22 de Abril

 

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Josué 24
Lucas 21:1-28
Salmo 89:38-52
Proverbios 22

 

Josué 24

El pacto del SEÑOR es renovado
1Entonces Josué convocó a todas las tribus de Israel en Siquem, junto con los ancianos, los líderes, los jueces y los oficiales. Así que todos se reunieron y se presentaron ante Dios.
2Josué le dijo al pueblo:
—Esto dice el Señor, Dios de Israel: Hace mucho, tus antepasados, entre ellos Taré, el padre de Abraham y Nacor, vivían del otro lado del río Éufrates y rindieron culto a otros dioses. 3Pero yo tomé a tu antepasado Abraham de la tierra que está al otro lado del Éufrates y lo guié a la tierra de Canaán. Le di muchos descendientes por medio de su hijo Isaac. 4A Isaac, le di a Jacob y a Esaú. A Esaú le di las montañas de Seir, mientras que Jacob y sus hijos descendieron a Egipto.
5»Luego envié a Moisés y a Aarón, y mandé plagas espantosas sobre Egipto; y después te saqué de allí como un pueblo libre. 6Pero cuando tus antepasados llegaron al mar Rojo,los egipcios te persiguieron con sus carros de guerra y sus jinetes. 7Cuando tus antepasados clamaron al Señor, puse oscuridad entre ti y los egipcios. Hice que el mar cayera sobre los egipcios y los ahogara. Con tus propios ojos viste lo que hice. Luego viviste muchos años en el desierto.
8»Finalmente, te llevé a la tierra de los amorreos, al oriente del Jordán. Ellos pelearon contra ti, pero yo los destruí delante de tus ojos. Te di la victoria sobre ellos, y tomaste posesión de su tierra. 9Después Balac, hijo de Zipor, rey de Moab, empezó una guerra contra Israel. Llamó a Balaam, hijo de Beor, para que te maldijera, 10pero yo no lo quise escuchar. En cambio, hice que Balaam te bendijera y entonces te rescaté de Balac.
11»Cuando cruzaste el río Jordán y llegaste a Jericó, los hombres de Jericó pelearon contra ti, como lo hicieron los amorreos, los ferezeos, los cananeos, los hititas, los gergeseos, los heveos y los jebuseos. Pero yo te di la victoria sobre ellos. 12Y envié terror antes de que llegaras, para expulsar a los dos reyes amorreos. No fueron tus espadas ni tus arcos los que te dieron la victoria. 13Yo te di tierra que no habías trabajado y ciudades que no construiste, en las cuales vives ahora. Te di viñedos y huertos de olivos como alimento, aunque tú no los plantaste.
14»Por lo tanto, teme al Señor y sírvelo con todo el corazón. Echa fuera para siempre los ídolos que tus antepasados adoraron cuando vivían del otro lado del río Éufrates y en Egipto. Sirve sólo al Señor. 15Pero si te niegas a servir al Señor, elige hoy mismo a quién servirás. ¿Acaso optarás por los dioses que tus antepasados sirvieron del otro lado del Éufrates? ¿O preferirás a los dioses de los amorreos, en cuya tierra ahora vives? Pero en cuanto a mí y a mi familia, nosotros serviremos al Señor.
16El pueblo respondió:
—Nosotros jamás abandonaríamos al Señor ni serviríamos a otros dioses.17Pues el Señor nuestro Dios es el que nos rescató a nosotros y a nuestros antepasados de la esclavitud en la tierra de Egipto. Él hizo milagros poderosos ante nuestros propios ojos. Cuando andábamos por el desierto, rodeados de enemigos, él nos protegió. 18Fue el Señor quien expulsó a los amorreos y a las otras naciones que vivían aquí, en esta tierra. Por lo tanto, nosotros también serviremos al Señor, porque solo él es nuestro Dios.
19Entonces Josué advirtió a los israelitas:
—Ustedes no son capaces de servir al Señor, porque él es Dios santo y celoso. No les perdonará su rebelión ni sus pecados.20Si abandonan al Señor y sirven a otros dioses, él se pondrá en contra de ustedes y los destruirá, aunque les haya hecho tanto bien en el pasado.
21Pero los israelitas respondieron a Josué:
—¡Eso no! Nosotros serviremos al Señor.
22—Ustedes son testigos de su propia decisión —les dijo Josué—. Hoy han elegido servir al Señor.
—Claro que sí —respondieron—, somos testigos de lo que dijimos.
23—Muy bien —dijo Josué—, entonces destruyan los ídolos que tienen entre ustedes y entréguenle el corazón al Señor, Dios de Israel.
24Entonces los israelitas le dijeron a Josué:
—Serviremos al Señor nuestro Dios. Lo obedeceremos solo a él.
25Entonces, ese día en Siquem, Josué hizo un pacto con ellos, el cual los comprometía a seguir los decretos y las ordenanzas del Señor. 26Josué escribió todas esas cosas en el libro de instrucción de Dios. Como recordatorio del acuerdo, tomó una piedra enorme y la llevó rodando hasta debajo del árbol de terebinto que estaba junto al tabernáculo del Señor.
27Josué le dijo a todo el pueblo:
—Esta piedra escuchó todo lo que el Señornos dijo. Será un testigo en contra de ustedes si no cumplen lo que le prometieron a Dios.
28Después Josué mandó que todo israelita regresara a su tierra, cada uno a su hogar.
Líderes enterrados en la Tierra Prometida
29Después de eso, Josué, hijo de Nun y siervo del Señor, murió a los ciento diez años de edad. 30Lo enterraron en Timnat-sera, tierra que se le había asignado en la zona montañosa de Efraín, al norte del monte Gaas.
31El pueblo de Israel sirvió al Señor durante toda la vida de Josué y de los ancianos que murieron después de él, los cuales habían vivido en persona todo lo que el Señor había hecho por Israel.
32Los huesos de José —los cuales los israelitas llevaron consigo cuando salieron de Egipto— fueron enterrados en Siquem, en la porción de tierra que Jacob le había comprado a los hijos de Hamor por cien piezas de plata. Esa tierra estaba situada en el territorio asignado a los descendientes de José.
33Murió también Eleazar, hijo de Aarón. Fue enterrado en la zona montañosa de Efraín, en la ciudad de Guibeá, la cual se le había entregado a su hijo Finees.

 

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Lucas 21:1-28

La ofrenda de la viuda
1Mientras Jesús estaba en el templo, observó a los ricos que depositaban sus ofrendas en la caja de las ofrendas.2Luego pasó una viuda pobre y echó dos monedas pequeñas.
3«Les digo la verdad —dijo Jesús—, esta viuda pobre ha dado más que todos los demás. 4Pues ellos dieron una mínima parte de lo que les sobraba, pero ella, con lo pobre que es, dio todo lo que tenía».
Jesús predice eventos futuros
5Algunos de sus discípulos comenzaron a hablar acerca del majestuoso trabajo hecho en piedra del templo, y de las decoraciones conmemorativas que adornaban las paredes. Pero Jesús les dijo: 6«Viene el tiempo cuando todo esto será demolido por completo. ¡No quedará ni una sola piedra sobre otra!».
7—Maestro —le preguntaron—, ¿cuándo sucederá todo eso? ¿Qué señal nos indicará que esas cosas están por ocurrir?
8Él les contestó:
—No dejen que nadie los engañe, porque muchos vendrán en mi nombre y afirmarán: “Yo soy el Mesías” y dirán: “El tiempo ha llegado”; pero no les crean. 9Cuando oigan de guerras y de levantamientos, no se dejen llevar por el pánico. Es verdad, esas cosas deben suceder primero, pero el fin no vendrá inmediatamente después.
10Luego agregó:
—Una nación entrará en guerra con otra, y un reino con otro reino.11Habrá grandes terremotos, hambres y plagas en muchos países, y sucederán cosas aterradoras y grandes señales milagrosas del cielo.
12»Pero antes de que ocurra todo eso, habrá un tiempo de gran persecución. Los arrastrarán a las sinagogas y a las prisiones, y serán sometidos a juicio ante reyes y gobernantes, todo por ser mis seguidores; 13pero esa será una oportunidad para que ustedes les hablen de mí. 14Así que no se preocupen de antemano por cómo contestarán los cargos en su contra,15porque yo les daré las palabras apropiadas y tal sabiduría que ninguno de sus adversarios podrá responderles o refutarlos. 16Aun sus seres más cercanos —padres, hermanos, familiares y amigos— los traicionarán. Incluso a algunos de ustedes los matarán. 17Todos los odiarán por ser mis seguidores, 18pero ni un solo cabello de su cabeza perecerá. 19Al mantenerse firmes, ganarán su alma.
20»Cuando vean a Jerusalén rodeada de ejércitos, entonces sabrán que ha llegado el tiempo de su destrucción. 21Entonces los que estén en Judea huyan a las colinas. Los que estén en Jerusalén deben salir, y los que estén en el campo no deben volver a la ciudad.22Pues serán días de la venganza de Dios, y las palabras proféticas de las Escrituras se cumplirán. 23¡Qué terribles serán esos días para las mujeres embarazadas y para las madres que amamantan! Pues habrá desastre en la tierra y gran enojo contra este pueblo. 24Los matarán a espada o serán enviados cautivos a todas las naciones del mundo. Y Jerusalén será pisoteada por los gentiles hasta que el tiempo de los gentiles llegue a su fin.
25»Y habrá señales extrañas en el sol, en la luna y en las estrellas. Y aquí en la tierra, las naciones del mundo estarán en caos, perplejas por los mares rugientes y las mareas extrañas. 26La gente quedará aterrada de lo que verá venir sobre la tierra, porque los poderes de los cielos serán sacudidos. 27Entonces todos verán al Hijo del Hombre venir en una nube con poder y gran gloria. 28Por lo tanto, cuando todas estas cosas comiencen a suceder, pónganse de pie y levanten la mirada, ¡porque la salvación está cerca!

 

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Salmo 89:38-52

38Pero ahora lo has rechazado y desechado

y estás enojado con tu rey ungido.

39Has renunciado al pacto que hiciste con él;

arrojaste su corona al polvo.

40Derribaste las murallas que lo protegían

y destruiste cada fuerte que lo defendía.

41Todos los que pasan por allí le han robado,

y se ha convertido en la burla de sus vecinos.

42Has fortalecido a sus enemigos

e hiciste que se alegraran.

43Has hecho inservible su espada

y te negaste a ayudarlo en la batalla.

44Pusiste fin a su esplendor

y derrocaste su trono.

45Lo has hecho envejecer antes de tiempo

y lo deshonraste en público.

Interludio

46Oh Señor, ¿hasta cuándo seguirá esto?

¿Te esconderás para siempre?

¿Hasta cuándo arderá tu ira como el fuego?

47Recuerda lo breve que es mi vida,

¡qué vacía e inútil es la existencia humana!

48Nadie puede vivir para siempre; todos morirán;

nadie puede escapar del poder de la tumba.

Interludio

49Señor, ¿dónde está tu amor inagotable?

Le diste tu palabra a David mediante una promesa fiel.

50¡Considera, Señor, cómo pasan vergüenza tus siervos!

Llevo en mi corazón los insultos de mucha gente.

51Tus enemigos se han burlado de mí, oh Señor;

se mofan de tu rey ungido por dondequiera que va.

52¡Alaben al Señor para siempre!

¡Amén y amén!

 

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