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20 de Junio

 

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1 Reyes 22
Hechos 13:16-41
Salmo 138
Proverbios 20

 

1 Reyes 22

Josafat y Acab
1Durante tres años no hubo guerra entre Aram e Israel; 2pero al tercer año, el rey Josafat de Judá fue a visitar a Acab, rey de Israel.3Durante la visita, el rey de Israel dijo a sus funcionarios: «¿Se dan cuenta de que la ciudad de Ramot de Galaad nos pertenece? ¡Sin embargo, no hemos hecho nada por recuperarla de manos del rey de Aram!».
4Entonces se dirigió a Josafat y le preguntó:
—¿Saldrás conmigo a la batalla para recuperar Ramot de Galaad?
—¡Por supuesto! —contestó Josafat al rey de Israel—. Tú y yo somos como uno solo. Mis tropas son tus tropas y mis caballos son tus caballos.
5Entonces agregó:
—Pero primero averigüemos qué dice el Señor.
6Así que el rey de Israel convocó a los profetas, unos cuatrocientos en total, y les preguntó:
—¿Debo ir a pelear contra Ramot de Galaad o desistir?
Todos ellos contestaron:
—¡Sí, adelante! El Señor dará la victoria al rey.
7Pero Josafat preguntó:
—¿Acaso no hay también un profeta del Señor aquí? Debemos hacerle la misma pregunta.
8El rey de Israel contestó a Josafat:
—Hay un hombre más que podría consultar al Señor por nosotros, pero lo detesto. ¡Nunca me profetiza nada bueno, solo desgracias! Se llama Micaías, hijo de Imla.
—¡Un rey no debería hablar de esa manera! —respondió Josafat—. Escuchemos lo que tenga que decir.
9De modo que el rey de Israel llamó a uno de sus funcionarios y le dijo:
—¡Rápido! Trae a Micaías, hijo de Imla.
Micaías profetiza contra Acab
10El rey Acab de Israel y Josafat, rey de Judá, vestidos con sus vestiduras reales, estaban sentados en sus respectivos tronos en el campo de trillar que está cerca de la puerta de Samaria. Todos los profetas de Acab profetizaban allí, delante de ellos. 11Uno de los profetas llamado Sedequías, hijo de Quenaana, hizo unos cuernos de hierro y proclamó:
—Esto dice el Señor: ¡Con estos cuernos cornearás a los arameos hasta matarlos!
12Todos los demás profetas estaban de acuerdo.
—Sí —decían—, sube a Ramot de Galaad y saldrás vencedor, porque ¡el Señordará la victoria al rey!
13Mientras tanto, el mensajero que había ido a buscar a Micaías le dijo:
—Mira, todos los profetas le prometen victoria al rey. Ponte tú también de acuerdo con ellos y asegúrale que saldrá vencedor.
14Pero Micaías respondió:
—Tan cierto como que el Señor vive, solo diré lo que el Señor me indique.
15Cuando Micaías se presentó ante el rey, Acab le preguntó:
—Micaías, ¿debemos ir a pelear contra Ramot de Galaad o desistir?
Micaías le respondió con sarcasmo:
—¡Sí, sube y saldrás vencedor, porque el Señor dará la victoria al rey!
16Pero el rey le respondió con dureza:
—¿Cuántas veces tengo que exigirte que solo me digas la verdad cuando hables de parte del Señor?
17Entonces Micaías le dijo:
—En una visión, vi a todo Israel disperso por los montes, como ovejas sin pastor, y el Señor dijo: “Han matado a su amo. Envíalos a sus casas en paz”.
18—¿No te dije? —exclamó el rey de Israel a Josafat—. Nunca me profetiza otra cosa que desgracias.
19Micaías continuó diciendo:
—¡Escucha lo que dice el Señor! Vi al Señorsentado en su trono, rodeado por todos los ejércitos del cielo, a su derecha y a su izquierda.20Entonces el Señor dijo: “¿Quién puede seducir a Acab para que vaya a pelear contra Ramot de Galaad y lo maten?”.
»Hubo muchas sugerencias, 21hasta que finalmente un espíritu se acercó al Señor y dijo: “¡Yo puedo hacerlo!”.
22»“¿Cómo lo harás?”, preguntó el Señor.
»El espíritu contestó: “Saldré e inspiraré a todos los profetas de Acab para que hablen mentiras”.
»“Tendrás éxito —dijo el Señor—, adelante, hazlo”.
23»Así que, como ves, el Señor ha puesto un espíritu de mentira en la boca de todos tus profetas, porque el Señor ha dictado tu condena.
24Entonces Sedequías, hijo de Quenaana, se acercó a Micaías y le dio una bofetada.
—¿Desde cuándo el Espíritu del Señor salió de mí para hablarte a ti? —le reclamó.
25Y Micaías le contestó:
—¡Ya lo sabrás, cuando estés tratando de esconderte en algún cuarto secreto!
26«¡Arréstenlo! —ordenó el rey de Israel—. Llévenlo de regreso a Amón, el gobernador de la ciudad, y a mi hijo Joás. 27Denles la siguiente orden de parte del rey: “¡Metan a este hombre en la cárcel y no le den más que pan y agua hasta que yo regrese sano y salvo de la batalla!”».
28Pero Micaías respondió: «¡Si tú regresas a salvo, eso significará que el Señor no habló por medio de mí!».
Entonces dirigiéndose a los que estaban alrededor, agregó: «¡Todos ustedes, tomen nota de mis palabras!».
Muerte de Acab
29Entonces Acab, rey de Israel, y Josafat, rey de Judá, dirigieron a sus ejércitos contra Ramot de Galaad. 30El rey de Israel dijo a Josafat: «Cuando entremos en la batalla, yo me disfrazaré para que nadie me reconozca, pero tú ponte tus vestiduras reales». Así que el rey de Israel se disfrazó, y ambos entraron en la batalla.
31Mientras tanto, el rey de Aram había dado las siguientes órdenes a sus treinta y dos comandantes de carros de guerra: «Ataquen solo al rey de Israel. ¡No pierdan tiempo con nadie más!». 32Entonces, cuando los comandantes arameos de los carros vieron a Josafat en sus vestiduras reales, comenzaron a perseguirlo. «¡Allí está el rey de Israel!», gritaban; pero cuando Josafat gritó, 33los comandantes de los carros se dieron cuenta de que no era el rey de Israel y dejaron de perseguirlo.
34Sin embargo, un soldado arameo disparó una flecha al azar hacia las tropas israelitas e hirió al rey de Israel entre las uniones de su armadura. «¡Da la vuelta y sácame de aquí! —dijo Acab entre quejas y gemidos al conductor de su carro—. ¡Estoy gravemente herido!».
35La encarnizada batalla se prolongó todo ese día, y el rey permaneció erguido en su carro frente a los arameos. La sangre de su herida corría hasta llegar al piso del carro, y al atardecer, murió. 36Justo cuando se ponía el sol, este clamor recorrió las filas israelitas: «¡Estamos perdidos! ¡Sálvese quien pueda!».
37Así que el rey murió, y llevaron su cuerpo a Samaria, donde lo enterraron.38Después lavaron su carro junto al estanque de Samaria y llegaron los perros y lamieron su sangre en el lugar donde se bañaban las prostitutas, tal como el Señor lo había anunciado.
39Los demás acontecimientos del reinado de Acab y todo lo que él hizo —incluso la historia del palacio de marfil y las ciudades que construyó— están registrados en El libro de la historia de los reyes de Israel. 40Así que Acab murió y su hijo Ocozías lo sucedió en el trono.
Josafat gobierna en Judá
41Josafat, hijo de Asa, comenzó a gobernar Judá durante el cuarto año del reinado de Acab, rey de Israel. 42Josafat tenía treinta y cinco años cuando subió al trono y reinó en Jerusalén veinticinco años. Su madre era Azuba, hija de Silhi.
43Josafat fue un buen rey, quien siguió el ejemplo de su padre Asa. Hizo lo que era agradable a los ojos del Señor. Sin embargo, durante su reinado no quitó todos los santuarios paganos, y la gente siguió ofreciendo sacrificios y quemando incienso allí. 44Josafat también hizo la paz con el rey de Israel.
45Los demás acontecimientos del reinado de Josafat, el alcance de su poder y las guerras que hizo están registrados en El libro de la historia de los reyes de Judá. 46Expulsó de la tierra a los demás prostitutos y prostitutas de los santuarios paganos, quienes seguían con sus prácticas desde los días de su padre Asa.
47(En ese tiempo no había rey en Edom sino solo un regente).
48Josafat también construyó una flota de barcos mercantes para que navegaran hasta Ofir en busca de oro; pero los barcos nunca llegaron a zarpar porque naufragaron en su propio puerto de Ezión-geber. 49En una oportunidad, Ocozías, hijo de Acab, le propuso a Josafat: «Deja que mis hombres naveguen con los tuyos en los barcos»; pero Josafat rechazó la propuesta.
50Cuando Josafat murió, lo enterraron con sus antepasados en la Ciudad de David. Después su hijo Yoram lo sucedió en el trono.
Ocozías gobierna en Israel
51Ocozías, hijo de Acab, comenzó a gobernar Israel en el año diecisiete del reinado de Josafat en Judá; reinó en Samaria dos años.52Él hizo lo malo a los ojos del Señor al seguir el ejemplo de su padre y de su madre y también el ejemplo de Jeroboam, hijo de Nabat, quien había hecho pecar a Israel. 53Ocozías sirvió a Baal y le rindió culto, con lo que provocó el enojo del Señor, Dios de Israel, tal como lo había hecho su padre.

 

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Hechos 13:16-41

16Entonces Pablo se puso de pie, levantó la mano para hacer que se callaran y comenzó a hablar: «Hombres de Israel —dijo— y ustedes, gentiles temerosos de Dios, escúchenme.
17»El Dios de esta nación de Israel eligió a nuestros antepasados e hizo que se multiplicaran y se hicieran fuertes durante el tiempo que pasaron en Egipto. Luego, con brazo poderoso los sacó de la esclavitud. 18Tuvo que soportarlos durante los cuarenta años que anduvieron vagando por el desierto. 19Luego destruyó a siete naciones en Canaán y le dio su tierra a Israel como herencia. 20Todo esto llevó cerca de cuatrocientos cincuenta años.
»Después de eso, Dios les dio jueces para que gobernaran hasta los días del profeta Samuel. 21Luego el pueblo suplicó por un rey, y Dios les dio a Saúl, hijo de Cis, un hombre de la tribu de Benjamín que reinó durante cuarenta años. 22Pero Dios quitó a Saúl y lo reemplazó con David, un hombre de quien Dios dijo: “He encontrado en David, hijo de Isaí, a un hombre conforme a mi propio corazón; él hará todo lo que yo quiero que haga”.
23»Y es precisamente uno de los descendientes del rey David, Jesús, ¡el Salvador de Israel prometido por Dios!24Antes de que él viniera, Juan el Bautista predicaba que todo el pueblo de Israel tenía que arrepentirse de sus pecados, convertirse a Dios y bautizarse. 25Cuando estaba en los últimos días de su ministerio, Juan preguntó: “¿Creen ustedes que yo soy el Mesías? No, ¡no lo soy! Pero él pronto viene, y yo ni siquiera soy digno de ser su esclavo ni de desatarle las sandalias de sus pies”.
26»Hermanos —ustedes, hijos de Abraham, y también ustedes, gentiles temerosos de Dios—, ¡este mensaje de salvación ha sido enviado a nosotros! 27La gente de Jerusalén y sus líderes no reconocieron a Jesús como la persona de quien hablaron los profetas. En cambio, lo condenaron y, al hacerlo, cumplieron las palabras de los profetas que se leen todos los días de descanso. 28No encontraron ninguna razón legal para ejecutarlo, pero de cualquier forma le pidieron a Pilato que lo matara.
29»Una vez que llevaron a cabo todo lo que las profecías decían acerca de él, lo bajaron de la cruz y lo pusieron en una tumba. 30¡Pero Dios lo levantó de los muertos! 31Y, durante varios días, se apareció a los que habían ido con él de Galilea a Jerusalén. Actualmente ellos son sus testigos al pueblo de Israel.
32»Y ahora nosotros estamos aquí para traerles la Buena Noticia. La promesa fue dirigida a nuestros antepasados. 33Y ahora Dios nos la cumplió a nosotros, los descendientes, al resucitar a Jesús. Esto es lo que el segundo salmo dice sobre Jesús:
“Tú eres mi Hijo.
El día de hoy he llegado a ser tu Padre”.
34»Pues Dios había prometido levantarlo de los muertos, no dejarlo que se pudriera en la tumba. Dijo: “Yo te daré las bendiciones sagradas que le prometí a David”. 35Otro salmo lo explica con más detalle: “No permitirás que tu Santo se pudra en la tumba”. 36Este salmo no hace referencia a David, pues, después de haber hecho la voluntad de Dios en su propia generación, David murió, fue enterrado con sus antepasados y su cuerpo se descompuso. 37No, el salmo se refería a otra persona, a alguien a quien Dios resucitó y cuyo cuerpo no se descompuso.
38»Hermanos, ¡escuchen! Estamos aquí para proclamar que, por medio de este hombre Jesús, ustedes tienen el perdón de sus pecados. 39Todo el que cree en él es declarado justo ante Dios, algo que la ley de Moisés nunca pudo hacer.40¡Tengan cuidado! No dejen que las palabras de los profetas se apliquen a ustedes. Pues ellos dijeron:
41“Miren, ustedes burlones,
¡asómbrense y mueran!
Pues estoy haciendo algo en sus días,
algo que no creerían
aun si alguien les dijera”».

 

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Salmo 138

Salmo de David.

1Te doy gracias, oh Señor, con todo el corazón;
delante de los dioses cantaré tus alabanzas.
2Me inclino ante tu santo templo mientras adoro;
alabo tu nombre por tu amor inagotable y tu fidelidad,
porque tus promesas están respaldadas
por todo el honor de tu nombre.
3En cuanto oro, tú me respondes;
me alientas al darme fuerza.
4Todos los reyes del mundo te darán gracias, Señor,
porque cada uno de ellos escuchará tus palabras.
5Así es, cantarán acerca de los caminos del Señor,
porque la gloria del Señor es muy grande.
6Aunque el Señor es grande, se ocupa de los humildes,
pero se mantiene distante de los orgullosos.
7Aunque estoy rodeado de dificultades,
tú me protegerás del enojo de mis enemigos.
Extiendes tu mano,
y el poder de tu mano derecha me salva.
8El Señor llevará a cabo los planes que tiene para mi vida,
pues tu fiel amor, oh Señor, permanece para siempre.
No me abandones, porque tú me creaste.

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