21 de Mayo

 

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1 Samuel 29 al 31
Juan 11:55 a 12:19
Salmo 118:1-18
Proverbios 21

 

1 Samuel 29

Los filisteos rechazan a David
1Todo el ejército filisteo se movilizó en Afec, y los israelitas acamparon junto al manantial de Jezreel. 2Mientras los gobernantes filisteos dirigían a sus tropas en grupos de cien y de mil, David y sus hombres marcharon por la retaguardia con el rey Aquis. 3Pero los comandantes filisteos reclamaron:
—¿Qué hacen aquí estos hebreos?
Y Aquis les dijo:
—Este es David, el siervo de Saúl, rey de Israel. Él ha estado conmigo por años, y no he encontrado en él ninguna falta, desde que llegó hasta el día de hoy.
4Pero los comandantes filisteos se enojaron.
—¡Envíalo de vuelta a la ciudad que le diste! —le exigieron—. No puede ir con nosotros a la batalla. ¿Y si se vuelve contra nosotros durante la batalla y se convierte en nuestro adversario? ¿Qué mejor manera de reconciliarse con su amo que entregándole nuestras cabezas? 5¿No es este el mismo David por quien las mujeres de Israel cantan en sus danzas:
“Saúl mató a sus miles,
y David, a sus diez miles”?
6Así que Aquis finalmente mandó traer a David y le dijo:
—Juro por el Señor que has sido un aliado confiable. Pienso que debes ir conmigo a la batalla, porque no he encontrado una sola falla en ti desde que llegaste hasta el día de hoy. Pero los demás gobernantes filisteos no quieren ni oír hablar del tema. 7Por favor, no los inquietes y regresa sin llamar la atención.
8—¿Qué he hecho para merecer esto? —preguntó David—. ¿Qué ha encontrado en su siervo para que no pueda ir y pelear contra los enemigos de mi señor el rey?
9Pero Aquis insistió:
—En lo que a mí respecta, eres tan perfecto como un ángel de Dios. Pero los comandantes filisteos tienen miedo e insisten en que no los acompañen en la batalla.10Ahora, levántate temprano en la mañana y vete con tus hombres en cuanto amanezca.
11Entonces David y sus hombres regresaron a la tierra de los filisteos, mientras que el ejército filisteo avanzó hasta Jezreel.

 

1 Samuel 30

David destruye a los amalecitas
1Tres días después, cuando David y sus hombres llegaron a su casa en la ciudad de Siclag, encontraron que los amalecitas habían asaltado el Neguev y Siclag; habían destruido Siclag y la habían quemado hasta reducirla a cenizas. 2Se habían llevado a las mujeres y a los niños y a todos los demás, pero sin matar a nadie.
3Cuando David y sus hombres vieron las ruinas y se dieron cuenta de lo que les había sucedido a sus familias, 4lloraron a más no poder. 5Las dos esposas de David, Ahinoam de Jezreel y Abigail, la viuda de Nabal de Carmelo, estaban entre los que fueron capturados. 6David ahora se encontraba en gran peligro, porque todos sus hombres estaban muy resentidos por haber perdido a sus hijos e hijas, y comenzaron a hablar acerca de apedrearlo. Pero David encontró fuerzas en el Señor su Dios.
7Entonces le dijo a Abiatar, el sacerdote:
—¡Tráeme el efod!
Así que Abiatar lo trajo 8y David le preguntó al Señor:
—¿Debo perseguir a esta banda de saqueadores? ¿Los atraparé?
Y el Señor le dijo:
—Sí, persíguelos. Recuperarás todo lo que te han quitado.
9De modo que David y sus seiscientos hombres salieron y llegaron al arroyo de Besor. 10Pero doscientos de ellos estaban demasiado cansados para cruzar el arroyo, por lo que David continuó la persecución con cuatrocientos hombres.
11En el camino encontraron a un egipcio en un campo y lo llevaron a David. Le dieron pan para comer y agua para beber.12También le dieron parte de un pastel de higos y dos racimos de pasas, porque no había comido ni bebido nada durante tres días y tres noches. Al poco tiempo recobró sus fuerzas.
13—¿A quién le perteneces y de dónde vienes? —le preguntó David.
—Soy egipcio, esclavo de un amalecita —respondió—. Mi amo me abandonó hace tres días porque yo estaba enfermo. 14Regresábamos de asaltar a los cereteos en el Neguev, el territorio de Judá y la tierra de Caleb, y acabábamos de incendiar Siclag.
15—¿Me guiarás a esa banda de saqueadores? —preguntó David.
El joven contestó:
—Si haces un juramento en el nombre de Dios que no me matarás ni me devolverás a mi amo, entonces te guiaré a ellos.
16Así que guió a David hasta los amalecitas, y los encontraron dispersos por los campos comiendo, bebiendo y bailando con alegría por el enorme botín que habían tomado de los filisteos y de la tierra de Judá. 17Entonces David y sus hombres se lanzaron contra ellos y los mataron durante toda la noche y durante todo el día siguiente hasta la tarde. Ninguno de los amalecitas escapó, excepto cuatrocientos jóvenes que huyeron en camellos. 18Así que David recuperó todo lo que los amalecitas habían tomado y rescató a sus dos esposas.19No faltaba nada: fuera grande o pequeño, hijo o hija, ni ninguna otra cosa que se habían llevado. David regresó con todo. 20También recuperó los rebaños y las manadas, y sus hombres los arrearon delante de los demás animales. «¡Este botín le pertenece a David!», dijeron.
21Luego David regresó al arroyo de Besor y se encontró con los doscientos hombres que se habían quedado rezagados porque estaban demasiado cansados para seguir con él. Entonces salieron para encontrarse con David y con sus hombres, y David los saludó con alegría. 22Pero unos alborotadores entre los hombres de David dijeron:
—Ellos no fueron con nosotros, así que no pueden tener nada del botín que recuperamos. Denles sus esposas e hijos y díganles que se vayan.
23Pero David dijo:
—¡No, mis hermanos! No sean egoístas con lo que el Señor nos dio. Él nos protegió y nos ayudó a derrotar a la banda de saqueadores que nos atacó. 24¿Quién les hará caso cuando hablan así? Compartiremos por partes iguales tanto con los que vayan a la batalla como con los que cuiden las pertenencias.
25A partir de entonces, David estableció este dicho como decreto y ordenanza en Israel y hasta el día de hoy todavía se cumple.
26Cuando llegó a Siclag, David envió parte del botín a los ancianos de Judá, quienes eran sus amigos. «Esto es un regalo para ustedes —les dijo David—, tomado de los enemigos del Señor».
27Los regalos fueron enviados a la gente de las siguientes ciudades que David había visitado: Betel, Ramot-neguev, Jatir,28Aroer, Sifmot, Estemoa, 29Racal, las ciudades de Jerameel, las ciudades de los ceneos, 30Horma, Corasán, Atac, 31Hebrón, y a todos los demás lugares que David había visitado con sus hombres.

 

1 Samuel 31

Muerte de Saúl
1Ahora bien, los filisteos atacaron a Israel, y los hombres de Israel huyeron ante ellos. Mataron a muchos en las laderas del monte Gilboa. 2Los filisteos cercaron a Saúl y a sus hijos, y mataron a tres de ellos: Jonatán, Abinadab y Malquisúa. 3La batalla se intensificó cerca de Saúl, y los arqueros filisteos lo alcanzaron y lo hirieron gravemente.
4Con gemidos, Saúl le dijo a su escudero: «Toma tu espada y mátame antes de que estos filisteos paganos lleguen para atravesarme, burlarse de mí y torturarme».
Pero su escudero tenía miedo y no quiso hacerlo. Entonces Saúl tomó su propia espada y se echó sobre ella. 5Cuando su escudero vio que Saúl estaba muerto, se echó sobre su propia espada y murió junto al rey. 6Así que Saúl, sus tres hijos, su escudero y sus tropas murieron juntos en ese mismo día.
7Cuando los israelitas que se encontraban al otro lado del valle de Jezreel y más allá del Jordán vieron que el ejército israelita había huido y que Saúl y sus hijos estaban muertos, abandonaron sus ciudades y huyeron. Entonces los filisteos entraron y ocuparon sus ciudades.
8Al día siguiente, cuando los filisteos salieron a despojar a los muertos, encontraron los cuerpos de Saúl y de sus tres hijos en el monte Gilboa. 9Entonces le cortaron la cabeza a Saúl y le quitaron su armadura. Luego proclamaron las buenas noticias de la muerte de Saúl en su templo pagano y a la gente en toda la tierra de Filistea. 10Pusieron su armadura en el templo de Astoret, y colgaron su cuerpo en la muralla de la ciudad de Bet-sán.
11Pero cuando el pueblo de Jabes de Galaad se enteró de lo que los filisteos le habían hecho a Saúl,12todos los valientes guerreros viajaron toda la noche hasta Bet-sán y bajaron los cuerpos de Saúl y de sus hijos de la muralla. Llevaron los cuerpos a Jabes, donde los incineraron.13Luego tomaron los huesos y los enterraron debajo del árbol de tamarisco en Jabes y ayunaron por siete días.

 

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Juan 11:55-57

55Ya faltaba poco para la celebración de la Pascua judía, y mucha gente de todo el país llegó a Jerusalén varios días antes para participar en la ceremonia de purificación previa al comienzo de la Pascua.56Seguían buscando a Jesús, pero mientras estaban en el templo, se decían unos a otros: «¿Qué les parece? No vendrá para la Pascua, ¿verdad?». 57Mientras tanto, los principales sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes públicamente de que cualquiera que viera a Jesús avisara enseguida, para que ellos pudieran arrestarlo.

Juan 12:1-19

Jesús es ungido en Betania
1Seis días antes de que comenzara la celebración de la Pascua, Jesús llegó a Betania, a la casa de Lázaro, el hombre a quien él había resucitado. 2Prepararon una cena en honor de Jesús. Marta servía, y Lázaro estaba entre los que comían con él. 3Entonces María tomó un frasco con casi medio litro de un costoso perfume preparado con esencia de nardo, le ungió los pies a Jesús y los secó con sus propios cabellos. La casa se llenó de la fragancia del perfume.
4Sin embargo, Judas Iscariote, el discípulo que pronto lo traicionaría, dijo: 5«Ese perfume valía el salario de un año.Hubiera sido mejor venderlo para dar el dinero a los pobres». 6No es que a Judas le importaran los pobres; en verdad, era un ladrón y, como estaba a cargo del dinero de los discípulos, a menudo robaba una parte para él.
7Jesús respondió: «Déjala en paz. Esto lo hizo en preparación para mi entierro. 8Siempre habrá pobres entre ustedes, pero a mí no siempre me tendrán».
9Cuando todos los habitantes de esa región se enteraron de que Jesús había llegado, corrieron en masa para verlo a él y también a Lázaro, el hombre al que Jesús había resucitado de los muertos. 10Entonces los principales sacerdotes decidieron matar a Lázaro también, 11ya que, por causa de él, muchos los habían abandonado a ellos y ahora creían en Jesús.
Entrada triunfal de Jesús
12Al día siguiente, la noticia de que Jesús iba camino a Jerusalén corrió por toda la ciudad. Una gran multitud de visitantes que habían venido para la Pascua 13tomaron ramas de palmera y salieron al camino para recibirlo. Gritaban:
«¡Alabado sea Dios!
¡Bendiciones al que viene en el nombre del Señor!
¡Viva el Rey de Israel!».
14Jesús encontró un burrito y se montó en él; así se cumplió la profecía que dice:
15«No temas, pueblo de Jerusalén.
Mira, tu Rey ya viene
montado en la cría de una burra».
16Sus discípulos no entendieron en ese momento que se trataba del cumplimiento de la profecía. Solo después de que Jesús entró en su gloria, se acordaron de lo sucedido y se dieron cuenta de que esas cosas se habían escrito acerca de él.
17Muchos de la multitud habían estado presentes cuando Jesús llamó a Lázaro de la tumba y lo resucitó de los muertos, y se lo habían contado a otros. 18Por eso tantos salieron a recibir a Jesús, porque habían oído de esa señal milagrosa. 19Entonces los fariseos se dijeron unos a otros: «Ya no hay nada que podamos hacer. ¡Miren, todo el mundo se va tras él!».

 

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Salmo 118:1-18

1¡Den gracias al Señor, porque él es bueno!
Su fiel amor perdura para siempre.
2Que todo Israel repita:
«Su fiel amor perdura para siempre».
3Que los descendientes de Aarón, los sacerdotes, repitan:
«Su fiel amor perdura para siempre».
4Que todos los que temen al Señor repitan:
«Su fiel amor perdura para siempre».
5En mi angustia oré al Señor,
y el Señor me respondió y me liberó.
6El Señor está de mi parte, por tanto, no temeré;
¿qué me puede hacer un simple mortal?
7Así es, el Señor está de mi parte; él me ayudará;
miraré triunfante a los que me odian.
8Es mejor refugiarse en el Señor
que confiar en la gente.
9Es mejor refugiarse en el Señor
que confiar en príncipes.
10Aunque me rodearon naciones hostiles,
las destruí a todas con la autoridad del Señor.
11Así fue, me rodearon y me atacaron,
pero las destruí a todas con la autoridad del Señor.
12Me rodearon como un enjambre de abejas;
se enardecieron contra mí como un fuego crepitante;
pero las destruí a todas con la autoridad del Señor.
13Mis enemigos hicieron todo lo posible para matarme,
pero el Señor me rescató.
14El Señor es mi fuerza y mi canción;
me ha dado la victoria.
15Se entonan canciones de alegría y de victoria en el campamento de los justos.
¡El fuerte brazo derecho del Señor ha hecho proezas gloriosas!
16El fuerte brazo derecho del Señor se levanta triunfante.
¡El fuerte brazo derecho del Señor ha hecho proezas gloriosas!
17No moriré; sino que viviré
para contar lo que hizo el Señor.
18El Señor me castigó severamente,
pero no me dejó morir.

 

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