30 de Abril

 

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Jueces 11 y 12
Juan 1:1-28
Salmo 101
Proverbios 30

 

Jueces 11...

Jefté, juez de Israel
1Jefté era un gran guerrero de la región de Galaad. Era hijo de Galaad, pero su madre era una prostituta. 2La esposa de Galaad tuvo varios hijos, y cuando esos medio hermanos de Jefté crecieron, lo echaron del territorio. «Tú no recibirás ninguna parte de la herencia de nuestro padre —le dijeron—, porque eres hijo de una prostituta». 3Así que Jefté huyó de sus hermanos y vivió en la tierra de Tob. En poco tiempo, tuvo una banda de rebeldes despreciables que lo seguían.
4Por ese entonces, los amonitas comenzaron a hacer guerra contra Israel. 5Así que cuando los amonitas atacaron, los ancianos de Galaad mandaron a buscar a Jefté a la tierra de Tob y le dijeron:
6—¡Ven y sé nuestro comandante! ¡Ayúdanos a pelear contra los amonitas!
7Pero Jefté les respondió:
—¿Acaso no son ustedes los mismos que me odiaban y me echaron de la casa de mi padre? ¿Por qué vienen a buscarme ahora que están en apuros?
8—Porque te necesitamos —contestaron los ancianos—. Si marchas al frente de nosotros a la batalla contra los amonitas, te proclamaremos gobernante de todo el pueblo de Galaad.
9Jefté les dijo a los ancianos:
—A ver si entiendo bien: si voy con ustedes y el Señor me da la victoria sobre los amonitas, ¿de veras me harán gobernante de todo el pueblo?
10—El Señor es nuestro testigo —contestaron los ancianos—. Prometemos hacer todo lo que tú digas.
11Entonces Jefté fue con los ancianos de Galaad, y el pueblo lo proclamó gobernante y comandante del ejército. En Mizpa, en presencia del Señor, Jefté repitió lo que les había dicho a los ancianos.
12Luego Jefté envió mensajeros al rey de Amón, para preguntarle:
—¿Por qué has salido a pelear contra mi tierra?
13El rey de Amón contestó a los mensajeros de Jefté:
—Cuando los israelitas salieron de Egipto, me robaron la tierra desde el río Arnón hasta el río Jaboc, y desde allí hasta el Jordán. Así que ahora, devuélvanme mi tierra pacíficamente.
14En respuesta, Jefté le envió al rey amonita el siguiente mensaje:
15«Esto es lo que dice Jefté: Israel no robó ninguna tierra ni a Moab ni a Amón. 16Cuando los israelitas llegaron a Cades, en su viaje desde Egipto, después de cruzar el mar Rojo, 17enviaron mensajeros al rey de Edom para pedirle que les permitiera pasar por su tierra. Pero su petición fue denegada. Entonces le pidieron lo mismo al rey de Moab, pero él tampoco los dejó pasar por su tierra. Por eso el pueblo de Israel se quedó en Cades.
18»Finalmente, se fueron rodeando por el desierto los territorios de Edom y Moab. Viajaron a lo largo de la frontera oriental de Moab y acamparon al otro lado del río Arnón. Pero ni una sola vez cruzaron el río Arnón para entrar en Moab, porque el Arnón era la frontera de Moab.
19»Después Israel envió mensajeros al rey Sehón, de los amorreos, quien reinaba desde Hesbón, a fin de pedirle permiso para atravesar su territorio y llegar a su destino. 20Pero el rey Sehón no confiaba lo suficiente en Israel para dejarlo pasar por su tierra. En cambio, movilizó a su ejército en Jahaza y atacó a los israelitas. 21Pero el Señor, Dios de Israel, le dio a su pueblo la victoria sobre el rey Sehón. Entonces Israel se apoderó de la tierra de los amorreos, quienes vivían en aquella región, 22desde el río Arnón hasta el río Jaboc, y desde el desierto oriental hasta el Jordán.
23»Así que, como ves, fue el Señor, Dios de Israel, quien les quitó la tierra a los amorreos y se la dio a Israel. Entonces, ¿por qué tendríamos que devolvértela a ti? 24Tú quédate con todo lo que te dé tu dios Quemos, y nosotros nos quedaremos con todo lo que nos dé el Señornuestro Dios. 25¿Acaso eres tú mejor que Balac, hijo de Zipor, rey de Moab? ¿Intentó él presentar argumentos contra Israel por territorios en conflicto? ¿Entró en guerra con los israelitas?
26»Hace trescientos años que Israel vive aquí, tanto en Hesbón como en los asentamientos de alrededor, hasta Aroer y sus asentamientos, y en todas las ciudades a lo largo del río Arnón. ¿Por qué no has hecho ningún esfuerzo hasta ahora para recuperar la tierra? 27Por lo tanto, yo no pequé contra ti. Más bien, tú me hiciste daño al atacarme. Que el Señor, quien es juez, decida hoy quién de nosotros tiene la razón: si Amón o Israel».
28Pero el rey de Amón no hizo caso al mensaje de Jefté.
El voto de Jefté
29En esa ocasión, el Espíritu del Señor vino sobre Jefté, y él recorrió toda la tierra de Galaad y de Manasés, incluida Mizpa en Galaad y, desde allí, lideró al ejército contra los amonitas. 30Y Jefté hizo un voto al Señor: «Si me das la victoria sobre los amonitas, 31yo entregaré al Señor al primero que salga de mi casa para recibirme cuando regrese triunfante. Lo sacrificaré como ofrenda quemada».
32Así que Jefté dirigió al ejército contra los amonitas, y el Señor le dio la victoria. 33Aplastó a los amonitas, devastó unas veinte ciudades desde Aroer hasta una zona cerca de Minit, y desde allí hasta Abel-keramim. De esa forma, Israel derrotó a los amonitas.
34Cuando Jefté volvió a su casa en Mizpa, su hija salió a recibirlo tocando una pandereta y danzando de alegría. Ella era su hija única, ya que él no tenía más hijos ni hijas. 35Cuando la vio, se rasgó la ropa en señal de angustia.
—¡Hija mía! —clamó—. ¡Me has destruido por completo! ¡Me has traído una gran calamidad! Pues hice un voto al Señor y no puedo dejar de cumplirlo.
36Y ella le dijo:
—Padre, si hiciste un voto al Señor, debes hacer conmigo lo que prometiste, porque el Señor te ha dado una gran victoria sobre tus enemigos, los amonitas. 37Pero antes, permíteme hacer una sola cosa: déjame subir a deambular por las colinas y a llorar con mis amigas durante dos meses, porque moriré virgen.
38—Puedes ir —le dijo Jefté.
Y la dejó salir por el término de dos meses. Ella y sus amigas subieron a las colinas y lloraron porque ella nunca tendría hijos.39Cuando volvió a su casa, su padre cumplió el voto que había hecho, y ella murió virgen.
Así que se hizo costumbre en Israel 40que las jóvenes israelitas se ausentaran cuatro días cada año para lamentar la desgracia de la hija de Jefté.

 

Jueces 12:1-15

Efraín lucha con Jefté
1Luego los hombres de Efraín movilizaron a un ejército y cruzaron el río Jordán hasta Zafón. Entonces enviaron el siguiente mensaje a Jefté:
—¿Por qué no nos llamaste para que te ayudáramos a luchar contra los amonitas? ¡Quemaremos tu casa contigo adentro!
2Jefté respondió:
—¡Yo los convoqué cuando comenzó el conflicto, pero ustedes se negaron a venir! No quisieron ayudarnos a luchar contra Amón. 3De modo que, al ver que no vendrían, arriesgué mi vida y salí a combatir sin ustedes, y el Señor me dio la victoria sobre los amonitas. Así que, ¿por qué vienen ahora a pelear conmigo?
4La gente de Efraín contestó:
—Ustedes, los de Galaad, no son más que fugitivos de Efraín y de Manasés.
Entonces Jefté reunió a todos los hombres de Galaad, atacó a los hombres de Efraín y los derrotó.
5Jefté tomó control de los vados del río Jordán y, cada vez que un fugitivo de Efraín trataba de cruzar para volver a su tierra, los hombres de Galaad lo desafiaban preguntándole: «¿Eres miembro de la tribu de Efraín?». Si decía el hombre: «No, no lo soy», 6ellos le pedían que pronunciara la palabra shibolet. Si era de Efraín, diría sibolet, porque a la gente de Efraín le cuesta pronunciar bien esa palabra. Entonces se lo llevaban y lo mataban en los vados del Jordán. En total mataron a cuarenta y dos mil de la tribu de Efraín en esos días.
7Jefté fue juez de Israel durante seis años. Cuando murió, lo enterraron en una de las ciudades de Galaad.
Ibzán, juez de Israel
8Después de la muerte de Jefté, Ibzán, de Belén, fue juez de Israel. 9Tuvo treinta hijos y treinta hijas. Envió a sus hijas a casarse con hombres que no pertenecían a su clan, y trajo treinta mujeres jóvenes que tampoco eran de su clan para que se casaran con sus hijos. Ibzán fue juez de Israel durante siete años. 10Cuando murió, lo enterraron en Belén.
Elón, juez de Israel
11Después de la muerte de Ibzán, Elón, de la tribu de Zabulón, fue juez de Israel durante diez años. 12Cuando murió, lo enterraron en Ajalón, en la tierra de Zabulón.
Abdón, juez de Israel
13Después de la muerte de Elón, fue juez de Israel Abdón, hijo de Hilel, de Piratón. 14Tuvo cuarenta hijos varones y treinta nietos varones, quienes cabalgaban sobre setenta burros. Fue juez en Israel por ocho años.15Cuando murió, lo enterraron en Piratón, en Efraín, en la zona montañosa de los amalecitas.

 

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Juan 1:1-28

Prólogo: Cristo, la Palabra eterna
1En el principio la Palabra ya existía.
La Palabra estaba con Dios,
y la Palabra era Dios.
2El que es la Palabra existía en el principio con Dios.
3Dios creó todas las cosas por medio de él,
y nada fue creado sin él.
4La Palabra le dio vida a todo lo creado,
y su vida trajo luz a todos.
5La luz brilla en la oscuridad,
y la oscuridad jamás podrá apagarla.
6Dios envió a un hombre llamado Juan el Bautista, 7para que contara acerca de la luz, a fin de que todos creyeran por su testimonio. 8Juan no era la luz; era solo un testigo para hablar de la luz. 9Aquel que es la luz verdadera, quien da luz a todos, venía al mundo.
10Vino al mismo mundo que él había creado, pero el mundo no lo reconoció.11Vino a los de su propio pueblo, y hasta ellos lo rechazaron; 12pero a todos los que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios.13Ellos nacen de nuevo, no mediante un nacimiento físico como resultado de la pasión o de la iniciativa humana, sino por medio de un nacimiento que proviene de Dios.
14Entonces la Palabra se hizo hombre y vino a vivir entre nosotros. Estaba lleno de fidelidad y amor inagotable.Y hemos visto su gloria, la gloria del único Hijo del Padre.
15Juan dio testimonio de él cuando clamó a las multitudes: «A él me refería yo cuando decía: “Alguien viene después de mí que es muy superior a mí porque existe desde mucho antes que yo”».
16De su abundancia, todos hemos recibido una bendición inmerecida tras otra.17Pues la ley fue dada por medio de Moisés, pero el amor inagotable de Dios y su fidelidad vinieron por medio de Jesucristo. 18Nadie ha visto jamás a Dios; pero el Hijo, el Único, él mismo es Dios y está íntimamente ligado al Padre. Él nos ha revelado a Dios.
El testimonio de Juan el Bautista
19Este fue el testimonio que dio Juan cuando los líderes judíos enviaron sacerdotes y ayudantes del templo desde Jerusalén para preguntarle:
—¿Quién eres?
20Él dijo con toda franqueza:
—Yo no soy el Mesías.
21—Bien. Entonces, ¿quién eres? —preguntaron—. ¿Eres Elías?
—No —contestó.
—¿Eres el Profeta que estamos esperando?
—No.
22—Entonces, ¿quién eres? Necesitamos alguna respuesta para los que nos enviaron. ¿Qué puedes decirnos de ti mismo?
23Juan contestó con las palabras del profeta Isaías:
«Soy una voz que clama en el desierto:
“¡Abran camino para la llegada del Señor!”».
24Entonces los fariseos que habían sido enviados 25le preguntaron:
—Si no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta, ¿con qué derecho bautizas?
26Juan les dijo:
—Yo bautizo con agua, pero aquí mismo, en medio de la multitud, hay alguien a quien ustedes no reconocen. 27Aunque su servicio viene después del mío, yo ni siquiera soy digno de ser su esclavo, ni de desatar las correas de sus sandalias.
28Ese encuentro ocurrió en Betania, una región situada al oriente del río Jordán, donde Juan estaba bautizando.

 

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Salmo 101

Salmo de David.
1Cantaré de tu amor y de tu justicia, oh Señor;
te alabaré con canciones.
2Tendré cuidado de llevar una vida intachable,
¿cuándo vendrás a ayudarme?
Viviré con integridad
en mi propio hogar.
3Me negaré a mirar
cualquier cosa vil o vulgar.
Detesto a los que actúan de manera deshonesta;
no tendré nada que ver con ellos.
4Rechazaré las ideas perversas
y me mantendré alejado de toda clase de mal.
5No toleraré a los que calumnian a sus vecinos;
no soportaré la presunción ni el orgullo.
6Buscaré a personas fieles
para que sean mis compañeros;
solo a los que sean irreprochables
se les permitirá servirme.
7No permitiré que los engañadores sirvan en mi casa,
y los mentirosos no permanecerán en mi presencia.
8Mi tarea diaria será descubrir a los perversos
y liberar de sus garras a la ciudad del Señor.

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