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21 de Junio

 

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2 Reyes 1 y 2
Hechos
13:
42 a 14:7
Salmo 139
Proverbios 21

 

2 Reyes 1

Elías enfrenta al rey Ocozías
1Después de la muerte del rey Acab, la nación de Moab se rebeló contra Israel.
2Cierto día Ocozías, el nuevo rey de Israel, se cayó por la reja de la ventana de una habitación en el piso superior de su palacio en Samaria y quedó gravemente herido. Entonces envió mensajeros al templo de Baal-zebub, dios de Ecrón, para que consultaran si iba a recuperarse.
3Entonces el ángel del Señor le dijo a Elías, quien era de Tisbé: «Ve y enfrenta a los mensajeros del rey de Samaria, y pregúntales: “¿Acaso no hay Dios en Israel? ¿Por qué recurren a Baal-zebub, dios de Ecrón, a consultarle si el rey va a recuperarse? 4Por lo tanto, esto dice el Señor: nunca te levantarás de la cama donde estás; ten por seguro que morirás”». Entonces Elías fue a transmitirles el mensaje.
5Cuando los mensajeros regresaron, el rey les preguntó:
—¿Por qué volvieron tan pronto?
6Ellos contestaron:
—Se nos cruzó un hombre y nos dijo que regresáramos y le diéramos este mensaje al rey: “Esto dice el Señor: ‘¿Acaso no hay Dios en Israel? ¿Por qué mandas hombres a preguntarle a Baal-zebub, dios de Ecrón, si vas a recuperarte? Por eso que hiciste, nunca te levantarás de la cama donde estás; ten por seguro que morirás’”.
7—¿Qué hombre les dijo eso? —preguntó el rey—. ¿Cómo era?
8Y ellos contestaron:
—Era un hombre velludo y tenía un cinto de cuero en la cintura.
—¡Elías de Tisbé! —exclamó el rey.
9Entonces envió a un capitán del ejército con cincuenta soldados para que lo arrestaran. Lo encontraron sentado en la cima de una colina, y el capitán le dijo:
—Hombre de Dios, el rey te ordena que vengas con nosotros.
10Elías respondió al capitán:
—Si yo soy un hombre de Dios, ¡que caiga fuego del cielo y te destruya a ti y a tus cincuenta hombres!
Enseguida cayó fuego del cielo y los mató a todos. 
11Entonces el rey envió a otro capitán con otros cincuenta hombres, y el capitán dijo a Elías:
—Hombre de Dios, el rey te exige que bajes de inmediato.
12Elías respondió:
—Si yo soy un hombre de Dios, ¡que caiga fuego del cielo y te destruya a ti y a tus cincuenta hombres!
Y de nuevo el fuego de Dios cayó del cielo y los mató a todos. 
13Por tercera vez, el rey envió a un capitán con cincuenta hombres; pero esta vez el capitán subió a la colina, se arrodilló ante Elías y le suplicó:
—Hombre de Dios, por favor, perdone mi vida y también la vida de estos cincuenta siervos suyos. 14Sabemos que cayó fuego del cielo y destruyó a los primeros dos grupos; pero ahora, ¡le ruego que me perdone la vida!
15Entonces el ángel del Señor dijo a Elías: «Desciende con él y no le tengas miedo». Así que Elías se levantó y fue con el capitán a ver al rey.
16Así que Elías dijo al rey: «Esto dice el Señor: “¿Por qué enviaste mensajeros a Baal-zebub, dios de Ecrón, a preguntarle si te recuperarías? ¿Acaso no hay Dios en Israel para contestar tu pregunta? Ahora, porque hiciste esto, nunca te levantarás de la cama donde estás; ten por seguro que morirás”».
17Así que Ocozías murió como el Señor lo había anunciado por medio de Elías. Dado que Ocozías no tenía ningún hijo que reinara en su lugar, su hermano Joram lo sucedió en el trono. Esto ocurrió en el segundo año del reinado de Yoram, hijo de Josafat, rey de Judá.
18Los demás acontecimientos del reinado de Ocozías están registrados en El libro de la historia de los reyes de Israel.

 

2 Reyes 2

Elías llevado al cielo
1Cuando el Señor estaba por llevarse a Elías al cielo en un torbellino, Elías y Eliseo estaban en camino desde Gilgal. 2Y Elías le dijo a Eliseo:
—Quédate aquí, porque el Señor me dijo que fuera a Betel.
Eliseo respondió:
—Tan cierto como que el Señor vive y que tú vives, ¡nunca te dejaré!
Así que descendieron juntos a Betel. 
3El grupo de profetas de Betel se acercó a Eliseo para preguntarle:
—¿Sabías que hoy el Señor se llevará a tu amo?
—Claro que lo sé —contestó Eliseo—, ¡pero no digan nada!
4Entonces Elías le dijo a Eliseo:
—Quédate aquí, porque el Señor me dijo que fuera a Jericó.
Pero Eliseo le respondió de nuevo:
—Tan cierto como que el Señor vive y que tú vives, ¡nunca te dejaré!
Así que continuaron juntos a Jericó. 
5Después el grupo de profetas de Jericó se acercó a Eliseo para preguntarle:
—¿Sabías que hoy el Señor se llevará a tu amo?
—Claro que lo sé —contestó Eliseo—, ¡pero no digan nada!
6Entonces Elías le dijo a Eliseo:
—Quédate aquí, porque el Señor me dijo que fuera al río Jordán.
Pero una vez más, Eliseo respondió:
—Tan cierto como que el Señor vive y que tú vives, ¡nunca te dejaré!
Así que siguieron juntos. 
7Cincuenta hombres del grupo de profetas también fueron y observaron de lejos cuando Elías y Eliseo se detuvieron junto al río Jordán. 8Luego Elías dobló su manto y con él golpeó el agua. ¡El río se dividió en dos y ambos cruzaron sobre tierra seca!
9Cuando llegaron al otro lado, Elías le dijo a Eliseo:
—Dime qué puedo hacer por ti antes de ser llevado.
Y Eliseo respondió:
—Te pido que me permitas heredar una doble porción de tu espíritu y que llegue a ser tu sucesor.
10—Has pedido algo difícil —respondió Elías—. Si me ves en el momento en que sea llevado de tu lado, recibirás lo que pediste; pero si no me ves, no lo recibirás.
11Mientras iban caminando y conversando, de pronto apareció un carro de fuego, tirado por caballos de fuego. Pasó entre los dos hombres y los separó, y Elías fue llevado al cielo por un torbellino. 12Eliseo lo vio y exclamó: «¡Padre mío! ¡Padre mío! ¡Veo los carros de Israel con sus conductores!». Mientras desaparecían de su vista, rasgó su ropa en señal de angustia.
13Entonces Eliseo tomó el manto de Elías, el cual se había caído cuando fue llevado, y regresó a la orilla del río Jordán. 14Golpeó el agua con el manto de Elías y exclamó: «¿Dónde está el Señor, Dios de Elías?». Entonces el río se dividió en dos y Eliseo lo cruzó.
15Cuando el grupo de profetas de Jericó vio desde lejos lo que había sucedido, exclamaron: «¡El espíritu de Elías reposa sobre Eliseo!». Enseguida salieron a su encuentro y se inclinaron hasta el suelo delante de él.
16—Señor —le dijeron—, usted tan solo dé la orden y cincuenta de nuestros hombres más fuertes buscarán a su amo por todo el desierto. Tal vez el Espíritu del Señor lo haya dejado en alguna montaña o en algún valle.
—No —respondió Eliseo—, no los manden.
17Pero ellos insistieron tanto que él, avergonzado, finalmente aceptó:
—Está bien —les dijo—, mándenlos.
Así que cincuenta hombres buscaron a Elías durante tres días, pero no lo encontraron. 18Eliseo aún estaba en Jericó cuando los hombres regresaron. «¿Acaso no les dije que no fueran?», preguntó.
Primeros milagros de Eliseo
19Cierto día, los líderes de la ciudad de Jericó fueron a visitar a Eliseo.
—Tenemos un problema, señor —le dijeron—. Como puedes ver, esta ciudad está situada en un entorno agradable, pero el agua es mala y la tierra no produce.
20Eliseo dijo:
—Tráiganme un recipiente nuevo y pónganle sal.
Así que se lo llevaron 21y Eliseo fue hasta el manantial que suministraba el agua a la ciudad, le echó la sal y dijo: «Esto dice el Señor: “Yo he purificado el agua, ya no causará muerte ni esterilidad”».22Desde entonces el agua quedó pura, tal como dijo Eliseo.
23Después Eliseo salió de Jericó y subió a Betel. Mientras iba por el camino, unos muchachos de la ciudad comenzaron a burlarse y a reírse de él. «¡Vete de aquí, viejo calvo! —gritaban— ¡Vete de aquí, viejo calvo!». 24Eliseo se dio la vuelta, los miró y los maldijo en el nombre del Señor. Entonces dos osos salieron del bosque y atacaron a cuarenta y dos de ellos. 25De allí, Eliseo fue al monte Carmelo y finalmente regresó a Samaria.

 

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Hechos 13:42-52

42Cuando Pablo y Bernabé salieron de la sinagoga ese día, la gente les suplicó que volvieran a hablar sobre esas cosas la semana siguiente. 43Muchos judíos y devotos convertidos al judaísmo siguieron a Pablo y a Bernabé, y ambos hombres los exhortaban a que continuaran confiando en la gracia de Dios.
Pablo se dirige a los gentiles
44A la semana siguiente, casi toda la ciudad fue a oírlos predicar la palabra del Señor.45Cuando algunos judíos vieron las multitudes tuvieron envidia; así que calumniaban a Pablo y debatían contra todo lo que él decía.
46Entonces Pablo y Bernabé hablaron con valentía y declararon: «Era necesario que primero les predicáramos la palabra de Dios a ustedes, los judíos; pero ya que ustedes la han rechazado y se consideran indignos de la vida eterna, se la ofreceremos a los gentiles.47Pues el Señor nos dio este mandato cuando dijo:
“Yo te he hecho luz para los gentiles,
a fin de llevar salvación a los rincones más lejanos de la tierra”».
48Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y le dieron las gracias al Señor por su mensaje, y todos los que fueron elegidos para la vida eterna se convirtieron en creyentes.49Así que el mensaje del Señor se extendió por toda esa región.
50Luego los judíos provocaron a las mujeres religiosas influyentes y a los líderes de la ciudad, e incitaron a una turba contra Pablo y Bernabé, y los echaron de la ciudad. 51Así que ellos se sacudieron el polvo de sus pies en señal de rechazo y se dirigieron a la ciudad de Iconio. 52Y los creyentes se llenaron de alegría y del Espíritu Santo.

 

Hechos 14:1-7

Pablo y Bernabé en Iconio
1Lo mismo sucedió en Iconio. Pablo y Bernabé fueron a la sinagoga judía y predicaron con tanto poder que un gran número de judíos y griegos se hicieron creyentes. 2Sin embargo, algunos de los judíos rechazaron el mensaje de Dios y envenenaron la mente de los gentiles en contra de Pablo y Bernabé; 3pero los apóstoles se quedaron allí por mucho tiempo, predicando con valentía acerca de la gracia del Señor. Y el Señor demostraba que el mensaje era verdadero al darles poder para hacer señales milagrosas y maravillas; 4pero la gente de la ciudad estaba dividida en cuanto a su opinión sobre ellos. Algunos estaban del lado de los judíos, y otros apoyaban a los apóstoles.
5Entonces una turba de gentiles y judíos, junto con sus líderes, decidieron atacarlos y apedrearlos. 6Cuando los apóstoles se enteraron, huyeron a la región de Licaonia, a las ciudades de Listra y Derbe y sus alrededores. 7Y allí predicaron la Buena Noticia.

 

 

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Salmo 139

Para el director del coro: salmo de David.

1Oh Señor, has examinado mi corazón
y sabes todo acerca de mí.
2Sabes cuándo me siento y cuándo me levanto;
conoces mis pensamientos aun cuando me encuentro lejos.
3Me ves cuando viajo
y cuando descanso en casa.
Sabes todo lo que hago.
4Sabes lo que voy a decir
incluso antes de que lo diga, Señor.
5Vas delante y detrás de mí.
Pones tu mano de bendición sobre mi cabeza.
6Semejante conocimiento es demasiado maravilloso para mí,
¡es tan elevado que no puedo entenderlo!
7¡Jamás podría escaparme de tu Espíritu!
¡Jamás podría huir de tu presencia!
8Si subo al cielo, allí estás tú;
si desciendo a la tumba, allí estás tú.
9Si cabalgo sobre las alas de la mañana,
si habito junto a los océanos más lejanos,
10aun allí me guiará tu mano
y me sostendrá tu fuerza.
11Podría pedirle a la oscuridad que me ocultara,
y a la luz que me rodea, que se convierta en noche;
12pero ni siquiera en la oscuridad puedo esconderme de ti.
Para ti, la noche es tan brillante como el día.
La oscuridad y la luz son lo mismo para ti.
13Tú creaste las delicadas partes internas de mi cuerpo
y me entretejiste en el vientre de mi madre.
14¡Gracias por hacerme tan maravillosamente complejo!
Tu fino trabajo es maravilloso, lo sé muy bien.
15Tú me observabas mientras iba cobrando forma en secreto,
mientras se entretejían mis partes en la oscuridad de la matriz.
16Me viste antes de que naciera.
Cada día de mi vida estaba registrado en tu libro.
Cada momento fue diseñado
antes de que un solo día pasara.
17Qué preciosos son tus pensamientos acerca de mí, oh Dios.
¡No se pueden enumerar!
18Ni siquiera puedo contarlos;
¡suman más que los granos de la arena!
Y cuando despierto,
¡todavía estás conmigo!
19¡Oh Dios, si tan solo destruyeras a los perversos!
¡Lárguense de mi vida, ustedes asesinos!
20Blasfeman contra ti;
tus enemigos hacen mal uso de tu nombre.
21Oh Señor, ¿no debería odiar a los que te odian?
¿No debería despreciar a los que se te oponen?
22Sí, los odio con todas mis fuerzas,
porque tus enemigos son mis enemigos.
23Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón;
pruébame y conoce los pensamientos que me inquietan.
24Señálame cualquier cosa en mí que te ofenda
y guíame por el camino de la vida eterna.

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