23 de Diciembre
 

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Salmo 142

 

Zacarías 4

El candelabro y los dos olivos
1Entonces el ángel que había estado hablando conmigo volvió y me despertó, como si hubiera estado dormido.
2—¿Qué ves ahora? —me preguntó.
—Veo un candelabro de oro macizo con un tazón de aceite encima —contesté—. Alrededor del tazón hay siete lámparas y cada una tiene siete conductos para las mechas. 3También veo dos olivos, uno a cada lado del tazón.
4Entonces le pregunté al ángel:
—¿Qué es todo esto, mi señor? ¿Qué significa?
5—¿No lo sabes? —preguntó el ángel.
—No, mi señor —le contesté.
6Entonces me dijo:
—El Señor dice a Zorobabel: “No es por el poder ni por la fuerza, sino por mi Espíritu, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales. 7Nada impedirá el camino de Zorobabel, ni siquiera una montaña gigantesca, ¡pues se convertirá en llanura delante de él! Y cuando Zorobabel coloque la última piedra del templo en su lugar, la gente gritará: “¡Dios lo bendiga! ¡Dios lo bendiga!”.
8Después recibí otro mensaje del Señor: 9«Zorobabel es quien colocó los cimientos de este templo y él los terminará. Así ustedes sabrán que el Señor de los Ejércitos Celestiales me envió. 10No menosprecien estos modestos comienzos, pues el Señor se alegrará cuando vea que el trabajo se inicia y que la plomada está en las manos de Zorobabel».
(Las siete lámparas representan los ojos del Señor que recorren toda la tierra).
11Entonces le pregunté al ángel:
—¿Qué son esos dos olivos a cada lado del candelabro12y las dos ramas de olivo que vierten aceite dorado por dos tubos de oro?
13—¿No lo sabes? —preguntó.
—No, mi señor —respondí.
14Entonces él me dijo:
—Representan a los dos seres celestiales que están de pie en la corte del Señor de toda la tierra.

 

Zacarías 5

 
El rollo que volaba
1Levanté otra vez la mirada y vi un rollo volando en el aire.
2—¿Qué ves? —preguntó el ángel.
—Veo un rollo que vuela —contesté—. Parece tener cerca de diez metros de largo y cinco metros de ancho.
3Entonces él me dijo:
—Este rollo contiene la maldición que cubrirá toda la tierra. Un lado del rollo dice que los que roban serán desterrados; el otro lado dice que los que juran en falso serán desterrados. 4El Señor de los Ejércitos Celestiales dice: “Envío esta maldición a la casa de cada ladrón y a la casa de todos los que juran en falso usando mi nombre. Mi maldición se quedará en esa casa y la destruirá por completo, hasta las maderas y las piedras”.
La mujer en un canasto
5Entonces el ángel que hablaba conmigo se adelantó y dijo:
—Mira hacia arriba y fíjate en lo que viene.
6—¿Qué es? —pregunté.
—Es un canasto para medir grano —respondió— y está lleno con los pecados de los habitantes de todo el país.
7Entonces fue levantada la pesada tapa de plomo del canasto y adentro había una mujer sentada. 8El ángel dijo: «La mujer se llama Perversidad», y la empujó adentro del canasto otra vez y cerró la pesada tapa.
9Entonces miré hacia arriba y vi a dos mujeres que volaban hacia nosotros, planeando con el viento. Tenían alas como de cigüeña, y recogieron el canasto y levantaron el vuelo.
10—¿Adónde llevan el canasto? —le pregunté al ángel.
11—A la tierra de Babilonia —me respondió—, donde construirán un templo para el canasto. Luego, cuando el templo esté listo, colocarán el canasto allí sobre un pedestal.

 

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Apocalipsis 14

El Cordero y los 144.000
1Luego vi al Cordero de pie sobre el monte Sión, y con él había 144.000 que tenían el nombre del Cordero y el de su Padre escrito en la frente. 2Y oí un sonido que venía del cielo, era como el rugido de grandes olas del mar o el retumbar de fuertes truenos. Parecía el sonido de muchos arpistas tocando juntos.
3Ese gran coro entonaba un nuevo canto maravilloso delante del trono de Dios y delante de los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos. Nadie podía aprender ese canto aparte de los 144.000 que habían sido rescatados de la tierra. 4Ellos se han mantenido tan puros como vírgenes, y son los que siguen al Cordero dondequiera que va. Han sido comprados de entre los pueblos de la tierra como ofrenda especial para Dios y para el Cordero. 5Ellos no han dicho mentiras y son intachables.
Los tres ángeles
6Y vi a otro ángel, que volaba por el cielo y llevaba la eterna Buena Noticia para proclamarla a los que pertenecen a este mundo: a todo pueblo y toda nación, tribu y lengua.7«Teman a Dios —gritaba—. Denle gloria a él, porque ha llegado el tiempo en que ocupe su lugar como juez. Adoren al que hizo los cielos, la tierra, el mar y todos los manantiales de agua».
8Luego otro ángel lo siguió por el cielo mientras gritaba: «Babilonia ha caído —cayó esa gran ciudad— porque hizo que todas las naciones del mundo bebieran el vino de su apasionada inmoralidad».
9Después un tercer ángel los siguió mientras gritaba: «Todo el que adore a la bestia y a su estatua o acepte su marca en la frente o en la mano 10tendrá que beber el vino de la ira de Dios, que se ha servido sin diluir en la copa del furor de Dios. Ellos serán atormentados con fuego y azufre ardiente en presencia de los ángeles santos y del Cordero.11El humo de su tormento subirá por siempre jamás, y no tendrán alivio ni de día ni de noche, porque adoraron a la bestia y a su estatua y aceptaron la marca de su nombre».
12Esto significa que el pueblo de Dios tiene que soportar la persecución con paciencia, obedeciendo sus mandamientos y manteniendo la fe en Jesús.
13Y oí una voz del cielo que decía: «Escribe lo siguiente: benditos son los que de ahora en adelante mueran en el Señor. El Espíritu dice: “Sí, ellos son en verdad benditos, porque descansarán de su arduo trabajo, ¡pues sus buenas acciones los siguen!”».
La cosecha de la tierra
14Entonces vi una nube blanca y sentado en la nube estaba alguien parecido al Hijo del Hombre. Tenía una corona de oro en la cabeza y en la mano una hoz afilada.
15Entonces vino otro ángel desde el templo y le gritó al que estaba sentado en la nube: «Da rienda suelta a la hoz, porque ha llegado el tiempo para cosechar; ya está madura la cosecha en la tierra». 16Y el que estaba sentado en la nube pasó la hoz sobre la tierra, y toda la tierra fue cosechada.
17Después vino otro ángel desde el templo que está en el cielo, y él también tenía una hoz afilada. 18Luego otro ángel, que tenía poder para destruir con fuego, vino desde el altar y le gritó al ángel que tenía la hoz afilada: «Pasa ahora tu hoz y junta los racimos de los viñedos de la tierra, porque las uvas ya están maduras para el juicio». 19Así que el ángel pasó su hoz sobre la tierra y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios. 20Las uvas fueron pisadas en el lagar fuera de la ciudad, y del lagar brotó un río de sangre de unos trescientos kilómetros de largo y de una altura que llegaba a los frenos de un caballo.

 

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Salmo 142

Salmo de David, acerca de su experiencia en la cueva. Oración.
1Clamo al Señor;
ruego la misericordia del Señor.
2Expongo mis quejas delante de él
y le cuento todos mis problemas.
3Cuando me siento agobiado,
solo tú sabes qué camino debo tomar.
Vaya adonde vaya,
mis enemigos me han tendido trampas.
4Busco a alguien que venga a ayudarme,
¡pero a nadie se le ocurre hacerlo!
Nadie me ayudará;
a nadie le importa un bledo lo que me pasa.
5Entonces oro a ti, oh Señor,
y digo: «Tú eres mi lugar de refugio.
En verdad, eres todo lo que quiero en la vida.
6Oye mi clamor,
porque estoy muy decaído.
Rescátame de mis perseguidores,
porque son demasiado fuertes para mí.
7Sácame de la prisión
para que pueda agradecerte.
Los justos se amontonarán a mi alrededor,
porque tú eres bueno conmigo».

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