12 de Noviembre
 

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Salmo 107

 

Ezequiel 24

Señal de la olla
1El 15 de enero, durante el noveno año de cautividad del rey Joaquín, recibí este mensaje del Señor: 2«Hijo de hombre, anota la fecha de hoy, porque en este preciso día el rey de Babilonia comenzará el ataque contra Jerusalén.3Luego transmíteles a esos rebeldes, mediante una ilustración, este mensaje de parte del Señor Soberano:
»“Pon una olla al fuego
y échale un poco de agua.
4Llénala con trozos selectos de carne:
de cadera, de lomo
y de los cortes más tiernos.
5Usa solo las mejores ovejas del rebaño
y amontona leña en el fuego, debajo de la olla.
Hierve el contenido de la olla,
y cocina los huesos junto con la carne.
6»”Ahora bien, esto dice el SeñorSoberano:
¡qué aflicción le espera a Jerusalén,
ciudad de asesinos!
Ella es una olla de cocina
cuya corrupción no puede limpiarse.
Saca los trozos de carne al azar,
porque ningún pedazo es mejor que otro.
7Pues la sangre de sus homicidios
quedó salpicada en las rocas.
¡Ni siquiera se derramó en el suelo
donde el polvo podría cubrirla!
8Así que yo salpicaré su sangre en una roca
para que todos vean
una expresión de mi enojo
y mi venganza contra ella.
9»”Esto dice el Señor Soberano:
¡Qué aflicción le espera a Jerusalén,
ciudad de asesinos!
Yo mismo amontonaré leña debajo de ella.
10¡Sí, échale más leña!
Que ardan las llamas para que hierva la olla.
Cocina la carne con muchas especias
y después quema los huesos.
11Luego deja la olla vacía sobre los carbones encendidos.
¡Que se caliente al rojo vivo!
Que se quemen la inmundicia y la corrupción.
12Pero es un caso perdido;
la corrupción no puede limpiarse.
Así que échala al fuego.
13Tu impureza es tu lascivia
y la corrupción fruto de tu idolatría.
Yo traté de limpiarte,
pero tú te negaste.
Ahora quedarás en tu inmundicia
hasta que sacie mi furia contra ti”.
14»¡Yo, el Señor, he hablado! Ha llegado la hora y no me contendré. No cambiaré de parecer ni tendré compasión de ti. Serás juzgada por tus acciones perversas, dice el Señor Soberano».
Muerte de la esposa de Ezequiel
15Luego recibí este mensaje del Señor:16«Hijo de hombre, de un solo golpe te quitaré tu tesoro más querido; sin embargo, no debes expresar ningún dolor ante su muerte. No llores; que no haya lágrimas. 17Gime en silencio, pero sin que haya lamentos junto a su tumba. No te descubras la cabeza ni te quites las sandalias. No cumplas con los ritos acostumbrados en el tiempo de duelo ni aceptes la comida de los amigos que se acerquen a consolarte».
18Así que, por la mañana, anuncié ese mensaje al pueblo y por la tarde mi esposa murió. A la mañana siguiente hice todo lo que se me indicó.19Entonces la gente me preguntó: «¿Qué significa todo esto? ¿Qué tratas de decirnos?».
20Así que les contesté: «Recibí un mensaje del Señor, 21quien me dijo que se lo transmitiera a los israelitas. Esto dice el SeñorSoberano: “Contaminaré mi templo, que es fuente de seguridad y orgullo para ustedes, el lugar en el que se deleita su corazón. Los hijos y las hijas que dejaron en Judea serán masacrados a espada. 22Entonces ustedes harán lo mismo que hizo Ezequiel. No harán duelo en público ni se consolarán entre ustedes comiendo lo que les traigan sus amigos. 23Se dejarán la cabeza cubierta y no se quitarán las sandalias. No harán luto ni llorarán, pero se consumirán a causa de sus pecados. Harán luto en secreto por todo el mal que hicieron.24Ezequiel les sirve de ejemplo; ustedes harán lo mismo que él. Y cuando llegue ese tiempo, sabrán que yo soy el SeñorSoberano”».
25Luego el Señor me dijo: «Hijo de hombre, el día que les quite su fortaleza —su alegría y su gloria, el deseo de su corazón, su tesoro más querido— también les quitaré a sus hijos e hijas. 26Ese día, un sobreviviente llegará desde Jerusalén a Babilonia para contarte lo que sucedió. 27Cuando llegue, enseguida recuperarás la voz para que hables con él y serás un símbolo para los de este pueblo. Entonces ellos sabrán que yo soy el Señor».

 

Ezequiel 25

Mensaje para Amón
1Luego recibí este mensaje del Señor: 2«Hijo de hombre, ponte de cara a la tierra de Amón y profetiza contra sus habitantes. 3Comunica este mensaje a los amonitas de parte del SeñorSoberano: “¡Escuchen la palabra del SeñorSoberano! Ustedes se alegraron cuando mi templo fue contaminado, se burlaron de Israel y de su desolación y se rieron de Judá cuando la llevaron al destierro. 4Permitiré que invadan su país los nómadas de los desiertos orientales. Ellos establecerán su campamento entre ustedes y levantarán carpas en su tierra. Se llevarán el fruto de sus cosechas y se tomarán la leche de sus animales. 5Convertiré la ciudad de Rabá en un pastizal para camellos y todo el territorio de los amonitas en un lugar de descanso para ovejas y cabras. Entonces ustedes sabrán que yo soy el Señor.
6»”Esto dice el Señor Soberano: dado que ustedes aplaudieron, bailaron y gritaron de alegría por la destrucción de mi pueblo, 7yo alzaré mi puño de juicio contra ustedes. Los entregaré como botín a muchas naciones. Los eliminaré y dejarán de ser nación, los destruiré por completo. Así sabrán que yo soy el Señor.
Mensaje para Moab
8»”Esto dice el Señor Soberano: dado que los moabitas dijeron que Judá es igual a las demás naciones, 9les abriré el flanco oriental y destruiré sus gloriosas ciudades fronterizas: Bet-jesimot, Baal-meón y Quiriataim.10Entregaré a los moabitas en manos de los nómadas de los desiertos orientales, tal como hice con los amonitas. Es cierto, los amonitas dejarán de ser contados entre las naciones.11Del mismo modo, haré caer mi castigo sobre los moabitas. Entonces sabrán que yo soy el Señor.
Mensaje para Edom
12»”Esto dice el Señor Soberano: los edomitas pecaron grandemente al vengarse contra el pueblo de Judá. 13Por lo tanto, dice el SeñorSoberano, alzaré mi puño de juicio contra Edom. Exterminaré a sus habitantes y a sus animales a filo de espada. Convertiré en una tierra baldía el territorio desde Temán hasta Dedán. 14Lo llevaré a cabo por medio de mi pueblo Israel. Con enojo los israelitas ejecutarán mi venganza, y los edomitas sabrán que esa venganza es mía. ¡Yo, el SeñorSoberano, he hablado!
Mensaje para Filistea
15»”Esto dice el Señor Soberano: los filisteos arremetieron contra Judá por amarga venganza y por desprecio acumulado. 16Por lo tanto, esto dice el Señor Soberano: alzaré mi puño de juicio contra la tierra de los filisteos. Exterminaré a los cereteos y destruiré por completo a la gente que vive junto al mar. 17Ejecutaré contra ellos una terrible venganza para castigarlos por lo que han hecho. Y una vez que me haya vengado, sabrán que yo soy el Señor”».

 

Ezequiel 26

Mensaje para Tiro
1El 3 de febrero, durante el año doce de cautividad del rey Joaquín, recibí este mensaje del Señor: 2«Hijo de hombre, Tiro se alegró por la caída de Jerusalén diciendo: “¡Ajá! La que era la puerta de entrada a las prósperas rutas comerciales del oriente ha sido destruida y ¡ahora es mi turno! ¡Dado que ella quedó desolada, yo me enriqueceré!”.
3»Por lo tanto, esto dice el Señor Soberano: oh Tiro, yo soy tu enemigo y haré que muchas naciones se levanten contra ti como las olas del mar que rompen contra tu costa. 4Ellas destruirán las murallas de Tiro y derribarán sus torres. ¡Yo rasparé su suelo hasta dejarlo como roca desnuda! 5No será más que una roca en el mar, un lugar donde los pescadores tiendan sus redes, pues yo he hablado, dice el SeñorSoberano. Tiro se convertirá en presa de muchas naciones, 6y sus aldeas de tierra adentro serán destruidas a espada. Entonces sabrán que yo soy el Señor.
7»Esto dice el Señor Soberano: del norte haré que se levante el rey Nabucodonosor de Babilonia contra Tiro. Él es rey de reyes y viene con sus caballos, sus carros de guerra, sus conductores y un gran ejército. 8Primero destruirá las aldeas de tierra adentro. Luego te atacará construyendo un muro de asalto y una rampa y levantando un techo de escudos. 9Golpeará tus murallas con arietes y demolerá tus torres a golpe de martillo. 10Las patas de sus caballos ahogarán de polvo la ciudad y el estruendo de las ruedas de los carros de guerra y sus conductores hará temblar tus murallas cuando entren por tus puertas derrumbadas. 11Los caballos de sus jinetes pisotearán todas las calles de la ciudad. Masacrarán a tu gente y derribarán las fuertes columnas.
12»Saquearán tus riquezas y mercancías, y demolerán tus murallas. Destruirán tus preciosas casas y arrojarán al mar las piedras, los maderos y hasta el polvo de la ciudad. 13Pondré fin a la música de tus cánticos. Nunca más se oirá entre tu pueblo el sonido de las arpas. 14Transformaré tu isla en una roca desnuda, un lugar donde los pescadores tiendan sus redes. Jamás serás reconstruida, porque yo, el Señor, he hablado. ¡Sí, el Señor Soberano ha hablado!
Efectos de la destrucción de Tiro
15»Esto dice el Señor Soberano a Tiro: toda la costa temblará ante el ruido de tu caída, mientras se oyen los gritos de los heridos que retumban en la prolongada masacre. 16Los gobernantes de las ciudades portuarias dejarán sus tronos y se quitarán las vestiduras reales y su hermosa ropa. Se sentarán en el suelo, temblando de terror a causa de tu destrucción.17Después se lamentarán por ti entonando este canto fúnebre:
»¡Oh famosa ciudad isleña,
que antes gobernaba el mar,
cómo has sido destruida!
Tu gente, con su poderío naval,
antes sembraba terror por todo el mundo.
18Ahora las tierras costeras tiemblan de miedo por tu caída.
Decaen las islas a medida que desapareces.
19»Esto dice el Señor Soberano: convertiré a Tiro en ruinas despobladas, como muchas otras. La sepultaré bajo las terribles oleadas del ataque enemigo. Los grandes mares te tragarán. 20Te enviaré a la fosa para que te reúnas con los que descendieron allí hace mucho tiempo. Tu ciudad quedará en ruinas, sepultada bajo tierra, como los que están en la fosa, quienes entraron al mundo de los muertos. Aquí, en el mundo de los vivos, no tendrás ningún lugar de honor. 21Te daré un fin terrible y dejarás de existir. Te buscarán, pero nunca más te encontrarán. ¡Yo, el Señor Soberano, he hablado!».

 

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Hebreos 11:1-16

Grandes ejemplos de fe
1La fe es la confianza de que en verdad sucederá lo que esperamos; es lo que nos da la certeza de las cosas que no podemos ver.2Por su fe, la gente de antaño gozó de una buena reputación.
3Por la fe entendemos que todo el universo fue formado por orden de Dios, de modo que lo que ahora vemos no vino de cosas visibles.
4Fue por la fe que Abel presentó a Dios una ofrenda más aceptable que la que presentó Caín. La ofrenda de Abel demostró que era un hombre justo, y Dios aprobó sus ofrendas. Aunque Abel murió hace mucho tiempo, todavía nos habla por su ejemplo de fe.
5Fue por la fe que Enoc ascendió al cielo sin morir, «desapareció porque Dios se lo llevó»; porque antes de ser llevado, lo conocían como una persona que agradaba a Dios. 6De hecho, sin fe es imposible agradar a Dios. Todo el que desee acercarse a Dios debe creer que él existe y que él recompensa a los que lo buscan con sinceridad.
7Fue por la fe que Noé construyó un barco grande para salvar a su familia del diluvio en obediencia a Dios, quien le advirtió de cosas que nunca antes habían sucedido. Por su fe, Noé condenó al resto del mundo y recibió la justicia que viene por la fe.
8Fue por la fe que Abraham obedeció cuando Dios lo llamó para que dejara su tierra y fuera a otra que él le daría por herencia. Se fue sin saber adónde iba.9Incluso cuando llegó a la tierra que Dios le había prometido, vivió allí por fe, pues era como un extranjero que vive en carpas. Lo mismo hicieron Isaac y Jacob, quienes heredaron la misma promesa. 10Abraham esperaba con confianza una ciudad de cimientos eternos, una ciudad diseñada y construida por Dios.
11Fue por la fe que hasta Sara pudo tener un hijo, a pesar de ser estéril y demasiado anciana. Ella creyó que Dios cumpliría su promesa. 12Así que una nación entera provino de este solo hombre, quien estaba casi muerto en cuanto a tener hijos; una nación con tantos habitantes que, como las estrellas de los cielos y la arena de la orilla del mar, es imposible contar.
13Todas estas personas murieron aún creyendo lo que Dios les había prometido. Y aunque no recibieron lo prometido lo vieron desde lejos y lo aceptaron con gusto. Coincidieron en que eran extranjeros y nómadas aquí en este mundo. 14Es obvio que quienes se expresan así esperan tener su propio país.15Si hubieran añorado el país del que salieron, bien podrían haber regresado. 16Sin embargo, buscaban un lugar mejor, una patria celestial. Por eso, Dios no se avergüenza de ser llamado el Dios de ellos, pues les ha preparado una ciudad.

 

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Libro Quinto (Salmos 107–150)

Salmo 107

1¡Den gracias al Señor, porque él es bueno!
Su fiel amor perdura para siempre.
2¿Los ha rescatado el Señor? ¡Entonces, hablen con libertad!
Cuenten a otros que él los ha rescatado de sus enemigos.
3Pues ha reunido a los desterrados de muchos países,
del oriente y del occidente,
del norte y del sur.
4Algunos vagaban por el desierto,
perdidos y sin hogar.
5Con hambre y con sed
estaban a punto de morir.
6«¡Señor, socorro!», clamaron en medio de su dificultad,
y él los rescató de su aflicción.
7Los llevó directo a un lugar seguro,
a una ciudad donde pudieran vivir.
8Que alaben al Señor por su gran amor
y por las obras maravillosas que ha hecho a favor de ellos.
9Pues él satisface al sediento
y al hambriento lo llena de cosas buenas.
10Algunos estaban en oscuridad y en una profunda penumbra,
presos del sufrimiento con cadenas de hierro.
11Se rebelaron contra las palabras de Dios,
se burlaron del consejo del Altísimo.
12Por eso los doblegó con trabajo forzado;
cayeron, y no hubo quien los ayudara.
13«¡Socorro, Señor!», clamaron en medio de su dificultad,
y él los salvó de su aflicción.
14Los sacó de la oscuridad y de la profunda penumbra;
les rompió las cadenas.
15Que alaben al Señor por su gran amor
y por las obras maravillosas que ha hecho a favor de ellos.
16Pues rompió las puertas de bronce de su prisión;
partió en dos los barrotes de hierro.
17Algunos fueron necios; se rebelaron
y sufrieron por sus pecados.
18No podían ni pensar en comer,
y estaban a las puertas de la muerte.
19«¡Socorro, Señor!», clamaron en medio de su dificultad
y él los salvó de su aflicción.
20Envió su palabra y los sanó;
los arrebató de las puertas de la muerte.
21Que alaben al Señor por su gran amor
y por las obras maravillosas que ha hecho a favor de ellos.
22Que ofrezcan sacrificios de agradecimiento
y canten con alegría por sus gloriosos actos.
23Algunos se hicieron a la mar en barcos
y surcaron las rutas comerciales del mundo.
24También observaron el poder del Señor en acción,
sus impresionantes obras en los mares más profundos.
25Él habló, y se desataron los vientos
que agitaron las olas.
26Los barcos fueron lanzados hacia los cielos
y cayeron nuevamente a las profundidades;
los marineros se acobardaron de terror.
27Se tambaleaban y daban tumbos como borrachos,
no sabían qué más hacer.
28«Señor, ¡socorro!», clamaron en medio de su dificultad,
y él los salvó de su aflicción.
29Calmó la tormenta hasta convertirla en un susurro
y aquietó las olas.
30¡Qué bendición fue esa quietud
cuando los llevaba al puerto sanos y salvos!
31Que alaben al Señor por su gran amor
y por las obras maravillosas que ha hecho a favor de ellos.
32Que lo exalten públicamente delante de la congregación
y ante los líderes del pueblo.
33Él transforma ríos en desiertos
y manantiales de agua en tierra árida y sedienta.
34Convierte la tierra fructífera en tierras saladas y baldías,
a causa de la maldad de sus habitantes.
35Pero también convierte desiertos en lagunas
y la tierra seca en fuentes de agua.
36Lleva a los hambrientos para que se establezcan allí
y construyan sus ciudades.
37Siembran los campos, plantan viñedos,
y recogen cosechas abundantes.
38¡Cuánto los bendice!
Allí crían familias numerosas
y sus manadas de animales aumentan.
39Cuando disminuye la cantidad de ellos y se empobrecen
por la opresión, las dificultades y el dolor,
40el Señor derrama desprecio sobre sus príncipes
y los hace vagar por tierras baldías y sin sendero.
41Pero rescata de la dificultad a los pobres
y hace crecer a sus familias como rebaños de ovejas.
42Los justos verán estas cosas y se alegrarán
mientras los perversos son bruscamente silenciados.
43Los sabios tomarán todo muy en serio;
verán en nuestra historia el fiel amor del Señor.

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