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En el Salmo 107, el salmista enumera cuatro zonas de las que somos
redimidos y por las cuales debemos alabar al Señor.
El primer grupo
de los redimidos eran los que estaban vagando por el desierto sin
nada que comer (vv. 4-5). Pero cuando clamaron al Señor, Él "los
rescató de su aflicción" (v. 6). Como nuestro proveedor, el Señor
satisface nuestra hambre y sed, tanto espiritual como físicamente.
¡Alabado sea el Señor por su provisión!
El segundo grupo de los redimidos eran los que estaban en esclavitud
emocional o física (v. 10). Pero cuando clamaron al Señor, Él "los
sacó de la oscuridad y de la profunda penumbra; les rompió las
cadenas." (v. 14). Él es nuestro Libertador, el que puede liberarnos
de la oscuridad, la tristeza y la depresión y romper nuestras
cadenas de esclavitud. ¡Alabado sea el Señor por su liberación!
El tercer grupo eran los enfermos y afligidos que ya no podían
comer (vs. 17-18). También ellos clamaron al Señor, y "Envió su
palabra y los sanó; los arrebató de las puertas de la muerte." (v.
20). El Señor es nuestro Sanador, victorioso sobre cualquier
afección que ataca a nuestros cuerpos. ¡Alabalo por Su sanidad!
El último grupo incluye personas que estaban confundidas por
circunstancias desesperadas (vs. 23-27). Cuando se pusieron a
clamar: "Calmó la tormenta hasta convertirla en un susurro y aquietó
las olas." (v. 29). El Señor es nuestra luz en las tormentas más
oscuras de la vida. ¡Alabalo por su guía!
¿Tenés hambre, estás atado, enfermo, o confundido? El Señor es tu
Redentor, y Él quiere que lo alaben!
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