1º de Noviembre
 

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Salmo 101

 

Ezequiel 1

Visión de los seres vivientes
1El 31 de julio de mis treinta años de vida, me encontraba con los judíos en el destierro, junto al río Quebar, en Babilonia, cuando se abrieron los cielos y tuve visiones de Dios. 2Eso ocurrió durante el quinto año de cautividad del rey Joaquín. 3(El Señor le dio este mensaje al sacerdote Ezequiel, hijo de Buzi, junto al río Quebar, en la tierra de los babilonios; y él sintió que la mano del Señor se apoderó de él).
4Mientras miraba, vi una gran tormenta que venía del norte empujando una nube enorme que resplandecía con relámpagos y brillaba con una luz radiante. Dentro de la nube había fuego, y en medio del fuego resplandecía algo que parecía como de ámbar reluciente. 5Del centro de la nube salieron cuatro seres vivientes que parecían humanos, 6solo que cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas. 7Las piernas eran rectas, y los pies tenían pezuñas como las de un becerro y brillaban como bronce bruñido. 8Pude ver que, debajo de cada una de las cuatro alas, tenían manos humanas. Así que cada uno de los cuatro seres tenía cuatro caras y cuatro alas.9Las alas de cada ser viviente se tocaban con las de los seres que estaban al lado. Cada uno se movía de frente hacia adelante, en la dirección que fuera, sin darse vuelta.
10Cada uno tenía cara humana por delante, cara de león a la derecha, cara de buey a la izquierda, y cara de águila por detrás. 11Cada uno tenía dos pares de alas extendidas: un par se tocaba con las alas de los seres vivientes a cada lado, y el otro par le cubría el cuerpo. 12Los seres iban en la dirección que indicara el espíritu y se movían de frente hacia delante, en la dirección que fuera, sin darse vuelta.
13Los seres vivientes parecían carbones encendidos o antorchas brillantes, y daba la impresión de que entre ellos destellaban relámpagos. 14Y los seres vivientes se desplazaban velozmente de un lado a otro como centellas.
15Mientras miraba a esos seres vivientes, vi junto a ellos cuatro ruedas que tocaban el suelo; a cada uno le correspondía una rueda. 16Las ruedas brillaban como si fueran de berilo. Las cuatro ruedas se parecían y estaban hechas de la misma manera; dentro de cada rueda había otra rueda, que giraba en forma transversal. 17Los seres podían avanzar de frente en cualquiera de las cuatro direcciones, sin girar mientras se movían. 18Los aros de las cuatro ruedas eran altos y aterradores, y estaban cubiertos de ojos alrededor.
19Cuando los seres vivientes se movían, las ruedas se movían con ellos. Cuando volaban hacia arriba, las ruedas también subían.20El espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas. Así que a donde fuera el espíritu, iban también las ruedas y los seres vivientes.21Cuando los seres se movían, las ruedas se movían. Cuando los seres se detenían, las ruedas se detenían. Cuando los seres volaban hacia arriba, las ruedas se elevaban, porque el espíritu de los seres vivientes estaba en las ruedas.
22Por encima de ellos se extendía una superficie semejante al cielo, reluciente como el cristal. 23Por debajo de esa superficie, dos alas de cada ser viviente se extendían para tocar las alas de los otros, y cada uno tenía otras dos alas que le cubrían el cuerpo. 24Cuando volaban, el ruido de las alas me sonaba como olas que rompen contra la costa o la voz del Todopoderoso o los gritos de un potente ejército. Cuando se detuvieron, bajaron las alas.25Mientras permanecían de pie con las alas bajas, se oyó una voz más allá de la superficie de cristal que estaba encima de ellos.
26Sobre esta superficie había algo semejante a un trono hecho de lapislázuli. En ese trono, en lo más alto, había una figura con apariencia de hombre.27De lo que parecía ser su cintura para arriba, tenía aspecto de ámbar reluciente, titilante como el fuego; y de la cintura para abajo, parecía una llama encendida resplandeciente. 28Lo rodeaba un halo luminoso, como el arco iris que brilla entre las nubes en un día de lluvia. Así se me presentó la gloria del Señor. Cuando la vi, caí con rostro en tierra, y oí la voz de alguien que me hablaba.

 

Ezequiel 2

 

Llamado y encargo de Ezequiel
1«Levántate, hijo de hombre —dijo la voz—, quiero hablarte». 2El Espíritu entró en mí mientras me hablaba y me puso de pie. Entonces escuché atentamente sus palabras.3«Hijo de hombre —me dijo—, te envío a la nación de Israel, un pueblo desobediente que se ha rebelado contra mí. Ellos y sus antepasados se han puesto en mi contra hasta el día de hoy.4Son un pueblo terco y duro de corazón. Ahora te envío a decirles: “¡Esto dice el SeñorSoberano!”. 5Ya sea que te escuchen o se nieguen a escuchar —pues recuerda que son rebeldes—, al menos sabrán que han tenido un profeta entre ellos.
6»Hijo de hombre, no tengas miedo ni de ellos ni de sus palabras. No temas aunque sus amenazas te rodeen como ortigas, zarzas y escorpiones venenosos. No te desanimes por sus ceños fruncidos, por muy rebeldes que ellos sean. 7Debes darles mis mensajes, te escuchen o no. Sin embargo, no te escucharán, ¡porque son totalmente rebeldes!8Hijo de hombre, presta atención a lo que te digo. No seas rebelde como ellos. Abre la boca y come lo que te doy».
9Luego miré y vi que se me acercaba una mano que sostenía un rollo,10el cual él abrió. Entonces vi que estaba escrito en ambos lados con cantos fúnebres, lamentos y declaraciones de condena.

 

Ezequiel 3:1-15

 

1La voz me dijo: «Hijo de hombre, come lo que te doy, ¡cómete este rollo! Luego ve y transmite el mensaje a los israelitas». 2Así que abrí la boca y él me dio a comer el rollo. 3«Llénate el estómago con esto», me dijo. Al comerlo, sentí un sabor tan dulce como la miel.
4Luego me dijo: «Hijo de hombre, ve a los israelitas y dales mis mensajes. 5No te envío a un pueblo de extranjeros que habla un idioma que no comprendes. 6No, no te envío a gente que habla un idioma extraño y difícil de entender. Si te enviara a esas personas, ¡ellas te escucharían! 7¡Pero los israelitas no te escucharán a ti como tampoco me escuchan a mí! Pues todos y cada uno de ellos son tercos y duros de corazón. 8Sin embargo, mira, te he hecho tan obstinado y duro de corazón como ellos. 9¡Endurecí tu frente tanto como la roca más dura! Por lo tanto, no les tengas miedo ni te asustes con sus miradas furiosas, por muy rebeldes que sean».
10Luego agregó: «Hijo de hombre, que todas mis palabras penetren primero en lo profundo de tu corazón. Escúchalas atentamente para tu propio bien.11Después ve a tus compatriotas desterrados y diles: “¡Esto dice el Señor Soberano!”. Hazlo, te escuchen o no».
12Luego el Espíritu me levantó y oí detrás de mí un fuerte ruido que retumbaba. (¡Alabada sea la gloria del Señor en su lugar!).13Era el sonido de las alas de los seres vivientes al rozarse unas con otras y el retumbar de las ruedas debajo de ellos.
14El Espíritu me levantó y me sacó de allí. Salí amargado y confundido, pero era fuerte el poder del Señorsobre mí. 15Luego llegué a la colonia de judíos desterrados en Tel-abib, junto al río Quebar. Estaba atónito y me quedé sentado entre ellos durante siete días.

 

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Hebreos 3

Jesús es superior a Moisés
1Así que, amados hermanos, ustedes que pertenecen a Dios y tienen parte con los que han sido llamados al cielo, consideren detenidamente a este Jesús a quien declaramos mensajero de Dios y Sumo Sacerdote. 2Pues él fue fiel a Dios, quien lo nombró, así como Moisés fue fiel cuando se le encomendó toda la casa de Dios.
3Pero Jesús merece mucha más gloria que Moisés, así como el que construye una casa merece más elogio que la casa misma.4Pues cada casa tiene un constructor, pero el que construyó todo es Dios.
5En verdad Moisés fue fiel como siervo en la casa de Dios. Su trabajo fue una ilustración de las verdades que Dios daría a conocer tiempo después; 6pero Cristo, como Hijo, está a cargo de toda la casa de Dios; y nosotros somos la casa de Dios si nos armamos de valor y permanecemos confiados en nuestra esperanza en Cristo.
7Por eso el Espíritu Santo dice:
«Cuando oigan hoy su voz,
8no endurezcan el corazón
como lo hicieron los israelitas cuando se rebelaron,
aquel día que me pusieron a prueba en el desierto.
9Allí sus antepasados me tentaron y pusieron a prueba mi paciencia
a pesar de haber visto mis milagros durante cuarenta años.
10Por eso, me enojé con ellos y dije:
“Su corazón siempre se aleja de mí.
Rehúsan hacer lo que les digo”.
11Así que en mi enojo juré:
“Ellos nunca entrarán en mi lugar de descanso”».
12Por lo tanto, amados hermanos, ¡cuidado! Asegúrense de que ninguno de ustedes tenga un corazón maligno e incrédulo que los aleje del Dios vivo. 13Adviértanse unos a otros todos los días mientras dure ese «hoy», para que ninguno sea engañado por el pecado y se endurezca contra Dios. 14Pues, si somos fieles hasta el fin, confiando en Dios con la misma firmeza que teníamos al principio, cuando creímos en él, entonces tendremos parte en todo lo que le pertenece a Cristo. 15Recuerden lo que dice:
«Cuando oigan hoy su voz,
no endurezcan el corazón
como hicieron los israelitas cuando se rebelaron».

 

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Salmo 101

Salmo de David.
1Cantaré de tu amor y de tu justicia, oh Señor;
te alabaré con canciones.
2Tendré cuidado de llevar una vida intachable,
¿cuándo vendrás a ayudarme?
Viviré con integridad
en mi propio hogar.
3Me negaré a mirar
cualquier cosa vil o vulgar.
Detesto a los que actúan de manera deshonesta;
no tendré nada que ver con ellos.
4Rechazaré las ideas perversas
y me mantendré alejado de toda clase de mal.
5No toleraré a los que calumnian a sus vecinos;
no soportaré la presunción ni el orgullo.
6Buscaré a personas fieles
para que sean mis compañeros;
solo a los que sean irreprochables
se les permitirá servirme.
7No permitiré que los engañadores sirvan en mi casa,
y los mentirosos no permanecerán en mi presencia.
8Mi tarea diaria será descubrir a los perversos
y liberar de sus garras a la ciudad del Señor.

 

 

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