16 de Diciembre
 

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Salmo 135

 

Miqueas 5

1¡Formen las tropas!
El enemigo pone sitio a Jerusalén.
Con una vara golpeará al líder de Israel en la cara.
Un gobernante saldrá de Belén
2Pero tú, oh Belén Efrata,
eres solo una pequeña aldea entre todo el pueblo de Judá.
No obstante, de ti saldrá un gobernante para Israel,
cuyos orígenes vienen desde la eternidad.
3El pueblo de Israel será entregado a sus enemigos
hasta que dé a luz la mujer que está de parto.
Entonces, por fin, sus compatriotas
volverán del destierro a su propia tierra.
4Y él se levantará para dirigir a su rebaño con la fuerza del Señor
y con la majestad del nombre del Señor su Dios.
Entonces su pueblo vivirá allí tranquilo,
porque él es exaltado con honores en todas partes.
5Y él será la fuente de paz.
Cuando los asirios invadan nuestra tierra
y penetren en nuestras defensas,
nombraremos a siete gobernantes para que nos vigilen,
a ocho príncipes para que nos dirijan.
6Ellos gobernarán a Asiria con la espada desenvainada
y entrarán por las puertas de la tierra de Nimrod.
Él nos rescatará de los asirios
cuando desborden las fronteras para invadir nuestra tierra.
Purificación del remanente
7Entonces el remanente que quedó en Israel
ocupará su lugar entre las naciones.
Será como rocío enviado por el Señor
o como lluvia que cae sobre la hierba,
la cual nadie puede controlar
ni hacer que se detenga.
8El remanente que quedó en Israel
ocupará su lugar entre las naciones.
Será como un león entre los animales del bosque,
como un fuerte león joven entre los rebaños de ovejas y cabras
que se abalanza sobre ellas y las desgarra
sin nadie que las rescate.
9La gente de Israel enfrentará a sus adversarios
y todos sus enemigos serán aniquilados.
10«En aquel día —dice el Señor
mataré a tus caballos
y destruiré tus carros de guerra.
11Derribaré tus muros
y demoleré tus defensas.
12Pondré fin a toda la brujería
y no habrá más adivinos.
13Destruiré todos tus ídolos y columnas sagradas,
para que nunca más adores la obra de tus propias manos.
14Quitaré tus altares idólatras con las imágenes de Asera
y destruiré tus ciudades paganas.
15Derramaré mi venganza
sobre las naciones que se niegan a obedecerme».

 

Miqueas 6

 

Cargos del Señor contra Israel
1Escuchen lo que dice el Señor:
«Levántate y presenta tu caso contra mí.
Que se convoque a las montañas y a las colinas para que sean testigos de tus quejas.
2¡Y ahora, oh montañas,
escuchen las quejas del Señor!
Él entabla un pleito contra su pueblo
y presentará sus cargos contra Israel.
3»Oh pueblo mío, ¿qué te he hecho?
¿Qué he hecho para que te canses de mí?
¡Contéstame!
4Yo te saqué de Egipto
y te redimí de la esclavitud.
Envié a Moisés, a Aarón y a Miriam para ayudarte.
5¿No te acuerdas, pueblo mío,
cómo el rey Balac de Moab intentó que te maldijeran
y cómo, en lugar de eso, Balaam hijo de Beor te bendijo?
Recuerda tu viaje de la arboleda de Acacias a Gilgal,
cuando yo, el Señor, hice todo lo posible
para enseñarte acerca de mi fidelidad».
6¿Qué podemos presentar al Señor?
¿Qué clase de ofrendas debemos darle?
¿Debemos inclinarnos ante Dios
con ofrendas de becerros de solo un año?
7¿Debemos ofrecerle miles de carneros
y diez mil ríos de aceite de oliva?
¿Debemos sacrificar a nuestros hijos mayores
para pagar por nuestros pecados?
8¡No! Oh pueblo, el Señor te ha dicho lo que es bueno,
y lo que él exige de ti:
que hagas lo que es correcto, que ames la compasión
y que camines humildemente con tu Dios.
Culpa y castigo de Israel
9¡Si son sabios, teman al Señor!
Su voz llama a todos en Jerusalén:
«Los ejércitos de destrucción se acercan;
el Señor los envía.
10¿Qué puedo decir de las casas de los perversos
que se llenaron de riquezas obtenidas con estafa?
¿Qué de la práctica repugnante
de pesar el grano con medidas falsas?
11¿Cómo podré tolerar a tus mercaderes
que usan balanzas y pesas adulteradas?
12Los ricos entre ustedes llegaron a tener mucho dinero
mediante la extorsión y la violencia.
Tus habitantes están tan acostumbrados a mentir,
que su lengua ya no puede decir la verdad.
13»¡Por lo tanto, yo te heriré!
Te dejaré en la ruina a causa de todos tus pecados.
14Comerás pero no quedarás satisfecho.
Las punzadas de hambre y el vacío de tu estómago no cesarán.
Aunque intentes ahorrar dinero,
al final no te quedará nada.
Guardarás un poco,
pero se lo daré a tus conquistadores.
15Sembrarás
pero no cosecharás.
Prensarás tus aceitunas
pero no obtendrás aceite suficiente para ungirte.
Pisarás las uvas
pero no conseguirás sacarles jugo para hacer vino.
16¡Tú respetas solo las leyes del malvado rey Omri;
sigues solo el ejemplo del perverso rey Acab!
Por lo tanto, haré de ti un ejemplo,
llevándote a la ruina.
Serás tratado con desprecio,
ridiculizado por todos los que te vean».

 

Miqueas 7

 

El sufrimiento se transforma en esperanza
1¡Miserable de mí!
Me siento como el recolector de fruta que después de cosechar
no encuentra nada que comer.
No encuentro ni un racimo de uvas ni uno de los primeros higos
para saciar mi hambre.
2La gente que sigue a Dios ha desaparecido;
no queda ni una sola persona honrada sobre la tierra.
Son todos asesinos,
les tienden trampas hasta a sus propios hermanos.
3¡Con ambas manos son hábiles para hacer el mal!
Tanto los funcionarios como los jueces exigen sobornos.
La gente con influencia obtiene lo que quiere
y juntos traman para torcer la justicia.
4Hasta el mejor de ellos es como una zarza;
el más honrado es tan peligroso como un cerco de espinos.
Pero ahora viene con prontitud el día de juicio.
Su hora de castigo ha llegado, un tiempo de confusión.
5No confíen en nadie,
¡ni en su mejor amigo, ni siquiera en su esposa!
6Pues el hijo desprecia a su padre.
La hija se rebela contra su madre.
La nuera reta a su suegra.
¡Sus enemigos están dentro de su propia casa!
7En cuanto a mí, busco la ayuda del Señor.
Espero confiadamente que Dios me salve,
y con seguridad mi Dios me oirá.
8¡Enemigos míos, no se regodeen de mí!
Pues aunque caiga, me levantaré otra vez.
Aunque esté en oscuridad,
el Señor será mi luz.
9Seré paciente cuando el Señor me castigue,
porque he pecado contra él.
Pero después, él tomará mi caso
y me hará justicia por todo lo que he sufrido a manos de mis enemigos.
El Señor me llevará a la luz
y veré su justicia.
10Entonces mis enemigos verán que el Señor está de mi lado.
Serán avergonzados los que se mofaban de mí diciendo:
«Entonces, ¿dónde está el Señor,
ese Dios tuyo?».
Con mis propios ojos veré su ruina;
como lodo en las calles serán pisoteados.
11En aquel día, Israel, tus ciudades serán reconstruidas
y tus fronteras se extenderán.
12Vendrá gente de muchos países y te honrará;
desde Asiria hasta las ciudades de Egipto,
desde Egipto hasta el río Éufrates
y desde los mares distantes y las montañas lejanas.
13Sin embargo, la tierra se volverá vacía y desolada
a causa de la perversidad de los que la habitan.
Compasión del Señor por Israel
14Oh Señor, protege a tu pueblo con tu vara de pastor;
guía a tu rebaño, tu posesión más preciada.
Aunque viva solo en un matorral
en lo alto del monte Carmelo,
que se alimente en los fértiles pastos de Basán y Galaad
como lo hacía en tiempos pasados.
15«Sí —dice el Señor—,
haré para ti grandes milagros,
como los que hice cuando te rescaté
de la esclavitud en Egipto».
16Todas las naciones del mundo quedarán maravilladas
de lo que el Señor hará por ti.
Estarán avergonzadas
de su escaso poder.
Se cubrirán la boca, mudas de respeto y temor,
sordas a todo lo que las rodea.
17Como serpientes que salen de sus guaridas,
saldrán para encontrarse con el Señor nuestro Dios.
Sentirán mucho temor de él
y temblarán de terror ante su presencia.
18¿Dónde hay otro Dios como tú,
que perdona la culpa del remanente
y pasa por alto los pecados de su preciado pueblo?
No seguirás enojado con tu pueblo para siempre,
porque tú te deleitas en mostrar tu amor inagotable.
19Volverás a tener compasión de nosotros.
¡Aplastarás nuestros pecados bajo tus pies
y los arrojarás a las profundidades del océano!
20Nos mostrarás tu fidelidad y tu amor inagotable,
como lo prometiste hace mucho tiempo a nuestros antepasados Abraham y Jacob.

 

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Apocalipsis 7

El pueblo de Dios será protegido
1Después vi a cuatro ángeles que estaban de pie en las cuatro esquinas de la tierra. Sujetaban los cuatro vientos para que no soplaran sobre la tierra ni sobre el mar ni sobre ningún árbol. 2Vi a otro ángel que subía del oriente llevando el sello del Dios viviente. Gritó a los cuatro ángeles que habían recibido poder para dañar la tierra y el mar:3«¡Esperen! No hagan daño a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que hayamos puesto el sello de Dios en la frente de sus siervos».
4Y oí el número de los que fueron marcados con el sello de Dios. Fueron sellados 144.000 de todas las tribus de Israel:
5de la tribu de Judá 12.000
de la tribu de Rubén 12.000
de la tribu de Gad 12.000
6de la tribu de Aser 12.000
de la tribu de Neftalí 12.000
de la tribu de Manasés 12.000
7de la tribu de Simeón 12.000
de la tribu de Leví 12.000
de la tribu de Isacar 12.000
8de la tribu de Zabulón 12.000
de la tribu de José 12.000
de la tribu de Benjamín 12.000
Alabanza de la gran multitud
9Después de esto vi una enorme multitud de todo pueblo y toda nación, tribu y lengua, que era tan numerosa que nadie podía contarla. Estaban de pie delante del trono y delante del Cordero. Vestían túnicas blancas y tenían en sus manos ramas de palmeras. 10Y gritaban con gran estruendo:
«¡La salvación viene de nuestro Dios que está sentado en el trono
y del Cordero!».
11Y todos los ángeles estaban de pie alrededor del trono y alrededor de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron rostro en tierra delante del trono y adoraron a Dios, 12cantando:
«¡Amén! ¡La bendición y la gloria y la sabiduría
y la acción de gracias y el honor
y el poder y la fuerza pertenecen a nuestro Dios
por siempre y para siempre! Amén».
13Entonces uno de los veinticuatro ancianos me preguntó:
—¿Quiénes son estos que están vestidos de blanco? ¿De dónde vienen?
14Y yo le contesté:
—Tú eres quien lo sabe, señor.
Entonces él me dijo:
—Estos son los que murieron en la gran tribulación. Han lavado y blanqueado sus ropas en la sangre del Cordero.
15»Por eso están delante del trono de Dios
y le sirven día y noche en su templo.
Y aquel que está sentado en el trono
les dará refugio.
16Nunca más tendrán hambre ni sed;
nunca más les quemará el calor del sol.
17Pues el Cordero que está en el trono
será su Pastor.
Él los guiará a manantiales del agua que da vida.
Y Dios les secará cada lágrima de sus ojos».

 

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Salmo 135

1¡Alabado sea el Señor!
¡Alaben el nombre del Señor!
Alábenlo, ustedes, los que sirven al Señor,
2los que sirven en la casa del Señor,
en los atrios de la casa de nuestro Dios.
3Alaben al Señor, porque el Señor es bueno;
celebren con música su precioso nombre.
4Pues el Señor escogió a Jacob para sí,
a Israel, como su tesoro especial.
5Yo conozco la grandeza del Señor:
nuestro Señor es más grande que cualquier otro dios.
6El Señor hace lo que le place
por todo el cielo y toda la tierra,
y en los océanos y sus profundidades.
7Hace que las nubes se eleven sobre toda la tierra.
Envía relámpagos junto con la lluvia
y suelta el viento desde sus depósitos.
8Destruyó al primer hijo varón de cada hogar egipcio
y a las primeras crías de los animales.
9Realizó señales milagrosas y maravillas en Egipto
en contra del faraón y todo su pueblo.
10Hirió de muerte a grandes naciones
y masacró a reyes poderosos:
11a Sehón, rey de los amorreos;
a Og, rey de Basán,
y a todos los reyes de Canaán.
12Entregó sus tierras como herencia,
como preciada posesión a su pueblo Israel.
13Tu nombre, oh Señor, permanece para siempre;
tu fama, oh Señor, se conoce en cada generación.
14Pues el Señor hará justicia a su pueblo
y tendrá compasión de sus siervos.
15Los ídolos de las naciones no son más que objetos de plata y oro,
manos humanas les dieron forma.
16Tienen boca pero no pueden hablar,
tienen ojos pero no pueden ver.
17Tienen oídos pero no pueden oír,
tienen nariz pero no pueden oler.
18Y los que hacen ídolos son iguales a ellos,
como también todos los que confían en ellos.
19¡Oh Israel, alaba al Señor!
¡Oh sacerdotes —descendientes de Aarón—, alaben al Señor!
20¡Oh levitas, alaben al Señor!
¡Todos los que temen al Señor, alaben al Señor!
21El Señor sea alabado desde Sión,
porque él vive aquí en Jerusalén.
¡Alabado sea el Señor!

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