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Babilonia estaba destinada a caer. A pesar de que la desaparición
definitiva de Babilonia sería años adelante en el futuro, Jeremías
podía ver a través de su ojo profético que había llegado el momento
de la caída de Babilonia (Jeremías 51:13).
Dios había usado a Babilonia para destruir Jerusalén, y durante
muchos años los babilonios gobernaron sobre los Judíos dando la
gloria a su dios falso. Ahora había llegado el momento de los Medos
para atacar la ciudad aparentemente invencible de Babilonia. La
historia registra que los medos desviaron el río Eufrates, que
corría a través de la ciudad de Babilonia, y fueron capaces de
penetrar las paredes masivas de la ciudad en una noche. Cuando Dios
está listo para juzgar a una nación orgullosa, la cortina de la
historia ¡se ha cerrado para ellos!
Juan el Revelador predijo el mismo colapso para el futuro imperio
económico llamado Babilonia: "¡Qué terrible, qué terrible para ti,
oh Babilonia, tú, gran ciudad!
En un solo instante el juicio de Dios cayó sobre ti" (Apocalipsis
18:10).
No importa cuán grande, noble o poderosos sean los imperios del
mundo, todos caerán delante de Jehová Dios. Su impresionante poder
se describe de esta manera: "¡El Señor es rey! ¡Que tiemblen las
naciones! Está sentado en su trono, entre los querubines. ¡Que se
estremezca toda la tierra!" (Salmo 99:1).
Recordando lo que le pasó a la gran Babilonia... ¡Nosotros también
deberíamos temblar!
299 días pasaron! Solo quedan 66.
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