24 de Abril

 

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Jueces 2:10 al 3:31
Lucas 22:14-34
Salmo 92 y 93
Proverbios 24

 

Jueces 2:10...

Israel desobedece al SEÑOR
10Después de que murieron todos los de esa generación, creció otra que no conocía al Señor ni recordaba las cosas poderosas que él había hecho por Israel.
11Los israelitas hicieron lo malo a los ojos del Señor y sirvieron a las imágenes de Baal. 12Abandonaron al Señor, Dios de sus antepasados, quien los había sacado de Egipto. Siguieron y rindieron culto a otros dioses —los dioses de los pueblos vecinos— y así provocaron el enojo del Señor.13Abandonaron al Señor para servir a Baal y a las imágenes de Astoret, 14lo cual hizo que el Señor ardiera de enojo contra Israel y que los entregara en manos de saqueadores, quienes les robaron sus posesiones. Los vendió a los enemigos que tenían a su alrededor, y ya no podían vencerlos. 15Cada vez que los israelitas salían a la batalla, el Señor peleaba en contra de ellos e hizo que sus enemigos los derrotaran, tal como él les había advertido. Y el pueblo estaba muy angustiado.
El SEÑOR rescata a su pueblo
16Entonces el Señor levantó jueces para rescatar a los israelitas de la mano de sus agresores. 17Sin embargo, Israel no hizo caso a los jueces, sino que se prostituyó rindiendo culto a otros dioses. ¡Qué pronto se apartaron del camino de sus antepasados, los cuales habían obedecido los mandatos del Señor!
18Cada vez que el Señorlevantaba un juez sobre Israel, él estaba con ese juez y rescataba al pueblo de sus enemigos durante toda la vida del juez. Pues el Señor tenía compasión de su pueblo, que estaba sobrecargado de opresión y sufrimiento. 19Pero al morir el juez, la gente no solo volvía a sus prácticas corruptas, sino que se comportaba peor que sus antepasados. Seguía a otros dioses: los servía y les rendía culto. Además se negaba a abandonar sus prácticas malvadas y sus tercos caminos.
20Por eso el Señor ardió de enojo contra Israel y dijo: «Ya que este pueblo ha violado mi pacto que hice con sus antepasados y no ha hecho caso a mis mandatos, 21ya no expulsaré a las naciones que Josué dejó sin conquistar cuando murió.22Lo hice para poner a prueba a Israel: para ver si seguiría o no los caminos del Señor, como lo hicieron sus antepasados». 23Por esa razón el Señor dejó esas naciones donde estaban. No las expulsó de inmediato, ni permitió que Josué las conquistara a todas.
 

Jueces 3:1-31

Las naciones que quedaron en Canaán
1El Señor dejó a ciertas naciones en la tierra para poner a prueba a los israelitas que no habían conocido las guerras de Canaán. 2Lo hizo para enseñar a pelear en la guerra a las generaciones de israelitas que no tenían experiencia en el campo de batalla. 3Estas son las naciones: los filisteos (que vivían bajo el dominio de los cinco gobernantes filisteos), todos los cananeos, los sidonios, y los heveos que vivían en las montañas del Líbano, desde el monte Baal-hermón hasta Lebo-hamat. 4El Señor dejó a estos pueblos con el fin de poner a prueba a los israelitas para ver si obedecían los mandatos que el Señor había dado a sus antepasados por medio de Moisés.
5Así que los israelitas vivieron entre los cananeos, los hititas, los amorreos, los ferezeos, los heveos y los jebuseos, 6y se unieron en matrimonio con ellos: los hijos de los israelitas se casaron con las hijas de esos pueblos, y las hijas de los israelitas fueron dadas en matrimonio a sus hijos. Y los israelitas sirvieron a los dioses de esas naciones.
Otoniel, juez de Israel
7Los israelitas hicieron lo malo a los ojos del Señor. Se olvidaron del Señor su Dios y sirvieron a las imágenes de Baal y a los postes dedicados a la diosa Asera. 8Entonces el Señor ardió de enojo contra Israel y lo entregó en manos de Cusán-risataim, rey de Aram-naharaim. Y los israelitas sirvieron a Cusán-risataim durante ocho años.
9Pero cuando el pueblo de Israel clamó al Señor por ayuda, el Señor levantó a un libertador para salvarlos. Se llamaba Otoniel, hijo de Cenaz, un hermano menor de Caleb. 10El Espíritu del Señor vino sobre él, y comenzó a ser juez de Israel. Entró en guerra contra Cusán-risataim, rey de Aram, y el Señor le dio la victoria sobre él. 11Y hubo paz en la tierra durante cuarenta años. Luego murió Otoniel, hijo de Cenaz.
Aod, juez de Israel
12De nuevo los israelitas hicieron lo malo a los ojos del Señor y, por la maldad de ellos, el Señor le dio dominio sobre Israel al rey Eglón, de Moab. 13Eglón se alió con los amonitas y los amalecitas y salió a pelear, derrotó a Israel y tomó posesión de Jericó, la ciudad de las palmeras.14Entonces los israelitas sirvieron a Eglón, rey de Moab, durante dieciocho años.
15Sin embargo, cuando el pueblo de Israel clamó al Señor por ayuda, el Señor nuevamente levantó a un libertador para salvarlos. Se llamaba Aod, hijo de Gera, quien era un hombre zurdo, de la tribu de Benjamín. Los israelitas enviaron a Aod a entregar el dinero del tributo al rey Eglón, de Moab. 16Así que Aod hizo una daga de dos filos, de unos treinta centímetros de largo, la ató a su muslo derecho y la escondió debajo de la ropa.17Luego le llevó el dinero del tributo a Eglón, quien era muy gordo.
18Después de entregar el pago, Aod emprendió el regreso junto con los que le habían ayudado a llevar el tributo. 19Pero cuando Aod llegó a donde estaban los ídolos de piedra, cerca de Gilgal, se regresó. Se presentó ante Eglón y le dijo: «Tengo un mensaje secreto para usted». Entonces el rey les ordenó a sus sirvientes que se callaran y que todos salieran de la habitación.
20Así que Aod se acercó a Eglón, quien estaba sentado solo en una habitación fresca de la planta alta, y le dijo: «¡Tengo un mensaje de Dios para usted!». Cuando el rey Eglón se levantó de su asiento, 21Aod sacó con la mano izquierda la daga que tenía atada al muslo derecho y se la clavó al rey en el vientre. 22La daga entró tan profundo, que la empuñadura se hundió bajo la gordura del rey. Así que Aod no sacó la daga, y al rey se le vaciaron los intestinos.23Entonces Aod cerró las puertas de la habitación, les puso llave y escapó por la letrina.
24Aod ya se había ido cuando los sirvientes del rey regresaron y encontraron cerradas las puertas de la habitación de la planta alta. Pensaron que tal vez el rey estaba usando la letrina dentro del cuarto, 25así que esperaron. Pero al ver que el rey tardaba mucho en salir, se preocuparon y buscaron una llave. Cuando abrieron las puertas, encontraron a su amo muerto en el suelo.
26Mientras los sirvientes esperaban, Aod escapó y pasó por los ídolos de piedra rumbo a Seirat.27Cuando llegó a la zona montañosa de Efraín, llamó a tomar las armas. Después encabezó un grupo de israelitas colina abajo.
28«Síganme —les dijo—, porque el Señor les ha dado la victoria sobre Moab, su enemigo». Así que los israelitas lo siguieron y tomaron control de los vados del río Jordán que cruzan hacia Moab, y no dejaron que nadie pasara.
29Atacaron a los moabitas y mataron a unos diez mil de sus guerreros más fuertes y robustos; no escapó ni uno de ellos. 30Así que Israel conquistó a Moab en aquel día, y hubo paz en la tierra durante ochenta años.
Samgar, juez de Israel
31Después de Aod fue Samgar, hijo de Anat, quien rescató a Israel. En una ocasión mató a seiscientos filisteos con una aguijada para bueyes.

 

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Lucas 22:14-34

14Cuando llegó la hora, Jesús y los apóstoles se sentaron juntos a la mesa.15Jesús dijo: «He tenido muchos deseos de comer esta Pascua con ustedes antes de que comiencen mis sufrimientos. 16Pues ahora les digo que no volveré a comerla hasta que su significado se cumpla en el reino de Dios».
17Luego tomó en sus manos una copa de vino y le dio gracias a Dios por ella. Entonces dijo: «Tomen esto y repártanlo entre ustedes. 18Pues no volveré a beber vino hasta que venga el reino de Dios».
19Tomó un poco de pan y dio gracias a Dios por él. Luego lo partió en trozos, lo dio a sus discípulos y dijo: «Esto es mi cuerpo, el cual es entregado por ustedes. Hagan esto en memoria de mí».
20Después de la cena, tomó en sus manos otra copa de vino y dijo: «Esta copa es el nuevo pacto entre Dios y su pueblo, un acuerdo confirmado con mi sangre, la cual es derramada como sacrificio por ustedes.
21»Pero aquí en esta mesa, sentado entre nosotros como un amigo, está el hombre que me traicionará. 22Pues está establecido que el Hijo del Hombre tiene que morir. ¡Pero qué aflicción le espera a aquel que lo traiciona!». 23Los discípulos comenzaron a preguntarse unos a otros quién sería capaz de hacer semejante cosa.
24Después comenzaron a discutir quién sería el más importante entre ellos. 25Jesús les dijo: «En este mundo, los reyes y los grandes hombres tratan a su pueblo con prepotencia; sin embargo, son llamados “amigos del pueblo”. 26Pero entre ustedes será diferente. El más importante de ustedes deberá tomar el puesto más bajo, y el líder debe ser como un sirviente.27¿Quién es más importante: el que se sienta a la mesa o el que la sirve? El que se sienta a la mesa, por supuesto. ¡Pero en este caso no!, pues yo estoy entre ustedes como uno que sirve.
28»Ustedes han estado conmigo durante mis tiempos de prueba. 29Así como mi Padre me concedió un reino, yo ahora les concedo el derecho 30de comer y beber a mi mesa en mi reino, y se sentarán sobre tronos y juzgarán a las doce tribus de Israel.
Jesús predice la negación de Pedro
31»Simón, Simón, Satanás ha pedido zarandear a cada uno de ustedes como si fueran trigo; 32pero yo he rogado en oración por ti, Simón, para que tu fe no falle, de modo que cuando te arrepientas y vuelvas a mí fortalezcas a tus hermanos».
33Pedro dijo:
—Señor, estoy dispuesto a ir a prisión contigo y aun a morir contigo.
34Jesús le respondió:
—Pedro, déjame decirte algo. Mañana por la mañana, antes de que cante el gallo, negarás tres veces que me conoces.

 

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Salmo 92

Salmo. Cántico para entonar el día de descanso.
1Es bueno dar gracias al Señor,
cantar alabanzas al Altísimo.
2Es bueno proclamar por la mañana tu amor inagotable
y por la noche tu fidelidad,
3al son del arpa de diez cuerdas
y de la melodía de la lira.
4Todo lo que has hecho por mí, Señor, ¡me emociona!
Canto de alegría por todo lo que has hecho.
5¡Oh Señor, qué grandes son tus obras!
Y qué profundos son tus pensamientos.
6Sólo un simplón no sabría
y un necio no entendería que
7aunque los malvados broten como maleza
y los malhechores florezcan,
serán destruidos para siempre.
8Tú, oh Señor, para siempre serás exaltado.
9Tus enemigos, Señor, sin duda perecerán;
todos los malhechores quedarán esparcidos.
10Pero tú me has hecho fuerte como un buey salvaje;
me has ungido con el mejor aceite.
11Mis ojos vieron la caída de mis enemigos;
mis oídos escucharon la derrota de mis perversos oponentes.
12Pero los justos florecerán como palmeras
y se harán fuertes como los cedros del Líbano;
13trasplantados a la casa del Señor,
florecen en los atrios de nuestro Dios.
14Incluso en la vejez aún producirán fruto,
seguirán verdes y llenos de vitalidad.
15Declararán: «¡El Señor es justo!
¡Es mi roca!
¡No existe maldad en él!».

 

Salmo 93

1¡El Señor es rey! Se viste de majestad.
Ciertamente el Señor se viste de majestad y está armado con fuerza.
El mundo permanece firme
y no puede ser sacudido.
2Tu trono, oh Señor, permanece desde tiempos inmemoriales;
tú mismo existes desde el pasado eterno.
3Las aguas crecieron, oh Señor.
Los diluvios han rugido como truenos;
las inundaciones elevaron sus impetuosas olas.
4Pero más poderoso que el estruendo de los mares enfurecidos,
más potente que las rompientes olas en la orilla;
el Señor, quien está en lo alto, es más poderoso que estos.
5Tus leyes soberanas no pueden ser modificadas;
tu reino, oh Señor, es santo por siempre y para siempre.

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