17 de Diciembre
 

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Salmo 136

 

Nahúm 1

1Este mensaje sobre Nínive vino como una visión a Nahúm, que vivía en Elcos.
La ira del Señor contra Nínive
2El Señor es Dios celoso,
lleno de ira y venganza.
¡Él toma venganza de todos los que se le oponen
y persiste en su furia contra sus enemigos!
3El Señor es lento para enojarse, pero su poder es grande
y nunca deja sin castigo al culpable.
Da muestras de su poder en el torbellino y la tormenta;
las nubes ondulantes son el polvo bajo sus pies.
4Él da la orden y los océanos se secan
y los ríos desaparecen.
Los buenos pastizales de Basán y el Carmelo pierden su verdor,
y los frondosos bosques del Líbano se marchitan.
5Ante la presencia de Dios las montañas se estremecen
y las colinas se derriten;
la tierra tiembla
y sus habitantes son destruidos.
6¿Quién podrá quedar en pie ante su ira feroz?
¿Quién podrá sobrevivir ante su furia abrasadora?
Su furor arde como el fuego
y ante él las montañas se desmenuzan.
7El Señor es bueno,
un refugio seguro cuando llegan dificultades.
Él está cerca de los que confían en él.
8Pero arrasará a sus enemigos
con una inundación arrolladora.
Él perseguirá a sus enemigos
en la oscuridad de la noche.
9¿Por qué traman contra el Señor?
¡Él los destruirá de un golpe;
no necesitará golpear dos veces!
10Sus enemigos, enredados como espinos
y tambaleantes como borrachos,
serán quemados como hierba seca en el campo.
11¿Quién es este perverso consejero tuyo
que maquina el mal contra el Señor?
12Esto es lo que dice el Señor:
«Aunque los asirios tienen muchos aliados,
serán destruidos y desaparecerán.
Oh pueblo mío, yo te castigué anteriormente
pero no te volveré a castigar.
13Ahora romperé el yugo de esclavitud de tu cuello
y te quitaré las cadenas de la opresión asiria».
14Esto es lo que dice el Señor acerca de Nínive, la ciudad de los asirios:
«No tendrás más hijos para perpetuar tu nombre.
Destruiré todos los ídolos en los templos de tus dioses.
¡Estoy preparando una tumba para ti
porque eres despreciable!».
15¡Miren! ¡Viene un mensajero sobre las montañas con buenas noticias!
Trae un mensaje de paz.
Celebra tus festivales, oh pueblo de Judá,
y cumple todos tus votos,
porque tus enemigos perversos no volverán a invadir tu tierra.
¡Serán destruidos por completo!

 

Nahúm 2

 

Caída de Nínive
1Nínive, tu enemigo viene para aplastarte.
¡A las murallas! ¡Vigila los caminos!
¡Prepara tus defensas! ¡Reúne a tus fuerzas armadas!
2Aunque el destructor arrasó con Judá,
el Señor restaurará su honor.
A la vid de Israel le arrancaron las ramas,
pero él restaurará su esplendor.
3¡Los escudos resplandecen rojizos a la luz del sol!
¡Miren los uniformes escarlatas de las valientes tropas!
Observen a los deslumbrantes carros de guerra tomar posiciones,
sobre ellos se agita un bosque de lanzas.
4Los carros de guerra corren con imprudencia por las calles
y salvajemente por las plazas;
destellan como antorchas
y se mueven tan veloces como relámpagos.
5El rey grita a sus oficiales
y ellos tropiezan en su apuro
por correr hacia los muros para levantar las defensas.
6¡Las compuertas del río se abrieron con violencia!
¡El palacio está a punto de desplomarse!
7Se decretó el destierro de Nínive
y todas las sirvientas lloran su conquista.
Gimen como palomas
y se golpean el pecho en señal de aflicción.
8¡Nínive es como una represa agrietada
que deja escapar a su gente!
«¡Deténganse, deténganse!», grita alguien,
pero nadie siquiera mira hacia atrás.
9¡Roben la plata!
¡Saqueen el oro!
Los tesoros de Nínive no tienen fin,
su riqueza es incalculable.
10Pronto la ciudad es saqueada, queda vacía y en ruinas.
Los corazones se derriten y tiemblan las rodillas.
La gente queda horrorizada,
con la cara pálida, temblando de miedo.
11¿Dónde está ahora la magnífica Nínive,
esa guarida repleta de cachorros de león?
Era un lugar donde la gente —como leones con sus cachorros—
caminaba libremente y sin temor.
12El león despedazaba carne para sus cachorros
y estrangulaba presas para su leona.
Llenaba la guarida de presas
y sus cavernas con su botín.
13«¡Yo soy tu enemigo!
—dice el Señor de los Ejércitos Celestiales—.
Tus carros de guerra serán quemados;
tus jóvenes morirán en la batalla.
Nunca más saquearás las naciones conquistadas.
No volverán a oírse las voces de tus orgullosos mensajeros».

 

Nahúm 3

 

Juicio del Señor contra Nínive
1¡Qué aflicción le espera a Nínive,
la ciudad de crímenes y mentiras!
Está saturada de riquezas
y nunca le faltan víctimas.
2¡Oigan el chasquido de los látigos
y el retumbo de las ruedas!
Los cascos de los caballos retumban
y los carros de guerra traquetean sin control.
3¡Miren cómo destellan las espadas y brillan las lanzas
cuando pasa la caballería!
Hay muertos incontables,
hay montones de cadáveres,
tantos que la gente tropieza con ellos.
4Y todo porque Nínive
—la ciudad hermosa e incrédula,
la amante con encantos mortales—
sedujo a las naciones con su belleza.
Ella les enseñó toda su magia
y hechizó a la gente por todas partes.
5«¡Yo soy tu enemigo!
—dice el Señor de los Ejércitos Celestiales—.
Ahora te levantaré la falda
y mostraré tu desnudez y tu vergüenza a toda la tierra.
6Te cubriré con inmundicias
y mostraré al mundo lo vil que eres.
7Todos los que te vean se alejarán de ti y dirán:
“Nínive yace en ruinas.
¿Dónde están los que lloran por ella?”.
¿Lamenta alguien tu destrucción?».
8¿Acaso eres mejor que la ciudad de Tebas,
situada en el río Nilo y rodeada de agua?
Estaba protegida a su alrededor por el río,
con el agua por muralla.
9Etiopía y la tierra de Egipto
le dieron ayuda sin límites.
Las naciones de Fut y de Libia
estaban entre sus aliados.
10Sin embargo, Tebas cayó
y su gente fue llevada cautiva
y sus bebés fueron estrellados
contra las piedras de las calles hasta morir.
Los soldados tiraban los dados para quedarse con los oficiales egipcios como sirvientes.
Ataron con cadenas a todos sus líderes.
11Y tú, Nínive, también te tambalearás como un borracho;
te esconderás por temor al ataque del enemigo.
12Todas tus fortalezas se derrumbarán.
Serán devoradas como higos maduros
que caen en la boca
de los que sacuden los árboles.
13Tus tropas serán tan débiles e indefensas
como mujeres.
Las puertas de tu país se abrirán de par en par al enemigo,
les prenderán fuego y se quemarán.
14¡Prepárate para el sitio!
¡Almacena agua!
¡Refuerza las defensas!
¡Métete en los pozos para pisotear el barro
y llenar los moldes
y hacer ladrillos para reparar los muros!
15Sin embargo, el fuego te devorará;
serás derribada a espada.
El enemigo te consumirá como langostas;
devorará todo lo que encuentre.
Aunque te multipliques como una nube de langostas,
no tendrás escapatoria.
16Tus comerciantes se han multiplicado
hasta llegar a ser más numerosos que las estrellas.
Pero son como una nube de langostas
que despojan la tierra y alzan el vuelo.
17Tus guardias y tus oficiales también son como una nube de langostas
que se amontona sobre los cercos en un día frío.
Pero al igual que las langostas que vuelan cuando sale el sol,
todos levantarán el vuelo y desaparecerán.
18Tus pastores duermen, oh rey asirio,
tus príncipes yacen muertos en el polvo.
Tu pueblo está disperso por las montañas,
sin nadie que lo reúna.
19Tu herida no tiene remedio
tu lesión es mortal.
Todos los que se enteren de tu destrucción
aplaudirán con alegría.
¿Dónde se puede encontrar a alguien
que no haya sufrido tu constante crueldad?

 

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Apocalipsis 8

El Cordero rompe el séptimo sello
1Cuando el Cordero rompió el séptimo sello del rollo, hubo silencio por todo el cielo durante una media hora. 2Vi a los siete ángeles que están de pie delante de Dios, a los cuales se les dieron siete trompetas.
3Entonces vino otro ángel con un recipiente de oro para quemar incienso y se paró ante el altar. Se le dio una gran cantidad de incienso para mezclarlo con las oraciones del pueblo de Dios como una ofrenda sobre el altar de oro delante del trono. 4El humo del incienso, mezclado con las oraciones del pueblo santo de Dios, subió hasta la presencia de Dios desde el altar donde el ángel lo había derramado. 5Entonces el ángel llenó el recipiente para quemar incienso con fuego del altar y lo lanzó sobre la tierra; y hubo truenos con gran estruendo, relámpagos y un gran terremoto.
Las primeras cuatro trompetas
6Entonces los siete ángeles con las siete trompetas se prepararon para hacerlas sonar.
7El primer ángel tocó su trompeta, y granizo y fuego mezclados con sangre fueron lanzados sobre la tierra. Se incendió la tercera parte de la tierra, y se quemó la tercera parte de los árboles y toda la hierba verde.
8Entonces el segundo ángel tocó su trompeta, y una gran montaña de fuego fue lanzada al mar. La tercera parte de las aguas del mar se convirtió en sangre, 9murió la tercera parte de todos los seres que viven en el mar y fue destruida la tercera parte de todos los barcos.
10Entonces el tercer ángel tocó su trompeta, y una gran estrella cayó del cielo, ardiendo como una antorcha. Cayó sobre una tercera parte de los ríos y sobre los manantiales de agua. 11El nombre de la estrella era Amargura. Hizo que la tercera parte de las aguas se volviera amarga, y mucha gente murió por beber de esa agua amarga.
12Entonces el cuarto ángel tocó su trompeta, y se dañó la tercera parte del sol y la tercera parte de la luna y la tercera parte de las estrellas, y se oscurecieron. Así que la tercera parte del día quedó sin luz, y también la tercera parte de la noche.
13Entonces miré, y oí la voz de un águila que cruzaba los cielos gritando fuerte: «¡Terror, terror, terror para todos los habitantes de este mundo por lo que vendrá cuando los últimos tres ángeles toquen sus trompetas!».

 

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Salmo 136

1¡Den gracias al Señor, porque él es bueno!

Su fiel amor perdura para siempre.

2Den gracias al Dios de dioses.

Su fiel amor perdura para siempre.

3Den gracias al Señor de señores.

Su fiel amor perdura para siempre.

4Den gracias al único que puede hacer milagros poderosos.

Su fiel amor perdura para siempre.

5Den gracias al que hizo los cielos con tanta habilidad.

Su fiel amor perdura para siempre.

6Den gracias al que ubicó la tierra en medio de las aguas.

Su fiel amor perdura para siempre.

7Den gracias al que hizo las lumbreras celestiales:

Su fiel amor perdura para siempre.

8el sol para que gobierne de día,

Su fiel amor perdura para siempre.

9y la luna y las estrellas para que gobiernen de noche.

Su fiel amor perdura para siempre.

10Den gracias al que mató a los hijos mayores de Egipto.

Su fiel amor perdura para siempre.

11Él sacó a Israel de Egipto.

Su fiel amor perdura para siempre.

12Actuó con mano fuerte y brazo poderoso.

Su fiel amor perdura para siempre.

13Den gracias al que separó las aguas del mar Rojo.

Su fiel amor perdura para siempre.

14Hizo cruzar a salvo a Israel.

Su fiel amor perdura para siempre.

15Pero arrojó al mar Rojo al faraón y a su ejército.

Su fiel amor perdura para siempre.

16Den gracias al que guió a su pueblo por el desierto.

Su fiel amor perdura para siempre.

17Den gracias al que hirió de muerte a reyes poderosos.

Su fiel amor perdura para siempre.

18Mató a reyes poderosos:

Su fiel amor perdura para siempre.

19a Sehón, rey de los amorreos,

Su fiel amor perdura para siempre.

20y a Og, rey de Basán.

Su fiel amor perdura para siempre.

21Dios entregó las tierras de estos reyes como herencia:

Su fiel amor perdura para siempre.

22como preciada posesión a su siervo Israel.

Su fiel amor perdura para siempre.

23Él se acordó de nosotros en nuestras debilidades.

Su fiel amor perdura para siempre.

24Nos salvó de nuestros enemigos.

Su fiel amor perdura para siempre.

25Él provee alimento a todo ser viviente.

Su fiel amor perdura para siempre.

26Den gracias al Dios del cielo.

Su fiel amor perdura para siempre.

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