Los milagros de Dios siempre comienzan con la pregunta: ¿Qué tienes?
El niño pequeño con cinco panes y dos peces proveyó el único recurso
para que Jesús los bendijera y alimentara a los cinco mil. La viuda
que alimentó a Elías durante la hambruna poseía sólo un poco de
comida y un poco de aceite como recurso. El hilo común en estos dos
milagros es que la fe se mezcló con algunas pequeñas cosas ofrecidas
a Dios.
Si tenés una necesidad, primero debes poner algo en la mano de Dios
con lo que él trabaje y te lo devuelva multiplicado. A esto le
llamamos la siembra de semillas, o colocar en el suelo de la fe
algún objeto que "perdemos" con el fin de que Dios puede
multiplicarlo en una cosecha.
No esperes que Dios supla tu necesidad. ¡Usá lo que tenés! Dios le
pidió a Moisés: "¿Qué tienes en tu mano?" (Éxodo 4:2), y la vara se
convirtió en el medio de la liberación de Israel de Egipto.
Dale tus recursos a Dios, y verás cómo Él los multiplica para tu
liberación!
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