La traición es una de las peores cosas que te pueden pasar. Poner a alguien en tu círculo íntimo de confianza y que después se
vuelva contra vos duele peor que el ataque de cualquier enemigo.
Jesús conocía íntimamente el dolor de la traición mientras
contemplaba a Judas salir por la noche para cumplir con su plan
malvado (Juan 13:30). David también se enfrentó a la traición cuando
su comandante en jefe, Joab, secretamente asesinó a Abner (2 Samuel
3:27).
Cuando un aliado de confianza te trata con desprecio, es posible que
desees tomar represalias en ira. David se negó a vengarse de Joab.
Sabía que Joab finalmente cosecharía el fruto de su traición y el
famoso Joab maldijo así a todas sus generaciones.
Jesús vio a Judas
caer en manos de Satanás y así cosechar el fruto de traicionar a los
inocentes. En lugar de tomar represalias, ¡Jesús incluso lavó los
pies de Judas antes que Judas lo traicione! En la cruz, Jesús resume
la esencia del verdadero perdón cuando dijo: "Padre, perdónalos,
porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:34).
Perdoná y dejá al traidor en manos de Dios para que Él pueda tratar con
él. Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros (Romanos 8:31)?
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