16 de Abril

 

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Josué 13 y 14
Lucas 18:1-17
Salmos 85
Proverbios 16

 

Josué 13:1...

La tierra aún por conquistar

1Cuando Josué ya era anciano, el Señor le dijo: «Estás envejeciendo y todavía queda mucha tierra por conquistar.2Aún faltan todas las regiones de los filisteos y de los gesureos, 3y el territorio más extenso de los cananeos, el cual se extiende desde el arroyo de Sihor, en la frontera con Egipto, hasta los límites de Ecrón, al norte. Abarca el territorio de los cinco gobernantes filisteos de Gaza, Asdod, Ascalón, Gat y Ecrón. También falta por conquistar la tierra de los aveos, 4al sur. En el norte, la siguiente área tampoco está conquistada aún: toda la tierra de los cananeos, incluso Mehara (lugar que pertenece a los sidonios), que se extiende al norte hasta Afec, en la frontera con los amorreos; 5la tierra de los giblitas y toda la región de montañas del Líbano, que está hacia el oriente, desde Baal-gad, al pie del monte Hermón, hasta Lebo-hamat; 6y toda la zona montañosa desde el Líbano hasta Misrefot-maim, incluida toda la tierra de los sidonios.
»Yo mismo iré expulsando a esos pueblos de la tierra del paso de los israelitas. Así que asegúrate de darle esta tierra a Israel como una preciada posesión, tal como te lo ordené. 7Incluye todo este territorio como posesión de Israel cuando repartas la tierra entre las nueve tribus y la media tribu de Manasés».

División de la tierra al oriente del Jordán

8La media tribu de Manasés, la tribu de Rubén y la tribu de Gad ya habían recibido sus respectivas porciones de tierra al oriente del Jordán, pues Moisés, siervo del Señor, se las había asignado anteriormente.
9Ese territorio se extendía desde Aroer, en el límite del valle de Arnón (incluida la ciudad que está en medio del valle), hasta la llanura que está pasando Medeba, tan lejos como Dibón. 10También incluía todas las ciudades de Sehón, rey de los amorreos —quien había reinado en Hesbón—, y se extendía tan lejos como las fronteras con Amón. 11Abarcaba Galaad, el territorio de los reinos de Gesur y Maaca, todo el monte Hermón, todo Basán hasta Salca 12y todo el territorio de Og, rey de Basán, quien había reinado en Astarot y Edrei. El rey Og fue el último de los refaítas, porque Moisés los había atacado y expulsado.13Pero los israelitas no expulsaron a la gente de Gesur y de Maaca, así que esos pueblos siguen viviendo entre los israelitas hasta el día de hoy.

Una porción para la tribu de Leví

14Moisés no asignó ninguna porción de tierra a los de la tribu de Leví. En cambio, como el Señor les había prometido, su porción provenía de las ofrendas quemadas en el altar del Señor, Dios de Israel.

La tierra entregada a la tribu de Rubén

15Moisés había asignado la siguiente porción a los clanes de la tribu de Rubén:
16ese territorio se extendía desde Aroer, en el límite del valle del Arnón (incluida la ciudad que está en medio del valle), hasta la llanura que está pasando Medeba. 17Incluía Hesbón y las otras ciudades de la llanura: Dibón, Bamot-baal, Bet-baal-meón, 18Jahaza, Cademot, Mefaat,19Quiriataim, Sibma, Zaret-sahar en la colina situada sobre el valle, 20Bet-peor, las laderas del Pisgá y Bet-jesimot.
21La tierra de Rubén también abarcaba todas las ciudades de la llanura y todo el reino de Sehón. Sehón era el rey amorreo que había reinado en Hesbón y había muerto a manos de Moisés junto con los líderes de Madián —Evi, Requem, Zur, Hur y Reba—, príncipes que vivían en la región y aliados de Sehón. 22Los israelitas también habían matado a Balaam, hijo de Beor, quien usaba magia para predecir el futuro. 23El río Jordán marcaba el límite occidental de la tribu de Rubén. A los clanes de la tribu de Rubén se les dieron las ciudades y las aldeas vecinas de ese territorio para que fueran su hogar.

La tierra entregada a la tribu de Gad

24Moisés había asignado la siguiente porción a los clanes de la tribu de Gad:
25ese territorio incluía Jazer, todas las ciudades de Galaad y la mitad de la tierra de Amón tan lejos como la ciudad de Aroer, justo al occidente de Rabá. 26Se extendía desde Hesbón hasta Ramat-mizpa y Betonim, y desde Mahanaim hasta Lodebar. 27En el valle, se encontraban las ciudades de Bet-aram, Bet-nimra, Sucot, Zafón y el resto del reino de Sehón, rey de Hesbón. La frontera occidental se extendía a lo largo del río Jordán, su extremo norte llegaba hasta la punta del mar de Galilea y luego giraba hacia el oriente. 28A los clanes de la tribu de Gad se les dieron las ciudades y las aldeas vecinas de ese territorio para que fueran su hogar.

La tierra entregada a la media tribu de Manasés

29Moisés había asignado la siguiente porción a los clanes de la media tribu de Manasés:
30ese territorio se extendía desde Mahanaim y abarcaba todo Basán, todo el antiguo reino del rey Og y las sesenta ciudades de Jair, en Basán. 31También incluía la mitad de Galaad y Astarot y Edrei, ciudades de la realeza que pertenecían al rey Og. Todo eso se les entregó a los clanes de los descendientes de Maquir, hijo de Manasés.
32Esa fue la asignación de tierras que Moisés había hecho mientras estaba en las llanuras de Moab, al otro lado del río Jordán, al oriente de Jericó. 33Sin embargo, Moisés no dio ninguna porción de tierra a la tribu de Leví, porque el Señor, Dios de Israel, había prometido que él mismo sería su porción.
 

Josué 14:1-15

División de la tierra al occidente del Jordán

1Las demás tribus de Israel recibieron porciones de tierra en Canaán asignadas por el sacerdote Eleazar, por Josué, hijo de Nun, y por los jefes de las tribus. 2Esas nueve tribus y media recibieron sus porciones de tierra mediante un sorteo sagrado, según el mandato que el Señor había dado por medio de Moisés. 3Moisés ya les había asignado una porción de tierra a las dos tribus y media que estaban al oriente del río Jordán, pero no había entregado ninguna porción a los levitas. 4Los descendientes de José se habían separado en dos tribus distintas: Manasés y Efraín. Y a los levitas no se les dio ninguna porción de tierra, únicamente ciudades donde vivir, rodeadas de pastizales para sus animales y posesiones. 5De modo que se distribuyó la tierra exactamente según las órdenes que el Señor había dado a Moisés.

Caleb solicita su tierra

6Una delegación de la tribu de Judá, dirigida por Caleb, hijo de Jefone, el cenezeo, se presentó ante Josué, quien estaba en Gilgal. Caleb le dijo a Josué: «Recuerda lo que el Señor le dijo a Moisés, hombre de Dios, acerca de ti y de mí cuando estábamos en Cades-barnea. 7Yo tenía cuarenta años cuando Moisés, siervo del Señor, me envió desde Cades-barnea a que explorara la tierra de Canaán. Regresé y di un informe objetivo de lo que vi, 8pero los hermanos que me acompañaron asustaron tanto al pueblo que nadie quería entrar en la Tierra Prometida. Por mi parte, seguí al Señor mi Dios con todo mi corazón. 9Así que, ese día, Moisés me prometió solemnemente: “La tierra de Canaán, por donde recién caminaste, será tu porción de tierra y la de tus descendientes para siempre, porque seguiste al Señor mi Dios con todo tu corazón”.
10»Ahora, como puedes ver, en todos estos cuarenta y cinco años desde que Moisés hizo esa promesa, el Señorme ha mantenido con vida y buena salud tal como lo prometió, incluso mientras Israel andaba vagando por el desierto. Ahora tengo ochenta y cinco años. 11Estoy tan fuerte hoy como cuando Moisés me envió a esa travesía y aún puedo andar y pelear tan bien como lo hacía entonces.12Así que dame la zona montañosa que el Señor me prometió. Tú recordarás que, mientras explorábamos, encontramos allí a los descendientes de Anac, que vivían en grandes ciudades amuralladas. Pero si el Señor está conmigo, yo los expulsaré de la tierra, tal como el Señor dijo».
13Entonces Josué bendijo a Caleb, hijo de Jefone, y le dio Hebrón como su asignación de tierra. 14Hebrón todavía pertenece a los descendientes de Caleb, hijo de Jefone, el cenezeo, porque él siguió al Señor, Dios de Israel, con todo su corazón. 15(Antiguamente Hebrón se llamaba Quiriat-arba. Llevaba el nombre de Arba, un gran héroe de los descendientes de Anac).
Y la tierra descansó de la guerra.

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Lucas 18:1-17

Parábola de la viuda persistente

1Cierto día, Jesús les contó una historia a sus discípulos para mostrarles que siempre debían orar y nunca darse por vencidos. 2«Había un juez en cierta ciudad —dijo—, que no tenía temor de Dios ni se preocupaba por la gente.3Una viuda de esa ciudad acudía a él repetidas veces para decirle: “Hágame justicia en este conflicto con mi enemigo”.4Durante un tiempo, el juez no le hizo caso, hasta que finalmente se dijo a sí mismo: “No temo a Dios ni me importa la gente, 5pero esta mujer me está volviendo loco. Me ocuparé de que reciba justicia, ¡porque me está agotando con sus constantes peticiones!”».
6Entonces el Señor dijo: «Aprendan una lección de este juez injusto. 7Si hasta él dio un veredicto justo al final, ¿acaso no creen que Dios hará justicia a su pueblo escogido que clama a él día y noche? ¿Seguirá aplazando su respuesta? 8Les digo, ¡que pronto les hará justicia! Pero cuando el Hijo del Hombre regrese, ¿a cuántas personas con fe encontrará en la tierra?».

Parábola del fariseo y el cobrador de impuestos

9Luego Jesús contó la siguiente historia a algunos que tenían mucha confianza en su propia rectitud y despreciaban a los demás: 10«Dos hombres fueron al templo a orar. Uno era fariseo, y el otro era un despreciado cobrador de impuestos. 11El fariseo, de pie, apartado de los demás, hizo la siguiente oración: “Te agradezco, Dios, que no soy un pecador como todos los demás. Pues no engaño, no peco y no cometo adulterio. ¡Para nada soy como ese cobrador de impuestos! 12Ayuno dos veces a la semana y te doy el diezmo de mis ingresos”.
13»En cambio, el cobrador de impuestos se quedó a la distancia y ni siquiera se atrevía a levantar la mirada al cielo mientras oraba, sino que golpeó su pecho en señal de dolor mientras decía: “Oh, Dios, ten compasión de mí, porque soy un pecador”. 14Les digo que fue este pecador —y no el fariseo— quien regresó a su casa justificado delante de Dios. Pues los que se exaltan a sí mismos serán humillados, y los que se humillan serán exaltados».

Jesús bendice a los niños

15Cierto día, algunos padres llevaron a sus hijitos a Jesús para que él los tocara y los bendijera; pero cuando los discípulos vieron esto, regañaron a los padres por molestarlo.
16Entonces Jesús llamó a los niños y dijo a los discípulos: «Dejen que los niños vengan a mí. ¡No los detengan! Pues el reino de Dios pertenece a los que son como estos niños. 17Les digo la verdad, el que no reciba el reino de Dios como un niño nunca entrará en él».

 

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Salmo 85

Para el director del coro: salmo de los descendientes de Coré.

1¡Señor, tú derramaste bendiciones sobre tu tierra!

Devolviste el bienestar a Israel.

2Perdonaste la culpa de tu pueblo;

sí, cubriste todos sus pecados.

Interludio

3Contuviste tu furia

y refrenaste tu enojo encendido.

4Ahora, restáuranos, oh Dios de nuestra salvación;

aparta tu enojo de nosotros una vez más.

5¿Seguirás enojado con nosotros para siempre?

¿Extenderás tu ira a todas las generaciones?

6¿No volverás a darnos vida,

para que tu pueblo pueda alegrarse en ti?

7Muéstranos tu amor inagotable, oh Señor,

y concédenos tu salvación.

8Presto mucha atención a lo que dice Dios el Señor,

pues él da palabras de paz a su pueblo fiel.

Pero no le permitas volver a sus necios caminos.

9Sin duda, la salvación de Dios está cerca de los que le temen,

por lo tanto, nuestra tierra se llenará de su gloria.

10El amor inagotable y la verdad se encontraron;

¡la justicia y la paz se besaron!

11La verdad brota desde la tierra,

y la justicia sonríe desde los cielos.

12Sí, el Señor derrama sus bendiciones,

y nuestra tierra dará una abundante cosecha.

13La justicia va delante de él como un heraldo,

preparando el camino para sus pasos.

 

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