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¿No es fácil olvidarnos de la fidelidad del Señor en momentos de
cansancio y amargura? Pero Jeremías, en su momento más desesperado,
recordó que la compasión de Dios nunca falla. "Pues él no se
complace en herir a la gente o en causarles dolor" (Lamentaciones
3:33), se nos asegura que no importa cual sea la prueba que estemos
atravesando, Dios aún nos ama y no es Él la causa de nuestros
problemas. Ya sea un día "claro" o "nublado", sus misericordias
verdaderamente "empiezan de nuevo cada día" (v. 23). ¡Grande es su
fidelidad!
Nuestro trabajo en medio de la dificultad es dejar de estar
inquietos e intranquilos. Debemos aprender "a esperar en silencio la
salvación que proviene del Señor" (v. 26), sin dudar que Él nos ama
y nos librará.
Tanto David como Pablo entendieron la fidelidad y misericordia
inherente a la naturaleza del Señor. En el Salmo 102:27, David dijo:
"Pero tú siempre eres el mismo; tú vivirás para siempre." En Hebreos
1:12, el autor expresó el mismo pensamiento: "Pero tú siempre eres
el mismo; tú vivirás para siempre." Todo a nuestro alrededor puede
cambiar, incluso el propio mundo, pero Dios nunca cambia.
¿Siente amargura hacia Dios? Espere, y recuerde que Él siempre
estará allí para aferrarse a su lado. El tiempo del milagro... "¡Ha
llegado el momento señalado!" (Salmo 102:13 NVI)
302 días pasaron. Quedan solo 63.
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