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Génesis
31:17-55
17 Entonces Jacob hizo que sus esposas y sus hijos subieran a los camellos 18 y
puso en marcha a todos sus animales. Reunió todas las pertenencias que había
adquirido en Padán-aram y salió hacia la tierra de Canaán, donde vivía su padre
Isaac. 19 En
el momento de partir, Labán estaba lejos, esquilando sus ovejas. Así que Raquel
robó los ídolos de familia de su padre y los llevó consigo. 20 Jacob
fue más listo que Labán el arameo, porque salieron en secreto y nunca le dijeron
que se iban. 21 De
ese modo Jacob se llevó todas sus pertenencias y cruzó el río Éufrates en
dirección a la zona montañosa de Galaad.
Labán persigue a Jacob
22 Tres días después, le avisaron a Labán que Jacob había huido. 23 Entonces
él reunió a un grupo de sus parientes y emprendió la búsqueda. Alcanzó a Jacob
siete días después en la zona montañosa de Galaad; 24 pero
la noche anterior, Dios se le había aparecido a Labán el arameo en un sueño y le
había dicho: «Te advierto que dejes en paz a Jacob».
25 Labán alcanzó a Jacob, quien acampaba en la zona montañosa de Galaad, y
armó su campamento no muy lejos del campamento de Jacob.
26 —¿Qué pretendes engañándome de esa manera? —preguntó Labán—. ¿Cómo te
atreves a llevarte a mis hijas como si fueran prisioneras de guerra?27 ¿Por
qué huiste en secreto? ¿Por qué me engañaste? ¿Y por qué no me dijiste que
querías marcharte? Yo te habría hecho una fiesta de despedida con cánticos y
música, al son de panderetas y arpas. 28 ¿Por
qué no me dejaste besar a mis hijas y a mis nietos, y despedirme de ellos? ¡Has
actuado como un necio! 29 Yo
podría destruirte, pero el Dios de tu padre se me apareció anoche y me advirtió:
“¡Deja en paz a Jacob!”. 30 Puedo
entender que sientas que debes irte y anhelas intensamente la casa de tu padre,
pero ¿por qué robaste mis dioses?
31 —Me apresuré a irme porque tuve miedo —contestó Jacob—. Pensé que me
quitarías a tus hijas por la fuerza. 32 Ahora,
en cuanto a tus dioses, si puedes encontrarlos, ¡que muera la persona que los
haya tomado! Si encuentras alguna otra cosa que te pertenezca, identifícala
delante de estos parientes nuestros, y yo te la devolveré.
Pero Jacob no sabía que Raquel había robado los ídolos de familia.
33 Labán fue a buscar primero en la carpa de Jacob, luego entró en la de
Lea y después buscó en las carpas de las dos esposas esclavas, pero no encontró
nada. Por último fue a la carpa de Raquel, 34 pero
Raquel había tomado los ídolos y los había escondido en la montura de su
camello, y estaba sentada encima de ellos. Cuando Labán terminó de buscar en
cada rincón de la carpa sin encontrarlos, 35 ella
le dijo a su padre: «Por favor, perdone, mi señor, si no me levanto ante usted.
Es que estoy con mi período menstrual». Labán, pues, continuó su búsqueda, pero
no pudo encontrar los ídolos de familia.
36 Entonces Jacob se enojó mucho y desafió a Labán.
—¿Cuál es mi delito? —preguntó él—. ¿Qué mal he hecho para que me persigas como
si fuera un criminal? 37 Has
registrado todas mis pertenencias. ¡Muéstrame ahora lo que hayas encontrado que
sea tuyo! Ponlo aquí delante de nosotros, a la vista de nuestros parientes, para
que todos lo vean. ¡Que ellos juzguen entre nosotros!
38 »Durante veinte años he estado contigo, cuidando de tus rebaños. En
todo ese tiempo, tus ovejas y tus cabras nunca abortaron. En todos esos años,
nunca tomé ni un solo carnero tuyo para comérmelo. 39 Si
alguno de ellos era atacado por animales salvajes y moría, yo nunca te mostraba
el cadáver ni te pedía que lo descontaras de tu rebaño. No, ¡yo mismo me hacía
cargo de la pérdida! Tú me hacías pagar por cada animal robado, ya fuera a plena
luz del día o en la oscuridad de la noche.
40 »Trabajé para ti bajo el sofocante calor del día y en el frío de la
noche, sin dormir. 41 Sí,
¡durante veinte años trabajé como un esclavo en tu casa! Trabajé catorce años
para ganarme a tus dos hijas y, después, seis años más por tu rebaño. ¡Y
cambiaste mi salario diez veces! 42 En
realidad, si el Dios de mi padre no hubiera estado de mi parte —el Dios de
Abraham y el temible Dios de Isaac—,
tú me habrías despedido con las manos vacías. Pero Dios ha visto tu abuso y mi
arduo trabajo. ¡Por eso se te apareció anoche y te reprendió!
Tratado de Jacob con Labán
43 Entonces Labán respondió a Jacob:
—Esas mujeres son mis hijas, esos niños son mis nietos, y esos rebaños son mis
rebaños; de hecho, todo lo que ves es mío; pero ¿qué puedo hacer ahora respecto
a mis hijas y a mis nietos? 44 Así
que hagamos un pacto tú y yo, y ese pacto será un testimonio de nuestro
compromiso.
45 Entonces Jacob tomó una piedra y la erigió como columna conmemorativa.46 Y
dijo a los miembros de su familia: «Recojan algunas piedras». Entonces ellos
juntaron piedras y las apilaron. Luego Jacob y Labán se sentaron junto al
montículo de piedras y compartieron una comida para celebrar el pacto.47 Con
el fin de conmemorar el suceso, Labán llamó a aquel lugar Jegar-sahaduta (que
significa «montículo del testimonio» en arameo), y Jacob lo llamó Galaad (que
significa «montículo del testimonio» en hebreo).
48 Entonces Labán declaró: «Este montículo de piedras quedará como
testimonio para recordarnos el pacto que hemos hecho hoy». Esto explica por qué
ese lugar fue llamado Galaad: «montículo del testimonio», 49 pero
también se le llamó Mizpa (que significa «torre de vigilancia»), pues Labán
dijo: «Que el Señor nos
vigile a los dos para cerciorarse de que guardemos este pacto cuando estemos
lejos el uno del otro. 50 Si
tú maltratas a mis hijas o te casas con otras mujeres, Dios lo verá aunque nadie
más lo vea. Él es testigo de este pacto entre nosotros.
51 »Mira este montículo de piedras —continuó Labán— y mira esta columna
conmemorativa que he levantado entre nosotros. 52 Están
entre tú y yo como testigos de nuestros votos. Yo nunca cruzaré este montículo
de piedras para hacerte daño, y tú nunca debes cruzar estas piedras o esta
columna conmemorativa para hacerme daño. 53 Invoco
al Dios de nuestros antepasados —el Dios de tu abuelo Abraham y el Dios de mi
abuelo Nacor— para que sea juez entre nosotros».
Entonces Jacob juró, delante del temible Dios de su padre Isaac, respetar
la línea fronteriza. 54 Luego
Jacob ofreció un sacrificio a Dios allí en el monte e invitó a todos a un
banquete para celebrar el pacto. Después de comer, pasaron la noche en el monte.
55 Labán
se levantó temprano a la mañana siguiente, besó a sus nietos y a sus hijas, y
los bendijo. Después se marchó y regresó a su casa.
Génesis 32:1-12
Cuando Jacob emprendió nuevamente su viaje, llegaron ángeles de Dios
a encontrarse con él. 2 Al
verlos, Jacob exclamó: «¡Este es el campamento de Dios!». Por eso
llamaron a aquel lugar Mahanaim.
Jacob envía regalos a Esaú
3 Entonces Jacob envió mensajeros por delante a su hermano
Esaú, quien vivía en la región de Seir, en la tierra de Edom. 4 Y
les dijo: «Den este mensaje a mi señor Esaú: “Humildes saludos de tu
siervo Jacob. Hasta el momento, estuve viviendo con el tío Labán, 5 y
ahora soy dueño de ganado, burros, rebaños de ovejas y de cabras, y
muchos siervos, tanto varones como mujeres. He enviado a estos
mensajeros por delante para informar a mi señor de mi llegada, con
la esperanza de que me recibas con bondad”».
6 Después de transmitir el mensaje, los mensajeros regresaron
y le informaron a Jacob: «Nos encontramos con su hermano Esaú y ya
viene en camino a su encuentro, ¡con un ejército de cuatrocientos
hombres!». 7 Jacob
quedó aterrado con la noticia. Entonces separó a los miembros de su
casa en dos grupos, y también a los rebaños, a las manadas y a los
camellos, 8 pues
pensó: «Si Esaú encuentra a uno de los grupos y lo ataca, quizá el
otro grupo pueda escapar».
9 Entonces Jacob oró: «Oh Dios de mi abuelo Abraham y Dios de
mi padre Isaac; oh Señor,
tú me dijiste: “Regresa a tu tierra y a tus parientes”. Y me
prometiste: “Te trataré con bondad”. 10 No
soy digno de todo el amor inagotable y de la fidelidad que has
mostrado a mí, tu siervo. Cuando salí de mi hogar y crucé el río
Jordán, no poseía más que mi bastón, ¡pero ahora todos los de mi
casa ocupan dos grandes campamentos! 11 Oh Señor,
te ruego que me rescates de la mano de mi hermano Esaú. Tengo miedo
de que venga para atacarme a mí y también a mis esposas y a mis
hijos. 12 Pero
tú me prometiste: “Ciertamente te trataré con bondad y multiplicaré
tus descendientes hasta que lleguen a ser tan numerosos como la
arena a la orilla del mar, imposibles de contar”».
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Mateo 10:24-42
24 »Los
alumnos no
son superiores a su maestro, y los esclavos no son superiores a
su amo. 25 Los
alumnos deben parecerse a su maestro, y los esclavos deben
parecerse a su amo. Si a mí, el amo de la casa, me han llamado
príncipe de los demonios, a
los miembros de mi casa los llamarán con nombres todavía peores.
26 »Así
que no tengan miedo de aquellos que los amenazan; pues llegará
el tiempo en que todo lo que está encubierto será revelado y
todo lo secreto se dará a conocer a todos. 27 Lo
que ahora les digo en la oscuridad, grítenlo por todas partes
cuando llegue el amanecer. Lo que les susurro al oído, grítenlo
desde las azoteas, para que todos lo escuchen.
28 »No
teman a los que quieren matarles el cuerpo; no pueden tocar el
alma. Teman solo a Dios, quien puede destruir tanto el alma como
el cuerpo en el infierno. 29 ¿Cuánto
cuestan dos gorriones: una moneda de cobre?
Sin embargo, ni un solo gorrión puede caer a tierra sin que el
Padre lo sepa. 30 En
cuanto a ustedes, cada cabello de su cabeza está contado. 31 Así
que no tengan miedo; para Dios ustedes son más valiosos que toda
una bandada de gorriones.
32 »Todo
aquel que me reconozca en público aquí en la tierra también lo
reconoceré delante de mi Padre en el cielo; 33 pero
al que me niegue aquí en la tierra también yo lo negaré delante
de mi Padre en el cielo.
34 »¡No
crean que vine a traer paz a la tierra! No vine a traer paz,
sino espada.
35 “He
venido a poner a un hombre contra su padre,
a
una hija contra su madre
y a una nuera contra su suegra.
36 ¡Sus
enemigos estarán dentro de su propia casa!”.
37 »Si
amas a tu padre o a tu madre más que a mí, no eres digno de ser
mío; si amas a tu hijo o a tu hija más que a mí, no eres digno
de ser mío. 38 Si
te niegas a tomar tu cruz y a seguirme, no eres digno de ser
mío. 39 Si
te aferras a tu vida, la perderás; pero, si entregas tu vida por
mí, la salvarás.
40 »El
que los recibe a ustedes me recibe a mí, y el que me recibe a mí
recibe al Padre, quien me envió. 41 Si
reciben a un profeta como a alguien que habla de parte de Dios, recibirán
la misma recompensa que un profeta. Y, si reciben a un justo
debido a su justicia, recibirán una recompensa similar a la de
él. 42 Y
si le dan siquiera un vaso de agua fresca a uno de mis
seguidores más insignificantes, les aseguro que recibirán una
recompensa».
Mateo 11:1-6
Jesús y Juan el Bautista
Cuando Jesús terminó de darles esas instrucciones a los doce
discípulos, salió a enseñar y a predicar en las ciudades de toda
la región.
2 Juan el Bautista, quien estaba en prisión, oyó acerca de
todas las cosas que hacía el Mesías. Entonces envió a sus
discípulos para que le preguntaran a Jesús:
3 —¿Eres tú el Mesías a quien hemos esperado o
debemos seguir buscando a otro?
4 Jesús les dijo:
—Regresen a Juan y cuéntenle lo que han oído y visto: 5 los
ciegos ven, los cojos caminan bien, los leprosos son curados,
los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les
predica la Buena Noticia. 6 Y
díganle: “Dios bendice a los que no se apartan por causa de mí”.

Salmos
13
Para el director del coro: salmo de David
Oh Señor,
¿hasta cuándo te olvidarás de mí? ¿Será para siempre?
¿Hasta
cuándo mirarás hacia otro lado?
2 ¿Hasta cuándo tendré que luchar con angustia en mi
alma,
con
tristeza en mi corazón día tras día?
¿Hasta
cuándo mi enemigo seguirá dominándome?
3 Vuélvete hacia mí y contéstame, ¡oh Señor,
mi Dios!
Devuélvele
el brillo a mis ojos, o moriré.
4 No permitas que mis enemigos se regodeen diciendo:
«¡Lo hemos derrotado!».
No
dejes que se regodeen en mi caída.
5 Pero yo confío en tu amor inagotable;
me
alegraré porque me has rescatado.
6 Cantaré al Señor
porque
él es bueno conmigo.
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