La meditación no es el proceso de despejar tu mente, sino de llenar
tu mente con la verdad. Es como una roca desplazando el agua en un
recipiente. Tu mente está continuamente expuesta a la duda, las
atrocidades, la suciedad y los conflictos del mundo que te rodea.
Tratar de limpiar esos pensamientos es muy difícil, pero hay un
remedio: la meditación en la Palabra de Dios.
Se necesita un esfuerzo consciente para enfocar tu mente y corazón
en la verdad de la Palabra de Dios. Una vez que lo hacés, sin
embargo, cosecharás los beneficios. Josué 1:8 dice: "Estudia
constantemente este libro de la ley. Medita en él de día y de noche
para asegurarte de obedecer todo lo que allí está escrito. Solamente
entonces prosperarás y te irá bien en todo lo que hagas."
La lectura de la Biblia es buena, pero la meditación es un cambio de
vida, ya que implica pensar en un verso hasta que caiga de tu mente
a tu corazón. La raíz de la palabra meditación significa "murmurar",
o "expresar." Cuanto más se habla la Palabra, más entra en tu
espíritu. Mientras andes en tus asuntos diarios, hablá la Palabra a
vos mismo. "Murmurá" sobre ella continuamente, reflexionando en tu
mente.
Sea cual sea tu área de necesidad, seleccioná varias promesas que se
apliquen a tu situación y memorizalas. Luego meditá en ellas
durante el día (Salmo 119:97). Cuando la duda, el miedo, el desánimo
y la lucha entren en tu mente "pensá en las cosas que son
excelentes y dignas de alabanza" (Filipenses 4:8). Tu fe crecerá, tu
mente va a cambiar, y ¡tu camino se convertirá en un éxito!
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