Israel no aprende
1Escúchenme,
ustedes, vacas gordas
que viven en Samaria,
ustedes, mujeres, que oprimen al pobre
y aplastan al necesitado
y que les gritan siempre a sus esposos:
«¡Tráigannos otra bebida!».
2El
Señor Soberano
ha jurado por su propia santidad:
«Llegará el día cuando ustedes serán llevadas
con garfios enganchados en sus narices.
¡Hasta la última de ustedes será arrastrada lejos
como un pez al anzuelo!
3Las
sacarán por las ruinas de la muralla;
serán expulsadas de sus fortalezas»,
dice el Señor.
4«Adelante,
ofrezcan sacrificios a los ídolos en Betel;
continúen desobedeciendo en Gilgal.
Ofrezcan sacrificios cada mañana
y lleven sus diezmos cada tercer día.
5Presenten
su pan hecho con levadura
como una ofrenda de gratitud.
¡Luego entreguen sus ofrendas voluntarias
para poder jactarse de ello en todas partes!
Este es el tipo de cosas que a ustedes, israelitas, les encanta hacer»,
dice el Señor Soberano.
6«Hice
que pasaran hambre en cada ciudad
y que hubiera hambruna en cada pueblo,
pero aun así, ustedes no se volvieron a mí»,
dice el Señor.
7«Yo
detuve la lluvia
cuando sus cosechas más la necesitaban.
Envié la lluvia sobre una ciudad
pero la retuve en otra.
Llovió en un campo,
mientras otro se marchitaba.
8La
gente deambulaba de ciudad en ciudad buscando agua,
pero nunca había suficiente;
pero aun así, ustedes no se volvieron a mí»,
dice el Señor.
9«Arruiné
sus cultivos y viñedos con plaga y moho.
La langosta devoró todas sus higueras y todos sus olivos;
pero aun así, ustedes no se volvieron a mí»,
dice el Señor.
10«Les
mandé plagas
como las que envié sobre Egipto hace tiempo.
¡Maté a sus jóvenes en la guerra
y llevé lejos a todos sus caballos!
¡El hedor de la muerte llenó el aire!,
pero aun así, ustedes no se volvieron a mí»,
dice el Señor.
11«Destruí
algunas de sus ciudades,
así como destruí Sodoma
y Gomorra.
Ustedes que sobrevivieron
parecían tizones rescatados del fuego;
pero aun así, no se volvieron a mí
—dice el Señor—.
12»Por
lo tanto, yo traeré sobre ustedes los desastres que he anunciado.
Pueblo de Israel, ¡prepárate para encontrarte con tu Dios en el juicio!».
13Pues
el Señor es
quien formó las montañas,
agita los vientos y da a conocer sus pensamientos a la humanidad.
Él convierte la luz del amanecer en oscuridad
y marcha sobre las alturas de la tierra.
¡El Señor Dios
de los Ejércitos Celestiales es su nombre!
Amós 5
Un llamado al arrepentimiento
1¡Escucha,
pueblo de Israel! Oye este canto fúnebre que entono:
2«¡La
virgen Israel ha caído,
nunca volverá a levantarse!
Yace abandonada en el suelo
y no hay quien la levante».
3El
Señor Soberano
dice:
«Cuando una ciudad mande a mil hombres a la guerra,
solo volverán cien.
Cuando un pueblo envíe a cien,
solo diez regresarán vivos».
4Ahora
bien, esto es lo que el Señor dice
a la familia de Israel:
«¡Vuelvan a buscarme y vivan!
5No
adoren en los altares paganos en Betel;
no vayan a los altares en Gilgal ni en Beerseba.
Pues el pueblo de Gilgal será arrastrado al destierro
y el pueblo de Betel será reducido a nada».
6¡Vuelvan
a buscar al Señor y
vivan!
De lo contrario, él pasará por Israel como
un fuego
y los devorará completamente.
Sus dioses en Betel
no serán capaces de apagar las llamas.
7Ustedes
tuercen la justicia y la convierten en trago amargo para el oprimido.
Tratan al justo como basura.
8Es
el Señor quien
creó las estrellas,
las Pléyades y el Orión.
Él transforma la oscuridad en luz
y el día en noche.
Él levanta agua de los océanos
y la vierte como lluvia sobre la tierra.
¡El Señor es
su nombre!
9Con
poder y deslumbrante velocidad destruye a los poderosos
y aplasta todas sus defensas.
10¡Cómo
odian ustedes a los jueces honestos!
¡Cómo desprecian a los que dicen la verdad!
11Pisotean
a los pobres,
robándoles el grano con impuestos y rentas injustas.
Por lo tanto, aunque construyan hermosas casas de piedra,
nunca vivirán en ellas.
Aunque planten viñedos exuberantes,
nunca beberán su vino.
12Pues
yo conozco la enorme cantidad de sus pecados
y la profundidad de sus rebeliones.
Ustedes oprimen a los buenos al aceptar sobornos
y privan al pobre de la justicia en los tribunales.
13Así
que los que son listos permanecerán con la boca cerrada,
porque es un tiempo malo.
14¡Hagan
lo bueno y huyan del mal
para que vivan!
Entonces el Señor Dios
de los Ejércitos Celestiales será su ayudador,
así como ustedes han dicho.
15Odien
lo malo y amen lo bueno;
conviertan sus tribunales en verdaderas cortes de justicia.
Quizás el Señor Dios
de los Ejércitos Celestiales
todavía tenga compasión del remanente de su pueblo.
16Por
lo tanto, esto es lo que dice el Señor Dios
de los Ejércitos Celestiales:
«Habrá llanto en todas las plazas públicas
y lamentos en cada calle.
Llamen a los campesinos para que lloren con ustedes
y traigan a los que les pagan por lamentar.
17Habrá
gemidos en cada viñedo,
porque yo los destruiré a todos»,
dice el Señor.
Advertencia sobre el juicio que viene
18Qué
aflicción les espera a ustedes que dicen:
«¡Si tan solo hoy fuera el día del Señor!».
No tienen la menor idea de lo que desean.
Ese día no traerá luz sino oscuridad.
19En
ese día ustedes serán como un hombre que huye de un león,
solo para encontrarse con un oso.
Y, al escapar del oso, apoya su mano contra una pared en su casa
y lo muerde una serpiente.
20Así
es, el día del Señor será
oscuro y sin remedio,
sin un rayo de alegría ni esperanza.
21«Odio
todos sus grandes alardes y pretensiones,
la hipocresía de sus festivales religiosos y asambleas solemnes.
22No
aceptaré sus ofrendas quemadas ni sus ofrendas de grano.
Ni siquiera prestaré atención a sus ofrendas selectas de paz.
23¡Fuera
de aquí con sus ruidosos himnos de alabanza!
No escucharé la música de sus arpas.
24En
cambio, quiero ver una tremenda inundación de justicia
y un río inagotable de rectitud.
25»Israel,
¿acaso era a mí a quien traías sacrificios y ofrendas durante los cuarenta
años en el desierto? 26No,
servías a tus dioses paganos —Sicut, tu dios rey y Quiyún, tu dios
estrella—, las imágenes que hiciste para ti mismo.27Por
lo tanto, te mandaré al destierro, a un país al oriente de Damasco», dice
el Señor,
cuyo nombre es el Dios de los Ejércitos Celestiales.
Amós 6
1¡Qué
aflicción les espera a ustedes que están a sus anchas en medio de lujos en
Jerusalén,
y a ustedes que se sienten seguros en Samaria!
Son famosos y conocidos en Israel,
y la gente acude a ustedes en busca de ayuda.
2Pero
vayan a Calne
y vean lo que ocurrió allí.
Vayan luego a la gran ciudad de Hamat
y desciendan a la ciudad filistea de Gat.
Ustedes no son mejores que ellos
y miren cómo fueron destruidos.
3No
quieren pensar en el desastre que viene,
pero sus acciones solo acercan más el día del juicio.
4Qué
terrible será para ustedes que se dejan caer en camas de marfil
y están a sus anchas en sus sillones,
comiendo corderos tiernos del rebaño
y becerros selectos engordados en el establo.
5Entonan
canciones frívolas al son del arpa
y se creen músicos tan magníficos como David.
6Beben
vino en tazones llenos
y se perfuman con lociones fragantes.
No les importa la ruina de su nación.
7Por
lo tanto, ustedes serán los primeros en ser llevados cautivos.
De repente se acabarán todas sus fiestas.
8El
Señor Soberano
ha jurado por su propio nombre y esto es lo que dice el Señor de
los Ejércitos Celestiales:
«Desprecio la arrogancia de Israel
y odio sus fortalezas.
Entregaré esta ciudad
a sus enemigos junto con todo lo que hay en ella».
9(Si
quedan diez hombres en una casa, todos morirán.10Luego,
cuando el pariente responsable de deshacerse de los muertos entre
en la casa para llevarse los cuerpos, le preguntará al último sobreviviente:
«¿Está alguien más contigo?». Entonces, cuando la persona comience a jurar:
«No, por. . .», lo interrumpirá y dirá: «¡Cállate! Ni siquiera menciones el
nombre del Señor»).
11Cuando
el Señor dé
la orden,
las casas, tanto grandes como pequeñas, serán reducidas a escombros.
12¿Pueden
galopar los caballos sobre rocas grandes?
¿Se pueden usar bueyes para ararlas?
Así de necios son ustedes cuando convierten la justicia en veneno
y el fruto dulce de la rectitud en amargura.
13Ustedes
se jactan de su conquista de Lo-debar
y alardean: «¿No tomamos Carnáyim por
nuestra propia fuerza?».
14«Oh
pueblo de Israel, estoy a punto de levantar una nación enemiga contra ti
—dice el Señor de
los Ejércitos Celestiales—.
Los oprimirán por todo su territorio,
desde Lebo-hamat en el norte
hasta el valle de Arabá en el sur».