Con una precisión asombrosa, Zacarías miró a través del corredor del tiempo y describió la entrada triunfal de Jesucristo en Jerusalén. Sin el Espíritu Santo, ¿cómo podría haber sabido Zacarías que un día Jesús se montaría en un burrito, con miles de fieles adorando y gritando y arrojando ramas de palma en la carretera? Mateo fue un testigo de esta escena exacta y citó a Zacarías, el profeta que lo había predicho (Mateo 21:5).

Hay sesenta y un profecías directas como esta, que tenían que cumplirse en una secuencia perfecta para que Jesús cumpliera con todas las predicciones del Antiguo Testamento sobre el Mesías. Según el renombrado matemático y científico Peter Stoner, si los profetas hubieran urdido en su propia sabiduría sólo ocho profecías, las probabilidades de que los ocho se cumplieran en una sola persona sería la misma que las probabilidades de que una persona con los ojos vendados encuentre, en un primer intento, un dólar de plata marcado en el estado de Texas, ¡con todo el estado entero cubierto por 70 cm en dólares de plata!

Inclinémosnos hoy, no ante el bebé en el pesebre, sino ante el poderoso rey que "traerá la paz a las naciones" (Zacarías 9:10)

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