El don espiritual de la palabra de conocimiento activó tanto a Pedro
como a Ahías (1 Reyes 14:5) para conocer el propósito de sus
visitantes. Sin una revelación directa del Espíritu Santo, ninguno
de estos hombres habrían tenido idea de quiénes eran o por qué los
estaban visitando.
El Espíritu Santo conoce todas las cosas y en ocasiones suelta en
nuestra mente la información crítica que no viene de nuestras
propias facultades de investigación. ¡Qué milagroso fue para el
ciego profeta Ahías no ser engañado por una reina disfrazada! En su
lugar, llamó a la reina por su nombre y le dijo la verdadera razón
por la que había venido. Incluso le dio una predicción exacta de la
muerte inminente de su hijo, lo que aconteció exactamente como él
había dicho (1 Reyes 14:12, 17).
Reverenciemos los dones del Espíritu Santo, porque son herramientas
increíbles que nos permitirán conocer tanto las circunstancias como
las intenciones de los corazones humanos. También, porque Él nos
conoce tanto como conocía a los visitantes de Ahías y de Pedro,
sería bueno para nosotros mantener nuestra propia vida en pureza!
165 días pasaron... quedan 200.
|