La adoración prueba nuestros corazones. Nada es tan sagrado o
especial para Dios como la adoración, ya que es la actividad
continua alrededor de su trono.
En 2 Samuel 6, nos confrontamos con dos individuos que fueron
juzgados por adorar en manera equivocada. La lección de Uza (v. 7)
es mantener la reverencia en nuestra adoración. Ser inestable, un
corazón dividido, querer demostrar lo que no se siente puede
resultar en el juicio de Dios sobre nuestras vidas. Dios es
paciente, pero Él no puede ser burlado teniendo en poco su
Gloria y honra durante la adoración.
La lección de Mical (v. 20) es no ser orgulloso en nuestra
adoración. Mical despreció la verdadera adoración de David, y el
juicio de Dios hizo que se quedara sin hijos durante toda su vida.
David, sin embargo, era un hombre conforme al corazón de Dios (1
Samuel 13:14) en la forma en que expresaba su adoración. Él era
cuidadoso y respetuoso en el trato con el arca, e incluso infantil e
indigno en su festejo.
La dignidad personal no es un problema en el cielo donde todo cae
delante del trono en una alabanza y adoración incesantes. Un día
vamos a unirnos a los ángeles en el cielo en una adoración y
alabanza pura y genuina a nuestro Dios. A medida que lo adoras ahora
en la tierra, recordá su santidad y su gozo. Andá al frente y adorá
en orden y con pasión.
¡Dios está mirando tu adoración!
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