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Ezequiel nos recuerda que no es la forma en que la gente comienza su
caminar con Dios, sino la forma en que terminan, lo que cuenta.
Cuando el justo se aparta de su justicia y peca, las cosas justas
que ha hecho ya no importan.
Acomodarnos y dormirnos en nuestros laureles espirituales es una
postura peligrosa. ¿Con qué frecuencia el pueblo sirvió al Señor por
tal vez un año, cinco años, diez años, o más. . . y luego, hacia el
final de sus vidas, tiró todo por la borda?
Moisés pasó cuarenta años en el desierto siendo fiel en la casa de
Dios (Números 12:7). Sin embargo, al final de la jornada, perdió la
compostura delante de todo Israel. "Él habló sin pensar lo que
decía" y "a Moisés le fue mal por culpa de ellos" (Salmo 106:33, 32
NVI).
Por otro lado, si hay personas que pasan sus vidas en pecado y error
y se arrepienten al final, "Todos los pecados pasados serán
olvidados y vivirán por las acciones justas que han hecho."
(Ezequiel 18:22).
No te conformes con vos mismo, pensando que no podés caer, y no te
condenes a vos mismo, creyendo que no podés levantarte. Permanecé en
una actitud de arrepentimiento, y al final lo lograrás. "Deja atrás
tu rebelión y procura encontrar un corazón nuevo y un espíritu
nuevo. ¿Por qué habrías de morir, oh pueblo de Israel? No quiero que
mueras, dice el Señor Soberano. ¡Cambia de rumbo y vive!" (Ezequiel
18: 31-32).
311 días pasaron. Quedan solo 54.
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