Devocional 30/01
Lectura 30 de Enero

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Sin contradicción, podemos decir que Cristo vino al mundo para morir. Desde el comienzo de Su ministerio, Jesús instruyó a sus discípulos a tomar su cruz y seguirlo. Él les dijo que a menos que comieran su carne y bebieran su sangre, no tenían vida en sí mismos.

La revelación de Moisés de la sangre se describe en Éxodo 12:13: "...la sangre sobre los marcos de las puertas servirá de señal [...] Cuando yo vea la sangre, pasaré de largo. Esa plaga de muerte no los tocará a ustedes cuando yo hiera la tierra de Egipto". La sangre de un manso e inocente cordero podría sustituir toda una familia. Aunque el primogénito de Israel merecía la muerte, tanto como el primogénito de Faraón, la sangre del cordero rescató (pagó, volvió a comprar) sus vidas.

Al igual que el cordero, Cristo era un modesto y humilde siervo que nunca buscó la gloria y exaltación por la que los discípulos se esforzaban. Con humildad, nunca olvidemos el enfoque del cristianismo: merecemos morir, pero Cristo, el Cordero sin mancha, murió en nuestro lugar, el "justo por los injustos" (1 Pedro 3:18).

Alégrate hoy en el poder de la sangre de Jesús, que te rescató de la muerte y en la cuál recibimos sanidad, victoria y libertad!

 

Pasaron 29 días. Todavía tenés 336 oportunidades para adorar al Señor!

 

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