieren que yo siga siendo su rey. 8Desde que los saqué de Egipto me han abandonado continuamente y han seguido a otros dioses. Y ahora te tratan a ti de la misma manera. 9Haz lo que te pidan, pero adviérteles seriamente acerca de la manera en que reinará sobre ellos un rey».
Samuel advierte contra tener un rey
10Entonces Samuel transmitió la advertencia del Señor al pueblo que pedía un rey.
11—Esta es la manera en que un rey gobernará sobre ustedes —les dijo—. El rey reclutará en el ejército a los hijos de ustedes y los asignará a los carros de guerra y a sus conductores, y los hará correr delante de sus carros. 12Algunos serán generales y capitanes del ejército, otros serán obligados a arar y a cosechar los cultivos del rey, y otros harán las armas y el equipo para los carros de guerra. 13El rey tomará a las hijas de ustedes y las obligará a cocinar, a hornear y a hacer perfumes para él. 14Les quitará a ustedes lo mejor de sus campos, viñedos y huertos de olivos, y se los dará a sus oficiales. 15Tomará una décima parte de su grano y de sus cosechas de uvas y la repartirá entre sus oficiales y miembros de la corte. 16Les quitará sus esclavos y esclavas, y les exigirá lo mejor de sus ganados y burros para su propio uso. 17Les exigirá la décima parte de sus rebaños, y ustedes serán sus esclavos. 18Cuando llegue ese día, suplicarán ser aliviados de este rey que ahora piden, pero entonces el Señor no los ayudará.
19Sin embargo, el pueblo se negó a escuchar la advertencia de Samuel.
—Aun así, todavía queremos un rey —dijeron ellos—. 20Nuestro deseo es ser como las naciones que nos rodean. El rey nos juzgará y será nuestro líder en las batallas.
21Así que Samuel le repitió al Señor lo que el pueblo dijo, 22y el Señor respondió: «Haz lo que te piden y dales un rey». Entonces Samuel estuvo de acuerdo y los envió a sus casas.

 

1º Samuel 9:1-27

 

Saúl conoce a Samuel
1Había un hombre rico e influyente llamado Cis, de la tribu de Benjamín. Era hijo de Abiel, hijo de Zeror, hijo de Becorat, hijo de Afía, de la tribu de Benjamín. 2Su hijo Saúl era el hombre más apuesto en Israel; era tan alto que los demás apenas le llegaban a los hombros.
3Cierto día, los burros de Cis se extraviaron, y él le dijo a Saúl: «Lleva a un siervo contigo y ve a buscar los burros». 4Así que Saúl tomó a un siervo y anduvo por la zona montañosa de Efraín, por la tierra de Salisa, por el área de Saalim y por toda la tierra de Benjamín, pero no pudieron encontrar los burros por ninguna parte.
5Finalmente, entraron a la región de Zuf y Saúl le dijo a su siervo:
—Volvamos a casa. ¡Es probable que ahora mi padre esté más preocupado por nosotros que por los burros!
6Pero el siervo dijo:
—¡Se me ocurre algo! En esta ciudad vive un hombre de Dios. La gente lo tiene en gran estima porque todo lo que dice se cumple. Vayamos a buscarlo; tal vez pueda decirnos por dónde ir.
7—Pero no tenemos nada que ofrecerle —respondió Saúl—. Hasta nuestra comida se acabó y no tenemos nada para darle.
8—Bueno —dijo el siervo—, tengo una pequeña pieza de plata. ¡Al menos, se la podemos ofrecer al hombre de Dios y ver qué pasa!
9(En esos días, si la gente quería recibir un mensaje de Dios, decía: «Vamos a preguntarle al vidente», porque los profetas solían ser llamados «videntes»).
10—Está bien —aceptó Saúl—, ¡hagamos el intento!
Así que se encaminaron hacia la ciudad donde vivía el hombre de Dios.11Al ir subiendo la colina hacia la ciudad, se encontraron con unas jóvenes que salían a sacar agua. Entonces Saúl y su siervo les preguntaron:
—¿Se encuentra por aquí el vidente?
12—Sí —les contestaron—, sigan por este camino; él está junto a las puertas de la ciudad. Acaba de llegar para participar de un sacrificio público que se realizará arriba, en el lugar de adoración. 13Apúrense para que lo puedan encontrar antes de que suba a comer. Los invitados no comenzarán a comer hasta que él llegue para bendecir los alimentos.
14De modo que llegaron a la ciudad y, mientras entraban por las puertas, Samuel iba saliendo hacia ellos para subir al lugar de adoración.
15Ahora bien, el Señor le había dicho a Samuel el día anterior:16«Mañana a esta hora te enviaré a un hombre de la tierra de Benjamín. Úngelo para que sea el líder de mi pueblo, Israel. Él lo librará de los filisteos, porque desde lo alto he mirado a mi pueblo con misericordia y he oído su clamor».
17Cuando Samuel vio a Saúl, el Señor le dijo: «¡Ese es el hombre del que te hablé! Él gobernará a mi pueblo».
18Justo en ese momento, Saúl se acercó a Samuel a las puertas de la ciudad y le preguntó:
—¿Podría decirme, por favor, dónde está la casa del vidente?
19—¡Yo soy el vidente! —contestó Samuel—. Sube al lugar de adoración delante de mí. Allí comeremos juntos; en la mañana te diré lo que quieres saber y te enviaré de regreso.20Y no te preocupes por esos burros que se perdieron hace tres días, porque ya los encontraron. Además, estoy aquí para decirte que tú y tu familia son el centro de todas las esperanzas de Israel.
21Saúl respondió:
—¡Pero solo soy de la tribu de Benjamín, la más pequeña de Israel, y mi familia es la menos importante de todas las familias de la tribu! ¿Por qué me habla usted de esa manera?
22Luego Samuel llevó a Saúl y a su siervo al comedor y los sentó en la cabecera de la mesa, y así los honró más que a los treinta invitados especiales. 23Después Samuel dio instrucciones al cocinero para que le sirviera a Saúl el mejor corte de carne, la porción que había sido reservada para el invitado de honor. 24El cocinero trajo la carne y la puso frente a Saúl. «Adelante, come —le dijo Samuel—, ¡lo había apartado para ti aun antes de que invitara a los demás!».
Así que ese día Saúl comió con Samuel.25Cuando bajaron del lugar de adoración y regresaron a la ciudad, Samuel llevó a Saúl a la azotea de la casa y allí le preparó una cama. 26Al amanecer del día siguiente, Samuel llamó a Saúl: «¡Levántate! ¡Es hora de que sigas tu viaje!». Así que Saúl se preparó y salió de la casa junto a Samuel. 27Cuando llegaron a las afueras de la ciudad, Samuel le dijo a Saúl que mandara a su siervo que se adelantara. Después de que el siervo se fue, Samuel dijo: «Quédate aquí, porque he recibido un mensaje especial para ti de parte de Dios».

 

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Juan 6:22-42

Jesús, el pan de vida
22Al día siguiente, la multitud que se había quedado en la otra orilla del lago se dio cuenta de que los discípulos habían tomado la única barca y que Jesús no había ido con ellos. 23Varias barcas de Tiberias arribaron cerca del lugar donde el Señor había bendecido el pan y la gente había comido. 24Cuando la multitud vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, subieron a las barcas y cruzaron el lago hasta Capernaúm para ir en busca de Jesús. 25Lo encontraron al otro lado del lago y le preguntaron:
—Rabí,¿cuándo llegaste acá?
26Jesús les contestó:
—Les digo la verdad, ustedes quieren estar conmigo porque les di de comer, no porque hayan entendido las señales milagrosas.27No se preocupen tanto por las cosas que se echan a perder, tal como la comida. Pongan su energía en buscar la vida eterna que puede darles el Hijo del Hombre. Pues Dios Padre me ha dado su sello de aprobación.
28—Nosotros también queremos realizar las obras de Dios —contestaron ellos—. ¿Qué debemos hacer?
29Jesús les dijo:
—La única obra que Dios quiere que hagan es que crean en quien él ha enviado.
30—Si quieres que creamos en ti —le respondieron—, muéstranos una señal milagrosa. ¿Qué puedes hacer? 31Después de todo, ¡nuestros antepasados comieron maná mientras andaban por el desierto! Las Escrituras dicen: “Moisés les dio de comer pan del cielo”.
32Jesús les respondió:
—Les digo la verdad, no fue Moisés quien les dio el pan del cielo, fue mi Padre. Y ahora él les ofrece el verdadero pan del cielo,33pues el verdadero pan de Dios es el que desciende del cielo y da vida al mundo.
34—Señor —le dijeron—, danos ese pan todos los días.
35Jesús les respondió:
—Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca volverá a tener hambre; el que cree en mí no tendrá sed jamás. 36Pero ustedes no han creído en mí, a pesar de que me han visto.37Sin embargo, los que el Padre me ha dado vendrán a mí, y jamás los rechazaré. 38Pues he descendido del cielo para hacer la voluntad de Dios, quien me envió, no para hacer mi propia voluntad. 39Y la voluntad de Dios es que yo no pierda ni a uno solo de todos los que él me dio, sino que los resucite, en el día final. 40Pues la voluntad de mi Padre es que todos los que vean a su Hijo y crean en él tengan vida eterna; y yo los resucitaré en el día final.
41Entonces la gente comenzó a murmurar en desacuerdo, porque él había dicho: «Yo soy el pan que descendió del cielo». 42Ellos se decían: «¿Acaso no es éste Jesús, el hijo de José? Conocemos a su padre y a su madre. ¿Y ahora cómo puede decir: “Yo descendí del cielo”?».

 

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Salmo 106:32-48

32También en Meriba, provocaron el enojo del Señor,
y le causaron serios problemas a Moisés.
33Hicieron que Moisés se enojara
y hablara como un necio.
34Israel no destruyó a las naciones que había en la tierra,
como el Señor le había ordenado.
35En cambio, los israelitas se mezclaron con los paganos
y adoptaron sus malas costumbres.
36Rindieron culto a sus ídolos,
y eso resultó en su ruina.
37Hasta sacrificaron a sus propios hijos
e hijas a los demonios.
38Derramaron sangre inocente,
la sangre de sus hijos e hijas.
Al sacrificarlos a los ídolos de Canaán,
contaminaron la tierra con asesinatos.
39Se contaminaron a sí mismos con sus malas acciones,
y su amor a los ídolos fue adulterio a los ojos del Señor.
40Por eso, el enojo del Señor se encendió contra su pueblo,
y él aborreció a su posesión más preciada.
41Los entregó a las naciones paganas
y quedaron bajo el gobierno de quienes los odiaban.
42Sus enemigos los aplastaron
y los sometieron a su cruel poder.
43Él los rescató una y otra vez,
pero ellos decidieron rebelarse en su contra,
y finalmente su pecado los destruyó.
44Aun así, él sintió compasión por la angustia de ellos
y escuchó sus clamores.
45Recordó el pacto que les había hecho
y desistió a causa de su amor inagotable.
46Hasta hizo que sus captores
los trataran con amabilidad.
47¡Oh Señor nuestro Dios, sálvanos!
Vuelve a reunirnos de entre las naciones,
para que podamos agradecer a tu santo nombre,
alegrarnos y alabarte.
48Alaben al Señor, Dios de Israel,
quien vive desde siempre y para siempre.
Que todo el pueblo diga: «¡Amén!».
¡Alabado sea el Señor!

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