4 de Mayo

 

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Jueces 19 y 20
Juan 3:22 a 4:3
Salmo 104:24-35
Proverbios 4

 

Jueces 19

El levita y su concubina

1En esos días, Israel no tenía rey. Hubo un hombre de la tribu de Leví que vivía en un lugar remoto de la zona montañosa de Efraín. Cierto día se llevó a su casa a una mujer de Belén de Judá, para que fuera su concubina. 2Pero ella se enojó con él y volvió a la casa de su padre, en Belén.Unos cuatro meses después, 3su marido viajó a Belén para hablar personalmente con ella y convencerla de que regresara. Llevó consigo a un siervo y a un par de burros. Cuando llegó a la casa del padre, este lo vio y le dio la bienvenida. 4Le insistió a quedarse por un tiempo, así que pasó allí tres días, comiendo, bebiendo y durmiendo.5Al cuarto día, el hombre se levantó temprano y estaba listo para partir, pero el padre de la mujer le dijo a su yerno: «Come algo antes de irte». 6Así que los dos hombres se sentaron a comer y beber juntos. Luego el padre de la mujer le dijo: «Quédate, por favor, otra noche y diviértete». 7El hombre se levantó para irse, pero su suegro siguió insistiendo en que se quedara, así que al final cedió y pasó allí otra noche.8A la mañana del quinto día, el hombre se levantó temprano nuevamente, listo para partir, pero una vez más el padre de la mujer le dijo: «Come algo; después podrás irte esta tarde». Así que se pasaron otro día de festejo. 9Más tarde, mientras el hombre, su concubina y el siervo se preparaban para marcharse, el suegro le dijo: «Mira, está atardeciendo. Quédate esta noche y diviértete. Mañana podrás levantarte temprano y marcharte».10Pero esta vez, el hombre estaba decidido a irse. Así que tomó a sus dos burros ensillados y a su concubina, y se dirigió a Jebús (es decir, Jerusalén). 11Ya era tarde cuando se acercaron a Jebús, y el siervo le dijo:—Paremos en esta ciudad jebusea y pasemos aquí la noche.12—No —le dijo su amo—, no podemos quedarnos en esta ciudad extranjera donde no hay israelitas. Seguiremos, en cambio, hasta Guibeá. 13Vamos, tratemos de llegar hasta Guibeá o Ramá, y pasaremos la noche en una de esas ciudades.14Así que siguieron adelante. El sol se ponía cuando llegaron a Guibeá, una ciudad situada en Benjamín, 15y se detuvieron allí para pasar la noche. Descansaron en la plaza de la ciudad, pero nadie los invitó a su casa para pasar la noche.16Esa noche un anciano regresaba a su hogar después del trabajo en los campos. Era de la zona montañosa de Efraín, pero vivía en Guibeá, donde la gente era de la tribu de Benjamín. 17Cuando vio a los viajeros sentados en la plaza de la ciudad, les preguntó de dónde venían y hacia dónde iban.18—Regresamos de Belén, en Judá —le contestó el hombre—, y vamos hacia una zona remota de la región montañosa de Efraín, donde yo vivo. Viajé a Belén y ahora voy de regreso a mi hogar. Pero nadie nos ha invitado a su casa para pasar la noche, 19aunque traemos todo lo que necesitamos. Tenemos paja y forraje para nuestros burros, y bastante pan y vino para nosotros.20—Serán bienvenidos en mi casa —les dijo el anciano—. Yo les daré todo lo que pudiera faltarles; pero no se les ocurra pasar la noche en la plaza.21Entonces los llevó a su casa y dio alimento a los burros. Después de lavarse los pies, comieron y bebieron juntos.22Mientras disfrutaban el momento, un grupo de alborotadores de la ciudad rodeó la casa. Comenzaron a golpear la puerta y a gritarle al anciano:—Saca al hombre que se hospeda contigo para que podamos tener sexo con él.23Entonces el anciano salió para hablar con ellos.—No, hermanos míos, no hagan algo tan perverso. Pues este hombre es huésped en mi casa, y semejante acto sería vergonzoso. 24Miren, llévense a mi hija virgen y a la concubina de este hombre. Yo se las sacaré, y ustedes podrán abusar de ellas y hacerles lo que quieran. Pero no cometan semejante vergüenza contra este hombre.25Sin embargo, ellos no le hicieron caso. Entonces el levita tomó a su concubina y la empujó por la puerta. Los hombres de la ciudad abusaron de ella toda la noche, violándola uno por uno hasta la mañana. Finalmente, al amanecer, la soltaron. 26Cuando ya amanecía, la mujer regresó a la casa donde estaba hospedado su esposo y se desplomó en la puerta de la casa, y permaneció allí hasta que hubo luz.27Cuando su esposo abrió la puerta para salir, allí encontró a su concubina, tirada, con las manos en el umbral. 28«¡Levántate, vamos!», le dijo. Pero no hubo respuesta. Entonces subió el cuerpo de la mujer a su burro y se la llevó a su casa.29Cuando llegó a su casa, tomó un cuchillo y cortó el cuerpo de su concubina en doce pedazos. Después envió un pedazo a cada tribu por todo el territorio de Israel.30Todos los que lo veían exclamaban: «En todo este tiempo, desde que Israel salió de Egipto, nunca se había cometido un crimen tan horrible. ¡Pensémoslo bien! ¿Qué vamos a hacer? ¿Quién lo denunciará?».

 

Jueces 20:1-48

Guerra de Israel contra Benjamín

1Entonces todos los israelitas se unieron como un solo hombre, desde Dan, al norte, hasta Beerseba, al sur, incluidos los del otro lado del Jordán, en la tierra de Galaad. Toda la comunidad se reunió en asamblea ante la presencia del Señor en Mizpa. 2Los líderes de todo el pueblo, de todas las tribus de Israel —cuatrocientos mil guerreros armados con espadas—, ocuparon sus puestos en la asamblea del pueblo de Dios. 3(Pronto llegó la noticia a la tierra de Benjamín de que las otras tribus habían subido a Mizpa). Entonces los israelitas preguntaron cómo había sucedido ese crimen tan terrible.4El levita, el esposo de la mujer asesinada, explicó:—Mi concubina y yo nos detuvimos para pasar la noche en Guibeá, una ciudad que pertenece a la tribu de Benjamín. 5Esa noche, algunos de los ciudadanos prominentes de Guibeá rodearon la casa con la intención de matarme, y violaron a mi concubina hasta que quedó muerta. 6Entonces corté su cuerpo en doce pedazos y envié los pedazos por todo el territorio asignado a Israel, porque esos hombres han cometido un crimen terrible y vergonzoso. 7Ahora bien, todos ustedes —la comunidad entera de Israel— tienen que decidir aquí y ahora qué debe hacerse al respecto.8Y todo el pueblo se puso de pie al mismo tiempo y proclamó a una voz:—¡Ninguno de nosotros volverá a su hogar! ¡No, ni una sola persona! 9En cambio, haremos lo siguiente con Guibeá: echaremos suertes para decidir quién la atacará. 10Una décima parte de los hombres de cada tribu se encargará de abastecer a los guerreros con provisiones; los demás nos vengaremos de Guibeá, en Benjamín, por la infamia que sus hombres han cometido en Israel.11Así que los israelitas estaban en total unanimidad, y se juntaron para atacar la ciudad.12Los israelitas enviaron mensajeros a la tribu de Benjamín, diciendo: «¡Qué acto tan terrible se ha cometido en medio de ustedes! 13Entréguennos a esos hombres malvados, a esos perturbadores de Guibeá, para que los ejecutemos y así purifiquemos a Israel de semejante maldad».Pero los de Benjamín no quisieron escuchar. 14En cambio, salieron de sus ciudades y se juntaron en Guibeá para pelear contra los israelitas. 15En total, de toda la tribu de Benjamín, llegaron a Guibeá veintiséis mil guerreros armados con espadas, los cuales se sumaron a los setecientos guerreros selectos que vivían allí. 16Entre las tropas selectas de Benjamín había setecientos hombres zurdos, capaces de tirar una piedra con la honda y acertar en un cabello sin errar el blanco. 17Israel, a su vez, tenía cuatrocientos mil soldados con experiencia en la guerra, armados con espadas, sin contar a los guerreros de Benjamín.18Antes de la batalla, los israelitas fueron a Betel y le preguntaron a Dios:—¿Cuál de las tribus debe ser la primera en atacar a la gente de Benjamín?El Señor contestó:—Judá debe ir primero.19Entonces los israelitas salieron temprano a la mañana siguiente y acamparon cerca de Guibeá. 20Después avanzaron hacia Guibeá para atacar a los hombres de Benjamín. 21Pero los guerreros de Benjamín, que estaban defendiendo la ciudad, salieron y mataron ese día a veintidós mil israelitas en el campo de batalla.22Sin embargo, los israelitas se animaron unos a otros y otra vez tomaron sus posiciones en el mismo lugar donde habían luchado el día anterior. 23Pues habían subido a Betel y habían llorado en presencia del Señor hasta la noche. Le habían preguntado al Señor:—¿Debemos salir nuevamente a pelear contra nuestros parientes de Benjamín?Y el Señor había dicho:—Salgan a pelear contra ellos.24Así que, al día siguiente, volvieron a pelear contra los hombres de Benjamín, 25pero los hombres de Benjamín mataron a otros dieciocho mil israelitas, todos ellos expertos en el uso de la espada.26Entonces todos los israelitas subieron a Betel y lloraron en presencia del Señor, y ayunaron hasta la noche. También le llevaron al Señor ofrendas quemadas y ofrendas de paz. 27Los israelitas fueron a buscar dirección del Señor. (En esos días el arca del pacto de Dios estaba en Betel, 28y el sacerdote era Finees, hijo de Eleazar y nieto de Aarón). Los israelitas le preguntaron al Señor:—¿Debemos volver a pelear contra nuestros parientes de Benjamín o debemos detenernos?El Señor dijo:—¡Vayan! Mañana se los entregaré.29Entonces los israelitas armaron una emboscada alrededor de Guibeá. 30Salieron al tercer día, y tomaron sus posiciones en los mismos lugares que antes. 31Cuando los hombres de Benjamín salieron a atacar, fueron alejados de la ciudad. Y tal como habían hecho antes, comenzaron a matar a los israelitas. Unos treinta israelitas murieron en campo abierto y por los dos caminos, uno que lleva a Betel, y el otro que lleva de vuelta a Guibeá.32Entonces los guerreros de Benjamín gritaron: «¡Los estamos derrotando igual que antes!»; pero los israelitas habían planeado huir de antemano, para que los hombres de Benjamín salieran a perseguirlos por los caminos y quedaran alejados de la ciudad. 33Cuando los guerreros israelitas llegaron a Baal-tamar, se dieron vuelta y tomaron sus posiciones de batalla. Mientras tanto, los israelitas que estaban escondidos en emboscada al occidente de Guibeá salieron de repente a pelear. 34Sumaban diez mil los guerreros israelitas selectos que avanzaron contra Guibeá. El enfrentamiento fue tan intenso, que Benjamín no se dio cuenta del desastre que se avecinaba. 35Y el Señor ayudó a Israel a derrotar a Benjamín, y ese día los israelitas mataron a veinticinco mil cien guerreros de Benjamín, todos expertos en el manejo de la espada. 36Entonces los hombres de Benjamín se dieron cuenta de que estaban vencidos.Los israelitas habían retrocedido frente a los guerreros de Benjamín para que los que estaban escondidos en emboscada tuvieran más terreno para maniobrar contra Guibeá. 37Entonces los que estaban escondidos en los alrededores se lanzaron contra la ciudad y mataron a todos los habitantes. 38Habían acordado hacer una gran columna de humo desde la ciudad como señal. 39Cuando los israelitas vieron el humo, se dieron vuelta y atacaron a los guerreros de Benjamín.Para entonces, los guerreros de Benjamín habían matado a unos treinta israelitas y gritaban: «¡Los estamos derrotando como en la primera batalla!». 40Pero cuando los guerreros de Benjamín miraron hacia atrás y vieron el humo que se elevaba al cielo desde todos los rincones de la ciudad, 41los hombres de Israel giraron y los atacaron. En ese instante, los hombres de Benjamín se aterrorizaron, porque se dieron cuenta de que se les venía el desastre encima. 42Así que dieron media vuelta y huyeron frente a los israelitas hacia el desierto. Pero no pudieron escapar de la batalla, y la gente que salió de las ciudades cercanas también pereció. 43Los israelitas cercaron a los hombres de Benjamín y los persiguieron sin tregua, hasta que por fin los alcanzaron al oriente de Guibeá. 44Ese día murieron en batalla dieciocho mil de los guerreros más fuertes de Benjamín. 45Los sobrevivientes huyeron al desierto, hacia la roca de Rimón, pero Israel mató a cinco mil de ellos a lo largo del camino. Los israelitas continuaron persiguiéndolos hasta que mataron a otros dos mil cerca de Guidom.46Ese día la tribu de Benjamín perdió veinticinco mil guerreros fuertes armados con espada, 47y quedaron solo seiscientos hombres, quienes escaparon a la roca de Rimón, donde vivieron durante cuatro meses. 48Entonces los israelitas regresaron al territorio de Benjamín y en todas las ciudades masacraron a todo ser viviente: a la gente, a los animales y a todo lo que encontraron. También quemaron por completo todas las ciudades por las que pasaron

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Juan 3:22 a 4:3

Juan el Bautista exalta a Jesús
22Luego Jesús y sus discípulos salieron de Jerusalén y se fueron al campo de Judea. Jesús pasó un tiempo allí con ellos, bautizando a la gente.
23En ese tiempo, Juan el Bautista bautizaba en Enón, cerca de Salim, porque allí había mucha agua; y la gente iba a él para ser bautizada.24(Eso ocurrió antes de que metieran a Juan en la cárcel).25Surgió un debate entre los discípulos de Juan y cierto judío acerca de la purificación ceremonial. 26Entonces los discípulos de Juan fueron a decirle:
—Rabí, el hombre que estaba contigo al otro lado del río Jordán, a quien identificaste como el Mesías, también está bautizando a la gente. Y todos van a él en lugar de venir a nosotros.
27Juan respondió:
—Nadie puede recibir nada a menos que Dios se lo conceda desde el cielo. 28Ustedes saben que les dije claramente: “Yo no soy el Mesías; estoy aquí sólo para prepararle el camino a él”. 29Es el novio quien se casa con la novia, y el amigo del novio simplemente se alegra de poder estar al lado del novio y oír sus votos. Por lo tanto, oír que él tiene éxito me llena de alegría. 30Él debe tener cada vez más importancia y yo, menos.
31»Él vino de lo alto y es superior a cualquier otro. Nosotros somos de la tierra y hablamos de cosas terrenales, pero él vino del cielo y es superior a todos.32Él da testimonio de lo que ha visto y oído, ¡pero qué pocos creen en lo que les dice! 33Todo el que acepta su testimonio puede confirmar que Dios es veraz. 34Pues él es enviado por Dios y habla las palabras de Dios, porque Dios le da el Espíritu sin límites. 35El Padre ama a su Hijo y ha puesto todo en sus manos. 36Los que creen en el Hijo de Dios tienen vida eterna. Los que no obedecen al Hijo nunca tendrán vida eterna, sino que permanecen bajo la ira del juicio de Dios.

Juan 4:1-3

Jesús y la mujer samaritana
1Jesús sabía que los fariseos se habían enterado de que él hacía y bautizaba más discípulos que Juan 2(aunque no era Jesús mismo quien los bautizaba sino sus discípulos).3Así que se fue de Judea y volvió a Galilea.

 

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Salmo 104:24-35

24Oh Señor, ¡cuánta variedad de cosas has creado!
Las hiciste todas con tu sabiduría;
la tierra está repleta de tus criaturas.
25Allí está el océano, ancho e inmenso,
rebosando de toda clase de vida,
especies tanto grandes como pequeñas.
26Miren los barcos que pasan navegando,
y al Leviatán, al cual hiciste para que juegue en el mar.
27Todos dependen de ti
para recibir el alimento según su necesidad.
28Cuando tú lo provees, ellos lo recogen.
Abres tu mano para alimentarlos,
y quedan sumamente satisfechos.
29Pero si te alejas de ellos, se llenan de pánico.
Cuando les quitas el aliento,
mueren y vuelven otra vez al polvo.
30Cuando les das tu aliento, se genera la vida
y renuevas la faz de la tierra.
31¡Que la gloria del Señor continúe para siempre!
¡El Señor se deleita en todo lo que ha creado!
32La tierra tiembla ante su mirada;
las montañas humean cuando él las toca.
33Cantaré al Señor mientras viva.
¡Alabaré a mi Dios hasta mi último suspiro!
34Que todos mis pensamientos le agraden,
porque me alegro en el Señor.
35Que todos los pecadores desaparezcan de la faz de la tierra;
que dejen de existir para siempre los perversos.
Que todo lo que soy alabe al Señor.
¡Alabado sea el Señor!

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