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Génesis
32:13-32
13 Así que Jacob pasó la noche en aquel lugar. Luego escogió de sus
pertenencias los siguientes regalos para entregar a su hermano Esaú:14 doscientas
cabras, veinte chivos, doscientas ovejas, veinte carneros,15 treinta
camellas con sus crías, cuarenta vacas, diez toros, veinte burras y diez burros. 16 Separó
esos animales en manadas y asignó cada manada a un siervo distinto. Luego dijo a
estos siervos: «Vayan delante de mí con los animales, pero guarden una buena
distancia entre las manadas».
17 A los hombres que dirigían el primer grupo les dio las siguientes
instrucciones: «Cuando mi hermano Esaú se encuentre con ustedes, él les
preguntará: “¿De quién son siervos? ¿Adónde van? ¿Quién es el dueño de estos
animales?”. 18 Entonces
deben contestar: “Pertenecen a su servidor Jacob, pero son un regalo para su
señor Esaú. Mire, él viene detrás de nosotros”».
19 Jacob dio las mismas instrucciones a los siervos a cargo del segundo y
tercer grupo, y a todos los que iban detrás de las manadas: «Cuando se
encuentren con Esaú, deben responder lo mismo, 20 y
asegúrense de decirle: “Mire, su servidor Jacob viene detrás de nosotros”».
Jacob pensó: «Intentaré apaciguarlo enviando regalos antes de mi llegada, y
cuando me encuentre con él en persona, quizá me reciba con bondad». 21 Así
que los regalos fueron enviados por delante, y Jacob pasó la noche en el
campamento.
Jacob lucha con Dios
22 Durante la noche, Jacob se levantó y tomó a sus dos esposas, a sus dos
mujeres esclavas y a sus once hijos, y cruzó el río Jaboc con ellos. 23 Después
de llevarlos a la otra orilla, hizo pasar todas sus pertenencias.
24 Entonces Jacob se quedó solo en el campamento, y llegó un hombre y
luchó con él hasta el amanecer. 25 Cuando
el hombre vio que no ganaría el combate, tocó la cadera de Jacob y la dislocó. 26 Luego
el hombre le dijo:
—¡Déjame ir, pues ya amanece!
—No te dejaré ir a menos que me bendigas —le dijo Jacob.
27 —¿Cómo te llamas? —preguntó el hombre.
—Jacob —contestó él.
28 —Tu nombre ya no será Jacob —le dijo el hombre—. De ahora en adelante,
serás llamado Israel, porque
has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.
29 —Por favor, dime cuál es tu nombre —le dijo Jacob.
—¿Por qué quieres saber mi nombre? —respondió el hombre. Entonces bendijo a
Jacob allí.
30 Jacob llamó a aquel lugar Peniel (que significa «rostro de Dios»),
porque dijo: «He visto a Dios cara a cara, y sin embargo, conservo la vida». 31 El
sol salía cuando Jacob dejó Peniel y
se fue cojeando debido a su cadera dislocada. 32 (Hasta
el día de hoy, el pueblo de Israel no come del tendón que está cerca de la
articulación de la cadera, debido a lo que ocurrió aquella noche cuando el
hombre torció el tendón de la cadera de Jacob).
Génesis 33
Jacob y Esaú se reconcilian
Entonces Jacob levantó la vista y vio a Esaú, quien se acercaba con
sus cuatrocientos hombres. Por eso, repartió a los niños entre Lea,
Raquel y sus dos esposas esclavas. 2 Colocó
en el frente a sus dos esposas esclavas con sus respectivos hijos,
después a Lea con sus hijos, y por último a Raquel y a José.3 Entonces
Jacob se adelantó a todos ellos. Cuando se aproximó a su hermano, se
inclinó hasta el suelo siete veces delante de él. 4 Entonces
Esaú corrió a su encuentro y lo abrazó, puso los brazos alrededor de
su cuello y lo besó. Y ambos lloraron.
5 Después Esaú miró a las mujeres y a los niños, y preguntó:
—¿Quiénes son esas personas que vienen contigo?
—Son los hijos que Dios, en su misericordia, me ha dado a mí, tu
siervo —contestó Jacob.
6 Después las esposas esclavas se presentaron con sus hijos y
se inclinaron ante él. 7 Luego
se presentó Lea con sus hijos, quienes también se inclinaron ante
él. Finalmente se presentaron José y Raquel, y ambos se inclinaron
ante él.
8 —¿Y qué eran todos esos rebaños y esas manadas que encontré
en el camino? —preguntó Esaú.
—Son un regalo, mi señor, para asegurar tu amistad —contestó Jacob.
9 —Hermano mío, yo tengo más que suficiente —dijo Esaú—.
Guarda para ti lo que tienes.
10 —No —insistió Jacob—, si he logrado tu favor, te ruego que
aceptes este regalo de mi parte. ¡Y qué alivio es ver tu amigable
sonrisa! ¡Es como ver el rostro de Dios! 11 Por
favor, acepta este regalo que te traje, porque Dios ha sido muy
generoso conmigo. Yo tengo más que suficiente.
Debido a la insistencia de Jacob, Esaú finalmente aceptó el regalo.
12 —Bien —dijo Esaú—, vamos. Yo iré delante de ti.
13 Pero Jacob respondió:
—Tú mismo puedes ver, mi señor, que algunos de los niños son muy
pequeños, y los rebaños y las manadas también tienen sus crías. Si
se les hace caminar mucho, aunque fuera un solo día, todos los
animales podrían morir. 14 Por
favor, mi señor, ve tú primero. Nosotros iremos detrás más lento, a
un ritmo que sea cómodo para los animales y para los niños. Nos
encontraremos en Seir.
15 —De acuerdo —dijo Esaú—, pero déjame al menos asignarte a
algunos de mis hombres para que los guíen y los protejan.
—No es necesario —respondió Jacob—. ¡Basta que me hayas recibido
amigablemente, mi señor!
16 Entonces Esaú se dio la vuelta y emprendió el camino de
regreso a Seir ese mismo día. 17 Jacob,
en cambio, viajó hasta Sucot. Allí se construyó una casa e hizo
cobertizos para su ganado. Por eso aquel lugar se llamó Sucot (que
significa «cobertizos»).
18 Después de viajar todo el trayecto desde Padán-aram, Jacob
llegó sano y salvo a la ciudad de Siquem, en la tierra de Canaán.
Una vez allí, estableció su campamento fuera de la ciudad. 19 La
parcela donde acampó la compró a la familia de Hamor, el padre de
Siquem, por cien monedas de plata. 20 Y
allí edificó un altar y le puso por nombre El-Elohe-Israel.
Génesis 34
Venganza contra Siquem
Cierto día, Dina, la hija de Jacob y Lea, fue a visitar a unas
jóvenes que vivían en la región. 2 Cuando
el príncipe del lugar, Siquem, hijo de Hamor el heveo, vio a Dina,
la tomó a la fuerza y la violó. 3 Sin
embargo, luego se enamoró de ella e intentó ganarse su cariño con
palabras tiernas. 4 Le
dijo a su padre Hamor: «Consígueme a esta joven pues quiero casarme
con ella».
5 Entonces Jacob se enteró de que Siquem había deshonrado a su
hija Dina, pero como sus hijos estaban en el campo cuidando sus
animales, él no dijo nada hasta que regresaron. 6 Hamor,
el padre de Siquem, fue a hablar del asunto con Jacob. 7 Mientras
tanto, los hijos de Jacob, al enterarse de lo ocurrido, regresaron
del campo de inmediato. Quedaron horrorizados y llenos de furia
cuando supieron que su hermana había sido violada. Siquem había
cometido un acto vergonzoso contra la familia de Jacob, algo
que nunca debió haber hecho.
8 Hamor habló con Jacob y con sus hijos:
—Mi hijo Siquem está verdaderamente enamorado de su hija —dijo—. Por
favor, permítanle casarse con ella. 9 De
hecho, formemos también otros matrimonios: ustedes nos entregan a
sus hijas para nuestros hijos, y nosotros les entregaremos a
nuestras hijas para los hijos de ustedes. 10 Todos
ustedes pueden vivir entre nosotros; ¡la tierra está a su
disposición! Establézcanse aquí y comercien con nosotros, y
siéntanse en libertad de comprar propiedades en la región.
11 El propio Siquem también habló con el padre de Dina y con
sus hermanos:
—Por favor, sean bondadosos conmigo y permitan que me case con ella
—les suplicó—. Yo les daré cualquier cosa que me pidan. 12 Sea
cual fuere la dote o el regalo que exijan, lo pagaré de buena gana;
solo les pido que me entreguen a la muchacha como esposa.
13 Pero como Siquem había deshonrado a la hermana de ellos,
Dina, los hijos de Jacob respondieron con engaño a Siquem y a Hamor,
su padre. 14 Les
dijeron:
—De ninguna manera podemos permitirlo, porque tú no has sido
circuncidado. ¡Sería una vergüenza para nuestra hermana casarse con
un hombre como tú!15 Pero
hay una solución. Si todos los varones entre ustedes se circuncidan,
como lo hicimos nosotros, 16 entonces
les entregaremos a nuestras hijas y tomaremos a las hijas de ustedes
para nosotros. Viviremos entre ustedes y seremos un solo pueblo; 17 pero
si no aceptan circuncidarse, tomaremos a nuestra hermana y nos
marcharemos.
18 Hamor y su hijo Siquem aceptaron la propuesta. 19 Siquem
no demoró en cumplir con el requisito, porque deseaba con
desesperación a la hija de Jacob. Siquem era un miembro muy
respetado de su familia, 20 y
acompañó a su padre, Hamor, a presentar la propuesta a los líderes
que estaban a las puertas de la ciudad.
21 Les dijeron: «Esos hombres son nuestros amigos.
Invitémoslos a vivir entre nosotros y comerciemos libremente. Miren,
hay suficiente tierra para mantenerlos. Podemos tomar a sus hijas
como esposas y permitir que ellos se casen con las nuestras. 22 Pero
ellos aceptarán quedarse aquí y formar un solo pueblo con nosotros
únicamente si nuestros hombres se circuncidan, como lo hicieron
ellos. 23 Además,
si nosotros lo hacemos, todos sus animales y sus posesiones con el
tiempo serán nuestros. Vamos, aceptemos sus condiciones y dejemos
que se establezcan entre nosotros».
24 Todos los hombres del consejo estuvieron de acuerdo con
Hamor y Siquem, y todos los varones de la ciudad fueron
circuncidados. 25 Sin
embargo, tres días después, cuando aún estaban adoloridos, dos de
los hijos de Jacob —Simeón y Leví—, que eran hermanos de Dina por
parte de padre y de madre, tomaron sus espadas y entraron en la
ciudad sin encontrar resistencia. Entonces masacraron a todos los
varones, 26 entre
ellos Hamor y su hijo Siquem. Los mataron a espada, y después
sacaron a Dina de la casa de Siquem y regresaron a su campamento.
27 Mientras tanto, los demás hijos de Jacob llegaron a la
ciudad. Al encontrar masacrados a los hombres, saquearon la ciudad,
porque allí habían deshonrado a su hermana. 28 Se
apoderaron de todos los rebaños, las manadas y los burros; se
llevaron todo lo que pudieron, tanto de adentro de la ciudad como de
los campos. 29 Robaron
todas las riquezas y saquearon las casas. También tomaron a todos
los niños y a las mujeres, y se los llevaron cautivos.
30 Después, Jacob les dijo a Simeón y a Leví:
—¡Ustedes me han arruinado! Me han hecho despreciable ante todos los
pueblos de esta tierra: los cananeos y los ferezeos. Nosotros somos
tan pocos que ellos se unirán y nos aplastarán. ¡Me destruirán, y
toda mi familia será aniquilada!
31 —¿Pero cómo íbamos a permitir que él tratara a nuestra
hermana como a una prostituta? —replicaron ellos, enojados.
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Mateo 11:7-30
7 Mientras los discípulos de Juan se iban, Jesús comenzó a
hablar acerca de él a las multitudes: «¿A
qué clase de hombre fueron a ver al desierto? ¿Acaso era una
caña débil sacudida con la más leve brisa? 8 ¿O
esperaban ver a un hombre vestido con ropa costosa? No, la gente
que usa ropa costosa vive en los palacios. 9 ¿Buscaban
a un profeta? Así es, y él es más que un profeta.10 Juan
es el hombre al que se refieren las Escrituras cuando dicen:
“Mira, envío a mi mensajero por anticipado,
y
él preparará el camino delante de ti”.
11 »Les
digo la verdad, de todos los que han vivido, nadie es superior a
Juan el Bautista. Sin embargo, hasta la persona más
insignificante en el reino del cielo es superior a él. 12 Desde
los días en que Juan el Bautista comenzó a predicar hasta ahora,
el reino del cielo ha venido avanzando con fuerza, y
gente violenta lo está atacando. 13 Pues,
antes de que viniera Juan, todos los profetas y la ley de Moisés
anunciaban este tiempo; 14 y
si ustedes están dispuestos a aceptar lo que les digo, él es
Elías, aquel que los profetas dijeron que vendría. 15 ¡El
que tenga oídos para oír, que escuche y entienda!
16 »¿Con
qué puedo comparar a esta generación? Se parece a los niños que
juegan en la plaza. Se quejan ante sus amigos:
17 “Tocamos
canciones de bodas,
y
no bailaron;
entonces tocamos cantos fúnebres,
y
no se lamentaron”.
18 Pues
Juan no dedicaba el tiempo a comer y beber, y ustedes dicen:
“Está poseído por un demonio”. 19 El
Hijo del Hombre, por
su parte, festeja y bebe, y ustedes dicen: “¡Es un glotón y un
borracho y es amigo de cobradores de impuestos y de otros
pecadores!”. Pero la sabiduría demuestra estar en lo cierto por
medio de sus resultados».
Juicio para los incrédulos
20 Luego Jesús comenzó a denunciar a las ciudades en las
que había hecho tantos milagros, porque no se habían arrepentido
de sus pecados ni se habían vuelto a Dios. 21 «¡Qué
aflicción les espera, Corazín y Betsaida! Pues, si en las
perversas ciudades de Tiro y de Sidón se hubieran hecho los
milagros que hice entre ustedes, hace tiempo sus habitantes se
habrían arrepentido de sus pecados vistiéndose con ropa de tela
áspera y echándose ceniza sobre la cabeza en señal de
remordimiento. 22 Les
digo que, el día del juicio, a Tiro y a Sidón les irá mejor que
a ustedes.
23 »Y
ustedes, los de Capernaúm, ¿serán honrados en el cielo? No,
descenderán al lugar de los muertos. Pues,
si hubiera hecho en la perversa ciudad de Sodoma los milagros
que hice entre ustedes, la ciudad estaría aquí hasta el día de
hoy. 24 Les
digo que, el día del juicio, aun a Sodoma le irá mejor que a
ustedes».
Jesús da gracias al Padre
25 En esa ocasión, Jesús hizo la siguiente oración: «Oh
Padre, Señor del cielo y de la tierra, gracias por esconder
estas cosas de los que se creen sabios e inteligentes, y por
revelárselas a los que son como niños. 26 Sí,
Padre, ¡te agradó hacerlo de esa manera!
27 »Mi
Padre me ha confiado todo. Nadie conoce verdaderamente al Hijo
excepto el Padre, y nadie conoce verdaderamente al Padre excepto
el Hijo y aquellos a quienes el Hijo decide revelarlo».
28 Luego dijo Jesús: «Vengan
a mí todos los que están cansados y llevan cargas pesadas, y yo
les daré descanso. 29 Pónganse
mi yugo. Déjenme enseñarles, porque yo soy humilde y tierno de
corazón, y encontrarán descanso para el alma. 30 Pues
mi yugo es fácil de llevar y la carga que les doy es liviana».

Salmos
14
Para el director del coro: salmo de David
1 Solo los necios dicen en su corazón:
«No
hay Dios».
Ellos son corruptos y sus acciones son malas;
¡no
hay ni uno solo que haga lo bueno!
2 El Señor mira
desde los cielos
a
toda la raza humana;
observa para ver si hay alguien realmente sabio,
si
alguien busca a Dios.
3 Pero no, todos se desviaron;
todos
se corrompieron.
No hay ni uno que haga lo bueno,
¡ni
uno solo!
4 ¿Será posible que nunca aprendan los que hacen el mal?
Devoran
a mi pueblo como si fuera pan
y
ni siquiera piensan en orar al Señor.
5 El terror se apoderará de ellos,
pues
Dios está con los que lo obedecen.
6 Los perversos frustran los planes de los oprimidos,
pero
el Señor protegerá
a su pueblo.
7 ¿Quién vendrá del monte Sión para rescatar a Israel?
Cuando
el Señor restaure
a su pueblo,
Jacob
gritará de alegría e Israel se gozará.
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