¡Cuán bellamente se ilustra el principio de la protección de Dios
en la vida de Joás y Pablo! El pequeño Joás, de sólo siete años de
edad, estaba indefenso contra la despiadada reina Atalía. "Joás
permaneció escondido en el templo del Señor durante seis años,
mientras Atalía gobernaba el país." (2 Reyes 11:3). Sólo el Señor
podría haberle impedido llorar en el momento equivocado o ser visto
por alguien adepto a la reina. Atalía finalmente encontró la muerte,
cumpliendo el Señor su promesa de destruir a los malvados.
Pablo se enfrentó a un gran peligro de parte de los Judíos en
Corinto. "Una noche, el Señor le habló a Pablo en una visión y le
dijo: «¡No tengas miedo! ¡Habla con libertad! ¡No te quedes callado!
Pues yo estoy contigo, y nadie te atacará ni te hará daño, porque
mucha gente de esta ciudad me pertenece" (Hechos 18:9-10). Los
esfuerzos de los judíos en emprender acciones legales contra Pablo
terminaron siendo arrojados fuera de los tribunales en un instante.
Satanás te hace creer que es el final, que lo peor llegó, que el juego está perdido. Recuerda: Nada termina hasta que
termina. ¡El Señor cuida de vos!
177 días quedaron atrás... pero aún restan 188
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