11 de Diciembre
 

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Salmo 130

 

Amós 4

Israel no aprende
1Escúchenme, ustedes, vacas gordas
que viven en Samaria,
ustedes, mujeres, que oprimen al pobre
y aplastan al necesitado
y que les gritan siempre a sus esposos:
«¡Tráigannos otra bebida!».
2El Señor Soberano ha jurado por su propia santidad:
«Llegará el día cuando ustedes serán llevadas
con garfios enganchados en sus narices.
¡Hasta la última de ustedes será arrastrada lejos
como un pez al anzuelo!
3Las sacarán por las ruinas de la muralla;
serán expulsadas de sus fortalezas»,
dice el Señor.
4«Adelante, ofrezcan sacrificios a los ídolos en Betel;
continúen desobedeciendo en Gilgal.
Ofrezcan sacrificios cada mañana
y lleven sus diezmos cada tercer día.
5Presenten su pan hecho con levadura
como una ofrenda de gratitud.
¡Luego entreguen sus ofrendas voluntarias
para poder jactarse de ello en todas partes!
Este es el tipo de cosas que a ustedes, israelitas, les encanta hacer»,
dice el Señor Soberano.
6«Hice que pasaran hambre en cada ciudad
y que hubiera hambruna en cada pueblo,
pero aun así, ustedes no se volvieron a mí»,
dice el Señor.
7«Yo detuve la lluvia
cuando sus cosechas más la necesitaban.
Envié la lluvia sobre una ciudad
pero la retuve en otra.
Llovió en un campo,
mientras otro se marchitaba.
8La gente deambulaba de ciudad en ciudad buscando agua,
pero nunca había suficiente;
pero aun así, ustedes no se volvieron a mí»,
dice el Señor.
9«Arruiné sus cultivos y viñedos con plaga y moho.
La langosta devoró todas sus higueras y todos sus olivos;
pero aun así, ustedes no se volvieron a mí»,
dice el Señor.
10«Les mandé plagas
como las que envié sobre Egipto hace tiempo.
¡Maté a sus jóvenes en la guerra
y llevé lejos a todos sus caballos!
¡El hedor de la muerte llenó el aire!,
pero aun así, ustedes no se volvieron a mí»,
dice el Señor.
11«Destruí algunas de sus ciudades,
así como destruí Sodoma y Gomorra.
Ustedes que sobrevivieron
parecían tizones rescatados del fuego;
pero aun así, no se volvieron a mí
—dice el Señor—.
12»Por lo tanto, yo traeré sobre ustedes los desastres que he anunciado.
Pueblo de Israel, ¡prepárate para encontrarte con tu Dios en el juicio!».
13Pues el Señor es quien formó las montañas,
agita los vientos y da a conocer sus pensamientos a la humanidad.
Él convierte la luz del amanecer en oscuridad
y marcha sobre las alturas de la tierra.
¡El Señor Dios de los Ejércitos Celestiales es su nombre!

 

Amós 5

Un llamado al arrepentimiento
1¡Escucha, pueblo de Israel! Oye este canto fúnebre que entono:
2«¡La virgen Israel ha caído,
nunca volverá a levantarse!
Yace abandonada en el suelo
y no hay quien la levante».
3El Señor Soberano dice:
«Cuando una ciudad mande a mil hombres a la guerra,
solo volverán cien.
Cuando un pueblo envíe a cien,
solo diez regresarán vivos».
4Ahora bien, esto es lo que el Señor dice a la familia de Israel:
«¡Vuelvan a buscarme y vivan!
5No adoren en los altares paganos en Betel;
no vayan a los altares en Gilgal ni en Beerseba.
Pues el pueblo de Gilgal será arrastrado al destierro
y el pueblo de Betel será reducido a nada».
6¡Vuelvan a buscar al Señor y vivan!
De lo contrario, él pasará por Israel como un fuego
y los devorará completamente.
Sus dioses en Betel
no serán capaces de apagar las llamas.
7Ustedes tuercen la justicia y la convierten en trago amargo para el oprimido.
Tratan al justo como basura.
8Es el Señor quien creó las estrellas,
las Pléyades y el Orión.
Él transforma la oscuridad en luz
y el día en noche.
Él levanta agua de los océanos
y la vierte como lluvia sobre la tierra.
¡El Señor es su nombre!
9Con poder y deslumbrante velocidad destruye a los poderosos
y aplasta todas sus defensas.
10¡Cómo odian ustedes a los jueces honestos!
¡Cómo desprecian a los que dicen la verdad!
11Pisotean a los pobres,
robándoles el grano con impuestos y rentas injustas.
Por lo tanto, aunque construyan hermosas casas de piedra,
nunca vivirán en ellas.
Aunque planten viñedos exuberantes,
nunca beberán su vino.
12Pues yo conozco la enorme cantidad de sus pecados
y la profundidad de sus rebeliones.
Ustedes oprimen a los buenos al aceptar sobornos
y privan al pobre de la justicia en los tribunales.
13Así que los que son listos permanecerán con la boca cerrada,
porque es un tiempo malo.
14¡Hagan lo bueno y huyan del mal
para que vivan!
Entonces el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales será su ayudador,
así como ustedes han dicho.
15Odien lo malo y amen lo bueno;
conviertan sus tribunales en verdaderas cortes de justicia.
Quizás el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales
todavía tenga compasión del remanente de su pueblo.
16Por lo tanto, esto es lo que dice el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales:
«Habrá llanto en todas las plazas públicas
y lamentos en cada calle.
Llamen a los campesinos para que lloren con ustedes
y traigan a los que les pagan por lamentar.
17Habrá gemidos en cada viñedo,
porque yo los destruiré a todos»,
dice el Señor.
Advertencia sobre el juicio que viene
18Qué aflicción les espera a ustedes que dicen:
«¡Si tan solo hoy fuera el día del Señor!».
No tienen la menor idea de lo que desean.
Ese día no traerá luz sino oscuridad.
19En ese día ustedes serán como un hombre que huye de un león,
solo para encontrarse con un oso.
Y, al escapar del oso, apoya su mano contra una pared en su casa
y lo muerde una serpiente.
20Así es, el día del Señor será oscuro y sin remedio,
sin un rayo de alegría ni esperanza.
21«Odio todos sus grandes alardes y pretensiones,
la hipocresía de sus festivales religiosos y asambleas solemnes.
22No aceptaré sus ofrendas quemadas ni sus ofrendas de grano.
Ni siquiera prestaré atención a sus ofrendas selectas de paz.
23¡Fuera de aquí con sus ruidosos himnos de alabanza!
No escucharé la música de sus arpas.
24En cambio, quiero ver una tremenda inundación de justicia
y un río inagotable de rectitud.
25»Israel, ¿acaso era a mí a quien traías sacrificios y ofrendas durante los cuarenta años en el desierto? 26No, servías a tus dioses paganos —Sicut, tu dios rey y Quiyún, tu dios estrella—, las imágenes que hiciste para ti mismo.27Por lo tanto, te mandaré al destierro, a un país al oriente de Damasco», dice el Señor, cuyo nombre es el Dios de los Ejércitos Celestiales.

 

Amós 6

1¡Qué aflicción les espera a ustedes que están a sus anchas en medio de lujos en Jerusalén,
y a ustedes que se sienten seguros en Samaria!
Son famosos y conocidos en Israel,
y la gente acude a ustedes en busca de ayuda.
2Pero vayan a Calne
y vean lo que ocurrió allí.
Vayan luego a la gran ciudad de Hamat
y desciendan a la ciudad filistea de Gat.
Ustedes no son mejores que ellos
y miren cómo fueron destruidos.
3No quieren pensar en el desastre que viene,
pero sus acciones solo acercan más el día del juicio.
4Qué terrible será para ustedes que se dejan caer en camas de marfil
y están a sus anchas en sus sillones,
comiendo corderos tiernos del rebaño
y becerros selectos engordados en el establo.
5Entonan canciones frívolas al son del arpa
y se creen músicos tan magníficos como David.
6Beben vino en tazones llenos
y se perfuman con lociones fragantes.
No les importa la ruina de su nación.
7Por lo tanto, ustedes serán los primeros en ser llevados cautivos.
De repente se acabarán todas sus fiestas.
8El Señor Soberano ha jurado por su propio nombre y esto es lo que dice el Señor de los Ejércitos Celestiales:
«Desprecio la arrogancia de Israel
y odio sus fortalezas.
Entregaré esta ciudad
a sus enemigos junto con todo lo que hay en ella».
9(Si quedan diez hombres en una casa, todos morirán.10Luego, cuando el pariente responsable de deshacerse de los muertos entre en la casa para llevarse los cuerpos, le preguntará al último sobreviviente: «¿Está alguien más contigo?». Entonces, cuando la persona comience a jurar: «No, por. . .», lo interrumpirá y dirá: «¡Cállate! Ni siquiera menciones el nombre del Señor»).
11Cuando el Señor dé la orden,
las casas, tanto grandes como pequeñas, serán reducidas a escombros.
12¿Pueden galopar los caballos sobre rocas grandes?
¿Se pueden usar bueyes para ararlas?
Así de necios son ustedes cuando convierten la justicia en veneno
y el fruto dulce de la rectitud en amargura.
13Ustedes se jactan de su conquista de Lo-debar
y alardean: «¿No tomamos Carnáyim por nuestra propia fuerza?».
14«Oh pueblo de Israel, estoy a punto de levantar una nación enemiga contra ti
—dice el Señor de los Ejércitos Celestiales—.
Los oprimirán por todo su territorio,
desde Lebo-hamat en el norte
hasta el valle de Arabá en el sur».

 

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Apocalipsis 2:18-29

18»Escribe esta carta al ángel de la iglesia de Tiatira. Este es el mensaje del Hijo de Dios, el que tiene los ojos como llamas de fuego y los pies como bronce pulido:
19»Yo sé todo lo que haces; he visto tu amor, tu fe, tu servicio y tu paciencia con perseverancia. Y veo tu constante mejoría en todas estas cosas.
20»Pero tengo una queja en tu contra. Permites que esa mujer —esa Jezabel que se llama a sí misma profetisa— lleve a mis siervos por mal camino. Ella les enseña a cometer pecado sexual y a comer alimentos ofrecidos a ídolos. 21Le di tiempo para que se arrepintiera, pero ella no quiere abandonar su inmoralidad.
22»Por lo tanto, la arrojaré en una cama de sufrimiento, y los que cometen adulterio con ella sufrirán terriblemente, a menos que se arrepientan y abandonen las maldades de ella. 23Heriré de muerte a sus hijos. Entonces todas las iglesias sabrán que yo soy el que examina los pensamientos y las intenciones de cada persona. Y le daré a cada uno de ustedes lo que se merezca.
24»Pero también tengo un mensaje para el resto de ustedes en Tiatira, los que no han seguido esa falsa enseñanza (“verdades más profundas”, como ellos las llaman, que en realidad son profundidades de Satanás). No les pediré nada más, 25solo que retengan con firmeza lo que tienen hasta que yo venga. 26A todos los que salgan vencedores y me obedezcan hasta el final:
Les daré autoridad sobre todas las naciones.
27Gobernarán las naciones con vara de hierro
y las harán pedazos como si fueran ollas de barro.
28Tendrán la misma autoridad que yo recibí de mi Padre, ¡y también les daré la estrella de la mañana!
29»Todo el que tenga oídos para oír debe escuchar al Espíritu y entender lo que él dice a las iglesias.

Apocalipsis 3:1-6

Mensaje a la iglesia de Sardis
1»Escribe esta carta al ángel de la iglesia de Sardis. Este es el mensaje de aquel que tiene el Espíritu de Dios de siete aspectos y las siete estrellas:
»Yo sé todo lo que haces y que tienes la fama de estar vivo, pero estás muerto. 2¡Despierta! Fortalece lo poco que te queda, porque hasta lo que queda está a punto de morir. Veo que tus acciones no cumplen con los requisitos de mi Dios. 3Vuelve a lo que escuchaste y creíste al principio, y retenlo con firmeza. Arrepiéntete y regresa a mí. Si no despiertas, vendré a ti de repente, cuando menos lo esperes, como lo hace un ladrón.
4»Sin embargo, hay algunos en la iglesia de Sardis que no se han manchado la ropa con maldad. Ellos caminarán conmigo vestidos de blanco, porque son dignos. 5Todos los que salgan vencedores serán vestidos de blanco. Nunca borraré sus nombres del libro de la vida, sino que anunciaré delante de mi Padre y de sus ángeles que ellos me pertenecen.
6»Todo el que tenga oídos para oír debe escuchar al Espíritu y entender lo que él dice a las iglesias.

 

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Salmo 130

Cántico para los peregrinos que suben a Jerusalén.
1Desde lo profundo de mi desesperación, oh Señor,
clamo por tu ayuda.
2Escucha mi clamor, oh Señor.
Presta atención a mi oración.
3Señor, si llevaras un registro de nuestros pecados,
¿quién, oh Señor, podría sobrevivir?
4Pero tú ofreces perdón,
para que aprendamos a temerte.
5Yo cuento con el Señor;
sí, cuento con él;
en su palabra he puesto mi esperanza.
6Anhelo al Señor
más que los centinelas el amanecer,
sí, más de lo que los centinelas anhelan el amanecer.
7Oh Israel, espera en el Señor;
porque en el Señor hay amor inagotable;
su redención sobreabunda.
8Él mismo redimirá a Israel
de toda clase de pecado.

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