24 de Diciembre
 

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Salmo 143

 

Zacarías 6

Los cuatro carros de guerra
1Entonces levanté la mirada otra vez y vi cuatro carros de guerra que salían de entre dos montañas de bronce. 2El primer carro era tirado por caballos rojos, el segundo por caballos negros, 3el tercero por caballos blancos y el cuarto por poderosos caballos tordos.
4—¿Y qué son estos, mi señor? —le pregunté al ángel que hablaba conmigo.
5—Son los cuatro espíritus del cielo que están delante del Señor de toda la tierra —el ángel contestó—. Ellos salen a hacer su trabajo. 6El carro con caballos negros va al norte, el carro con caballos blancos va al occidente y el carro con caballos tordos va al sur.
7Los poderosos caballos estaban ansiosos por salir a vigilar la tierra. Así que el Señor dijo: «¡Vayan y vigilen la tierra!». Entonces salieron de inmediato a hacer el recorrido.
8Luego el Señor me llamó y me dijo: «Mira, los que fueron al norte han desahogado el enojo de mi Espíritu allí en la tierra del norte».
Coronación de Jesúa
9Entonces recibí otro mensaje del Señor: 10«Heldai, Tobías, y Jedaías traerán obsequios de plata y oro de los judíos desterrados en Babilonia. En cuanto lleguen, encuéntrate con ellos en la casa de Josías, hijo de Sofonías. 11Acepta sus obsequios y, con la plata y el oro, haz una corona. Entonces coloca la corona en la cabeza de Jesúa hijo de Josadac, el sumo sacerdote. 12Dile: “El Señor de los Ejércitos Celestiales declara: ‘Este es el hombre llamado el Retoño. Él echará ramas desde donde está y construirá el templo del Señor’”. 13Así es, él construirá el templo del Señor. Entonces recibirá el honor real y desde su trono gobernará como rey; también desde su trono servirá como sacerdote y habrá armonía perfecta entre sus dos oficios.
14»La corona servirá de recordatorio en el templo del Señor en reconocimiento a quienes la obsequiaron: Heldai,Tobías, Jedaías y Josías, hijo de Sofonías».
15Vendrá gente desde tierras lejanas a reedificar el templo del Señor. Cuando esto ocurra, ustedes sabrán que mis mensajes vinieron del Señor de los Ejércitos Celestiales. Todo esto sucederá si ustedes se aseguran de obedecer lo que dice el Señor su Dios.

 

Zacarías 7

 
Un llamado a la justicia y a la compasión
1El 7 de diciembre del cuarto año del reinado del rey Darío, el Señor le dio otro mensaje a Zacarías. 2El pueblo de Betel había enviado a Sarezer y a Regem-melec, junto con sus asistentes, para buscar el favor del Señor. 3Les encargaron hacer la siguiente pregunta a los profetas y a los sacerdotes del templo del Señor de los Ejércitos Celestiales: «¿Debemos continuar de luto y ayuno cada verano en el aniversario de la destrucción del templo, como lo hemos estado haciendo durante muchos años?».
4En respuesta, el Señor de los Ejércitos Celestiales me envió este mensaje: 5«Diles a tu pueblo y a tus sacerdotes: “Durante estos setenta años de destierro, cuando ayunaban y se vestían de luto en el verano y a comienzos del otoño,¿hacían los ayunos realmente para mí? 6Incluso ahora, cuando comen y beben en sus festivales santos, ¿no lo hacen para complacerse a sí mismos? 7¿No es este el mismo mensaje del Señor que los profetas proclamaron en años anteriores cuando Jerusalén y los pueblos de Judá estaban llenos de gente y el Neguev y las colinas de Judáestaban bien poblados?”».
8Luego Zacarías recibió este mensaje del Señor: 9«El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: juzguen con imparcialidad y muestren compasión y bondad el uno por el otro. 10No opriman a las viudas ni a los huérfanos ni a los extranjeros ni a los pobres. Tampoco tramen el mal unos contra otros.
11»Sus antepasados se negaron a escuchar este mensaje. Volvieron la espalda tercamente y se taparon los oídos para no oír. 12Endurecieron su corazón como la piedra para no oír las instrucciones ni los mensajes que el Señor de los Ejércitos Celestiales les había enviado por su Espíritu por medio de los antiguos profetas. Por eso el Señor de los Ejércitos Celestiales se enojó tanto con ellos.
13»Así como ellos se negaron a escuchar cuando los llamé, tampoco yo los escuché cuando clamaron a mí —dice el Señor de los Ejércitos Celestiales—. 14Como con un torbellino, los dispersé entre las naciones lejanas, donde vivieron como extranjeros. La tierra quedó tan desolada que nadie pasaba por allí. ¡Convirtieron su hermosa tierra en un desierto!».

 

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Apocalipsis 15

El canto de Moisés y del Cordero
1Luego vi en el cielo otro maravilloso suceso de gran importancia. Siete ángeles sostenían las últimas siete plagas, que completarían la ira de Dios. 2Vi delante de mí algo que parecía un mar de cristal mezclado con fuego. Sobre este mar estaban de pie todos los que habían vencido a la bestia, a su estatua y al número que representa su nombre. Todos tenían arpas que Dios les había dado 3y entonaban el canto de Moisés, siervo de Dios, y el canto del Cordero:
«Grandes y maravillosas son tus obras,
oh Señor Dios, el Todopoderoso.
Justos y verdaderos son tus caminos,
oh Rey de las naciones.
4¿Quién no te temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Pues solo tú eres santo.
Todas las naciones vendrán y adorarán delante de ti,
porque tus obras de justicia han sido reveladas».
Las siete copas de las siete plagas
5Luego miré y vi que se abría por completo el templo que está en el cielo, el tabernáculo de Dios. 6Los siete ángeles que sostenían las siete plagas salieron del templo. Estaban vestidos de un lino blanco sin mancha alguna y tenían una banda de oro que cruzaba el pecho. 7Entonces uno de los cuatro seres vivientes le entregó a cada uno de los siete ángeles una copa de oro llena de la ira de Dios, quien vive por siempre y para siempre. 8El templo se llenó del humo de la gloria y el poder de Dios. Nadie podía entrar en el templo hasta que los siete ángeles terminaran de derramar las siete plagas.

 

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Salmo 143

Salmo de David.
1Oye mi oración, oh Señor;
¡escucha mi ruego!
Respóndeme, porque eres fiel y justo.
2No lleves a juicio a tu siervo,
porque ante ti nadie es inocente.
3El enemigo me ha perseguido;
me ha tirado al suelo
y me obliga a vivir en la oscuridad como los que están en la tumba.
4Estoy perdiendo toda esperanza;
quedé paralizado de miedo.
5Recuerdo los días de antaño.
Medito en todas tus grandes obras
y pienso en lo que has hecho.
6A ti levanto mis manos en oración;
tengo sed de ti como la tierra reseca tiene sed de lluvia.
Interludio
7Ven pronto, Señor, y respóndeme,
porque mi abatimiento se profundiza.
No te apartes de mí,
o moriré.
8Hazme oír cada mañana acerca de tu amor inagotable,
porque en ti confío.
Muéstrame por dónde debo andar,
porque a ti me entrego.
9Rescátame de mis enemigos, Señor;
corro a ti para que me escondas.
10Enséñame a hacer tu voluntad,
porque tú eres mi Dios.
Que tu buen Espíritu me lleve hacia adelante
con pasos firmes.
11Para gloria de tu nombre, oh Señor, preserva mi vida;
por tu fidelidad, sácame de esta angustia.
12En tu amor inagotable, silencia a todos mis enemigos
y destruye a todos mis adversarios,
porque soy tu siervo.

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