11 de Mayo

 

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1 Samuel 10 y 11
Juan 6:43-71
Salmo 107
Proverbios 11

 

1 Samuel 10

Samuel unge a Saúl como rey
1Entonces Samuel tomó un frasco de aceite de oliva y lo derramó sobre la cabeza de Saúl. Besó a Saúl y dijo: «Hago esto porque el Señor te ha designado para que gobiernes a Israel, su posesión más preciada. 2Cuando me dejes hoy, verás a dos hombres junto a la tumba de Raquel en Selsa, en los límites del territorio de Benjamín. Ellos te dirán que los burros fueron encontrados y que tu padre dejó de preocuparse por ellos, pero que ahora está preocupado por ti. Está preguntando: “¿Han visto a mi hijo?”.
3»Cuando llegues al roble de Tabor, te encontrarás con tres hombres que van camino a Betel para adorar a Dios. Uno llevará tres cabritos, otro tendrá tres panes y el tercero un odre lleno de vino. 4Los tres hombres te saludarán y te ofrecerán dos panes, los cuales debes aceptar.
5»Cuando llegues a Guibeá de Dios, donde está la guarnición de los filisteos, encontrarás a un grupo de profetas que desciende del lugar de adoración. Estarán tocando un arpa, una pandereta, una flauta y una lira, y estarán profetizando. 6En ese momento el Espíritu del Señor vendrá poderosamente sobre ti y profetizarás con ellos. Serás transformado en una persona diferente. 7Después de que sucedan estas señales, haz lo que deba hacerse, porque Dios está contigo. 8Luego desciende a Gilgal delante de mí. Allí me encontraré contigo para sacrificar ofrendas quemadas y ofrendas de paz. Deberás esperar siete días hasta que yo llegue y te dé más instrucciones».
Las señales de Samuel se cumplen
9Mientras Saúl se daba vuelta para irse, Dios le dio un nuevo corazón, y todas las señales de Samuel se cumplieron en ese día. 10Cuando Saúl y su siervo llegaron a Guibeá, vieron a un grupo de profetas que se les acercaba. Entonces el Espíritu de Dios vino poderosamente sobre Saúl, y él también comenzó a profetizar. 11Cuando los que conocían a Saúl se enteraron de lo sucedido, exclamaron: «¿Qué? ¿Hasta Saúl es profeta? ¿Cómo se convirtió el hijo de Cis en profeta?».
12Además, uno de los que estaban allí dijo: «¿Cualquiera puede convertirse en profeta, sin importar quien sea su padre?». Este es el origen del dicho: «¿Hasta Saúl es profeta?».
13Cuando Saúl terminó de profetizar, subió al lugar de adoración.
14—¿Dónde han estado? —les preguntó el tío de Saúl a él y a su siervo.
—Estábamos buscando a los burros —le respondió Saúl—, pero no pudimos encontrarlos. Así que acudimos a Samuel para preguntarle dónde estaban.
15—¡Ah! ¿Y qué dijo? —le preguntó su tío.
16—Nos dijo que ya habían encontrado los burros —contestó Saúl.
Pero Saúl no le contó a su tío lo que Samuel había dicho acerca del reino.
Saúl es proclamado rey
17Después Samuel convocó a todo el pueblo de Israel para que se reuniera delante del Señor en Mizpa, 18y dijo: «Esto es lo que el Señor, Dios de Israel, ha declarado: “Los saqué de Egipto; los rescaté de los egipcios y de todas las naciones que los oprimían. 19Pero aunque los rescaté de su miseria y aflicción, hoy han rechazado a su Dios y han dicho: ‘¡No, en lugar de Dios queremos un rey!’. Por lo tanto, preséntense ahora delante del Señor por tribus y clanes”».
20Entonces Samuel reunió a todas las tribus de Israel delante del Señor, y por sorteo se eligió a la tribu de Benjamín. 21Después llevó a cada familia de la tribu de Benjamín delante del Señor, y se eligió a la familia de los Matri. Finalmente de entre ellos fue escogido Saúl, hijo de Cis. Pero cuando lo buscaron, ¡había desaparecido!22Entonces le preguntaron al Señor:
—¿Dónde está?
Y el Señor contestó:
—Está escondido entre el equipaje.
23Así que lo encontraron y lo sacaron. Era tan alto que los demás apenas le llegaban al hombro.
24Luego Samuel dijo a todo el pueblo: «Este es el hombre que el Señor ha escogido como su rey. ¡No hay nadie como él en todo Israel!».
Y todo el pueblo gritó: «¡Viva el rey!».
25Después, Samuel le explicó al pueblo cuales eran los derechos y las obligaciones de un rey. Los escribió en un rollo y lo puso delante del Señor. Luego Samuel envió al pueblo a sus casas.
26Cuando Saúl regresó a su casa en Guibeá lo acompañó un grupo de hombres a quienes Dios les había tocado el corazón. 27Sin embargo, había unos sinvergüenzas que se quejaban: «¿Cómo puede este hombre salvarnos?». Y lo despreciaban y se negaban a llevarle regalos; pero Saúl no les hizo caso.
[Nahas, rey de los amonitas, había estado oprimiendo gravemente a los habitantes de Gad y de Rubén que vivían al oriente del río Jordán. Les sacó el ojo derecho a todos los israelitas que vivían allí, y no permitía que nadie viniera a rescatarlos. De hecho, de todos los israelitas que vivían al oriente del río Jordán, no había uno solo a quien Nahas no le hubiera sacado el ojo derecho. Pero había siete mil hombres que habían escapado de los amonitas y se habían establecido en Jabes de Galaad].

 

1º Samuel 11:1-15

 

Saúl derrota a los amonitas
1Como un mes después, el rey Nahas de Amón dirigió a su ejército contra la ciudad israelita llamada Jabes de Galaad. Pero los habitantes de Jabes pidieron paz.
—Haz un tratado con nosotros y seremos tus siervos —rogaron.
2—Está bien —dijo Nahas—, pero con una sola condición. ¡Le sacaré el ojo derecho a cada uno de ustedes para deshonrar a todo Israel!
3—¡Danos siete días para enviar mensajeros por todo Israel! —respondieron los ancianos de Jabes—. Si nadie viene a salvarnos, aceptaremos tus condiciones.
4Cuando los mensajeros llegaron a Guibeá de Saúl y le contaron al pueblo acerca de su aprieto, todos se echaron a llorar. 5Saúl había estado arando un campo con sus bueyes y, cuando regresó a la ciudad, preguntó: «¿Qué les pasa? ¿Por qué están llorando?». Así que le contaron del mensaje de Jabes.
6Entonces el Espíritu de Dios vino con poder sobre Saúl y se enojó mucho. 7Así que, tomó dos bueyes, los cortó en pedazos y envió mensajeros para que los llevaran por todo Israel con el siguiente mensaje: «¡Esto es lo que le pasará a los bueyes del que se niegue a seguir a Saúl y a Samuel a la batalla!». Entonces el Señor hizo que la gente tuviera miedo del enojo de Saúl, por lo tanto, todos salieron a la guerra como un solo hombre. 8Cuando Saúl los movilizó en Bezec, se dio cuenta de que había trescientos mil hombres de Israel y treinta mil de Judá.
9Entonces Saúl envió a los mensajeros de regreso a Jabes de Galaad para decir: «¡Los rescataremos mañana antes del mediodía!». Cuando llegó el mensaje, ¡hubo gran alegría en toda la ciudad!
10Así que los hombres de Jabes dijeron a sus enemigos: «Mañana iremos a ustedes y podrán hacer con nosotros lo que quieran». 11Pero a la mañana siguiente, antes del amanecer, Saúl llegó con su ejército dividido en tres destacamentos. Entonces atacó por sorpresa a los amonitas y los masacró durante toda la mañana. El resto del ejército amonita quedó tan disperso que no había dos de ellos juntos.
12Entonces la gente clamó a Samuel:
—¿Ahora, dónde están esos hombres que decían: “¿Por qué debe Saúl gobernarnos?”? ¡Tráiganlos aquí y los mataremos!
13Pero Saúl respondió:
—Nadie será ejecutado hoy, ¡porque este día el Señor rescató a Israel!
14Luego Samuel dijo a la gente:
—¡Vengan, vamos todos a Gilgal para renovar el reino!
15Así que todos fueron a Gilgal y en una ceremonia solemne delante del Señor proclamaron rey a Saúl. Después ofrecieron ofrendas de paz al Señor, y Saúl y todos los israelitas se llenaron de alegría.

 

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Juan 6:43-71

43Jesús les contestó: «Dejen de quejarse por lo que dije. 44Pues nadie puede venir a mí a menos que me lo traiga el Padre, que me envió, y yo lo resucitaré en el día final. 45Como dicen las Escrituras: “A todos les enseñará Dios”. Todos los que escuchan al Padre y aprenden de él, vienen a mí. 46(No es que alguien haya visto al Padre; solamente yo lo he visto, el que Dios envió).
47»Les digo la verdad, todo el que cree, tiene vida eterna. 48¡Sí, yo soy el pan de vida! 49Sus antepasados comieron maná en el desierto, pero todos murieron, 50sin embargo, el que coma el pan del cielo nunca morirá. 51Yo soy el pan vivo que descendió del cielo. Todo el que coma de este pan vivirá para siempre; y este pan, que ofreceré para que el mundo viva, es mi carne».
52Entonces la gente comenzó a discutir entre sí sobre lo que él quería decir. «¿Cómo puede este hombre darnos de comer su carne?», se preguntaban.
53Por eso Jesús volvió a decir: «Les digo la verdad, a menos que coman la carne del Hijo del Hombre y beban su sangre, no podrán tener vida eterna en ustedes;54pero todo el que coma mi carne y beba mi sangre tendrá vida eterna, y yo lo resucitaré en el día final. 55Pues mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. 56Todo el que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. 57Yo vivo gracias al Padre viviente que me envió; de igual manera, todo el que se alimente de mí vivirá gracias a mí. 58Yo soy el pan verdadero que descendió del cielo. El que coma de este pan no morirá —como les pasó a sus antepasados a pesar de haber comido el maná— sino que vivirá para siempre».
59Jesús dijo esas cosas mientras enseñaba en la sinagoga de Capernaúm.
Muchos discípulos abandonan a Jesús
60Muchos de sus discípulos decían: «Esto es muy difícil de entender. ¿Cómo puede alguien aceptarlo?».
61Jesús estaba consciente de que sus discípulos se quejaban, así que les dijo: «¿Acaso esto los ofende? 62¿Qué pensarán, entonces, si ven al Hijo del Hombre ascender al cielo otra vez? 63Solo el Espíritu da vida eterna; los esfuerzos humanos no logran nada. Las palabras que yo les he hablado son espíritu y son vida, 64pero algunos de ustedes no me creen». (Pues Jesús sabía, desde un principio, quiénes eran los que no creían y también quién lo traicionaría). 65Entonces les dijo: «Por eso dije que nadie puede venir a mí a menos que el Padre me lo entregue».
66A partir de ese momento, muchos de sus discípulos se apartaron de él y lo abandonaron.67Entonces Jesús, mirando a los Doce, les preguntó:
—¿Ustedes también van a marcharse?
68Simón Pedro le contestó:
—Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes las palabras que dan vida eterna. 69Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.
70Entonces Jesús dijo:
—Yo los elegí a ustedes doce, pero hay uno de ustedes que es un diablo.
71Se refería a Judas, hijo de Simón Iscariote, uno de los doce, quien más tarde lo traicionaría.

 

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Libro Quinto (Salmos 107–150)

Salmo 107

1¡Den gracias al Señor, porque él es bueno!
Su fiel amor perdura para siempre.
2¿Los ha rescatado el Señor? ¡Entonces, hablen con libertad!
Cuenten a otros que él los ha rescatado de sus enemigos.
3Pues ha reunido a los desterrados de muchos países,
del oriente y del occidente,
del norte y del sur.
4Algunos vagaban por el desierto,
perdidos y sin hogar.
5Con hambre y con sed
estaban a punto de morir.
6«¡Señor, socorro!», clamaron en medio de su dificultad,
y él los rescató de su aflicción.
7Los llevó directo a un lugar seguro,
a una ciudad donde pudieran vivir.
8Que alaben al Señor por su gran amor
y por las obras maravillosas que ha hecho a favor de ellos.
9Pues él satisface al sediento
y al hambriento lo llena de cosas buenas.
10Algunos estaban en oscuridad y en una profunda penumbra,
presos del sufrimiento con cadenas de hierro.
11Se rebelaron contra las palabras de Dios,
se burlaron del consejo del Altísimo.
12Por eso los doblegó con trabajo forzado;
cayeron, y no hubo quien los ayudara.
13«¡Socorro, Señor!», clamaron en medio de su dificultad,
y él los salvó de su aflicción.
14Los sacó de la oscuridad y de la profunda penumbra;
les rompió las cadenas.
15Que alaben al Señor por su gran amor
y por las obras maravillosas que ha hecho a favor de ellos.
16Pues rompió las puertas de bronce de su prisión;
partió en dos los barrotes de hierro.
17Algunos fueron necios; se rebelaron
y sufrieron por sus pecados.
18No podían ni pensar en comer,
y estaban a las puertas de la muerte.
19«¡Socorro, Señor!», clamaron en medio de su dificultad
y él los salvó de su aflicción.
20Envió su palabra y los sanó;
los arrebató de las puertas de la muerte.
21Que alaben al Señor por su gran amor
y por las obras maravillosas que ha hecho a favor de ellos.
22Que ofrezcan sacrificios de agradecimiento
y canten con alegría por sus gloriosos actos.
23Algunos se hicieron a la mar en barcos
y surcaron las rutas comerciales del mundo.
24También observaron el poder del Señor en acción,
sus impresionantes obras en los mares más profundos.
25Él habló, y se desataron los vientos
que agitaron las olas.
26Los barcos fueron lanzados hacia los cielos
y cayeron nuevamente a las profundidades;
los marineros se acobardaron de terror.
27Se tambaleaban y daban tumbos como borrachos,
no sabían qué más hacer.
28«Señor, ¡socorro!», clamaron en medio de su dificultad,
y él los salvó de su aflicción.
29Calmó la tormenta hasta convertirla en un susurro
y aquietó las olas.
30¡Qué bendición fue esa quietud
cuando los llevaba al puerto sanos y salvos!
31Que alaben al Señor por su gran amor
y por las obras maravillosas que ha hecho a favor de ellos.
32Que lo exalten públicamente delante de la congregación
y ante los líderes del pueblo.
33Él transforma ríos en desiertos
y manantiales de agua en tierra árida y sedienta.
34Convierte la tierra fructífera en tierras saladas y baldías,
a causa de la maldad de sus habitantes.
35Pero también convierte desiertos en lagunas
y la tierra seca en fuentes de agua.
36Lleva a los hambrientos para que se establezcan allí
y construyan sus ciudades.
37Siembran los campos, plantan viñedos,
y recogen cosechas abundantes.
38¡Cuánto los bendice!
Allí crían familias numerosas
y sus manadas de animales aumentan.
39Cuando disminuye la cantidad de ellos y se empobrecen
por la opresión, las dificultades y el dolor,
40el Señor derrama desprecio sobre sus príncipes
y los hace vagar por tierras baldías y sin sendero.
41Pero rescata de la dificultad a los pobres
y hace crecer a sus familias como rebaños de ovejas.
42Los justos verán estas cosas y se alegrarán
mientras los perversos son bruscamente silenciados.
43Los sabios tomarán todo muy en serio;
verán en nuestra historia el fiel amor del Señor.

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