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Pablo enseñó a Timoteo tres verdades vitales acerca de las finanzas.
En primer lugar, le enseñó que el amor al dinero puede ser peligroso
para la salud espiritual. El dinero en sí no es malo, pero el amor
al dinero es un engaño peligroso que puede llevar incluso a ser
arrastrados lejos de la fe. La actitud correcta hacia el dinero debe
ser de satisfacción. Debemos estar agradecidos por lo que tenemos,
no siempre desear lo que no tenemos.
La segunda verdad es que Dios desea bendecirnos. Él "nos da en
abundancia todo lo que necesitamos para que lo disfrutemos." (1
Timoteo 6:17). Dios no es un opresor, ¡Él es un dador! Él anhela
bendecirnos para nuestro disfrute.
La tercera verdad que Pablo compartió con respecto al dinero es el
principio de dar. Instó a Timoteo a instruir a los ricos que se
acordaran de usar su riqueza terrenal para hacer el bien,
adquiriendo así una recompensa eterna en el cielo (vs. 18-19).
Las finanzas que invertimos en los demás y en la obra de Dios se
multiplicarán volviendo a nosotros en la vida venidera. Usemos
nuestro dinero como una herramienta para la inversión eterna, y
¡seremos bendecidos y prosperados!
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