El dinero no satisface. Si hubiera satisfecho a la reina de Saba,
ella nunca habría viajado cientos de kilómetros por carreteras y
desiertos sólo para escuchar las palabras de Dios y sabiduría de
Salomón. El corazón humano anhela más que dinero. Anhela respuestas
al propósito de la vida y ver la sabiduría y el poder de Dios.
Simón estaba dispuesto a pagar dinero para obtener el poder de
imponer las manos sobre la gente para recibir el Espíritu Santo
(Hechos 8:18-19). El tesorero de Candace, la reina de Etiopía,
estaba más interesado en saber a quien Isaías estaba describiendo
que en la adquisición de toda la riqueza de la que era mayordomo (v.
34). Incluso Salomón con sus cientos de talentos de oro por año, no
estaba satisfecho con la riqueza del mundo, y su errante y
angustiado corazón envuelto en la idolatría.
No permitas que las riquezas que el diablo pone ante tus ojos, te
digan que el dinero te va a llenar. Los que han manejado grandes
sumas te dirán lo contrario. Usá el dinero como una herramienta para
evangelizar el mundo, y disfrutá de las riquezas libres del Reino de
Dios!
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